20200201. La Iglesia no quiere privilegios.
“La Iglesia no quiere privilegios”. Así como suena. Eso es lo que acaba de declarar el portavoz de los obispos españoles, según el titular de LA RAZÓN episcopal. Yo comprendo que los que hacen pagar caro durante toda su vida a sus clientes, perdón, creyentes, un presunto viaje a una tierra paradisiaca -de la que nadie ha vuelto para quejarse- intenten también, en esta época de fuerte crisis suya, ampliar su negocio.
El problema es que eso de que no quieren privilegios choca frontalmente con los hechos más comprobados ya del pasado y del presente y no se la puede creer ni Dios. Máxime, cuando Jesús afirmó en el Evangelio que hay que pagar tributos, de lo que se intentan librar al afirmar farisaicamente lo contrario. Con razón se oponían hasta ayer a que se tradujera la Sagrada Escritura del latín al castellano.
20200216. Catedrales y blasfemias.
A estas alturas se está juzgando todavía en España a un conocido actor por cagarse en un dios de los miles que hay en las más de dos mil religiones existentes. Claro que, como somos en teoría un país no confesional, las leyes contra la blasfemia sólo subsisten todavía disfrazadas de ofensas a los sentimientos religiosos del algunos.
Las ideas religiosas no son más sagradas, es decir, separadas, que las políticas o sociales. La libertad de expresión, o no es nada, o es la capacidad de contradecir y rechazar, no ya a las personas en sí, a las que rechazarla insultándolas -racismo, sexismo, etc.- sí sería punible.
Es ridículo, contradictorio, que la misma persona construya catedrales y blasfeme, como ha sido y es tristemente clásico y distintivo de nuestro país; como su versión moderna, el tan corriente oxímoron en Cataluña y otros lugares de proclamarse nacionalista, insolidario, egoísta, insolidario y creerse solidario, internacionalista y de izquierdas. Ambas cosas son más tontas que, tras caerse por la ley dela gravedad, el cagarse en Newton, que todos creemos que existió y que no hizo sino formular un fenómeno cuya existencia confirma quien lo maldice.
En definitiva, pues, como ya afirmaban los romanos, “las injurias a los dioses deben juzgarlas los mismos dioses; y como dijo Jesús, nadie debe arrogarse el anticiparse al juicio de Dios que todavía le sigue tolerando que viva para arrepentirse. Dejemos, pues, de degradar la Justicia manipulándola hasta hacerla ridícula.
20200218. Locas o estúpidas blasfemias.
Hay quienes creen que han sido creados y dependen en todo de un o varios seres divinos. El insulto, pues, es la mayor locura que pueden cometer, inexplicable excepto en un momento de enajenación, pero al que un pueblo que basa su moral y leyes en creencia no puede menos que castigar severamente para mantener su sistema social.
Por la misma razón, una sociedad aconfesional no tiene -ni por tanto, debe- castigar ese rapto de incoherencia hasta la locura de los creyentes de cualquier divinidad. Y menos aún -si cabe—delo que digan los ateos, que por definición no pueden ofender sino a una idea, no a un ser para ellos inexistente. Su uso de las blasfemias de ciertos creyentes exaltados es, pues, como el de unas meras estúpidas muletillas sin sentido; excepto cuando las emplean para demostrar a los creyentes que no pasa nada, que no existen sus dioses, aunque con frecuencia sólo suelen servir para mantenerles en sus trece, en sus indemostrables creencias.
20200301. Católicas muy optimistas.
He participado en la manifestación de católicas muy optimistas, provenientes de distintos puntos de España para reclamar equipararse en la jerarquía eclesiástica. Su exigencia está cada día más cargada de razón. Porque cuando yo me licencié en Teología, en la misma Universidad Gregoriana que el Papa, éramos más de mil alumnos, todos con falda, pero, quiero creer, todos varones, mientras que ahora la mayoría son mujeres.
Hoy, como sociólogo, comprendo -que no justifico- ese desfase, porque “toda profesión que se degrada se feminiza”, como ocurre en la enseñanza. Por otra parte, el catolicismo, (al revés que la sociedad en general, incluidas esas católicas), no ha adoptado los principios de igualdad de la Revolución Francesa, ni a la diosa Razón; continúa, como es lógico, imitando de buena fe el ejemplo de Jesús y sus apóstoles, incluido el paulino “La mujer calle en la Iglesia” (1 Cor, 14, 34), palabra sagrada que, si se considera interpretable, se abre una vía de agua que terminaría haciendo naufragar la nave de San Pedro.
Ya lo dijo Jesús: “No se puede poner vino nuevo en pellejos viejos” (Mc, 2, 18). Siguiendo su ejemplo, y mi larga experiencia de empeñando en poner buenos parches al viejo edificio, sin cuento, mi participación en esa concentración femenina dar mi testimonio para ellas procuraran evitar mis errores, “dando coces contra el aguijón” o, en su versión castiza, ”sosteniéndolo y no enmendándolo”.
20200302. Coronavirus “religioso” aquí.
He despertado con una trágica noticia. Miles personas han sido infectadas del coronavirus y docenas de ellas ya han muerto por culpa de un perturbado. Éste se había proclamado reencarnación de Jesús y les había prohibido tomar precauciones contra la
Infección, hasta que ha sido detenido y ha pedido perdón por ello.
¿Esto sólo puede pasar en un país salvaje? No: se trata de Corea del Sur. Y, para vergüenza y alarma propia, me entero horas después que aquí ha comenzado ya el besamanos a una estatua de una Virgen que saldrá en la Semana Santa sevillana, “porque la Virgen tiene las manos inmaculadas. Está exenta de virus”. Si las autoridades locales, autonómicas o nacionales no prohíben pronto esa locura “religiosa”, el instinto de conservación nos urgirá a buscar refugio en un lugar mentalmente más sano.
20200407. La cola del Cristo.
La kilométrica cola para visitar La estatua del Cristo de Medinaceli en Madrid se ha visto muy mermada este año. El periodista que lo relata lo atribuye a no poder besar ahora su pie. Preferiríamos que se debiera al motivo menos supersticioso y más cristiano de no tentar a Dios durante el coronavirus y al recordar que Él está en todo lugar.
Me escandaliza, sí, que mientras los obispos han suspendido las procesiones, los (menos) religiosos que viven del culto a esa Cristo hayan mantenido esa manifestación. Y que la policía no haya intervenido para evitarla, como han hecho en otros lugares con aglomeraciones por misas y similares. Claro que en Madrid depende de un PP que crítica cada día -no sin cierta razón- la manifestación del 8Mde las mujeres, pero deja pasar incluso ahora ésta, sin reconocer tampoco su responsabilidad en la destrucción de la Sanidad pública que hizo en Madrid durante diez años en que gobernó.
20200412. Es tentar a Dios, no glorificarlo.
Como, en cumplimiento de la ley, ha hecho en otras misas, la policía ha desalojado a una veintena de fieles que acudieron a presenciar la misa en la catedral de Valencia. En plan casi de nueva Cruzada, guerra civilista, el cardenal Cañizares ha clamado que se les ha impedido dar testimonio de la resurrección de Jesús, aunque se les dejó a él y a sus clérigos, casi veinte también, terminar su rito.
Este extremismo, mucho más grave por su protagonista, me recuerda el del cura que dio positivo de alcoholemia y quiso justificarse porque tenía que oficiar varias misas. Jesús dijo que lo que se hiciera al prójimo se le hacía a Él. Pero estos malos representantes suyos no dudan en poner en peligro a los demás, en la carretera o en una reunión ilegal durante una pandemia, con la falsa excusa, fariseos, de honrar a Jesús. No puede estar más claro que tientan a Dios, no lo glorifican. No aman, sino que ponen en riesgo de morir a sus prójimos.
20200415. La Iglesia limosnera.
Por fin la Iglesia limosnera, ahora que ya disminuyen los muertos y puede ser más eficaz lo que ella de, ha llamado al clero a que done algo de su sueldo contra la pandemia. Pero no indica ninguna cifra, no sea que haya otro escándalo, como el de la miseria que destina a Cáritas del llamado “impuesto religioso”, o se pueda comparar con los 11.000 millones que sustrae a los impuestos, es decir a todos y a nuestra salud. Hasta ha llegado en Bilbao a avisar que no se dé limosna a los pobres que piden a la puerta de sus templos “porque se portan mal” (y así queda menos calderilla para dar dentro).
Sí, se trata, clavada, de la misma iglesia, –grupo de sacerdotes, escribas y fariseos del Tempo- contra la que, más que contra nada, nos advertía Jesús en cada página de los Evangelios.
20200425. Impuesto religioso y coronavirus.
Coincidiendo curiosamente con la época de la declaración de la renta, la Iglesia ha exhortado al clero a que de algo de su sueldo a paliar el coronavirus. Pero el tiro le puede salir por la culata, porque todavía habrá quienes crean que bastará esa nueva ayuda y no pongan la cruz. Sin contar los muchos que creen en Dios, pero no en los curas, conforme al refrán, y sospechan del pretendido milagro anual: “Pon la cruz, total a ti no te cuesta nada”, y se abstengan de contribuir.
Claro que no hay milagro. Quien pone la cruz paga. Eso sí, sólo un tercio. El resto lo pagamos los demás, obligados como Cirineo a soportar la cruz ajena, Porque al no añadir lo prometido a sus impuestos normales, como hacen en los países serios, -Alemania, por ejemplo, esos crédulos o frescos nos obligan a los otros dos tercios de contribuyentes a sostener sus creencias, y encima des sacarnos el dinero se enfadan cuando mostramos -cifras cantan- que no salen las cuentas.
20200417. Ministros extraterrestres.
El Ministro de Sanidad de Israel insistía en que el Covid-19 era un castigo de Dios por nuestros pecados. Ahora padece él también esa peste. No sabemos por qué pecado; pero por la cara que tiene, podemos excluir algunos de los más populares.
No nos riamos de cosa tan seria porque ocurre en otro país. En España mismo hemos tenido un Ministro del Interior del Gobierno del PP, -que así acabó como el Rosario de la Aurora y hoy están casi todos ya ilegalmente en la empresa privada–, que se creía y se pavoneaba de estar protegido por un ángel, un tal Marcelo, que le ayudaba hasta para aparcar. El actual Gobierno sólo ha conseguido contar con un Ministro cosmonauta.
20200512. Falsos cristianos y ateos.
En plena pandemia, unos autodenominados “Abogados cristianos”, en vez de abogar por lo que predicó Jesús: ayudar a sus prójimos, hoy tan aquejados de enfermedad y creciente pobreza, como hizo el buen samaritano, insisten de nuevo en que se castigue civilmente (contra la Constitución) a un comediante Willy Toledo, por blasfemar.
Tampoco es adecuada la posición de ese artista en escándalos que le den fama y dinero. Sus provocaciones no hacen sino reafirmar a sus adversarios en sus posturas, lo que hace sospechar que ese hombre, o no es muy listo, o come a dos carrillos. Porque un ateo coherente no puede maldecir en serio al que cree que no existe.
Sólo un cristiano puede blasfemar de verdad, pues cree que Dios existe; más aún, si cree que Él está en todas partes, también afirma esa invisible omnipresencia, ese misterio, cundo dice, como Willy Toledo, “me c… en Dios”. Debemos, pues, preocuparnos de las muy graves y urgentes crisis que tenemos, no de falsos abogados cristianos ni de perjudiciales provocadores ateos, que perturban nuestra convivencia y nos distraen de atender a nuestros gravísimos problemas actuales.
20200519. Obispos contra pobres.
¿Obispos contra pobres? Parece una blasfemia. Ya me costó creer una noticia, fácil de comprobar en Internet, de que el obispo de Bilbao pidió que no se diera limosna los pobres en el atrio de las iglesias, porque se portaban mal (y se daban menos limosnas dentro). También, que todo un gran cardenal “príncipe de la Iglesia” como Rouco, hoy ascendido al paraíso de un ático de 2.000.000€, amenazó con eliminar lo que del impuesto religioso daba a los pobres (¡un 2%!) si se le quitaba algún privilegio económico a la Iglesia; ante semejante chantaje, hasta el director de Cáritas tuvo que admitir que esa cantidad era una miseria.
Ahora mismo, en esta enorme crisis económica, el arzobispo de Pamplona, muy afín a la santa ultraderecha, va aún más allá. Él, que se queja de recaudar ya menos en los cepillos, pide, el pobre, que sólo se ponga la cruz en su casilla, no también en la de las ONGs, cuando la misma Cáritas recibe cinco (5) veces más por ser ONG que por el llamado “impuesto religioso”. ¡Qué cruz!
En las encuestas, los españoles confiamos cuatro veces más en los párrocos que en los obispos. No es, pues, que seamos anticlericales, sino quizá más cristianos, ya menos fácil de engañar. Por algo un autor francés decía que el párroco debía creer en Dios, el canónico podía dudar a veces y el obispo, ser ateo. En gran y tristísima parte, al montar una principesca estructura burocrática religiosa, sigue triunfante el emperador Constantino, el grandísimo…, no el Evangelio.
2200614. Un pobre papa.
Este papa se autoproclamó el nuevo Francisco para los pobres. Reconoció que en Roma mismo su Iglesia tenía muchos edificios que podrían abrigar a los sin techo, pero sólo puso duchas para los que estaban cerca del Vaticano, para que no espantaran a los turistas. Afirmó que quien tenía una gran fortuna y no la repartía era un gran pecador, pero dio 50 veces menos que una cantante americana contra la mayor pandemia que vieron los siglos; y está por ver si da algo más para la espantosa pobreza que ahora está dejando el coronavirus.
No es imprescindible hoy que haga como los primeros cristianos, que en crisis menores vendían hasta los cálices consagrados para socorrer a los pobres, otros Jesús. Bastaría que este “nuevo Francisco” vendiera algunos cuadros de su museo a los museos de países ricos, con lo que ganaría hasta el arte, siendo más quienes podrían contemplarlos. Eso alentaría a sus seguidores a socorrer a los pobres con más humanidad de la que están demostrando.
Jesús hoy no tendría un museo, ni un Banco ni, tras proclamar que su reino no era de este mundo, sería Papa Rey de un Estado, un astuto regalo envenenado de otro Constantino, Mussolini. Alguno dirá, y con razón, que la tengo tomada con Bergoglio. Pero es que “Nadie puede servir a dos señores”. De seguir así, este ex jesuita debería ser considerado como uno más de aquellos contra cuya doblez nos advierte Jesús en cada página del Evangelio; un pobre papa, no un nuevo Francisco de los pobres.
20200801. Farisaica diplomacia vaticana.
El papa Francisco hizo dimitir en 2018 a 36 obispos chilenos por “graves errores y omisiones” ante una escandalosa serie de pedofilia clerical; pero, hemos visto, no dimitió él mismo tras su vergonzosa visita a Chile, negando múltiples veces los hechos, sino sirviéndose de ese castigo a otros, algunos quizás inocentes, para tapar su propia culpabilidad.
Más aún: sólo ahora, a mitad del 2020, acaba de “aceptar la renuncia”, callando todo lo ocurrido, de su nuncio en Chile desde 1007 a 2011, tan implicado en todo ello. Cómplice servil del Vaticano, el medio de difusión que reproduce estos datos*, tiene el valor de titularlo: “El papa fulmina a G. Pinto”. ¡Jesús, cuántos abusan de tu nombre, sabiendo muy bien lo que hacen!
20200810. La Iglesia católica tras el coronavirus.
En España, entre 2007 y 2018, los bautizos cayeron un 41%, mientras que la natalidad descendió sólo un 20%. Los matrimonios católicos disminuyeron un 63%, mientras que las bodas en general sólo un 18%.
En epidemias de otras épocas, incluso recientes, cuando todavía los medios de difusión estaban copados por el clero, éstos atribuían la peste a los pecados de todos, suscitando un relanzamiento de la religiosidad y su influencia. Hoy, está claro, casi todos atribuyen los males a los políticos de ideología contraria a la propia y buscan la salvación en la medicina. Por su parte, excepto tan loables como raras excepciones en el bajo claro, ningún obispo se ha distinguido por ayudar a paliar la peste ni el hambre de los pobres. Al contrario, siguen reclamando impuestos “religiosos” y defendiendo con uñas y dientes sus inmatriculaciones ilegales de inmuebles y tierras.
Nada extraña esa conducta aquí, cuando el mismo Vaticano voceó hace meses que daba contra el coronavirus… veinte veces menos que una cantante norteamericana; y desde entonces, silencio, excepto vergonzosos sermones papales para que socorran a los apestados… los demás. Hechos bien conocidos gracias a los nuevos y menos censurados medios de comunicación, que seguramente mostrarán en breve una aún más vertiginosa caída de quienes no sólo no siguen las normas de su Fundador, sino tampoco las de los capitalistas avispados, con sus propagandísticas limosnas al pueblo para que les puedan seguir comprándoles algo.
20200826. Francisco, mírate al espejo.
“Un político puede hacer de todo, menos el ridículo” insistía Tarradellas. Lo he recordado al ver en Internet el gran titular de entrada, foto incluida, de Yahoo: “El papa carga contra la riqueza desde esta sala del lujosísimo Vaticano: ‘Es una injusticia’”, porque muy pocos ricos poseen más que “todo el resto de la humanidad” argumenta este nuevo Francisco, que es uno de ellos. En esta pandemia sólo “algunos pueden trabajar desde casa”, añade el papa sentado en su trono en la suya. La desigualdad es “un virus que viene de una economía enferma” que prescinde “de valores humanos fundamentales”, por el “pecado de querer poseer y dominar a los hermanos, la naturaleza y al mismo Dios”, denuncia el Vicario de Cristo en el planeta. “Esto es desolador”, concluye, con toda razón. Su Santidad, ¿por qué no se mira al espejo?
20200831. La letra mata.
Durante las décadas de 1980 y 1990 no pocos sacerdotes utilizaron la fórmula plural “Nosotros”, en lugar del “Yo te bautizo”. El sacerdote de Detroit Matthews Hood descubrió, al analizar el video de su bautizo, que se había empleado la fórmula plural, que el Vaticano ha declarado ahora inválida, por lo que ni era cristiano, ni sacerdote, ni válidos tampoco los miles de actos –bautizos, confesiones, comuniones, matrimonios- oficiados él, ni por muchos otros (falsos) sacerdotes. También los fieles deberían repetir todos sus sacramentos, confesar de nuevo todos sus pecados, etc.
¿Cómo es posible que el Vaticano haya llegado a decretar semejante cosa? ¿Habrían podido hacerlo mejor los sacerdotes, escribas y fariseos del Templo, que condenaron a Jesús? ¿Dónde está el “la letra mata y el espíritu vivifica” o “el sábado está hecho para el hombre y no el hombre para el sábado”? ¿Las palabras son sagradas por lo que representan, o son fórmulas mágicas, intocables por su propio valor, como se creía también cuando tenían que pronunciarse en un determinado idioma?
20210322. Eliminar ese patíbulo infame.
Apenas se puede concebir, -si no es por mala política, de reenderezar poco a poco un mismo entuerto-, que el Gobierno, tras cumplir con la Constitución y convertir el Valle en un cementerio público, todavía afirme que reflexiona sobre si va a dejar la cruz. Eso sería una total contradicción en un monumento público de un Estado aconfesional.
La contradicción es doble, porque esa cruz, de tamaño real y simbólicamente aplastante de tantas víctimas a sus pies, fue erigida en honor a la “Cruzada” que, como todas, es lo más contrario a la enseñanza y práctica, hasta morir, de Jesús; por lo que deberían ser los verdaderos cristianos -de los que en España tenemos desgraciadamente tenemos muy, muy pocos- quienes exigieran acabar con esa radical y trágica perversión de su doctrina.
Caída así, como debe ser, esa cruz, ya de suyo infame, los caídos por esa guerra maldita quedarán como irrebatibles testigos de las inmensas tragedias que ocurren cuando unos olvidan el amor al prójimo que siempre predicó su Maestro y otros, o también los mismos, los desastres que se pueden cometer cuando se antepone cualquier ideología al respeto a los derechos humanos.
20200926. Reformar la Santa Sede.
El cardenal Becciu, el tercero en el escalafón vaticano, acaba de dimitir, tras su implicación en la turbia compra de un edificio inglés por doscientos (200) millones. El cardenal Peel, segundo en el escalafón, fue condenado por un tribunal australiano por pedofilia. El mismo Bergoglio, hoy papa Francisco, acaba de ser denunciado por su víctima de encubrir a otro clérigo pedófilo; también múltiples veces ha sido acusado de no impedir la muerte de otros dos jesuitas durante la dictadura militar argentina. Quizá estos y otros muchos datos deberían hacer reflexionar a los creyentes sobre la conveniencia de reformar, ya y a fondo, hasta en su mismo nombre, a la autodenominada Santa Sede.
20201013. Un papa increíble.
Un diario español comenta lo evidente: que el papa Francisco actúa como un negacionista, acercándose a los peregrinos, él y su escolta, sin mascarilla y sin guardar la distancia de seguridad. Muy poco amor al prójimo y pésimo -mortal- ejemplo al prójimo demuestra esa actitud, como su donativo proporcionalmente ridículo para luchar contra el Covid. Todavía algunos creerán que el larguísimo sermón que acaba de hacer sobre el amor a los demás comprensa esos rotundos hechos, contra lo que Jesús y el sentido común nos obliga a pensar de ese literalmente increíble papa.
20201022. El papa y la unión gay.
No exageremos. Al decir que los homosexuales tienen derecho a tener una “familia” Francisco desvirtúa el sentido de la palabra, pues sigue prohibiendo su unión carnal y el tener (adoptar) hijos. Sólo admite, por fin, como ya en muchos países de nuestro entorno, que tengan una cobertura legal: por ejemplo -para poder heredar; un derecho humano fundamental al que el Vaticano, como a tantos otros, llega bien tarde. Pasito positivo, al menos, no como el del jefe del episcopado latinoamericano, que no hace tanto, ante la reivindicación del clero de poder casarse, respondió. “¡Qué se casen y aprendan lo que es bueno!”.
20201024. El Papa condena a la derecha.
Tras su entrevista a solas con Sánchez, Francisco, tras advertirnos una vez más contra “las ideologías sectarias /que/ deconstruyen la patria”, ha afirmado, conforme a su reciente Encíclica, que “la política es una de las formas más altas de caridad”. No puede ser más clara su condena al odio y rechazo al prójimo de Vox, que acaba de recibir el mayor fracaso en su moción de censura a Sánchez; crítica también al PP, al que estos días el Tribunal Supremo ha confirmado la condena por los poco caritativos robos de destacados miembros del partido, después que el Parlamento lo repudiara, cambiando a Rajoy por Sánchez.
Aunque parezca increíble, a pesar todos estos hechos, hay algunos de intereses poco -o demasiado- claros que pretenden que esas diáfanas palabras del Papa son una crítica a Sánchez. Pero ¿cómo pensar que quien las representa como Papa, va a hablar contra sus más profundas y recién proclamadas convicciones y contra la opinión recién votada de los españoles y encima hacerlo delante de su hoy máximo representante, Sánchez?
20201211. Un cura con pies de barro.
“Javier Baeza Atienza, el cura ‘rojo’ u ‘obrero’ con los pies en el barro”, subtitula una entrevista que le hace “El Salto”. Yo diría más bien que es Baeza quien tiene los pies de barro. Y me explico. Porque él dice: ”Los servicios sociales en Madrid siguen siendo igual de desastre en los cuatro años de Manuela Carmena, a la que quiero un montón, que en los veinte años con el PP”. Yo voté por ella, pero pronto, viendo lo que NO hizo, no solo dejé de quererla, como también la rechazaron los barrios obreros, sino que la denuncié por favorecer de esa y muchas otras maneras, la vuelta del PP. ¿La quiere mucho Baeza porque así sigue habiendo pobres a los que hacer “caridad”?
Este cura “rojo” quiere apoyarse también en la sonrojante expresión de que el cura “debe oler a oveja”, dicha por un papa que presume de ser un Francisco pero que ha comportado al revés, sin ayudar a los pobres como puede ni incluso durante esta pandemia. Quien que tras dos mil años cree que no hay que traducir al lenguaje hodierno esa parábola es como el que sostiene (y todavía estamos en eso) que hoy sólo los varones pueden ser apóstoles de primera línea de Jesús. Ese quedarse con los pies de barro, esas tremendas incoherencias, es lo que ha esterilizado el movimiento de los curas obreros, camino en el que un día yo mismo me inicié en la misma Vallecas con el Padre Llanos.
20201218. La homosexualidad no es una moda.
El Papa acaba de decir que la “la homosexualidad parece ser una moda”, es decir, un capricho, una manía. Podría serlo en otras circunstancias, no en un mundo que ha triplicado su población en 75 años: de 2.500 en 1950 a 7.700 millones hoy. Cualquier biólogo o demógrafo podríamos haberle informado que, desde la mosca hasta los seres humanos, una densidad creciente (como antes en grandes ciudades y hoy a nivel mundial) provoca una creciente lucha (hasta la guerra abierta) por el “espacio vital” y por la alimentación, una creciente agresividad también entre los sexos y un aumento de los abortos espontáneos y la homosexualidad.
Lejos de ser un capricho, la homosexualidad es pues uno de los métodos (mejor para muchos que la guerra o el puritanismo antinatural) de responder a la naturaleza para evitar mayores males. Es catastrófico, como lo que estamos ya padeciendo, sacrificar los conocimientos científicos y las personas a concepciones propias de épocas en circunstancias tan distintas como la las de hoy como la de “Creced y multiplicaos y dominad la tierra”.
Atado por su profesión al dogmatismo, y aunque en un descuido pueda reconocer un día que “no podemos reproducirnos como conejos” y haga encíclicas por el amor al prójimo y la ecología, el Papa es, pues, aunque sea por ignorancia, uno de los principales responsables del aumento de la homosexualidad, como de los divorcios, abortos y guerras en su gran zona de influencia.
20201212. Navidad mortal.
Merkel, al borde de las lágrimas, acaba de pedir a los alemanes que, por una vez, pues pronto podrán vacunarse todos, cada cual festeje la Navidad en su casa. El hecho es que los últimos datos comprueban que dos de cada tres padres y abuelos muertos por el covid han sido infectados por sus hijos, que no saben estar afectados por el virus. Y no hay ocasión en que se reúnan más personas de esas características que la Navidad, ni que lo hagan con más tiempo sin mascarilla, para una larga comida, ni que -por ser tantos- hablen en voz más alta o incluso canten, difundiendo así más el covid.
Trágica contradicción es también que la máxima celebración cristiana no sagrada ni obligatoria pueda servir este desgraciado año para causar el mayor daño concebible a los prójimos más queridos. De ahí que una Comunidad Autónoma difunda estos días una advertencia tan siniestra como realista: “Reunión familiar sin protección = Enterrar a tu abuela”.
20201220. Los obispos callan ante esta Navidad.
Es verdad que los obispos reconocieron que era tentar a Dios seguir obligando a ir a Misa cuando el Gobierno restringió todas las reuniones por el coronavirus. Con mayor razón debieran hacerlo ahora, cuando no se trata ya de una celebración sacramental, de obligada asistencia para no sufrir una muerte eterna de tormentos en el infierno. Es sólo una cena laica, casera, familiar, en la que ni se suele rezar, pero que la pandemia puede convertir para muchos en la Última Cena.
Quizá los obispos pretenden con su silencio conservar ese popular rastro de su influencia. Pero, si no por el amor al prójimo que predican, por propia conveniencia les conviene levantar todos de inmediato clara, su la voz para prevenir por este año, aún no vacunados, esa reunión. Porque el así seguro notable aumento de enfermos y muertos en esa “celebración” hará disminuir mucho el número sus creyentes y simpatizantes, avivando en la sociedad un activo rechazo hacia unos “perros mudos” (Is. 56:10), todo lo contrario de Quien sanaba a los enfermos y resucitaba a los muertos.
20201227. Promesas eternas.
Un ciudadano escamado pregunta al candidato: “-¿Esas promesas que nos hace le elegimos de nuevo no son las mismas que las de la vez pasada?” “-¡Sí señor; y, si me eligen, las volveré a prometer dentro de cuatro años!”.
Lo he recordado hoy, cuando me he enterado de que el cardenal Cañizares ha prometido desprenderse de bienes innecesarios de la Iglesia para darlos a los pobres, como ya juró hacerlo hace unos cuatro años, siguiendo al pie de la letra la promesa del papa Francisco, que acaba también ahora de repetir lo mismo, sin que ni uno ni otro hayan hecho nada serio al respecto. No dudo de que volverán a prometerlo en la próxima ocasión, dado el éxito que siguen teniendo entre la inmensa mayoría de sus puros, inocentes creyentes.