Sexualidad – 2006

20060121. Bomberos incendiarios sexuales.

                                 No son sólo ciertos fontaneros o políticos quienes provocan o agravan problemas para presentarse después como salvadores de esos mismos abusos suyos, además de presentar una abultada factura. También vemos, anunciándose mucho por radio y televisión, para lavar el cerebro de algunos inoculándoles complejos, a ciertos psicólogos o médicos que dictaminan que son serios “problemas” el tener una menor erección o una eyaculación “precoz” (¿!), para ofrecernos después solucionárnoslo a costa de nuestro bolsillo. Pero los comportamientos que se distancian de la media, de lo más corriente, que ellos anticientíficamente califican de única norma normal, no impiden de ordinario  llevar una vida sexual placentera, e  incluso reproductiva, sino a quienes se dejan acomplejar por esos bomberos incendiarios, especializados en apagar los fuegos que ellos mismos han provocado.

20060121. Censura sexual y violencia.

                    Ya empleó ese truco el primer fascismo, el italiano, y le han imitado todos sus seguidores. Para acallar al contrario, para censurar, para espiar, han proclamado severísimas leyes contra la “pornografía” que, lo sabemos francamente bien en España, puede ser un beso de Rodin o “La maja desnuda” de Goya. Ahora, dando un paso más en su eliminación de todas las libertades y derechos civiles, Bush, odiando también, como China y otros países autoritarios, la libertad de Internet, exige a los servidores que entreguen sus datos. Google, como las Asociaciones de derechos humanos estadounidenses, se han negado y habrá un juicio.

                     La excusa para esa exigencia es siempre la lucha contra la pornografía, a la que, “modernizándola”, para darle mayor fuerza, Bush ha añadido últimamente la lucha contra la pornografía infantil. Recordemos que ya Nixon intentó en vano reinstaurar la censura  al respecto, y que, dándole en las narices, su “Comisión sobre la pornografía” concluyó que no era dañina. No hace mucho que la puritana Inglaterra confiscaba en su aduana material pornográfico… que era utilizado por los servicios médicos oficiales para aliviar disfunciones sexuales, como recomendaba en España, entre otros, el psiquiatra Castilla del Pino. Pero, como es lógico, al fascismo le interesa todo lo contrario: la represión sexual, de la que salen sus mejores militantes, que se desfogan ejerciendo la violencia contra los demás.

20060226. Carnavales y terrorismo sexual.

                    Millones de mujeres son mutiladas genitalmente en nombre de una falsa moral religiosa, para que sean más  “decentes” y sumisas. Más cerca, física y culturalmente, de nosotros, millones de hombres son también mutilados con la misma inhumana y antinatural finalidad, bajo capa de moral, religión y hasta higiene, aunque la ablación del prepucio no sea tan castradora como la del clítoris.

                     En nuestra sociedad ya hemos superado casi por completo los ayunos y abstinencia de carne contra la carne, el sexo, que se nos imponía tan antinaturalmente durante este período de Cuaresma. Sin embargo, de modo directo en muchos, y con distintas excusas, algunas obligatorias por ley hasta ayer, -¿ayer?- todavía prácticamente todos tenemos enormes mutilaciones y cicatrices de las graves y múltiples mutilaciones que a nuestra vida sexual y corporal en general han impuesto grupos de fanáticos pseudo religiosos, para dominarnos después con “bulas”, “confesiones”, ritos matrimoniales, etcétera. Por más que intenten ocultarlo, avergonzados, o disimulen e incluso mientan ante amigos y encuestadores, nuestros varones y mujeres disfrutan mucho menos, cuantitativa y cualitativamente, que los de aquellos países que no ha podido ser tan brutalmente castrados por ese puritanismo religioso, como el Brasil.

                         Estos días de Carnaval recordamos esa castración, ese “genocidio sexual” secular impuesto por nuestros talibanes, en una rebelión cada vez más real, más laica, más efectiva, no sólo ritual y, en el fondo, confirmadora de su opresión, como eran los Carnavales de antaño, válvulas de escape del sistema que imitaban en este terreno a las antiguas Saturnalias en que triunfaban por un día los esclavos. Y, a pesar de todo, todavía surgen –y más este año, al socaire de las protestas de los integristas musulmanes por las caricaturas que ponen al desnudo su terrorismo- voces farisaicamente indignadas de católicos que se atreven a quejarse de la crítica a su milenario y sádico terrorismo sexual en estos Carnavales. Me recuerdan al “ingenuo” sargento estadounidense que, en una famosa entrevista televisiva tras el 11 de septiembre, se lamentaba de que se hubiera atentado contra el Pentágono, cuando “él no había hecho daño nunca a nadie”.

20060510. Cooperativas de prostitutas.

                          A mí me parece, en principio, interesante la iniciativa de la alcaldía de Barcelona respecto a las cooperativas de prostitutas, para evitar su explotación por patrones chulos. Sin embargo, dado que –incluso según la moral tradicional católica- el espíritu es más importante que el cuerpo, me extraña que no promocione tanto o más las cooperativas de trabajadores intelectuales, por ejemplo, en los institutos de enseñanza. Y cuando analizo en detalle que respecto a las trabajadoras del sexo ese Ayuntamiento barcelonés no sólo trata de promocionar, sino que pretende  imponer en exclusiva esta modalidad laboral, mientras que en otros terrenos ocurre lo contrario, es lógico que le sospeche de puritanismo y de machismo (aunque también hay mujeres chulas) y, más que de paternalismo, de recaer en un autoritarismo pseudodemocrático, que impone en ese como en los demás campos un rígido reglamentarismo, que supera en más de una ocasión al de regímenes desgraciadamente, por lo que vemos, no tan pasados.

20060907. Freud a patadas.

¡Ojalá tan indiscretos descubrimientos fueran todos a tan segura distancia! Unos investigadores han encontrado ahora pruebas de una notable relación adulterina de Sigmund Freud con su cuñada. Ya hace muchos años que me extrañó que ese genio no pudiera interpretar un sueño, en el que un miembro de una pareja compraba tres entradas para un concierto al que iban solos; era la “resistencia” inconsciente de Freud ante el tan obvio indicio de deseo o realidad de un adulterio, reprimiendo mentalmente su interpretación… y confirmando el fondo de sus teorías fundamentales. Yo le debo el haber podido comprender por fin los continuos y dolorosísimos desencuentos con mi pareja de entonces: el día que comprendimos –por numerosísimos detalles- que ambos proyectábamos en el otro nuestra imagen paterna, se resolvió el conflicto, y consumamos gozosamente nuestra unión. Incluso las lágrimas y tremendas rabietas de un niño de cinco años cuando yo iba a visitar a su madre cesaron de inmediato el día que yo comprendí su temor de que se la robara y le demostré que no me interesaba, pegándole a ella, en su presencia, un puntapié en el trasero; manera rápida, eficaz y, par todos los implicados, muy provechosa de comprobar las esas –nadie acierta en todo- doctrinas freudianas “a patadas”.

20061116. Delitos sexuales del clero.

                         En todas partes hay ovejas negras. Por ello, en principio, no tendría especial relevancia social la noticia de que un cura de Madrid que ha sido condenado a dos años de cárcel por abusar de un menor, aunque al delito en sí se añada aquí su carácter continuado durante años, y el aprovecharse de la confianza de su familia. Pero resultan especialmente graves dos circunstancias que facilitan el que otros clérigos cometan el mismo o parecidos delitos, lo que hay que denunciar bien alto y claro para prevenirlos.

                         Una de ellas es de carácter local, madrileño. Contraviniendo incluso a las recientes normativas del Vaticano, que por vez primera ordenan lo que debería ser obvio, ponerse de parte de las víctimas, el Arzobispado de Madrid estudia recurrir la sentencia que le señala como responsable civil secundario en caso de que este cura condenado no indemnice como debe a su víctima. Apenas cabe pensar en una conducta más sórdida y repugnante, además de contraproducente, puesto que esa actitud llevará sin duda, en un régimen de libertad de información, a que los fieles ilustrados se alejen de esa antievangélica jerarquía eclesiástica y ésta pierda sus donativos.

                         La otra circunstancia que facilita la comisión de estos delitos sexuales y muchos otros es la prohibición del matrimonio a los clérigos, tan antinatural y antievangélica, e incluso antipaulina, que recomienda, pero no exige el celibato, pidiendo modestamente sólo que los obispos sean “hombres de una sola mujer”. “Quien quiere hacer el ángel, hacer el bestia”, nos advertía Pascal. Mientras siga vigente esa prohibición –o, como ahora, sólo se discuta en vacío sobre ella- seguirán existiendo esa y otras muchas desviaciones sexuales en los clérigos, que “enseñando a nadar sin saber”, continuarán inculcando a sus seguidores una visión negativa de la sexualidad, con su interminable secuela de infelicidad y delincuencia al respecto.

20061204. Distintos terrorismos.

                          La gravedad de un problema se mide por la de sus resultados, y también por la falta de conciencia de su misma existencia. El terrorismo doméstico (no sólo machista, de los varones) produce, por desgracia, aún más muertos que el terrorismo de ETA. Y la falta de conciencia ante él la ha dado no sólo la reciente y politizadísima manifestación de la AVT en Madrid, “pisando” deliberadamente, a pesar de haber sido advertida, el día mundial de lucha contra el maltrato doméstico. También, lo ha hecho en el País Vasco Iñaki Ezquerra, al intentar  negar la legitimidad misma del empleo de la palabra terrorismo a los crímenes cometidos en el hogar, cuando, además de más muertes, tiene la característica de crimen cometido para intentar dominar por el terror. Apenas se puede decir algo más contrario a la verdad que su afirmación de que “no hay discurso político ni sector social que avale al maltratador”. No se puede negar de modo más radical la realidad todavía existente en amplios sectores de nuestro país, en donde en vida nuestra, y hasta no hace tantos años, no sólo los jueces, sino las mismas leyes justificaban el maltrato y hasta la muerte de la mujer “por el honor” del varón. Su discurso muestra, pues, en negativo, cuanto queda aún por hacer para concienciar a muchos y acabar con ese terrorismo familiar cuya misma existencia niega, y que me hace recordar aquella pobre mujer que decía que “mi marido me pega… lo normal”.