20130113. Vamos de cabeza.
Leo que en un país europeo avanzado van a eliminar las diferencia entre el corte de pelo a los hombres y a las mujeres. Al lado, está la noticia que, como en otros sectores, este año van a aumentar las diferencias entre la parte masculina y femenina de la cabeza, la jefatura del Estado español. Vamos, pues, de cabeza… al perfecto reino de la desigualdad.
20130514. Traje de un muerto.
“Condenan aquí al paro, y usan allí trabajo esclavo. Con 1.127 fallecidos, ¿tu traje, de un muerto?”. La protesta ante la tienda de una marca implicada en la catástrofe, de ser más numerosa, hubiera podido denunciarlo más alto, pero difícilmente más claro.
20130523. Los mártires de Dacca.
Como “los mártires de Chicago” estuvieron en el origen del Primero de Mayo, y las más de cien mujeres muertas en el incendio en la fábrica textil de Nueva York ampliaron su importancia, los más de mil obreros muertos y dos mil heridos en Dacca están siendo ya un hito en la historia del movimiento obrero mundial, a medida que se han ido conociendo la magnitud del desastre y las múltiples odiosas circunstancias que lo provocaron. Proliferan las manifestaciones de duelo y de denuncia de las complicidades, realmente mundiales, en esa matanza, que ya no se ha podido ocultar como otras, muy parecidas, pero de menor alcance. Y cada día se está tomando más conciencia de la imprescindible solidaridad necesaria entre los trabajadores de todas partes, para que los de los países ricos no se queden en el paro y los otros no padezcan un salario miserable, sino que se vaya imponiendo un mayor equilibrio que favorezca a casi todos, menos a unas pocas transnacionales que hoy causan gravísimos perjuicios a escala planetaria.
20130526. No son esclavistas.
Tras la muerte de más de mil doscientos obreros al derrumbarse una ruinosa fábrica textil en Bangladesh, han arreciado las denuncias contra las multinacionales, algunas de ellas españolas, que al cerrar aquí sus fábricas fomentan el paro, mientras que allí utilizan el llamado “trabajo esclavo”. Pero, en realidad, el esclavista invertía bastante dinero al comprarlos, y tenía interés que en duraran, mientras que al que hoy tiene asalariados a un euro por día en los países empobrecidos no le importa que enfermen y mueran, pues al día siguiente alquilará otros. Los que edifican en el centro de nuestras ciudades inmensos palacios en los que venden vestidos a precios tentadores son, pues, peores que los esclavistas clásicos; y sus clientes, por más que intenten ignorarlo, sus cómplices necesarios.