Política – Madrid – 2016

20160401 ¡Ay, Carmena!


                                ¡Ay, Carmena! Si no la conociera, hubiera creído que los medios daban incompleta la noticia de que la alcaldesa de Madrid.  Porque propone cambiar el nombre del Valle de los Caídos por el del “Valle de la paz” sin añadir “de los cementerios”, como tan justamente tituló Bernanos la paz instaurada por Franco tras nuestra guerra incivil.  Para ese cambio a peor, más conforme incluso con la ideología franquista, mejor conservar el nombre actual de valle de los caídos, víctimas como fueron todos de una trágica noción –propia, ajena o de ambos- del “por Dios y por España”.

                                Más lamentable y transcendente aún es la explicación que ha dado Carmena de que, al aplicar la Ley de Memoria Histórica “no hemos querido llevar a cabo un enjuiciamiento de conductas concretas de personas que tuvieron un papel determinante lo largo de la historia de España”.  ¿Acaso no promueve esa ley retirar honores a quienes por su comportamiento, que llegó en ocasiones a cometer auténticos crímenes de guerra, juzgamos hoy que no lo merecen? La paz verdadera y perdurable sólo se consigue haciendo realmente justicia, no repitiendo “paz” una y otra vez para intentar hacer creer a los demás de lo que no hay, como hizo el franquismo y después la tan pobre y encima “golpeada” transición.

20160223 Carmena mató a Manolete.

                                  El mal perder la alcaldía de Madrid por parte de quienes nunca han sido demócratas, y su estar a punto de perder también el gobierno de España por culpa de un Rajoy que apesta y a quien no quieren ya ni la mitad de sus mismos votantes, ha hecho que la ultraderecha culpe a Carmena hasta de la muerte de Manolete. ¿Hay algo más ridículo que creer que ella decidió, o incluso tenía que estar enterada de donde se iba a colocar una pequeña exposición educativa respecto a los mitos sobre la vagina, en un barrio de Madrid? ¿O que fuera ella la responsable de que sólo a última hora, pero antes de que empezara la función, se avisara que un teatrillo no era para niños, y donde el “Viva ETA” era una pancarta que un policía títere plantaba a un manifestante?

                                La lista de sus falsas acusaciones es tan larga como vergonzosa, si tuvieran vergüenza.  El que achaquen también a la Cabalgata de Carmena el que los niños no crean ya en los Reyes Magos muestra que se imaginan que sus hijos son tan ilusos como ellos. Y un día de estos es probable que culpen asimismo a la alcaldesa de que los niños no crean ya tampoco en el ratoncito Pérez, después de los recientes escándalos de empresas odontológicas. Sólo la mala fe de esos ultraderechistas, y su dominio ilegal sobre medios de difusión públicos, para no hablar de los privados, han podido crear esos falsos escándalos para intentar tapar los reales y enormes escándalos de corrupción de su partido, el PP, cuya parte más sana ya repudia abiertamente, como Casado.

20160209 Carmena, mal informada.

                              Me duele, pero no me extraña la tan probada mala fe de algunos. Pero sí me sorprende la mala información de Carmena, al pedir perdón cuando debería haberlos denunciado a ellos, no a sus víctimas. Porque en Granada se había realizado ya la obra de los titiriteros hoy encarcelados en Madrid, y hay centenares de testigos –como consta en Internet-, que prueban que era un títere policial el que “plantaba” una pancarta en favor de ETA en un manifestante noqueado. La mala fe política de uno o varios falsos testigos invirtió el papel de ambos personajes, en un nuevo montaje.

                              El lógico interés de los policías por preferir una versión que no incriminara a algunos miembros de su Cuerpo, así como la patente parcialidad de un juez procedente de la policía y de tendencia ultraconservadora, consumó la tremenda injusticia de meter en la cárcel, sin contrastar los datos, a dos inocentes. Es de esperar que la alcaldesa rectifique, incluso por provecho propio, y que la anunciada manifestación para el sábado no sea en favor de la libertad de expresión –lo que confirmaría la falsa versión de sus acusadores- sino contra los montajes políticos de ciertos ciudadanos e incluso autoridades.

20160207 Demócratas franquistas.

                                       En España, la gran mayoría hemos sido educados durante el franquismo o por profesores que fueron adoctrinados por él. Se nos inculcó, para que aborreciéramos, que la libertad de expresión era la de poder gritar “¡Fuego!” en un teatro. Al morir Franco, huérfanos, no quedaba otra –era la moda necesaria- que ser demócrata, conversión que muchos hicieron mantenido esa noción de que la libertad de expresión era ilimitada: es decir, son demócratas franquistas.

                                       Una prueba más, actualizada, la da la defensa que no pocos han hecho de unos titiriteros anarquistas que exhibían como normales o incluso debidas una serie de salvajadas. Argumentan que lo hacían de broma. Claro, como sería gritar “¡Fuego!” donde no lo hay. Y, encima, a niños, todavía menos preparados que los adultos de nuestro país a comprender la ironía, lo que exige una cultura y un relativismo cultural que las reacciones ante este escándalo han puesto una vez más de manifiesto por ambos extremos que todavía son bastante deficientes en nuestro país.