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LIBERTAD DE EXPRESIÓN.
Muy triste es ver cómo, no sólo la policía, sino también los periodistas, que tanto reclaman para sí la libertad de expresión, se unen todos al máximo físicamente, para impedir la protesta pacífica de un único ciudadano mayor. Pero mucho peor aún es comprobar que solo hay un ciudadano que proteste ante un rey tan indigno, ya que los pocos ciudadanos que protestaron días antes ante la clínica lo hicieron sólo por la muerte del elefante. Pueblo manso buen monárquico.







El nacionalismo más canallesco e inhumano.
                         En los grandes atentados o catástrofes surge la unión y ayuda en la desgracia entre todos, olvidando cualquier competitividad anterior, como se ha comprobado que ocurre también en otras especies, a las que consideramos más “animales”. En la nuestra, nadie preguntó en el atentado de los 192 muertos de Madrid cuantos eran es madrileños o españoles; ni en los 92 muertos del tren AVIA, cuantos eran gallegos. Sin embargo, sí se preguntó públicamente cuantos de los muertos eran catalanes en el atentado de Las Ramblas de Barcelona.
                         Peor aún, si cabe. La gran manifestación de duelo días después para honrar a los difuntos fue aprovechada por los nacionalistas con mil banderas y vestidos para hacer su propaganda política; más aún: cuanto en casos similares muchos, como yo mismo, hemos procurado utilizar carteles y pancartas en el idioma de algunos de los afectados o, si no lo conocíamos o eran de muchos países, en inglés, esos miserables nacionalistas nos las rechazaban si no estaban en catalán; incluso un par de mujeres, vestidas con banderas separatistas, no dudaron en robarnos unas docenas de pancartas y, como consta en las video superior, romperlas una a una y echarlas a una papelera, como se ve con la que ponía “Justicia y paz”, nombre de una ONG nacida en Barcelona y de la que yo era miembro.