Sexualidad – 2002

20020530. Distintas valoraciones de la poligamia.

En el ancho mundo, de espacio inmutable pero de tiempos históricos hoy  muy dispares, desde la edad de piedra en ciertas zonas tropicales hasta las metrópolis donde “pasan cosas” decisivas para un futuro cada vez más globalizado, coexisten a veces  bajo la misma palabra, realidades muy diferentes.

Observamos, en efecto, que en los mismos Estados Unidos acaba de ser condenado por polígamo un mormón, resto de aquellos que emigraron al Oeste precisamente para mantener esa institución. Sostenida hoy esa poligamia mormónica por un periclitado –en parte- dogmatismo religioso basado en el Antiguo Testamento, impuesta con el más refinado machismo a las mujeres, incluso con argumentos tan decisivos –como en el caso de este condenado Tom Green- con una violación a los trece años, resulta lógicamente rechazable.           

En Suecia, en cambio, ha surgido un movimiento, encabezado por la concejal de Malmö del Partido Liberal Eva Svandén, para que se deje de prohibir la poligamia, al estimarse que en Suecia (donde no hay imposiciones dogmáticas al respecto, ni riesgo de sexismo), eso es ya un asunto privado, por lo que resulta innecesario, y por tanto antidemocrático, inmoral, seguir limitando por ley la sociedad conyugal a dos personas.

 Como tantas otras “novedades” sociales (a pesar de tantos y tan distintos precedentes, incluso sagrados, si no siempre tan recomendables) la nueva poligamia, voluntaria por todas sus partes, con varias mujeres, varios varones, o varios y varias, será primero considerada como irreligiosa, después como inmoral y terminará siendo un hecho social que la mayor madurez de la sociedad acepte como normal y funcional para un mejor ajuste de la hoy aún tan rígida, y por tanto inadaptada y deficiente, sociedad conyugal, supersticiosamente anclada en el número “dos”, y que tantas veces naufraga ante la poligamia de hecho existente, mal-tratada bajo el nombre adulterador de “adulterio”.

Mientras, y en beneficio de la gran mayoría, procúrese tratar el tema con datos antropológicos y sociológicos, no a golpe de versículos “seleccionados” y reinterpretados por quienes, al menos oficial y reconocidamente, no tienen experiencia real ni de la poligamia, ni de la monogamia, ni de una soltería normal, ni incluso de una asumida, natural autogamia, lo que a priori, sin un milagro –que sería poco científico presuponer-, les desautoriza para hablar de lo que no saben.

20020831. Sexo Estado.


                                En esta época del año, en la que solemos tener algo más de tiempo para pensar en nuestro bienestar y en procurar un saludable equilibrio psicofísico, me pregunto por qué unas sociedades occidentales, que han conseguido vencer en gran medida la escasez en la alimentación, vestido, etcétera, se encuentran aún tan atrasadas en satisfacer las más elementales y perentorias necesidades sexuales de la gran mayoría de su población. No sólo se sigue negando en la práctica la sexualidad de amplios segmentos de la sociedad, como los mayores o los niños, sino que se restringe increíblemente la sexualidad de los solteros y se da por totalmente satisfactoria (es decir, negando hasta la posibilidad de que haya ahí algún problema) la de los demás.

                                 Incluso limitándonos a su aspecto puramente sanitario, s la necesidad que se tiene de ejercitarlos para evitar la atrofia de esos órganos, conforme a los estudios de la Organización Mundial de la Salud, es evidente la “miseria sexual”, por más que púdica y contraproducentemente se quiera ocultar, que reina en nuestro, en eso, tan depauperado sistema social. Entre el abstracto y, en definitiva, tan limitado y casi sólo curativo -en el mejor de los casos- trabajo de muchos sexológos, y el chato practicismo de los(as) “trabajadores del sexo”, mantenidos de ordinario en una sórdida marginalidad que tanto contribuye a seguir menospreciando el sexo, haría falta llegar a una síntesis, que un Estado realmente moderno, democrático y laico debería favorecer en beneficio de la salud de sus ciudadanos. Todo lo contrario de lo que ocurre con el actual gobierno del PP, que va eliminando todas las iniciativas positivas en este sentido, y reforzando con el dinero de toda una agresiva actuación de los grupos más represores y sectarios, partidarios de la abstención sexual y la castración espiritual. Y así estamos.