20160702 Demócratas franquistas.
En España, la gran mayoría hemos sido educados durante el franquismo o por profesores que fueron adoctrinados por él. Se nos inculcó, para que aborreciéramos, que la libertad de expresión era la de poder gritar “¡Fuego!” en un teatro. Al morir Franco, huérfanos, no quedaba otra –era la moda necesaria- que ser demócrata, conversión que muchos hicieron mantenido esa noción de que la libertad de expresión era ilimitada: es decir, son demócratas franquistas.
Una prueba más, actualizada, la da la defensa que no pocos han hecho de unos titiriteros anarquistas que exhibían como normales o incluso debidas una serie de salvajadas. Argumentan que lo hacían de broma. Claro, como sería gritar “¡Fuego!” donde no lo hay. Y, encima, a niños, todavía menos preparados que los adultos de nuestro país a comprender la ironía, lo que exige una cultura y un relativismo cultural que las reacciones ante este escándalo han puesto una vez más de manifiesto por ambos extremos que todavía son bastante deficientes en nuestro país.