20241123. Una fe pretenciosa y mortal.

Un oleaje imprevisto arrojó al pescador al mar. Pasaron dos barcos que quisieron ayudarle, pero él les respondió orgulloso: “¡Dios me ayudará!”. Hundiéndose ya sin fuerzas y quejándose de ello, una voz celeste le respondió: ”Te envié dos barcos y no me hiciste caso”, lo que le hizo recordar, ya demasiado tarde, el “Ayúdate y Dios te ayudará”.