Cartas a la prensa – Política – Social – 2004

20040906. Alcalde.

Su último y sonadísimo fracaso, reconocido por él mismo, de resolver el problema de la droga enviando la policía contra los enfermos, y no contra los grandes traficantes, es sólo un ejemplo más del modo de gobernar de quien la historia recordará con el poco honroso título de «El Alcalde Policíaco» de Madrid.

Hechos cantan: sus «soluciones» por el empleo de una injustificada violencia policial son incontables. Así al problema del empleo, persiguiendo a los artesanos y vendedores ambulantes, a la propaganda de empresas modestas que dan de vivir a tantos, ahogando cada vez más las ferias, mercados, Rastro, etc. El problema de los pobres y marginados lo «arregla» este alcalde persiguiéndoles con la policía, quitando los bancos de la calle y el Metro, poniendo pinchos hasta en las fuentes de la Puerta del Sol, etc. El problema de los sin techo lo ataca… con medios policíacos extremos contra ocupas o asimilados. El de los inmigrantes, maltratando en público «por costumbre» al extranjero pobre con una policía cada vez más racista, «para que no vengan», como en alguna ocasión les dijo él mismo. Las manifestaciones colectivas o los conflictos individuales son cada vez más «resueltos» violenta e inapelablemente por una policía a su medida que, aunque pegue o hasta mate, tiene para este alcalde siempre razón. En su mente represiva, hasta el problema del tráfico se resuelve sobre todo con métodos policíacos, con una lluvia de bandos y multas ineficaces; después tendrá el valor, como estos días, de decir que a él también le indigna a veces ver cómo actúa la grúa.

Todo lo pretende solucionar, pues, con sus guardias este «Alcalde Policíaco», este señorito andaluz que está consiguiendo hacer del Madrid que lo acogió una ciudad inhóspita, policíaca, antidemocrática.

20040906. Alfombra.

Una conocida ONG, Intermón, está haciendo una campaña para que no se compren ciertas alfombras, que son tan finas porque están fabricadas con los pequeños dedos de los niños explotados del Sur. ¿Quién no estará contra ese escándalo?

«Pero» un conocido periodista, Haro Tecglen, denuncia a su vez que la única alternativa a la explotación para muchos niños del Tercer Mundo es el morirse de hambre, como tantos otros millones. Y que esa y otras campañas parecidas de boicot a productos del Sur van muy bien a ciertos fabricantes de países del Norte, para evitar la competencia.

¿Quién tiene la razón? Los dos, y ninguno: en ciertos momentos, uno u otro escándalo podrá parecer el peor, pero en el fondo lo más grave es que, con ese sistema de inhumanas desigualdades, hagamos lo que hagamos en el Norte, siempre estaremos perjudicando mucho, incluso matando a corto o medio plazo a muchos niños y adultos del Tercer Mundo.

Ya lo decían los economistas clásicos, cuando poca gente sabía leer y los tratados de economía podían ser más claros, más descarados: los más ricos no pueden vivir tan bien sin acelerar la muerte de los más pobres. Hoy existen recursos para que todos pudiéramos llevar una vida decente; pero el 20% más rico del mundo tiene (tenemos, en la UE) diecisiete veces más que el 20% más pobre, y las diferencias van aumentando, según datos oficiales de la ONU. Esta es la podredumbre insoportable que se esconde debajo de esas alfombras y, en definitiva, de todos los productos aparentemente tan buenos de un sistema tan desigual que no admite ni la justicia, ni la paz, ni el desarrollo sostenible.