Otro 23F

En medio de rumores o «ruidos de toga» de revisión del proceso de sus protagonistas oficia­les, tenemos ya aquí el sexto aniversario del 23-F de 1981. Con un período de seis años ante­rior y posterior, de 1975 a 1981. y de 1981 a 1987. el 23-F de 1981 aparece como una neta línea divisoria de aguas en nuestra historia con­temporánea.

Una versión ingenua. oficialista, pretende que el golpe fue e! estertor agónico de un pasado que fue definitivamente vencido y encerrado para siempre. junto con sus princi­pales instigadores. Pero esta leyenda blanca no concuerda con el brusco cambio de rumbo de nuestro país después del golpe. cambio del que acaba de quejarse. en lo que toca a las autono­mías. Jordi Pujol. Recordemos sólo cómo se deshizo el partido entonces en el Gobierno. y se ha impuesto otro. cuya política real ha consis­tido en asumir el programa de los banqueros y empresarios, multiplicando sus beneficios al mismo tiempo que el número de parados y pobres: el aumentar los gastos y pactos milita­res: el favorecer la concentración de los medios de comunicación. debilitar por la Ley Electoral la representación real de los ciudadanos y de los grupos minoritarios, y concentrar en manos de un jefe indiscutible más poder del que ha tenido jamás en la España moderna un dirigente civil.

Sería por tanto absurdo creer que el miedo al golpe ha servido sólo a los «poderes tácticos» tradicionales. Estos «sólo» han visto consoli­dada así su anterior posición. Quienes deben más a los golpistas del 23-F son los miembros de «la nueva clase dirigente» política, que gracias al golpe pudo acelerar su entronización en lugar de la vieja guardia, y llevar a cabo a la perfección el programa de «cambiar para no cambiar». que le asegura la permanencia en el poder con el apoyo de los de siempre. Baste recordar cómo el ministro de Economía. Sol­chaga. respaldado explícitamente en esto por todo el Gabinete, acaba de exigir a los empre­sarios que «no» suban los salarios. a pesar de sus ingentes beneficios. sin que, después de los gritos de ritual de protesta. para la galería. pierda por eso la adhesión inquebrantable de la UGT.

Ya sea por sus buenos sentimientos, porque «quien no es agradecido, no es bien nacido’, o porque «el pacto del capot» del 24-F fue mucho más amplio de lo oficialmente reconocido. el hecho es que. por un increíble error de las leyes del Gobierno del PSOE, se abre ahora la posibi­lidad de que los golpistas vean reducida su con­dena. Es curioso que haya cometido esa torpeza un Gobierno que ha demostrado ser tan listo. Ese desliz jurídico es un verdadero «golpe de suerte» para los golpistas, y se parece. como un huevo a otro huevo, al «golpe de suerte» que para el PSOE fue el 23-F. Sin duda, hay quienes prefieren creer que la vida está regida por la suerte, para no asumir su parte de responsabi­lidad en mejorarla y hacerla más digna. Pero no cabe duda que tanto golpe de suerte para unos pocos es una paliza para los demás.