20100417. Por qué juzgan a Garzón.
Un artículo de C. Taibo explica muy bien lo que ocurre a los foráneos que “muestran su extrañeza”, asombrados de que los fascistas españoles, a estas alturas, puedan hacer juzgar al juez Garzón, y de los “recelos en defenderlo” por parte de personas como Taibo. Claro que éste abanderado de cierta izquierda lo explica de modo muy distinto al que pretende hacerlo. Porque, perdiéndose en los detalles, los árboles no le dejan –o permite que no le dejen- ver el bosque, valorar el peso de cada hecho; todos tenemos nuestras deficiencias y fallos, y lo que cuenta es el saldo; y además, hoy con lo de Garzón, ya no se trata de juzgar o no a una persona, sino a un régimen, y el estado de la Justicia (aunque, antes de que critiquemos tan obvio fallo, Taibo afirme y repita ,como si fuera un mantra salvador, que él no va a pecar por ahí: “excusatio non petita, acusatio manifesta”). Por ello, su tan largo como tortuoso artículo, con su torpe argumentar contra Garzón, ha sido recibido por los envalentonados fascistas con tanto gozo como burlas hacia una izquierda que, dividiéndose y autofagocitándose, les ayuda de un modo tan gratuito como suicida.
20101007. Protestas contraproducentes.
A mí me dan mucha pena, máxime cuando tiendo a solidarizarme con su causa, de esas personas o grupos que escenifican protestas que son directamente contraproducentes. Como el gesto de los trabajadores que acaban de quemar una foto del presidente de la Junta de Galicia, Feijóo, o los republicanos que repetidamente han quemado fotos del rey, en vez de ir a la raíz y atacar el sistema que consideran injusto, y a sus símbolos. Es inhumano, desproporcionado y directamente contraproducente el quemar personas, aunque sea en efigie; como son bárbaros ciertos lemas que aun se oyen en alguna manifestación: “Obrero despedido, patrón colgado” o “Violación, castración”. Tanta irracionalidad es una de las causas de que, en lugar de mejorar, estemos aún como estamos.
20101015. La izquierda purista.
Un año más, la izquierda purista se manifestó el 12 de octubre en todo su estéril orgullo, critican el descubrimiento de América, con el lema “Pero ¿hay algo que celebrar?”. Por supuesto, como en todo gran acontecimiento histórico, hay mucho que celebrar, y mucho que lamentar. Pero esos cartujos de la izquierda, presos del más irracional y simplista maniqueísmo, no entienden que este hecho es relativo, porque no quieren mancharse con una penosa e incómoda acción sobre la realidad, y prefieren dejar el campo a la derecha, e incluso a la extrema derecha, como hemos visto demasiado bien en Madrid, y montar su teatro entre cuatro amiguetes en un rincón.
Son los mismos que se negaron el 29-S a participar en la manifestación de la huelga general, para no “mancharse” con unos sindicatos flojos, en vez de ir y potenciar la reivindicación. Y son los mismos que rechazan participar en los gobiernos, para poder criticarlos cómodamente desde fuera. Debilitando y saboteando a quienes, con mayor o menor acierto, se mojan luchando por mejorar el mundo real, son los más eficaces aliados objetivos de la parte más regresiva de nuestra sociedad.