Sexualidad – 2014

20140626. El pecado nefando.

                         Cada época tiene su pecado nefando, merecedor de los mayores castigos. Limitándonos al campo sexual, antes se quemaban vivos a los homosexuales, y algunos hemos vivido bajo Códigos penales que absolvían al marido que mataba a la adúltera. Desde hace pocos lustros el pecado nefando es la pederastia, que antes era considerada con frecuencia como un pecado menor cuando se ejercía sin violencia, pero que ahora traumatiza mucho a los menores, en gran parte porque se les inculca que es tan grave y que les marcará para siempre.

                           Prueba de ello es la noticia de que se están dedicando 129 policías

a intentar encontrar al pedófilo que en pocos meses ha secuestrado durante varias horas a dos menores en la Ciudad Lineal de Madrid. ¿Cuántos policías se dedican a investigar crímenes que el Código castiga con penas mucho mayores? Y, no menos desproporcionado ¿cómo hacen público ese abrumador despliegue, que no podrá menos que alejar al predador y hacer fracasar su búsqueda?

20140710. Los Sanfermines, al desnudo.

                         Poco a poco se va venciendo la censura y desvelando el núcleo central de los míticos sanfermines: una interminable, vomitiva borrachera, y un placer en atormentar toros hasta la muerte, suya y de algunos de los más valientes machos del lugar. Orgía de alcohol y crueldad que sobrevive gracias a los extranjeros que vienen a reírse de esas bárbaras costumbres nuestras, y a la propaganda de no pocos medios de comunicación castizos adictos a ese folklore de la peor “marca España”.

                         Hay que incluir en esa propaganda, aunque lo hagan sin querer –como Rouco, cuando denunciaba que en Madrid se pecaba demasiado- los grandas escándalos hoy montados ante unos mínimos escarceos sexuales. Se explica ese tartufiano desgarrarse las vestiduras al ver que se levanta o desgarra allí alguna blusa, algún tímido desnudo, porque algunos todavía sueñan que la ciudad de San Fermín es, o debe ser, como un convento, un sagrado santuario de la raza, donde, según el dicho popular, “follar no es un pecado: es un milagro”.