20010217. Prejuicioso contra los preservativos.
Agradezco a su diario el que nos haya ofrecido un testimonio en directo de todavía tenemos entre nosotros quienes todavía no tienen escrúpulos en exponer a los adolescentes al SIDA y otras enfermedades, así como a los embarazos no deseados con tal de imponer su propia ideología. Así la carta del señor José Javier Ávila Martínez, que no sólo no usa preservativos –de lo que es muy dueño- sino que quiere impedir antidemocráticamente que los demás puedan usarlos, criticando a la Comunidad de Madrid por facilitar máquinas expendedoras en los institutos, como se hace ya por las administraciones realmente responsables en el mundo entero.
Si no fuera un tema tan grave, habría que reírse de quien quiere encubrir su mentalidad autoritaria insinuando que esta medida se debe a intereses ocultos en empresas de preservativos. ¿Qué diríamos de quieren pretendieran prohibir los semáforos, acusando a sus promotores de servir a las empresas eléctricas?
20010421. Narcotraficantes y sus cómplices.
Uno de los cinco primeros problemas que tenemos, responden consistentemente los españoles en las encuestas, es el de la droga, que tanta inseguridad origina, tantas familias destroza y tantos jóvenes lleva a la marginalidad y a la muerte. Pero las mafias de la droga tienen dinero suficiente para comprar cómplices en todas partes, escapando total o parcialmente a la acción de la Justicia.
He aquí un ejemplo tan reciente como sangrante: La acción de las madres de los muertos por la droga ha sido muy eficaz gracias a sus públicas denuncias de esas complicidades, llamando públicamente las cosas por su nombre, a pesar de múltiples persecuciones y amenazas. Ellas esperaron el otro día el paso del super capo de la droga, Oubiña, escoltado por la policía, para denunciarlo; pero no ha faltado un “valiente” periodista que se atreviera a defender al narcotraficante e intentara ridiculizar a las madres de los muertos por la droga, calificando de “grotesco” (sí, “grotesco”) el tratar de asesino a ese traficante de drogas que mataron a miles de personas.
Un ingenuo amigo mío llamó al diario madrileño donde se publicó ese exabrupto, esperando que rectificara lo que él creía ser un grotesco error. Será, quizá, por casualidad, pero ese diario no rectificó; como será casual el que el periodista favorable a Oubina fuera de la zona de influencia de ese narcotraficante. Como será casual, por último y más importante, el que el problema de la droga no lleve camino de solucionarse.
20010427. Ruido en las calles.
¿Cómo se puede ser tan insensible ante la propia salud propia y la ajena? En el día mundial contra la contaminación acústica se acaba de recordar el enorme perjuicio que el ruido causa a nuestro organismo y bienestar en general, así como la especial gravedad del problema en nuestras ciudades españolas. Algunas de las medidas correctoras son costosas, y a largo plazo, como las referentes al tráfico y a la insonorización de los edificios. Razón de más para empezar a ponerlas en práctica cuanto antes, y para complementarlas con otras medidas mucho más económicas y de resultados inmediatos, que no vemos tampoco realizadas en nuestro país: desde campañas de concienciación ciudadana hasta el exigir el cumplimiento de ruidosos quebrantamientos a las normas ya existentes contra el exceso de decibelios en comercios, lugares de diversión y vendedores callejeros de todo tipo, que durante horas taladran con sus pregones nuestras meninges para sacar más dinero.
20010528. Dormir poco.
El primer deber de un gobierno es defender la vida de sus ciudadanos y, como parte de ella, su salud. Sabemos que antes se muere por no poder dormir que por no comer. De ahí que aplaudamos las aún tan escasas defensas del reposo nocturno de quienes vivimos en Madrid por parte del Ayuntamiento, que a veces incluso él mismo agrava el problema con ciertos vehículos, fiesta, etc..
Esta vez, la medida destinada a proteger el sueño ordena apagar los paneles luminosos de publicidad que coronan los edificios. Aun suponiendo piadosamente que se haga cumplir esta norma, lo malo es que se ordena apagar esa publicidad sólo entre la una y las siete de la mañana. Seis horas de sueño son demasiado pocas para conservar la salud de la inmensa mayoría de los ciudadanos, aunque estos pudieran todos acostarse justo en esas horas y dormirse de inmediato. La medida, pues, vale en cierto modo más por poner de relieve la gravedad del problema que por la solución que le da, tan crudamente insuficiente.
20010629. Ruido nocturno.
Como parece que se han quedado sordos con el estruendo que arman, habrá que decírselo de nuevo y más alto: es intolerable que en medio de una ciudad moderna unos desaprensivos mal educados perjudiquen a miles y miles de personas haciendo explotar petardos, incluso después de las doce de la noche, y eso en una época en que el calor hace más difícil dormir, y en que el ruido molesta a más por tener más ventanas abiertas.
Pero ¡qué les importan a ellos los demás, incluidos los niños, enfermos o ancianos! Al contrario: su diversión favorita consiste precisamente en poder fastidiar; eso les hace sentirse alguien, importantes. Son reliquias perniciosas de aquellos caciquillos de aldea que exigían un comportamiento idéntico –el suyo- a todos los pueblerinos, empleando también entonces métodos poco “católicos”.
En pleno siglo veintiuno, ¿qué hacen las autoridades ante ese ruidoso, molesto e insalubre quebrantamiento de la paz social y la convivencia? Muchas veces, no sólo no reprimirlo, como pide el sentido común y las mismas leyes, sino incluso subvencionarlo con dinero público, a costa nuestra, para que esos energúmenos tengan más medios para impedirnos descansar.
20010719. La legionela.
¡Estamos frescos! Gracias a sus torres de refrigeración, España ha conseguido el récord mundial de legionela, destacándose por su contribución para obtener ese récord unos grandes almacenes de nombre extranjero –que “modestamente” intentaron negar su participación en ello- y la mismísima Consejería de sanidad (sic) de la Comunidad de Murcia. Tampoco sería justo callar la silenciosa pero decisiva labor del ministerio de sanidad o, digamos mejor, para no exagerar, del ministerio de Celia Villalobos, retrasando la aprobación de unas medidas de inspección que nos hubieran impedido alcanzar ese récord. ¡En pleno verano, una auténtica bocanada de aire fresco… contaminado, incluso letal!
20010823. Una ONCE sorda a los demás.
Los últimos datos conocidos sobre la ONCE revelan que, muy lejos ya de limitarse al cupón de lotería, constituye un grupo de más de cincuenta empresas en el sector de construcción, inmobiliario, servicios, etcétera, con una facturación empresarial que la sitúa entre las cien primeras de España, con 113.000 millones de pesetas. Para no hablar de su poco ejemplar intervención en el control de distintos medios de comunicación, es demasiado patente en estos días su nefasta intervención en el escándalo de Gescartera. Por lo demás, sus miembros reciben un salario seguro y que supera al de no pocos empleados en otras empresas.
Pasados ya hace tiempo los duros años de escasez de la postguerra, hay con todo aún algunos de la ONCE que, por inercia, por sacar alguna pesetilla más, o por alguna más o menos inconfesable motivación de compensación inconsciente de su minusvalía, todavía se empeñan en anunciar su mercancía a grito pelado, contra todas las normas municipales y perjudicando el descanso y la salud, máxime en esta época en que el calor obliga a tener las ventanas abiertas, de los cada vez más numerosos vecinos de los grandes bloques de habitación actuales, de tan deficiente aislamiento acústico. Actitud insolidaria, despiadada, muy contraria a la que todavía esa empresa quiere que tengamos los demás con ellos comprando su lotería, mientras que ella respalda a esos desaprensivos que perjudican nuestra salud con sus decibelios, haciendo oídos sordos a las reclamaciones de los afectados.
20011026. Madre y abuela.
Presumimos de civilizados, de prevenir el maltrato a los niños, y hasta de tener un Defensor del Menor. Pero ¿qué mayor maltrato que el someter a un niño a graves riesgos sanitarios, y obligarle a nacer sin madre, con una abuela, como acaba de suceder en Galicia, al planificarse fríamente que sea madre -de gemelos para mayor desgracia- una mujer de 54 años?
¿De qué humanidad podremos reclamarnos mientras no exista un rechazo social a tan irresponsables parturientas, y a sus cómplices, por dinero y fama, de un cuerpo médico que no ha reaccionado como debe para condenar este enorme abuso contra su ética profesional? Nuestros legisladores, tan proclives a meterse cuando no deben en la vida privada de las personas, coartando su libertad en actos que sólo repercuten en sus mismos autores ¿cuándo se preocuparán de defender a niños tan indefensos como estos?