20070117. Peligrosas “barriguitas sanas”.
Muchos de los más “curiosos” inventos, descubrimientos que se anuncian con grandes titulares son en realidad muestras del desconocimiento o de desviados intereses por parte de investigadores poco científicos. Tal parece ser el estudio, que afirma que los varones con algún sobrepeso viven más que los de peso normal o delgados. Para poder llegar a esa conclusión habría que controlar muchas variables. En concreto, habría que probar que quienes consiguen dominar la tendencia prevalente en nuestras sociedades consumistas al exceso de alimentos no lo hacen mediante dieta insanas y/o deportes de riesgo, u otras circunstancias variables que expliquen su mayor mortalidad relativa respecto a los de las presuntas “barriguitas” sanas.
El descubrimiento parece, pues, no ser tal; más aún, especialmente peligroso. Porque pocas cosas pueden ser más nocivas en un momento en que por fin se está tomando conciencias dañinas que tiene el sobrepeso para nuestra salud –para no hablar de sus desastrosas consecuencias sociales y ecológicas para el mundo entero- que este “descubrir” que nos va nada menos que la vida, el poder vivir más tiempo, si comemos más de lo que resultaría conveniente para mantener un adecuado equilibrio corporal. Pero ¿cómo luchar contra los intereses de la poderosísima industria alimentaria? Máxime cuando ésta cuenta la complicidad de tantos de tantos “delincuentes alimentarios”, muchos más aún que los fumadores, que también se han apresurado también a sacar de ahí dudas sobre la nocividad del tabaco. Esos transgresores de una dieta sana son muy proclives a prestar fe a un “descubrimiento” que alivie sin trabajo su sentimiento de culpabilidad respecto de sí mismos.
20070210. Cuidar el propio dinero y salud.
Siendo de un grupo de riesgo, por mis viajes y mi edad, fui a la Seguridad Social para ponerme la vacuna contra la gripe. Me dieron cita para un mes más tarde, por lo que tuve que gastarme de nuevo mi dinero para que me lo pusieran “por libre”. Quise, con todo, como pide el volante de la S.S., avisar que renunciaba a esa tardía cita, siendo imposible, porque en diferentes intentos encontré siempre el teléfono ocupado o sonando sin que respondieran. Mientras, observo tanto dispendio de nuestro dinero en obras inútiles, suntuosa y de autopropaganda de las autoridades. Y seguiremos así mientras tantos ciudadanos no tengan una mayor conciencia de sus verdaderos intereses, económicos e incluso de salud, y no pongan más interés en elegir autoridades menos incompetentes o corruptas.
20070304. Menosprecio de la salud pública.
Creo que fue Jesús Mosterín el que se preguntaba no hace mucho de qué servía una filosofía si no te ayudaba ni a vencer una drogadicción que te enferma y mata, como el tabaco. Haciendo un hueco a la debilidad humana, yo sí admitiría la sabiduría y respetabilidad de ciertos tabacodependientes, siempre que, a estas alturas del siglo XXI, no tengan la perversidad de utilizar la preeminencia social alcanzada para inculcar a los demás esa adicción letal, fumando en público. Ya hace muchos años que no lo se atreven a fumar, en general, los políticos, ni la televisión pública admite esa tremenda obscenidad; porque pocas pueden ser más contradictorias que el presentarse como abanderado del bien público y al mismo tiempo dar tan pésimo ejemplo a todos, incluidos los niños y adolescentes. Recordemos los casos, ambos doblemente perversos, del autoproclamado ecologista Bové, en Francia, en estos momentos candidato a la presidencia, y del sindicalista –encargado de velar por la salud laboral, y encima médico- Hidalgo, en España. E incluso observo estupefacto que hay algunos “pensadores” en España que, en diarios y revistas, intentan predicarnos un mundo mejor mientras muestran lo que realmente hacen colocando sin pudor en la cabecera de su artículo una foto suyo sosteniendo una pipa o un pitillo en su mano o boca. ¿Cómo es posible todavía tanta inconsciencia, o tanto menosprecio a los demás?
20070417. Votar por unas largas vacaciones.
No estoy aún seguro de quien voy a votar. Pero hay algo que sí tengo muy claro: que lo primero de todo es la salud. Y que hay alguien que para llegar a fin de mes, digo, a fin de legislatura, no ha tenido empacho en variar la definición de lista de espera médica –saliéndose del sistema nacional de salud- para no verse obligada a dimitir, como había tan mentirosamente prometido: Esperanza Aguirre. La misma que se gasta nuestro dinero de salud en hospitales llenos de ladrillos de sus amigos, no de los servicios internos que mejorarían una atención que no tenemos ya ni esperanza que mejore, sino que ella degrada cada día más para privatizarla en favor… de otros amigos.
En todo esto Aguirre está muy bien secundada –a pesar de pequeñas trifulcas por el reparto del botín- por su colega Gallardón, que no sólo ha aumentado escandalosamente también nuestros impuestos y endeudado nuestros bolsillos por decenios en obras apresuradas, mal acabadas y carísimas por tanto por esos mismos conceptos, sino que también ha perjudicado nuestra salud con inacabables horas más de transporte y contaminación durante estos interminables años de su Obra, que ha multiplicado también los accidentes e incluso muertes laborales por su nocturnidad, apresuramiento, uso y abuso de personal no cualificado, subcontratas, etcétera. Y, para no alargarme con otras (des)gracias suyas al respecto, sólo diré que ahora mismo estoy escribiendo esta carta “gracias” a un Gallardón que está perjudicando mi descanso y salud, y la de tantos vecinos de mi barrio densamente poblado, con sus estruendosos camiones de recogida de residuos, utilizados inmisericordemente –hasta para sus propios trabajadores- a las cinco de la madrugada.
Ellos me han hecho perder demasiado la tranquilidad y el sueño; justo es que yo les procure unas largas vacaciones en estas elecciones para que, ellos y nosotros, podamos recobrar la tranquilidad y la paz.
20070526. Aire con sensatez.
A todos se nos ocurren, esperemos que con poca frecuencia, insensateces. Pero a casi todos nos daría vergüenza tomarlas en serio y, más aún, contarlas a los demás, como no sea al psicólogo. Sin embargo, una señora no tiene empacho incluso en escribir a EL PERIODICO para sostener que el aire acondicionado está justificado en el lugar de trabajo, pero no en casa. ¿Es posible que no se le haya ocurrido siquiera que cada vez más personas que trabajan más tiempo en casa? ¿Y que hay muchos días en que no se trabaja? ¿Y que niños, mayores, enfermos, parados, etcétera, están todo el día en casa? Un mínimo de seriedad, por favor.
20070621. Dieta totalitaria.
La Unión Europea, como otros países mínimamente preocupados de la salud de sus habitantes, está restringiendo al máximo la mendaz y letal propaganda de las Tabacaleras, sin que, por ello, excepto algunos dependientes de esas de esa droga, les acusen de “totalitarios”. En modo parecido, nuestras sociedades van denunciando y restringiendo la propaganda embustera sobre dietas “milagro” y comida insaludables –dirigidas de preferencia, como la del tabaco, a los más jóvenes e inexpertos-, dado que pronto el número de defunciones por ingerir esos falsamente atractivos preparados alimentarios se aproximará al de los muertos que el tabaco.
Pero vemos que, sobre el tema de las hamburguesas, hay un señor Hurtado que intenta declarar “totalitario” estos primeros intentos de regular la publicidad de tan dañinos sistemas de alimentación, como seguramente habrá tachado de totalitaria la regulación de la propaganda del tabaco, ya que se declara fumador y, por si fuera poco, aficionado al boxeo, ese salvaje espectáculo cuya publicidad nuestra sociedad está también restringiendo por respeto a la salud y la dignidad humana.
Estoy de acuerdo con él de que sabe lo que quiere, y que tiene su “pequeña sabiduría”. Pero me alarma, y mucho, su deseo de transmitirla a sus hijos, educándoles, dice, en exclusiva, sin permitir que nadie pueda darles otros consejos sobre su salud. La comparación, desde luego, sería demoledora. Y lo menos que puedo añadir es que agradezco a Dios que no me haya hecho hijo de quien da esos consejos y ejemplos tan poco saludables, que me recuerdan el famoso: “¡Niño, dos y dos son cuatro si a tu padre le da la gana!”.
20070707. Con la salud no se juega.
Cuando está en juego la vida, hay que utilizar los remedios probados, probados, garantizados. Pero ¡ay! a veces estos no curan, y es humano agarrarse, aunque sea a un clavo ardiendo. En modo semejante, parecería más sensato en el plano sobrenatural acudir a los poderes curativos de Jesús o María, o alguno de los santos de más prestigio. Pero si estos parecen demasiado ocupados por tanta demanda, se comprende que algunos invoquen a quienes parecen estar más desocupados, o incluso tienen necesidad de hacer milagros para que los admitan en la primera división celeste. Veo así que hay quienes invocan e incluso proclaman ya haber sido milagrosamente atendidos por personas tan edificantes, en más de un sentido, como el arquitecto Gaudí. ¡Mucha suerte!
20070711. Amargarnos la vida.
La tan sadomasoquista mentalidad tradicional sostenía que había que sufrir para redimirnos de nuestros pecados y salvarnos; y que la enfermedad era consecuencia de nuestros pecados, por lo que las mejores medicinas eran las más amargas, las que curaban el cuerpo y también, con el resignado sufrimiento, el alma. Aunque nos abochorne recordarlo, hay que hacerlo para eliminar las secuelas de tan cruda y cruel ideología. Así, el mal sabor de algunas medicinas, necesarias para la salud, que por eso mismo algunos laboratorios no han tenido la humanidad suficiente para hacer menos desagradable su ingesta, y nos amargan aún innecesariamente la vida.
20070917. Premios por adelgazar.
¿Es una mera anécdota intrascendente, la noticia del alcalde piamontés que ofreció 50 euros al que adelgazara tres kilos en un mes? A mí me parece una medida mucho más preventiva y eficaz que la del alcalde andaluz que prohibió morirse por tener ya lleno el cementerio. Y mucho más económica en gastos sanitarios y otros, a pesar de incentivar con premios, no prohibiciones “gratuitas”. Y mucho más relevante para todos nosotros, mostrándonos, con su granito de arena, el camino que debemos esforzarnos por seguir esa mayoría de de europeos que ya somos demasiado pesados para nosotros mismos (nuestra salud e incluso vida), los demás (máxime tantos hambrientos por nuestras leyes del mercado) y hasta para el mismo planeta, con nuestro consumismo alimentario descontrolado.
20071107. Saber comer.
Después de ejercer durante más de setenta (70) años con entusiasmo la misma actividad, y de haber tomado noticia de -literalmente- docenas de miles de datos y recomendaciones al respecto, he constatado que la única receta en que coinciden los expertos en recomendar a quienes ejercemos el vital arte de comer es que variemos nuestra dieta. Mi modesta aportación a este festín intelectual es profundizar algo en esa receta de consenso, aplicándola a nuestra actual sociedad occidental, marcada por la multiplicidad de marcas para ese consumo.
Invito, pues, a los demás a que reflexionen y eventualmente actúen como voy haciendo yo, dividiendo los riesgos al respecto, comprando pan integral… y no integral, azúcar morena… y blanca, pescado azul… y de otros colores, así como leches, envasados y productos elaborados de todo tipo (siempre entre los reputados como sanos) de distintos procedimientos y marcas, no poniendo, en definitiva, “todos los huevos en el mismo cesto”… ni provenientes del mismo corral. En definitiva, como en los demás aspectos de la vida, se trata de procurar escoger bien para vivir mejor, e incluso más tiempo.