Salud – 1998

19980331. Banco alarmantemente ruidoso.

               Tengo la desgracia de ser vecino de un banco en el que repetidamente se ha disparado durante horas su alarma. Los primeros minutos, ésta indica un posible atraco; el interminable tiempo restante indica, de modo ya indudable, el menosprecio de esa entidad bancaria y de las autoridades por los vecinos y las leyes que exigen limitar esos ruidos. ¿A qué Virgen tendremos que encomendarnos, a la de Sagrario o la del Castañar, en cuya confluencia está ese Banco Central-Hispano, para que podamos vivir en paz?

19980515. Ambulancias ultrasonoras.

                        Una investigación en los Estados Unidos ha revelado que en el noventa y siete (97) por ciento de los casos las ambulancias tocaban la sirena sin justificación médica, perjudicando así innecesariamente con sus decibelios la salud de miles de ciudadanos; incluidos los mismos pacientes que, al oír tanto la sirena, se persuadían que su estado era más grave aún. Todo esto sin contar los accidentes provocados por esas ambulancias, al crispar su ruido a sus conductores y a los de otros vehículos.

                        ¿Cabe algo todavía peor? Sí, en Madrid. Una sórdida y -por sus efectos- muy insana competencia entre los distintos organismos de los que dependen ha llevado a uno de estos a ordenar a sus ambulancias de tocar lo más fuerte y el mayor tiempo posible la sirena, para «destacar» así su presencia y «servicios» (¡!) de las de los demás.