Salud – 2003

20031210. Carniceros hasta de su misma especie.

                              Son los peores, los más eficaces terroristas. Los más sanguinarios y carniceros. Los que, para conseguir sus fines, no dudan en reventar, matar a un sinfín de sus propios compatriotas. Los que nos chantajean con la necesidad social e incluso física –“para vivir” (ellos)- de que comamos más y más carnes. Han multiplicado por cinco la producción de carnes en 50 años, deformando físicamente los cuerpos de la mayoría de los adultos en tantos países occidentales, hasta enfermarnos y, repitámoslo, hacernos reventar de obesidad, que, como principal causa de muerte evitable, pronto desplazará de su siniestro primer lugar al tabaquismo

                                Para aumentar sus beneficios con el engorde, artificial y dañino, de sus animales de cría, -provocando en ellos múltiples enfermedades que, a veces, y mucho más que las llamadas “vacas locas”, nos transmiten- los industriales de la carne  se han ido apoderando de la mayoría de los cereales y otros vegetales cultivados en el mundo, empobreciendo y erosionando los campos y condenando al hambre y a la muerte a centenares de millones de personas en el Tercer Mundo, con una terrorífica inhumanidad, lógica en quienes no perdonan ni a sus mismos conciudadanos.

                                No contentos con lo ya hecho, han montado estos días una vergonzosa exhibición de “regalo envenenado” de carnes a los jóvenes universitarios, para agravar aún más nuestras enfermedades, el hambre del Sur y la erosión de nuestro planeta. ¿Dónde están los partidos políticos, las ONGs de la salud y del Tercer Mundo, los ecologistas que no se han manifestado rotundamente contra ese vergonzoso acto, encaminado a agravar aún más destrozos materiales y muertes de esa industria cárnica, peores que los de los peores terroristas “clásicos” y la industria de armamentos todos juntos?  Ya es hora de que una toma de conciencia colectiva ante esta hecatombe, estos innumerables sacrificios humanos ante el altar de Mamón, pare los pies a esos traficantes que así nos envenenan y matan.