Política – General – 2011

20011016. Múgica, sin entrañas.

 

“Por la boca muere el pez”. Mientras incluso los mismos estadounidenses reconocen mayoritariamente en las encuestas que el comportamiento de Israel influyó en los atentados terroristas del 11 de septiembre, y su gobierno se decide por fin a dar un paso importante en el reconocimiento del pueblo palestino, aquí el señor E. Múgica nos sale por las buenas proclamando que “los judíos no tienen ninguna responsabilidad, en absoluto… Jamás Israel, en las conversaciones con Palestina, ha sido más generoso de lo que lo está siendo ahora” (sic), por lo que, considera “inexplicable e injusto” cualquier crítica al sionismo.

Sería ridícula, si no fuera tan grave, esta ceguera total de tantos judíos, incluso en la lejana diáspora, como este señor Múgica, que, una vez más, aprovecha su cargo para meter baza en los temas que realmente le interesan; es una ceguera que sigue tiñendo de sangre y muerte Oriente Medio, incluso con “asesinatos selectivos” (el nombre lo dice todo) y cuyas salpicaduras están cada vez más cerca.

La entrevista termina también de modo estremecedor: al preguntarle el periodista, consciente la dura actitud que ha tenido al no recurrir, como le pedían nada menos que ochocientas personalidades y organizaciones, la Ley de Extranjería, que qué haría él si viera en una playa de Algeciras una patera de emigrantes que intenta llegar a tierra, Múgica contesta secamente: “-Yo no sé nadar”. ¿Qué entrañas tiene, si tiene, este “defensor” del pueblo que, con tal abogado, no necesita enemigos? ¿Hasta cuando tendremos los ciudadanos que soportar tanta inhumanidad y tanta desfachatez?

20011030. Transición milagrosa.

A diferencia de otros, y ayudado quizá por haber sido profesor de ciencias políticas en varias universidades extranjeras, yo sí comprendo el interés que acaba de congregar en Madrid a tantos destacados políticos mundiales. Pocas cosas pueden ser, en efecto, más útiles a los de arriba que comprender y utilizar los mecanismos del llamado “milagro español”: cambiar sin que pase nada, realmente nada.

En apretada síntesis, recordemos que, tras veinticinco años de paz… democrática, y tantas votaciones y hasta un referéndum, gobierna toda España con mayoría absoluta un partido fundado por uno de los principales ministros de Franco, quien (el ministro, claro) sigue gobernando también con mayoría absoluta en su región, Galicia.  Que el Parlamento, mediante prudentes medidas (listas cerradas, ley D´Hondt y otras peculiaridades castizas) suele estar formados por sólidas mayorías, que le convierten en un mero apéndice y rodillo del Gobierno. Que el Poder Judicial, de una continuidad post transicional, incluso personal, aún más admirable, no constituye, hasta por su misma lentitud, el menor obstáculo para el Gobierno de turno. Es decir, que España ha conseguido superar la división democrática de poderes, a Montesquieu, como ya declarara A. Guerra. Que los “poderes fácticos”, actuando algo más discretamente (ya ni se les llama así) tienen más poder –empezando por el más cifrable, el económico- que nunca. Que el Jefe del Estado sigue siendo el mismo que nombró Franco, con unos privilegios sin par en toda Europa.  Etcétera, etcétera, etcétera.

Milagro sin par de estabilidad, seguridad y continuidad, la transición española responde, pues, como ningún otro fenómeno social, al famoso “cuanto más cambia, más resulta ser la misma cosa”. Con toda razón desde su punto de vista puede pues proclamar el actual jefe del Gobierno: “España va –sigue yendo- bien”.

20011115. Suceder a Aznar.

Un principio clave en una democracia es que no hay “salvadores de la patria”, “hombres providenciales”, personas insustituibles. De ahí que, aunque no esté de acuerdo en muchas cosas con él, me parezca muy estimable la promesa de Aznar de no pretender eternizarse en el cargo, imitando a otros predecesores suyos, que prefiero no recordar. Más aún, me parece importante que la “no reelección” o, al menos, la no requete-elección, se haga norma en nuestro país, como en otras democracias, incluida la de Estados Unidos.

Por eso mismo me parece muy lamentable el que algunos segundones del entorno de Aznar, máxime los que obviamente no tienen ningún futuro político si éste cumple su palabra, se empeñen en que Aznar rompa su promesa, como pide, con patética y vergonzosa insistencia estos días Álvarez Cascos. ¡Ojalá el creciente ejemplo democrático de renovación impulse con el tiempo a renovar líderes incluso en países e instituciones poco democráticas, hoy especialmente corrompidas por el estancamiento, hasta la senilidad biológica más evidente, de personajes prisioneros de la adulación de unas camarillas interesadas en continuar con sus privilegios a costa de todos los demás!

20011119. Franco y transición.

             Al celebrarse este 20 de noviembre el primer aniversario de los nuevos 25 años de paz, tras 1975, quizá sería el momento en que la sociedad española debiera atreverse a mirarse al espejo y comprender mejor su rostro actual. Muy significativo es que el día final del gobierno de Franco no sea la fiesta de la democracia, sino la de los partidarios del dictador, porque no se consiguió acabar con la dictadura y murió tranquilamente en su cama, tras largísima vida y enfermedad.

              Confirman el por qué el 20-N es la fiesta de quienes lo es una serie de hechos capitales, como el que en el primer aniversario de los nuevos 25 años de paz… o paciencia democrática:

  • Gobierna con mayoría absoluta un ministro suyo en Galicia, que nunca se ha desmarcado ni en una coma de aquel régimen.
  • Gobierna en toda España, asimismo con mayoría absoluta, el partido que él fundó.
  • Sigue de Jefe de Estado –por supuesto, también democráticamente legalizado ¿quién se atrevería a decir lo contrario?- el mismo hombre elegido para el cargo por Franco.
  • La “oposición tranquila” –según tiene a gala definirse a sí misma- espera con no menos paciencia que le llegue el día hasta al Zapatero de turno de ser el leal gestor del sistema, repitiendo el “prefiero un régimen fuerte, aunque sea de derechas” que ya caracterizara la administración de Felipe González, al que el dicho Zapatero acaba de ratificar su adhesión inquebrantable, afirmando que constituye “su referencia”.

20111206. Lágrimas de políticos.

                           Las lágrimas de la ministra italiana de Trabajo, Elsa Fornero, al anunciar los recortes sociales han mostrado al pueblo la gravedad de la situación y que hay políticos humanos.

                            En España lloró, sí,  un Moratinos, pero cuanto le despidieron por sus fracasos en el Ministerio de Asuntos Exteriores; y también lloró –según reveló Bono- una ministra, al anunciar Zapatero en Consejo de Ministros su cese, consiguiendo así evitarlo. Es decir, lloraron sólo por sus problemas, no por los de los demás. Como Zapatero en persona, quien, después de recortar las pensiones, contra todas sus promesas, bajó incluso la ayuda contra  el hambre del Tercer mundo, lloriqueando de que eso le dolía “como cortarse un brazo”… para volver a recortarla de nuevo poco después, y llamar encima bellacos a quien dijera que hacía recortes; con razón, ya de niños, sin leer a Freud, canturreábamos: “El que lo dice lo es”.    

                             Hoy mismo, el último jefe de esos “socialistas obreros” (¡!),  después de llevar a su grupo al mayor y más merecido fracaso, intenta mantener su empleo, -“Rubalcaba para siempre”-, sin haber preocupado apenas en su campaña, siquiera fuera de boquilla, por el desempleo de cinco millones de ciudadanos. Por eso en España somos los de abajo los que hemos llorado de rabia y dado ya parte de su merecido a esos egocéntricos e indignos políticos.

20011209. Aniversario de la Constitución.

En los albores de la medicina moderna, el viejo profesor hacía notar a sus estudiantes que los enfermos más graves no eran lo inquietos, o incluso los que se retorcían de dolor, sino los aparentemente más tranquilos, pero ya sin fuerzas y resignados a su fatal destino.

En modo parecido, ya no constato, en los aniversarios de la Constitución española, ni inquietud ni quejas por su falta de cumplimiento, por la ausencia de derechos y libertades (a pesar de que bastaría saber contar con los dedos para saber que cada día hay menos pluralismo, menos partidos, menos medios de difusión, etcétera). 

  Aún mayor ha sido ya esta paz de mal agüero este año, en el que el 11-S ha provocado a nivel mundial, como el 23-F hizo en España, un fuerte “golpe de timón” autoritario. Empleando la oportuna frase de un ilustre estadounidense, Benjamín Franklin, yo también opino que “Quienes prefieren la seguridad a la libertad no merecen ni la seguridad ni la libertad”. De seguir así, quizá un día se decida, para ahorrar tristes recuerdos, la conmemoración de la Constitución al Día de Difuntos.