Cartas a la prensa – Política – Social – 2000

20000523. Manos Unidas desvía ideológicamente los donativos.

“Al pan, pan; y al vino, vino”. Es pésimo ejemplo recoger dinero para causas humanitarias, de todos, y emplearlo en fines partidistas. Como pedir dinero al conjunto de la ciudadanía “contra el hambre en el mundo”, y emplearlo en difundir su ideología.

Por supuesto, hay que ser realistas, y no podemos esperar que una organización humanitaria musulmana, por ejemplo, proporcione carne de cerdo a los hambrientos; es decir, hay que admitir que tenga unas limitaciones negativas. Tampoco podemos pedir a una organización humanitaria católica que ayude, aunque sea de modo indirecto, a las mujeres que desean abortar, como en Alemania.

Otra cosa muy distinta es utilizar tales recursos “contra el hambre” para difundir directamente las ideas religiosas o morales. Es lo que está haciendo un anuncio muy difundido por distintos medios que arranca con un “¿Te gustaría ser prostituta en Europa?”. Muy dueña es esa ONG de pensar que la prostitución física, sexual, es un mal –aunque nos gustaría verla luchar con el mismo ímpetu contra muchas prostituciones intelectuales y morales que, según su misma ideología son, al menos en teoría, peores-; pero no que lo haga con una organización y fondos recogidos con otro objetivo.

Responderán quizá que las prostitutas lo son por hambre, por pura necesidad (conforme a lo que ellos mismos de hecho sienten que eso es lo peor). Pero tal apreciación es falsa: los estudios realizados sin desviaciones ideológicas muestran que muchas escogen esa profesión entre otras; y que, junto a las razones económicas –¿en qué profesión no predominan?- las del gusto por el sexo –es decir, las vocacionales- viene en segundo lugar. Aunque no la comparta, y desee cambiarla, respete Manos Unidas esa decisión, y no intente combatir comportamientos morales con recursos que le han sido confiados para otros fines.

20000707. Desigualdad social en España.

Las estadísticas de las Naciones Unidas, las más objetivas de las que disponemos, son concluyentes, y debieran hacernos reflexionar mucho: España ha pasado entre 1977 y 1978, de ser el país más igualitario de la Unión Europea, a ser sólo el octavo, absorbiendo el 20% más rico casi toda la prosperidad de que la UE ha gozado durante ese período.

Por supuesto, tiene que haber riqueza para que pueda repartirse; pero el PP, como los ricos en general, «olvida» demasiado que esa condición, necesaria, no es suficiente. Así, en un folleto oficial de la Comunidad de Madrid, que ha provocado el natural escándalo, se dice que consta de «5.000.000 de habitantes de alto nivel adquisitivo», cuando, según la poco sospechosa Cáritas, hay más del diez por ciento de madrileños por debajo del umbral de la pobreza, con menos de 44.000 pesetas mensuales, y el Ministerio de Trabajo reconoce 175.000 parados de los que sólo 103.000 cobran subsidio, habiendo además 218.000 viudas que cobran 60.000 pesetas al mes, etcétera.

Una serie de circunstancias, incluida la prosperidad económica, oculta a muchos esta creciente injusticia; pero cuando lleguen las vacas flacas y muchos pierdan parte de lo poco que ahora reciben, estarán tan consolidadas las instituciones favorecedoras de la desigualdad y tan oxidados y desmovilizados los mecanismos reivindicativos, que será muy difícil al conjunto de la sociedad encontrar un sistema de reajuste sin largos y dolorosos procedimientos, que un mejor comportamiento, más digno y ético, de gobernantes y gobernados, durante este período de bonanza, podría haber evitado.

20001109. Llamado a la solidaridad

La reina Sofía ha recibido un merecido premio por su lucha contra la pobreza apoyando los microcréditos a los más pobres, como prueba el mismo discurso que pronunció al recibir esa distinción, en el que «felicitó» al Gobierno español por su esfuerzo contra la pobreza. Todos sabemos, cifras cantan, que las partidas destinadas a estos fines en los presupuestos actualmente en debate son aún más bajas, y que incluso el magro 0,7 prometido desciende a niveles vergonzosos. Por ello estas palabras de la Reina no pueden ser interpretadas sino como una diplomática llamada de atención para que esos… «microcréditos» del presupuesto estatal no pierdan aún más credibilidad, no se deterioren aún más.

20011101. Vacas devoradoras de hombres.

El llamado «mal de las vacas locas» ha matado ya, de hecho, docenas… de millones de personas. Los políticos deberían seguir el ejemplo de su recién proclamado patrono, y denunciar, como hizo Tomas Moro en la misma Inglaterra, ese enorme genocidio que se está perpetrando hoy a escala mundial.

Según escribió ya el entonces Canciller del Reino, las ovejas inglesas, de inocente apariencia, eran en realidad caníbales, al apoderarse de tierras antes dedicadas a alimentar personas, devoradas así por el hambre. De ahí que un conocido axioma económico recordaba que «En un país superpoblado, el que come carne come hombres», es un caníbal; y más si come carne de vaca, carne doblemente costosa en productos vegetales que, por ejemplo, la de cerdo; y ¿qué decir si la misma vaca es alimentada en parte de productos orgánicos, como hoy?

Sí: en el actual mundo superpoblado, el enorme consumo de carne tan costosa en recursos naturales escasos -importando alimentos incluso de países ya hambrientos para engordar esos animales- equivale realmente a devorar en el Norte a muchas de las docenas de millones de personas que mueren cada año de desnutrición en el Sur. Sólo la distancia, los impersonales -inhumanos- mecanismos del mercado, el interesado racismo permite ignorar y «matar su mandarín», su hambriento, sin que se revuelva demasiado el estómago en su pesada digestión. E incluso tener el valor de añadir con hipócrita suficiencia que en el Sur hay países ricos y que habría para todos si todos fueran trabajadores, listos y buenos como el Norte presume ser, «olvidando» el papel capital que juega en sostener un sistema que mantiene y agrava cada vez más, según los mismos datos de la ONU, esas diferencias.

En términos físicos, «carnales», ese sistema lleva que cada vez menos personas engorden cada vez más, hasta reventar de enfermedades ligadas al sobrepeso, con substancias arrancadas cada vez más a más personas que van adelgazando cada vez más hasta morir devoradas por la desnutrición, «absorbida» su carne por los gordos del mundo, víctimas a su vez de su tan suicida como asesina glotonería, el «mal de las personas enloquecidas».