Cartas a la prensa – Política – Mundo en general – 1999

19970508. Desigualdad mortal Norte-Sur.

Una conocida ONG, Intermón, está haciendo una campaña para que no se compren ciertas alfombras, que son tan finas porque están fabricadas con los pequeños dedos de los niños explotados del Sur. ¿Quién no estará contra ese escándalo?

«Pero» un conocido periodista, Haro Tecglen, denuncia a su vez que la única alternativa a la explotación para muchos niños del Tercer Mundo es el morirse de hambre, como tantos otros millones. Y que esa y otras campañas parecidas de boicot a productos del Sur van muy bien a ciertos fabricantes de países del Norte, para evitar la competencia.

¿Quién tiene la razón? Los dos, y ninguno: en ciertos momentos, uno u otro escándalo podrá parecer el peor, pero en el fondo lo más grave es que, con ese sistema de inhumanas desigualdades, hagamos lo que hagamos en el Norte, siempre estaremos perjudicando mucho, incluso matando a corto o medio plazo a muchos niños y adultos del Tercer Mundo.

Ya lo decían los economistas clásicos, cuando poca gente sabía leer y los tratados de economía podían ser más claros, más descarados: los más ricos no pueden vivir tan bien sin acelerar la muerte de los más pobres. Hoy existen recursos para que todos pudiéramos llevar una vida decente; pero el 20% más rico del mundo tiene (tenemos, en la UE) diecisiete veces más que el 20% más pobre, y las diferencias van aumentando, según datos oficiales de la ONU. Esta es la podredumbre insoportable que se esconde debajo de esas alfombras y, en definitiva, de todos los productos aparentemente tan buenos de un sistema tan desigual que no admite ni la justicia, ni la paz, ni el desarrollo sostenible.