- Desengañado cortés y descortés.
Si la brevedad y claridad es la cortesía del escritor, así como el que coincida con lo que piensa hoy la mayoría de derecha e incluso de la izquierda, cabría felicitar al desengañado que he visto en Twitter con una pancarta: “I. Montero jodió a Iglesia y UP”; aunque algún remilgado pudiera reprocharle el empleo político de un término al que todo debemos la vida.
Es de notar que el pie de la imagen indicaba que el hecho ocurrió ante la sede central de Unidas Podemos. Curioso también es que, al contrario que en el PSOE, PP, CS, etc. no había ninguna señal que distinguiera de las demás esa modesta casita en el extrarradio madrileño, hecho que se presta a interesantes conclusiones.
- Feroz venganza de Iglesias.
Cayéndose del burro, Iglesias acabó por comprender y buscar la peor venganza contra la perfidia de la mujer que le sedujo, le hizo prevaricar y alejarse casi 60 kilómetros de su Vallecas a un cursi chalecito burgués, encima hipotecado a los separatistas catalanes; que allí le llenó de hijos, prematuros física y políticamente, haciéndole incluso decir que limpiando sus pañales él -en necia copia de Lenin- “aprendía a gobernar el Estado”. Por último, Irene Montero le obligó incluso (“ya que no quería hacerlo ella”, confesó el desgraciado) a dejar el Gobierno de España para hundirlo del todo como candidato secundario y fracasado de sólo Madrid, por ello hoy de Ayuso.
De ahí, en su despecho, -o mando yo o no hay Podemos- el siempre dictador de los “suyos”, puso como vicepresidenta del Gobierno y contrapartida a ella quien pudiera anularla, Díaz, negándole también a “su” mujer, como ella había ido con poco disimulo ir anunciando, el sustituirle en la jefatura de Podemos. Se lo dio a Belarra, que sólo acaba de salir de su gris anonimato por una necia y contraproducente “ley de protección animal”, que amenaza ser tan irracional y ruinosa para UP-PSOE como la del “sólo sí es sí”. Así dormirá en paz Sánchez, jubilado pero liberado de Iglesias, unión a la que le forzó, recordémoslo, una repetida elección de los ciudadanos.
202305221a. Desmemoriada Irene Montero.
A pregunta de una mujer sobre su chalet, la ministra ha respondido que por ser pareja de P. Iglesias ella ha podido comprarse el “que le ha dado la gana”. Olvida que ambos, ante el escándalo que ese hecho provocó entre sus mismos militantes, tuvieron que montar un vergonzoso referéndum sin garantías de anonimato; y aun así un tercio de los miembros de Podemos votaron que dimitieran.
Encima, Montero ha tenido incluso ahora el descaro de decir que “Ojalá nadie más tenga que sufrir el acoso que mi familia ha sufrido”. De familia, entonces, nada: fue esa loca ambiciosa la que secuestró al embobado Iglesias y lo alejó del pueblo, llevándolo, provocadoramente, a vivir con sus enemigos políticos y llenándolo de hijos para atarlo. Si después de su cambiazo todavía hubieran conservado un mínimo de valor para los suyos, estos habrían ido a defenderlos y hacerles volver a Madrid. Como se ha dicho, al perder la vergüenza y comprar a plazos ese cursi chalet pequeño-burgués, tontos además de traidores a quienes una vez (y no más) votamos a Podemos, perdieron la oportunidad de vivir en el Palacio de la Moncloa.