20060207. Putin corruptor.
Duro, trágico destino, el de la “Santa”- mejor sería decir “Mártir”- Rusia: de los zares al “comunismo”, y de éste a la KGB pura y dura.
Siguiendo los hábitos, y aprovechando los restos reagrupados del imperio soviético, Putin ha relanzado sobre Europa los tentáculos de la más vergonzosa corrupción económica; y a todo gas, como reveló, el escandaloso caso del ex jefe de Gobierno alemán, convertido a las pocas semanas en alto dirigente de la empresa ruso-alemana del gas que el Gergab mismo apañó con Putin. Incluso en el otro extremo de Europa, España, el nuevo y muy real ahora “oro de Moscú” provoca curiosas visitas “privadas” (¡y tanto!) de alguno los más altos dirigentes del Estado.
Junto a la corrupción económica de nuestros sistemas democráticos, destaca al papel “ejemplar” de autoritarismo de Putin, “modelo” cuyas repercusiones en el mundo entero han sido diferentes, pero no siempre inferiores, a las del Antiguo Régimen ruso. No olvidemos que el poco apetitoso candidato Putin consiguió ganar las elecciones gracias a unas “misteriosas” explosiones terroristas en Moscú, y a su encarnizamiento en la guerra de Chechenia. Como él, Bush pudo después afirmarse en un poder conquistado con unas elecciones “enmarañadas” gracias a unos atentados que, -al menos el del Pentágono, hoy tenemos pruebas evidentes de que fue directamente manipulado; consiguiendo ser reelegido gracias a la guerra de Irak, no menos amañada que la de Chechenia. Y ¿para qué hablar de la corrupción que, como una mancha de petróleo, facilitó desde Texas su elección y reelección, y sirvió para reclutar descaradamente infames aliados contra Irak?
Bush y su maestro Putin siguen liderando, en esta época de guerra caliente contra otros y parte de su mismo pueblo, ese terrorismo de Estado que provoca cada vez más en el mundo entero la desesperada respuesta del también, por supuesto, inaceptable y destructivo TNG, Terrorismo No Gubernamental.
20061212. Benditos dictadores.
Los pueblos que olvidan su historia se ven obligados a repetirla dolorosamente. Acaba de morir el dictador Pinochet. Hasta los Estados Unidos han pedido perdón por haberle apoyado. Pero tengo ante mis ojos la foto de Pinochet recibiendo la comunión de manos del Papa, quien entonces incluso tuvo el valor de defender la dictadura pinochetista, “como la romana”, con clara falsificación de la historia, pues el dictador romano era elegido, y sólo para y durante una guerra. Juan Pablo II seguía la línea de muchos Papas, que habían condenado duramente la democracia como funesto “error moderno”; Pío XII favoreció al nazismo, e incluso Pío XI bendijo los cañones fascistas, recibiendo en pago de Mussolini un Concordato que les ha permitido hasta ahora a los Papa disfrutar de su increíble “Estado Vaticano”.
Aquí en España, llevando bajo palio y dándole la máxima condecoración vaticana, la Orden de Cristo, al dictador Franco, el Vaticano consiguió un Concordato que, prácticamente intacto, sigue siendo uno de los principales obstáculos para nuestra democracia, y sus obispos han rechazado repetidamente los intentos de los católicos más decentes para que pidiera perdón por su apoyo irrestricto a la dictadura, que tanto daño ha causado en nuestro país.
Apenas estamos empezando a salir de una dictadura eclesiástica de hecho, que impedía hasta hace poco que -al menos en los medios de difusión más democráticos- se pudiera denunciar públicamente esta injusta hipoteca clerical que tanto ahoga nuestras libertades. Ya la ciudadanía coloca a la Iglesia católica como la institución en que menos confía. Pero la inercia histórica, la ignorancia, la credulidad, la debilidad y la cobardía de unos u otros hace que nuestras autoridades todavía cedan demasiadas veces, a costa de nuestro bolsillo, nuestra educación y nuestros derechos y libertades, a las exigencias de esos jerarcas. Y esos obispos, se crecen ante tantas debilidades y exigen cada día privilegios más costosos, y encima pretenden darnos lecciones de moral, como perfectos sucesores que son de los evangélicos… fariseos, cómplices fervorosos de tantos dictadores.