Falló el antidemocrático intento de Musk de comprar votos, sorteando dos cheques de un millón entre los asistentes -dos mil- a su discurso electoral y prometiendo 50 dólares al que se fotografiaba al votar en Wisconsin, uno de los cinco “Estados bisagra”. Allí se jugaba, según Musk -y quizá con algo de razón- “el destino de la civilización”, ganando ella y la demócrata jueza Crawford al conservador (¡!) Schimel.