20011008. Ecología ridícula.
Recuerdo aún la época en que se autoexhibía orgulloso el “macho ibérico”, proclamando, con su habitual suficiencia y rotundidad, que había que poner todos los días un gato muerto a la puerta de esa ridícula invención protestante llamada la Sociedad Protectora de Animales. Digno retoño de aquel peligroso mamífero es el “gracioso” humorista de un diario capitalino, que estos días ha pretendido poner en ridículo a los ecologistas dibujando una hipotética manifestación para pedir a Bush que respete el medio ambiente de Afganistán.
Asombra su atrevido desconocimiento de hasta qué punto ese nuevo tipo de guerra –recuérdese Vietnam, o el Golfo Pérsico- perjudican, con el medio ambiente, la salud e incluso vida de los supervivientes y hasta del resto de los habitantes del planeta. “Al que escupe al cielo el escupitajo le cae en la cara”; lo mismo ocurre al inconsciente que se ríe del interés por el equilibro ecológico. Ligado a ello, no menos falsa y nociva es su presunción subyacente de que el preocuparse del medio ambiente lleva a despreocuparse de la humanidad, cuando –excepto en casos patológicos, conocidos precisamente por lo raro- todo está unido, según recuerda el ejemplo de san Francisco de Asís y las cada día mayores preocupaciones sociales de las organizaciones ecologistas.
20010808. Ahorrar papel impreso.
Ahorrar papel es una de las pocas metas en que casi todos coincidimos, por motivos ecológicos, económicos y hasta de espacio de almacenaje. Sin embargo, se sigue despilfarrando ese recurso tan escaso en un sector de importancia creciente: los documentos impresos que nos llegan por internet, en los que con demasiada frecuencia se emplean letras de tamaño desmesuradamente grande, y unos márgenes que dan apariencia al texto en prosa de ser anoréxicos versos libres, desperdiciándose por ese sólo factor en ocasiones hasta la mitad del espacio.
Para ahorrar más, mientras se mejora la tecnología básica, se puede recurrir al “truco” de calcular el número total de páginas del texto e imprimir primero la mitad de las páginas, reintroduciendo las hojas las en la impresora e imprimiéndolas por la otra cara, lo que beneficiaría hasta nuestro espacio de almacenamiento de documentación.
Sobre la falta de conciencia de la necesidad de ahorro de papel en este capítulo, valga este elocuente (mal) “ejemplo”: acabo de imprimir una información de una conocida asociación ecologista para lo que hubiera bastado cómodamente, incluso utilizando una sola cara de cada página, la tercera parte de las hojas de papel que he debido emplear. ¡Por favor!
20010808. Tratar con seriedad el arbolado.
Precisamente por su importancia, no puede ir por las ramas “ni” hablando de los árboles. Así la “noticia” de que “han desaparecido tres de cada cinco árboles en Europa” ¿Desde cuando? ¿Desde el Neolítico, desde el siglo pasado, o desde principios de año? ¿esto es una noticia, o una prueba de incompetencia? Lo mismo se diga del lema, tantas veces repetido estos días, que ignora que toda exageración es, además de falsa, contraproducente: “Si perdemos los árboles, lo perdemos todo”.
Hay que tratar con más seriedad los temas serios.
20010726. Gigantismo fatal.
La historia se repite, y en condiciones más desfavorables, cuando no se aprovechan las lecciones de la experiencia para procurar que el futuro sea mejor. Los dinosaurios dominaron la tierra por su gigantismo, pero esa misma especialización les privó de la versatilidad y adaptabilidad imprescindibles cuando cambiaron las circunstancias.
Como aquellos grandes organismos biológicos, hoy los grandes organismos sociales –económicos o políticos- se están ahora imponiendo en esta era de la globalización; pero su gran tamaño excluye la agilidad y adaptabilidad que requieren los cambios que ellos mismos están provocando. Sólo si se sabe y se puede encontrar un equilibrio entre los organismos mayores y los medianos y pequeños podremos ir adelante; equilibrio bien arduo de conseguir cuando unos pocos son ya tan grandes y fuertes que dificultan el que predomine en las decisiones el bien común, es decir, que triunfe realmente la democracia.
20010725. EEUU, máximo contaminador impenitente.
El mayor contaminador del mundo ha sido el único que se ha negado a firmar en Bonn un acuerdo internacional, incluso muy moderado, con “rebajas” de última hora sobre lo pactado en Kioto, que constituye una nueva, aunque sea todavía pequeña, esperanza de un futuro físicamente más sano para todos. Esa impresentable oposición a tan necesario pacto no se debe fundamentalmente a la ignorancia o prepotencia, aunque de todo hay, sino al más descarnado interés económico: Estados Unidos quiere seguir siendo cada vez más el país más contaminante para producir más barato –al no descontaminar- y así poder ser cada vez el más rico, a costa nuestra: es decir, que piensa seguir envenenándonos cada vez más para sacarnos más y más dinero.
A nivel colectivo, los diferentes Estados, y la Unión Europea en concreto, ya están empezando a tomar las medidas que exige esta descarada agresión a nuestra economía y a nuestra misma salud y vida. A nivel individual, nuestro interés está en colaborar con esas medidas y adoptar las que personalmente están a nuestro alcance, como son el no comprar los productos que con tan malas artes nos quieren venden, así como el escoger otros destinos para nuestros viajes de placer.
20010721. Toros subvencionados.
Presionado por poderosos intereses, el Gobierno acaba de regalar “generosamente”… de nuestro dinero dos mil quinientos millones (2.500.000.000) para la pura diversión de los aficionados a un espectáculo. Con el agravante que ese espectáculo tiene cada vez menos seguidores, ya sólo al 12% de la población, mientras que una creciente mayoría no sólo no es indiferente ante él, sino que se opone cada vez con más vigor a ese atormentar a los animales y poner en peligro la misma vida de las personas en que consiste la esencia de la mal llamada “fiesta” de toros. ¿Hasta cuando habrá que soportar esa salvajada que, contra la opinión de la mayoría de la población, gobiernos poco democráticos no sólo no procuran ir liquidando, sino que, con esta y otras medidas, fomentan malgastando el dinero de nuestros impuestos? El despellejarnos así económicamente confirma unos de los lemas de las cada día más frecuentes manifestaciones ciudadanas contra las corridas: “Cruel con toros, cruel con todos”. La misma Unión Pequeños Agricultores considera escandaloso que el Gobierno “se muestre débil con los fuertes y fuerte con los débiles”, subvencionando con dinero público cuarenta (40) veces más, más de 100.000 pesetas, por la incineración un toro de lidia que por los otros.
Como si esto fuera poco, se anuncia la creación de un “Consejo Superior Taurino” para sacarnos aún más dinero y prolongar ese bochornoso espectáculo de barbarie. Sebastián de Erice lo justifica por “la cultura taurina tan arraigada en este país”. Cifras cantan: cada día se impone más la verdadera cultura, y se va erradicando, entre merecidos abucheos, esa (in)cultura sangrienta. Rebatiendo irónicamente el argumento de ese negociante con el dolor de otros, un lema de dichas manifestaciones decía: “Por tradición, toros… e Inquisición”.
20010709. Toros Cristóbal.
Merecería figurar en el libro de récords, por su increíble acumulación de lamentables circunstancias, esta noticia de la España profunda, de esa España negra, fantasma del pasado que hoy conocidos intereses se empeñan en resucitar: porque, entrado el siglo veintiuno, ha habido docenas de heridos, incluso graves, al derrumbarse una plaza de toros en Motilla del Palancar (Cuenca), en una becerrada durante las fiestas de san Cristóbal.
Si siempre es triste el dolor humano, y más de tanta gente, mucho deplorable resulta cuando ese dolor sería evitable, el ser producto de la acumulación de muchas y muy vergonzosas circunstancias:
- Vergüenza técnica: aún hoy, seguimos siendo el país de las chapuzas.
- Vergüenza política: carencia de control administrativo de obras de ese calibre.
- Vergüenza moral: aún divierte a muchos pagar a otros para que torturen “con arte” a los animales, y pongan además en peligro vidas humanas. Peor aún: nos obligan a todos a subvencionar esa inmoralidad.
- Vergüenza religiosa: si en otras épocas los Papa condenaron las corridas de toros, ahora la Iglesia se preocupa sólo de sacar provecho hasta de eso. Como de las fiestas de “san Cristóbal”, santo que ha reconocido hace años ella misma que esa una vieja leyenda pagana, que nunca existió… pero que sigue festejando para sacar tajada, dando esta descarada contradicción una prueba más de que esos clérigos no creen ya sino en el dinero.
20010607. Toreros invertir en.
“La guerra es un buen negocio; invierta usted a su hijo”, decía el famoso lema por la paz y la humanidad, contra la guerra de Vietnam, de la que acabó avergonzándose públicamente hasta el mismo McNamara. En España, en cambio, no faltan padres “vivos” que toman el consejo a la letra y no tienen escrúpulos en invertir a sus hijos en empleos de riesgo bien pagados. Y a los que la sociedad, encima, les premia haciéndoles millonarios. Claro que estas reflexiones no tienen nada que ver –¿o sí?- con la imagen del padre del joven torero “El Juli”, presenciando angustiado desde la barrera el grave quebranto sufrido por su negocio, digo, por su hijo.
20010420. EE UU contamina, matando y suicidándose.
Se ha abierto oficialmente la primera gran guerra industrial del siglo veintiuno, literalmente mortífera. Apenas instalados los nuevos poderes reales en la Casa Blanca, las grandes empresas contaminantes–petroleras, tabacaleras, etcétera- que habían apoyado a Bush le han obligado a romper la paz que Estados Unidos había firmado en Kioto para limitar –como en los tratados de Ginebra respecto a las guerras militares- el empleo de los gases asfixiantes industriales en la guerra económica.
Tras su actual hombre de paja -o “hierbajos”, que eso significa y es “Bush”-, se encuentran estos gángsters, que no militares de uniforme, que se obligan profesionalmente a cumplir unas reglas mínimamente civilizadas; y ahora pretenden abusar con el sucio truco de no descontaminar, para poder vender más barato, empobreciendo así aún más al resto del mundo, al mismo tiempo que nos están envenenando a todos, entre otros productos dañinos, con la mayor emisión de gases nocivos que nunca ha hecho país alguno. El suyo es dinero sucio, que no negro, pues desde el gobierno han podido blanquear, hacer legal, sus manejos contaminadores, consiguiendo de este modo un injusto, insano y hasta físicamente letal predominio del dólar.
Se comprende, pues, la reacción histórica -unánime e inmediata- por su supervivencia económica e incluso física, de los Quince de la Unión Europea contra ese, por sus efectos, mundial crimen contra la humanidad, realmente pangenocida, pues más pronto que tarde es también suicida, de los Estados Unidos. ¡“Dios salve a América”… y al resto del mundo de una América en poder hoy de esos piratas industriales!
20010414. Contaminación de EE UU.
La privilegiada situación medioambiental de España y la salud a toda prueba de sus habitantes permiten contemplar sin preocupación la ruptura del pacto anticontaminación de Kioto por parte del país responsable de una cuarta parte de los residuos nocivos del planeta. Y nuestra puntera y prácticamente autárquica economía hace que no nos vaya a perjudicar la acrecentada inundación por parte de Estados Unidos de productos más baratos, tras despreocuparse tan alegremente de los costes del descontaminar su producción.
Todo esto explica el que en España, al revés que en otros países de la Unión Europea, ese desmarque no haya sido una noticia tan destacada como otra retirada, la del futbolista Guardiola, ni haya habido, como en otros países, manifestaciones ante la embajada estadounidense, limitándose el Gobierno a asentir, por obligada cortesía, a las reacciones de protesta de los Quince contra Washington.
Sólo los cascarrabias pondrán en duda esa maravillosa e imaginativa descripción literaria de nuestro medio ambiente, salud y economía, que permite sacar conclusiones tan agradables como “España va bien”. Esgrimiendo esos aguafiestas cifras tanto más molestas cuanto más reales sobre la poca conciencia ecológica y sanitaria de nuestra población, y recordando datos sobre los poderosos intereses que desde fuera mandan en nuestra economía, darán un diagnóstico mucho menos agradable –aunque quizá más saludable si se asimila, como una purga- de nuestro singular silencio y apatía ante este amenazador deterioro de nuestros más vitales recursos por parte del país que tiene menos justificaciones –pero sí más poder- para hacerlo.
20010330. Contaminación en EE UU.
Literalmente, ya no nos dejan ni respirar, envenenan el planeta entero. Y a pesar de que contaminan más que nadie, los Estados Unidos rompen ahora los compromisos que habían contraído en Kioto para limitar esos enormes perjuicios que nos causan, dando para ello la excusa más deleznable e injusta, al ser el país más rico: porque va contra sus intereses económicos.
Denunciando la necesidad que tenemos de defendernos de esa agresión, los medios de comunicación europeos destacan en titulares esta declaración de guerra, -¡y con gases asfixiantes!-, de Bush al mundo entero; así este rudo tejano hace real y global el clásico ejemplo de la medioambientalmente derrochadora e irresponsable “economía del vaquero” de los manuales de ecología.
Aquí en España apenas nadie levanta la voz, por menosprecio hacia nuestra salud o (y) por servilismo ante el imperio. Así recaerá –recae cada día ya- sobre nosotros y sobre nuestros hijos lo que nos hemos merecido.
20010322. EE UU y Putin contaminan.
Yo comprendo que a Putin, ex espía de la KGB, le duela, como si se lo hubieran hecho a él personalmente, el que los Estados Unidos haya expulsado a una serie de otros espías rusos de su territorio; y que acuse a los americanos de envenenar las relaciones internacionales y llevar al mundo al borde de la catástrofe.
Creo, con todo, mucho más importante que Putin denunciara con la mayor insistencia y fuerza que el caso requiere el constante y gravísimo envenenamiento físico, real, del mundo entero que los Estados Unidos acaban de confirmar están dispuestos a seguir haciendo por dinero, contra todos los acuerdos internacionales, con sus industrias contaminantes. Por desgracia, Putin no denunciará eso, porque también Rusia sigue envenenando así cuanto le conviene nuestro planeta. Sólo, pues, el instinto de supervivencia del resto de los países, coordinada en agrupaciones regionales y mundiales cada vez más fuertes y eficaces, como debieran ser ya la Unión Europea y las Naciones Unidas, puede poner coto a tales abusos literalmente mortales de esas grandes potencias.