Cartas a la prensa – Paz – 2020

20200804 En Hiroshima perdimos todos y, quizás un día, todo.

        Al no distinguir entre civiles y militares, la bomba sobre Hiroshima fue, a escala gigantesca, un crimen de guerra. Lo decidió Truman, contra la opinión de militares estadounidenses, que opinaban que una bomba sobre el mar en la bahía de Tokio hubiera demostrado su poder, sin causar víctimas, acelerando el fin de la guerra.

          Sí: en Hiroshima perdimos todos y hoy, 75 años después, podemos perecer cualquier día todos. Bastaría un ataque “preventivo” de un país “menor” sobre otro (cada vez hay más que poseen armas nucleares) o incluso un error (que ya los ha habido, más quizá que los ya conocidos y parados en el último instante). Esto podría desencadenar con facilidad la respuesta de alguno de los países “mayores”, lo que acabaría en pocos momentos con la que ahora está mostrando ser una especie aún poco racional.