Política – General – 1998

19980302. Incapacidad política generalizada.

Dos años tras perder el poder, Felipe González sigue siendo el político más valorado. Permítaseme, como ciudadano y politólogo, recordar dos hechos de su última época, -basados en sus propias declaraciones-, que merecerían estar en una antología: 1. Al destaparse el caso Roldán, González comentó que había pensado hacerle ministro del Interior; y 2. Tras declarar ante la Justicia que no sabía nada de los GAL, agradeció públicamente a sus compañeros implicados que no le hubieran informado al respecto.

Es difícil encontrar en la historia mayores ejemplos de incapacidad confesa para saber gobernar en el primer caso, y de irresponsabilidad, insolidaridad y desvergüenza en el segundo. Confesiones ambas de González que, al no ir seguidas de declaraciones de arrepentimiento y dimisión demuestran hasta qué punto o es tonto o tiene -con bastante razón, vistas las encuestas- a sus seguidores como necios. Ya lo decía A. Guerra: «Media España está loca», proyectando su menosprecio a la otra media España que no les seguía.

Yo no creo en locuras irremediables, pero me parece necesario denunciar, para poder remediarla, la tremenda inmadurez democrática de ambos lados. De la derecha, porque, a pesar de todo, le ha costado tanto vencer precariamente y aún no consigue convencer más a la población; de la izquierda, porque aún mantiene el tipo, se niega a reconocer -en serio, y adoptando los cambios que se imponen- la gravedad de los males que le han llevado a esta situación.

19980420. Miope parroquialismo.

Hace poco me creí francamente transportado a épocas preconstitucionales cuando vi, por las calles de Málaga, a un grupo de legionarios, de riguroso uniforme, llevando en procesión a un Cristo crucificado. ¿Cosas del Sur? No: El Club de Fútbol Barcelona acaba de ganar también en esto, al ofrecer el título de Liga a la Virgen de la Merced, patrona de Barcelona, que, como se ve, ha ganado, a su vez, en esto a la de Montserrat, patrona de Cataluña, a la que consagraban antes sus triunfos; la próxima vez festejarán a la Virgen del barrio de Las Corts, en de acuerdo también con su lamentable y creciente miopía «nacionalista», e incluso de barrio.

Claro está que, aunque «más que un club», el Barcelona no es un organismo oficial, como el Ejército y su Legión; pero sería más coherente, más decente, más auténticamente religioso incluso, que, para evitar abusos y reclamaciones, para ser socio de ese club se exigiera la fe de bautismo.