Religión – 2000

2000XXXX. Enmiendan la plana a Jesús.

¿Habrán leído en serio el Evangelio? O ¿se atreverán a enmendarle la plana a Jesús? Porque, negro sobre blanco, el Maestro quería que sus discípulos fueran pobres, y que se quitaran hasta el pan de la boca para dárselo a los más necesitados. Pero hoy vemos que un tercio largo de los españoles, presumiendo de saber más, tener más «mundanología» que Él, dejan de dar dinero a los más necesitados para dárselo a los clérigos, poniendo así una cruz espiritual contra Jesús al poner la cruz en el sitio cristianamente indebido de verdad en su declaración de la renta. Y al que no le guste esta afirmación, repito, lea en serio el Evangelio.

 

20000413. Procesiones sin armas.

Un aplauso, desde fuera, a la diócesis de Cádiz, que acaba de pedir que no desfilen en las procesiones las fuerzas armadas “por coherencia con el mensaje cristiano de paz”. Algo evidente para quien conozca el Nuevo Testamento, y los primeros siglos de la Iglesia. Pero también radicalmente opuesto a lo que vemos en el Antiguo Testamento o en la Iglesia desde Constantino a la última Cruzada en España y régimen salido de ella, como todos sabemos. De ahí que no baste desear que se elimine sólo la manifestación más chocante de esa monstruosa contradicción ideológica, sino que hay que denunciar también el conjunto teorías y prácticas que llevaron a ella y que la mantienen hasta nuestros días.

Aparte de coherencia  hay que pedir ahí a los cristianos un elemental cumplimiento de la Constitución, ya que esos alardes armados constituyen una descarada violación de nuestras leyes, una muestra del carácter, no sólo poco cristiano, sino también poco democrático de una numerosa parte de nuestra población, una prueba lamentable de que para ellos la transición política está todavía por realizar.

20000418. Católicos muy especiales.

Según la última encuesta del oficial –y poco sospechoso en esto- Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el 84 por ciento de los españoles se define como católico, el 77 cree en Dios, el 56 se considera religioso, el 46 no tiene dudas de la existencia de Dios y el 22 practica el ir a misa  más o menos semanalmente.

Entre otros hechos, destaca la cantidad de personas que se declaran católicas pero creen poco, o nada, en Dios. Ya hace tiempo decía el ultraderechista Maurras: “-Soy ateo, pero, como buen francés, soy católico”. Antes aún, Engels recordaba al socialista español que no creía en Dios, pero sí en la Virgen; y hace poco, el mejicano Emilio Azcárraga todavía sostenía: “-Yo no soy cristiano, sino guadalupano”.

Todo esto quizás ayude a comprender la pervivencia -e incluso auge, con la prosperidad económica- de tantas Semanas Santas y romerías, de las “folklóricas” fiestas marianas que en vano ha procurado reformar el Vaticano, etc., mientras que disminuyen las vocaciones religiosas y el apoyo económico a la Iglesia  católica (sostenida aún, anticonstitucionalmente, por impuestos pagados realmente por todos); para no hablar de la increíble disociación entre las normas católicas oficiales y la práctica de la inmensa mayoría de sus tan numerosos de palabra como poco fieles seguidores. Demasiado “catolicismo sociológico”. No sería demasiado pedir más coherencia e ilustración: que se sea como se llama, o se llame como se es.

 

20000418. Ejército católico.

              Agradezco a EL MUNDO la publicación de la reveladora carta de un militar andaluz, que se declara indignado por la petición del obispado de Cádiz de que las Fuerzas Armadas no participen en las procesiones religiosas. “Un 90 por ciento de los militares somos católicos”, opone ese señor, como si se les prohibiera ir como personas.

             Su insistencia en ir como militar muestra un alarmante desconocimiento del espíritu del Evangelio, y de la letra de la Constitución española. Más aún: ese señor amenaza con no pagar el impuesto religioso, como si el cristianismo no fuera sino un club o una empresa, y no una religión que, o hay que reformar cuando se estima no está bien practicada por algunos, o abandonar si se estima irreformable. Con muchos “defensores” así, ni la Iglesia ni el Ejército necesitarían enemigos.

20000418. Sellos comprometedores.    

Los periodistas suelen poner en evidencia la ignorancia de los políticos preguntándoles el precio de la barra de pan o del billete de transporte público. Yo quisiera apoyar la protesta que se ha formulado contra las autoridades que han decidido continuar y ampliar las emisiones de sellos de Correos de significado ideológico subrayando un hecho que quizá ellos también ignoran: que el usuario no puede elegir de ordinario entre distintos modelos de sellos, lo que agrava aún más a decisión partidista, antidemocrática, de esos políticos al emitirlos.

Aparte de tan groseros y lamentables abusos de poder, en ese campo, pequeño –dos o tres centímetros- pero tan visible y representativo, habría que tener en cuenta otros factores para no perjudicar, de una u otra manera, a la ciudadanía. Así, por ejemplo, los actuales sellos de Mortadelo y Filemón son graciosos, sin duda; pero no tiene ninguna gracia verse obligado a emplearlos –al no tener otra opción, recordémoslo- para anunciar al destinatario un deceso familiar, o un quebranto económico. Incluso la utilización de  animales o plantas debería estar planificada con un cuidado exquisito, para evitar que los usuarios pudieran tener problemas al usarlos, como podría ocurrir al enviar a un amigo dudoso, o a la mítica suegra, un sello de un cactus o de una seta venenosa.

20000420. Tamayo juega a dos barajas.

                              La intención del teólogo Juan José Tamayo en su artículo Proceso a Jesús de Nazaret es buena, y estoy de acuerdo con él en lo funesto que resulta una moral sacrificial: que un inocente muera para redimir los pecados ajenos, como chivo expiatorio, es de lo más inmoral para nosotros, aunque demasiado frecuente en demasiadas religiones… incluso “laicas”.  Tamayo reconoce que la “interpretación sacrificial ha sido la más extendida en la historia del cristianismo” porque ésta, dice, “no supo captar la novedad del cristianismo”.

                              Nos encontramos, pues, ante un nuevo “descubridor”, tras veinte siglos, del auténtico cristianismo. Para desacreditar la tesis sacrificial Tamayo pasa de Isaías… al medieval san Anselmo, sin mencionar siquiera los múltiples textos del Nuevo Testamento (Epístolas a los Hebreos, Efesios, Corintios) que afirman esa interpretación, colocando ese sacrificio como centro mismo de la Nueva Alianza, como el sacrificio de Abraham lo fue del Antiguo (Rom. 3, 25). Cita, sí, ejemplos de otras religiones “paganas”, ejemplos míticos y literarios, que explicarían -y, queda sobreentendido, desprestigiarían- esa interpretación sacrificial.

           No puedo dejar de mencionar la tesis –más trillada,  si no más probable- de Tamaño en ese artículo: un Jesús como “laico crítico” y agitador político, más que religioso. Comprendo y en parte simpatizo con el deseo de Tamayo de adaptar el cristianismo a la ética y mentalidad modernas. Pero, al llegar a cierto punto, las contradicciones son insuperables, “no se puede poner el vino nuevo en odres viejos”,  “servir a dos señores”, porque el remedio es peor que la enfermedad. El teólogo debe entonces reconvertirse en analista o historiador de religiones  si quiere seguir siendo fiel al método científico y no pasarse de listo, intentado jugar a dos barajas.

20000421. Manipulando a Espartaco.

¿Es un error -o una provocación- de TV1 ese proyectar justo el Jueves Santo el film Espartaco? Porque el cristianismo se extendió, como leemos ya en el mismo Nuevo Testamento, entre los colonizados y esclavos del Imperio, a quienes consolaba de su servidumbre, declarándola sagrada, querida por la Providencia, y ofreciéndoles un Paraíso en la otra vida como premio a su resignación. “El cristianismo (la revolución espiritual) triunfó porque Espartaco (la revolución real) fue vencido” observó el historiador Hainchelin.

Quizá el pensamiento único, la globalización, el Imperio, el gobierno de las fuerzas “del orden” se sienten ahora ya tan seguros, con un poder tan absoluto, que no sólo se atreven a recordarnos con Espartaco que las revoluciones reales han fracasado, sino que se permiten de nuevo exaltar demagógicamente como bienaventurados a los pobres, marginados, etc., según acabemos de ver en los Oscars dados a Pretty Woman y a Todo sobre mi madre.

20000421. Indultos confesionales.

A medida que vamos avanzando algo en el respeto a la justicia y dignidad de los demás van desapareciendo instituciones de “piadosa caridad”, como las “Damas protectoras del obrero” o el “Siente un pobre a su mesa en Navidad”. Resulta pues chocante y alarmante el resurgir del pasado, como en Valladolid, la costumbre medieval de indultar a un reo en Semana Santa, paseándolo en una procesión.

Redúzcase, en buena hora, la pena, no a uno, sino a todos los que realmente sea prudente hacerlo, pero sin exhibirlos por las calles, violentando su conciencia y la Constitución, como un objeto de propaganda ideológica. ¿Qué dirían quienes aprueban lo hecho en Valladolid si en otro lugar se indultara a quien participara, con mandil y otros implementos típicos, en una ceremonia masónica? Comprendo que rechacen con incredulidad esa hipótesis. Como yo la suposición de que vivimos en una democracia consolidada mientras se sigan perpetrando pública y oficialmente esos atentados a nuestra Constitución.

 

20000425. Semana Santa.

 Cumpliendo con su deber, los medios de difusión nos han dado durante la Semana santa un baño de modestia, al mostrarnos la cantidad de abusos y excesos que todavía se cometen aquí bajo falsa capa de religión.

            Es cierto que ya no tenemos quien se crucifique, como en Filipinas, pero todavía hay en La Rioja quienes se flagelan colectiva y públicamente hasta derramar sangre; y (como no se puede querer más al prójimo que a sí mismo), uno de esos autoflagelantes amenazaba por radio con romperle la cara a quien pretendiera humanizar la ceremonia.

            Luchando contra esa “violencia sagrada”, que le va al cristianismo “como a un Cristo dos pistolas”, el obispado de Cádiz pedía que no fueran dentro de las procesiones militares uniformados, suscitando la reacción airada –hasta amenazar con un boicot al impuesto religioso- de un militar, que argumentaba que casi todos los militares eran católicos, como si se les discriminara como personas…

            ¿Para qué seguir? Los santos fundían hasta los cálices para socorrer a los pobres. En España hay aún ocho millones de pobres, según Cáritas; y en la próxima (“prójima”) África mueren cada día miles de niños de pura hambre. Pero los seguidores de Quien dijo “-Lo que (no) hagáis a un pobre, a Mí (no) me lo hacéis”, en lugar de ayudar a esos desamparados “templos vivos de Dios”, prefieren gastar estos días millonadas en adornar y acompañar estatuas de piedra, como su corazón, para presumir, competir con los de la parroquia o ciudad vecina, o atraer el turismo. Religión no del cristianismo, sino del egoísmo, del fariseísmo, que se impone incluso aquí gracias al silencio cómplice de quienes dicen velar para que se cumpla el testamento de Jesús.

20000426. Perdón por la guerra civil.

    La fiesta del perdón de Antonio Muñoz Molina, pone el dedo en la llaga: “no hay mayor falacia que pedir perdón por el pasado cuando se actúa con parecida soberbia”. Es la forma más contundente de afirmar, por los hechos, que no se va a pedir realmente perdón por nada de lo que realmente se puede hacer. De ahí que la actitud de Rouco y demás obispos españoles de no pedir perdón por la guerra civil y el franquismo sea de lo más coherente con la de un Papa que pide perdón de modo tan evangélicamente… farisaico: “Te doy gracias, Señor, porque no soy como los demás hombres, ni siquiera mis antepasados en el papado, pecadores, por los que te pido perdón”.

             Por supuesto, esa hipocresía no es sólo de la Iglesia; también sería necesario una autocrítica justa y liberadora en otras instituciones, como, respecto a nuestra guerra civil, en el PSOE y el PCE, como indica el mismo Muñoz Molina, organizaciones de las sólo hemos oído rectificaciones muy parciales y muchas veces como de paso, por parte de algunos de sus responsables, de entonces o de nuestros días.

20000427. Creencias.

Aprovechando la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, los obispos españoles acusan a la prensa de “falta de respeto” a las creencias religiosas. Por supuesto, hay que respetar a las personas; pero, por eso mismo, hay que combatir adecuadamente las creencias que no las respetan. La misma Iglesia católica combate ahora cosas que hasta hace poco defendía como legítimas, queridas por Dios para “purificarnos”: la esclavitud, la tiranía o la pena de muerte. Más aún: ha “liquidado” antiguas creencias, como el fabuloso san Cristóbal –al que todavía son fieles algunos automovilistas, ignorando quizá que ha caído en desgracia- o el Limbo, cuya negación era considerada antes como herejía merecedora del infierno. Infierno, o diablo, en el que ya no cree la mayoría de los que se siguen llamando católicos, pero que, cada vez más, según las últimas encuestas, declaran que ya no creen ni en la otra vida, ni en el alma, ni siquiera en Dios (¡!).

No es, pues, nada fácil, determinar hoy cuales son las creencias católicas que hay que respetar o, al menos, combatir con respeto. Tanto más cuando los mismos obispos que se quejan muestran con los hechos creer tan poco en tantas cosas que predicó Jesús respecto a las riquezas, el trato con las autoridades políticas y judiciales, o la sexualidad, para citar sólo algunos ejemplos. Por último, (y aunque resulte lógico que quienes no respetan ni las propias creencias, que profesionalmente profesan, menos aún respetarán las de otros), hay que subrayar el valor que supone atreverse a exigir respeto para sus creencias mientras se está faltando de modo tan grave, concertado y constante al respeto a las muchas personas que no profesan sus actuales creencias sobre muchos temas, como el divorcio, la anticoncepción, la sexualidad, etcétera. Su queja recuerda la denuncia del niño: “-¡Empezó mi hermanita, que me devolvió la bofetada!”; aunque esta rabieta de la jerarquía sea mucho menos inocente en su origen y mucho más grave en sus consecuencias.

 

20000505. Inconstitucional ese prometes o jurar.

         La prensa ha destacado, como signo del mayor centrismo del PP actual, el que los ministros “laicos”, es decir, los que prometen en lugar de jurar sus cargos, hayan perdido sólo por 5-11 y no por 2-14 con en el anterior gobierno del PP.

        En una sociedad “angelical” o, por mejor decir, plenamente democrática, esas diferencias no tendrían ninguna importancia, ninguna repercusión social, pues todos cumplirían perfectamente con su función administrativa, con una plena separación de su cargo estatal respecto de sus creencias religiosas, algo que, por desgracia, está todavía más como meta que como realidad.

          Lo prueba el mismo dilema “jurar o prometer”, que no debiera existir, sino que habría adoptar una fórmula neutra e igual para todos que no obligara a desvelar oficial y obligatoriamente en público la propia ideología, lo que va directamente contra nuestra misma Constitución. Y también lo prueba el hecho de que, como todos pudimos ver por televisión, en el lugar donde cada miembro del gobierno afirmaba solemnemente su compromiso, se exhibían, junto a la Constitución, dos objetos específicos de una misma ideología: una biblia y un crucifijo.

20000506. Es tafa “religiosa”.

Un valenciano escribe una carta para pedirnos que demos a la Iglesia católica, y no a obras sociales, la cuota del IRPF. Vale opinar así, pero no el intentar disfrazar la realidad con “piadosas” mentiras para persuadirnos. Porque las dos razones que da son simplemente falsas. 

Primero: Sostiene que el impreso “dice mal” que ese dinero es “para sostenimiento de la Iglesia católica”, porque es para que pueda cumplir con “hospitales, escuelas, leproserías”; pues bien, el noventa por ciento de lo recaudado por ese impuesto se destina al mantenimiento (salario) del clero y quienes quieran fomentar esas obras tienen que desembolsarlo aparte.

Segundo: dos veces, en su breve carta, repite que darle a la Iglesia católica “no nos costará un duro”; eso, señor, no es un milagro, sino un embuste: porque lo que con esa cruz sustrae a las obras sociales, siendo obras necesarias –si no, no serían impuestas– tendremos que reponerlo entre todos, incluido, no faltaba más, ese señor, que así pagará en definitiva también más él, mientras que por otra parte nos obliga, tan indirecta como real y anticonstitucionalmente, a financiar a su organización eclesiástica. Y encima pretende tirarnos tierra a los ojos para que no nos demos cuenta de qué bolsillo salen realmente las pesetas, procedimiento que el Código Penal, artículo 529, define como delito de estafa, aunque en este caso esté legalizado “porque me llamo león”.

 

20000515. Increíble tercer secreto de Fátima.

Ahora que ya soy adulto y que hay la suficiente libertad de opinión como para decirlo ¡a mí no me convencen ni a tiros! De niño me enseñaron que las profecías mostraban que nuestra religión era la única verdadera (¿o ya no es políticamente correcto decir eso?). Pero una profecía tan nebulosa, y mantenida en secreto por los cuatro interesados hasta después de los hechos, no me merece, que quieren que les diga, mucha confianza. Menos aún puedo creer en una concepción de la divinidad tan mezquina que predice a algunos que van a morir pronto, o van a ser tiroteados, como se dice ahora que el atentado al Papa era el tercer secreto de  Fátima), sin preocuparse –¡qué exquisita crueldad!- por salvarlos, mientras que ni siquiera menciona, no dice ni pío, de los muchos más que mueren cada día de miseria y violencia.

Lejos de ser la única verdadera, esa concepción de la divinidad y de la religión es de lo más impío, antievangélico y, por supuesto, inhumano que pueda pensarse. Este es el auténtico, objetivo, definitivo “secreto de Fátima” que, al conocer en qué consistía el anterior, ojalá haga tomar conciencia muchos de la necesidad de tener una concepción más sana, más racional, más cristiana y más solidaria concepción de la religión.

20000523. Una cruz problemática.

                              Al llegar estas fechas, al problema que supone para todos la declaración de la renta, se nos añade a los católicos una cruz: la que hay que poner para dedicar el 0,5% a fines de interés social o a la Iglesia.  Porque si no la ponemos en el casillero la Iglesia, parece que no cumplimos con nuestro deber de mantenerla; pero si la anteponemos a los necesitados, vamos escandalosamente contra el mandato de Jesús de preferir a los pobres, y obligamos a los demás contribuyentes a suplir lo que sacamos para nuestra Iglesia, fomentando en ellos un razonado anticlericalismo por hacerles contribuir a ella a la fuerza -aunque sea en modo indirecto- con en épocas preconstitucionales.

                                La única solución digna y cristiana a este dilema me parece ser no mostrar menos caridad que los demás con los pobres, y subvencionar por otra vía a nuestra Iglesia, para que pronto pueda alcanzar esa autofinanciación que la misma jerarquía pone como meta para eliminar esta escandalosa situación.

 

20000528. El clero contra los pobres. No se puede tapar el cielo con la mano. Entre tantos competidores en el ranking de la corrupción, no le sería difícil llevarse la palma. Apenas se puede concebir algo más insolidario, más antievangélico. En efecto: Jesús dijo que sus discípulos se identificarían por preocuparse más de los pobres, hambrientos y enfermos. En cambio, estos días el clero está pidiendo a sus fieles que se distingan por NO darle a los necesitados ni ese 0,52 del IRPF, sino dedicarlo a aumentar sus propios emolumentos. “Dame pan y llámame perro”; con la agravante, aquí, de que el clero, en su conjunto, está muy lejos de necesitar el pan, y que el desprestigio que ocasiona su vergonzosa petición recae sobre la misma religión que tan mal representan, quitando literalmente el pan de la boca a no pocos necesitados, dentro y fuera de nuestras fronteras, en su insolidaria competencia contra las ONGs por ese 0,52 del IRPF.

  

20000603. Enemigos “laicos” de la laicidad.

             Demos gracias a Antonio Muñoz Molina por defender la tan necesaria como públicamente transgredida laicidad del Estado. Como bien dice, no es sólo la derecha, por razones ideológicas, sino la izquierda, por incapacidad o demagogia, la que se pone medallas poniéndoselas hasta a la Virgen, como el alcalde de Cádiz.  Él termina su artículo diciendo: «Yo me temo que este desastre no lo remedia ni una mujer tan admirablemente valerosa y lúcida como Rosa Díez». Bueno, puede verse al respecto su reciente página web electoral, con una conmovedora foto de su infancia, como Rosita… vestida de Primera Comunión, lo que, piensa sin duda la implicada, le dará muchos votos de gente afín.

 

20000621. Demagogos políticos y religiosos.

Me contaron de buena tinta hace años, cuando Tierno Galván tenía «su» partido socialista, antes de pasárselo al PSOE a cambio de la alcaldía de Madrid, que el «viejo profesor» pidió prestados unos obreros a un amigo suyo empresario, para fotografiarse con ellos en un cartel electoral.

 ¿Qué quiere que le diga? Aunque algunos busquen argumentos para apoyarle, por razones ideológicas, a mí esa manipulación me repatea; como ahora, aunque otros muchos -no siempre diferentes- estén dispuestos a defenderle por otras razones ideológicas, también me repugna ver al Papa rodeado en su palacio de pobres invitados para hacerse la foto con ellos. Dirigentes del «Partido de los pobres» (como definía al PSOE Alfonso Guerra, demagogo profesional, que proclamaba también que los obreros «llorarían de vergüenza» por no haber creído en él) como de la «Iglesia de los pobres» tienen sus amigos entre los ricos, y explotan como ellos a los pobres en provecho propio, adormeciéndoles con fallidas esperanzas de vivir mejor «después».

 

20000627. Mentiras sobre Dios.

Algunos habrán recordado ahora cómo el primer astronauta, el ruso Gagarin, intentó adulterar el gran triunfo científico que supuso aquel hecho para llevar el agua a su molino ideológico, declarando que allá arriba no había visto a ningún dios. No menos insensato, antifilosófico y anticientífico, aunque con más correligionarios aquí, el presidente de los Estados Unidos acaba de declarar que al descifrarse el genoma humano conocemos mejor cómo los misterios de la vida han sido diseñados por dios; es decir, que también en esto Clinton quiere chupar cámara para su ideología. Más honesto, lógico y coherente, el mismo día el Vaticano reconocía que el secreto de la vida, o de la muerte fallida de un obispo, casualmente el actual Papa, era el modesto contenido del último misterio de Fátima. Como dijo el apóstol, Dios no tiene necesidad de nuestras mentiras, propias de hombres de poca fe; y Clinton, en esto como en otras cosas, no es un ejemplo a seguir para los creyentes.

20000630. El secreto de Fátima.

Si los demás misterios de la Iglesia resultan ser como el de Fátima, yo creo que sus consumidores quizá se decidan entonces a reclamar, si para entonces pueden. Pero les responderían con el caveat emptor, (¡ojo al comprar!) y el «de ilusión también se vive». Quizá el misterio esté en que «hay gente pa’ tó».

20000701. Genoma moral.

 En el año 1969, en pleno régimen franquista, cuando la oposición era «de broma», hizo furor el chiste de que, al llegar entonces los estadounidenses a la Luna, se encontraron ya allí a los españoles. «- Pero ¿cómo han conseguido ustedes llegar primero?». «-Muy sencillo, pusimos, uno encima de otro, un militar y un cura, un militar y un cura».

Hoy, por supuesto, tenemos muchos menos militares, y también, al menos con uniforme, menos curas. Pero cuando los estadounidenses y sus aliados han conseguido llegar a descubrir el genoma humano, aquí en España los medios de difusión afectos al régimen han destacado que ya tenemos en España «la única cátedra del mundo» dedicada a «controlar moralmente» dicho genoma. ¡Bienaventurados los españoles, dichosa la España eterna, gracias a esa providencial cátedra en la bendita universidad del Opus Dei de la santa ciudad de San Fermín! La proximidad de la fecha del descubrimiento del genoma al día de san Fermín confirma la inspiración divina de esa cátedra, lo que convierte al pertinaz incrédulo en el hazmerreír del mundo entero.

    

20000703. La religiosidad de los españoles.

 Hace muchos años, cuando gobernaba todavía, en vivo y en directo, y no por personajes interpuestos, un caudillo «de cuyo nombre no quiero acordarme», un amigo mío, tras leer la primera página de un diario de La Rioja, le dijo al cura que le acompañaba: «Comprendo que os sea difícil vender la hoja parroquial, con tanta competencia: la mayoría de las noticias de portada del diario local son de tema religioso».

Quizá esto explique algo a quienes todavía consideren paradójico el que en un régimen más democrático y franco no haya podido venderse bien un partido específicamente cristiano, confesional. Demasiada competencia, hermano ¿o debería decir «padre»? Aún aparte del PCE, refugio de clérigos tan respetables como mi antiguo amigo el P. Llanos, y de ciertos partidos nacionalistas que le hacen dura competencia en este campo santo, el mismo PSOE, con el fervor de los conversos, superó en muchos aspectos en su apoyo a la Iglesia a los más clásicos de la derecha: díganlo, entre otras muchas obras pías, tantas iglesias e incluso catedrales, el impuesto religiosos y otros privilegios sin precedentes otorgados al clero; hoy mismo, sus más encumbrados candidatos, o difunden fotografías suyas de primera comunión en su Web electoral, como Rosa Díez, o incluso declaran a gritos la muerte del marxismo y la validez de los valores cristianos, como Bono.

Seguimos plenamente con el catolicismo a la española, o «nacionalcatolicismo” que, tras Constantino, reinventaron tanto Recaredo como los Reyes Católicos y Franco, para no hablar de otros más recientes aún; catolicismo que en vano intentara imitar en Francia Maurras: «Soy ateo; pero, como buen francés, soy católico». En España sí sigue muy vigente, comprobado por una encuesta del mismo año dos mil, lo que ya en el siglo dieciséis los italianos llamaban «el pecadillo español», del que se confesaban algunos compatriotas nuestros: Ser buen católico, pero no creer en Dios.

  

20000713. El Papa pide indultos.

       Repetidamente, el Papa pide que con motivo del año jubilar haya indultos para los presos. Hay que fijarse que no critica las raíces del problema: la marginación y la pobreza de muchos, las mafias que difunden drogas carísimas que provocan la mayoría de los delitos en muchos países, etc. Sólo pide que se les de una pequeña «limosna» temporal a los presos. Está claro que lo que le interesa es apuntarse un tanto para «su» jubileo, sin importarle mejorar a fondo la situación de las víctimas, inmediatas o mediatas -es decir, casi todos nosotros- de este injusto sistema.

    No podría ser de otro modo, ya que él vive también de aprovechar indirectamente los «fallos» del sistema, perdonando a unos sus pecados o rebajando la penitencia a otros, en vez de procurar que no se tengan que dar tantas transgresiones, con lo que se le acabaría su empleo. Ya lo dijo bien claro san Pablo: «Por la ley conocí el pecado»; y si no hubiera tantos pecados ¿cómo podrían medrar tantos y tan caros salvadores espontáneos como desgraciadamente tenemos?

 

20001106. Ateo infame.

     Emigrado durante el franquismo, conocí por casualidad al director de un colegio, a quien pregunté si un no católico podría ser profesor de filosofía.

Su respuesta, con todo el aplomo de quien proclama una evidencia, fue:

«-Tenemos libertad de expresión; pero, desde luego, no vamos a dar la cátedra a un irresponsable».

       Reliquia montaraz de esa triste época de feroz dogmatismo, que enviaba al adversario al infierno en el más allá y a la marginación y hasta al pelotón de fusilamiento en esta vida, doña Elena Bello Lasierra protesta públicamente en una carta a EL PAÍS SEMANAL de que pueda atribuírsele el libro Memorias de una atea, de «título tan petulante y tan infame».