20190712 Franco, nuestro mayor asesino y ladrón.
Ese militar golpista declaró a la prensa internacional estar dispuesto a matar a media España para salvar a la otra media; más aún, siguió matando a sangría fría muchos años después de terminada oficialmente la guerra. Sin duda, cifras cantan aquí fúnebremente, Franco ha sido el mayor asesino de nuestra historia; incluso el mayor homicida, por las muchas docenas de miles de soldados o partidarios suyos que murieron debido a su impericia militar y a su menosprecio de la vida ajena.
También, si no el mayor, -hay tanta competencia- ha sido un gran ladrón en nuestra historia, por las enormes riquezas que acumuló con malas artes, como se acaba de destapar en uno de sus manejos con el Pazo de Meirás; rapiñas de las que se pavoneaba, su pareja, “la collares” que tenía la desvergüenza de ponerse a la vez varios de los que robaba en las joyerías con el siniestro truco de desafiarles a que enviaran la cuenta a su marido.
Vergüenza también el que medio siglo tras su muerte la mayoría de los ciudadanos y medios de difusión tengan miedo de denunciarlo y que el Gobierno encuentra tantas dificultades para poner al tirano en su sitio y reclamar a sus familiares y cómplices cuentas de sus complicidades políticas y sus descarados saqueos.
20191010 Una familia siniestra.
Los parientes de Franco han pretendido reivindicar su derecho a enterrar al muerto donde ellos quieran. No cabe mayor desvergüenza, dado que el dictador enterró en el Valle a miles de personas contra el parecer de sus familias. Más aún, cuando ellos siguen impidiendo que muchos más aún, que bajo sus órdenes asesinaron y ocultaron en las cunetas, puedan ser enterrados decentemente por sus familiares.
Tanto por incitar al odio entre los ciudadanos como por seguir viviendo de lo robado a un incontable número de españoles, bienes que en alguna ocasión han intentado exportar ilegalmente, esa siniestra familia y sus cómplices debieran haber recibido ya hace tiempo el castigo legal correspondiente.
20191025 Los profanadores.
Todos sabemos que el mentiroso y el ladrón se defiende jurando que los que mienten o roban son los demás. Como ahora los violentos y totalitarios en Cataluña llaman fascistas a quienes defendemos nuestros derechos humanos.
Hoy los franquistas tienen el inmenso descaro de llamar profanadores a quienes aprobamos sacar los restos de uno de los mayores profanadores de la historia, que sacó de sus tumbas a muchos miles de muertos, lo que nunca hubieran querido ni ellos ni sus familias; y menos para su falsa política de paz… de los cementerios.
Nunca los hijos de la dictadura habrían llamado profanador a quien lo hubiera sacado para darle una sepultura aún más gloriosa, pero ahora protestan cuando se trata de quien fue enterrado ilegalmente -no fue caído de la guerra- y cuyo entierro con sus víctimas constituyó u una nueva profanación para todas ellas. ¿Se puede ser más miserable que estos remanentes de la más sangrienta dictadura que ha padecido España?