Cartas a la prensa – Política – Social – 2001

20010125. Forrarse con los pisos.

Una empresa se anuncia profusamente, ofreciéndose a enseñar a “forrarse” a costa del prójimo en una necesidad vital, cobrando comisiones que pueden confundirse con el precio entero de un piso. A ese nivel de moral social nos encontramos.

20010719. Subvenciones a Dragó y a la Duquesa de Alba.

Estamos hartos de esos “rojos” que, aprovechando sus relaciones, no tienen empacho en apoderarse hasta de las pequeñas ayudas que, con dinero de todos, se destinan a auxiliar a los más pobres y necesitados. Ahora ha sido el “anarquista” escritor Fernando Sánchez Dragó quien, dejando en la cuneta a más de mil marginados, ha conseguido una de las pocas y pequeñas subvenciones destinadas a los prisioneros del franquismo. Ante el escándalo, acosado por la prensa, balbucea entre contradicciones: “Si llego a saber que me iban a dar esa miseria, no lo pido…” y “si he arrebatado dinero a alguien, estoy absolutamente dispuesto a entregárselo a una persona que lo necesite, aunque creo que me lo gastaré en una gran cena con amigos” (¡!). Así banquetea por todo lo alto, a costa nuestra, diciendo que es a cuenta del Estado contra el que lucha, y orgulloso por ello, este aprovechado “anarquista”.
Recordemos también el “ejemplo” de quien, dejando asimismo desamparados a muchos otros, consiguió más de ochocientos millones nuestros para cambiar la caldera de carbón de su palacio madrileño: fue la multimillonaria “Duquesa Roja”; en realidad, la Duquesa de Alba, es decir, la Duquesa de Blanco, color de “inocente” hipócritamente usado por la derecha y que, como vemos, tan legítimamente le corresponde (por lo de hipócrita, por supuesto).

20010830. Dimisiones de la ONCE.

Pocas cosas más repugnantes que el aprovecharse de la solidaridad del público con los minusválidos para fomentar oscuros intereses que perjudican a quienes pretenden ayudarlos, dejando a los mismos minusválidos aún más discapacitados y marginados. Distintos poderes han manipulado la compasión hacia los ciegos para distintos fines asociales, siendo sólo el mayor y más conocido el fomentar la afición el juego, hasta convertir España en una timba –haciendo perder incluso la conciencia, cristiana o socialista, de lo dañino de esta adicción-, y fomentar en el público, y en mucho de sus mismos miembros, la opinión de que -¡a estas alturas!- los ciegos sólo sirven para vender cupones.

El escándalo suscitado al irse destapando el vergonzoso papel jugado también por la ONCE en el juego especulativo de Gescartera no debe, pues, ser en modo alguno “resuelto” -en realidad, ocultado- tras un par de dimisiones, sino constituir la última, y proporcionalmente pequeña gota que hace por fin rebosar el vaso y promueve una reacción social que obligue a una transformación a todos los niveles de esa organización, proporcionándole transparencia, democracia y métodos más adecuados a sus loables fines.