Política – Franquismo – 2008

20081026. Enterrar a la justicia.

Se mal entierran cadáveres y ahora quiere mal enterrar a la Justicia
Saben muy bien qué intereses defienden quienes han invitado a la canadiense Margaret Atwood a venir a España a afirmar, y en estos momentos, que es demasiado tarde para juzgar al franquismo. Porque nunca, nunca es demasiado tarde para hacer justicia, para juzgar y condenar, al menos moralmente, tantos crímenes contra la humanidad. Y menos mal que por urdir ese cuento le han dado a esa cuentista sólo el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, y no el de la Concordia. Resulta intolerable que, después de mal enterrar los cadáveres de tantos asesinados, se empleen ahora 50.000 euros de nuestros impuestos para intentar mal enterrar también la justicia comprando a una persona de fachada hasta ahora aparentemente respetable, e incluso conocida socia de Amnistía Internacional. Pido, pues, que los ciudadanos expresen su más enérgico rechazo a este nuevo escarnio.

20081103. Heridas quizá sanadoras.

Por fin se han publicado en casi todas partes imágenes que hieren de verdad nuestra sensibilidad: un montón de esqueletos de civiles asesinados por “ajustes de cuentas” oficiales tras una guerra civil, y mal enterrados en un campo; horror que sabemos esconden todavía tantos y tantos puntos de nuestro país.

¿Habrá llegado, por fin, el momento en que nuestra conciencia colectiva reaccione ante este espantoso trauma, tan celosamente callado, escondido y hasta furiosamente negado, por el profundo miedo que aún nos queda a todos, como víctimas o culpables que somos, en mayor o menor grado, de aquella tremenda barbarie? ¿Podremos, de una vez, comenzar una transición sobre bases sólidas, no la impuesta por los golpistas de 1936, renovadas por sus seguidores en el triste “pacto del capó” de 1981? ¿Se acabará el oficial homenaje servil a las autoridades civiles y eclesiásticas que se sumaron, cuando no tenían más remedio, tras la muerte del dictador o del fracaso parcial del segundo golpe, a una apariencia de democracia que aún padecemos?

En este punto concreto ¿llegará pronto la hora en que no se discuta el derecho y el deber de enterrar dignamente a unos muertos, cuando los golpistas tienen desde siempre grandes mausoleos, y se sigue santificando ostentosamente a unos mártires que, casi todos, lo fueron precisamente por oponerse al Evangelio, apoyando a los ricos más injustos y bendiciendo con entusiasmo a los verdugos de estos asesinatos masivos sin juicio? ¿Contribuirán esas imágenes a abrirnos unas heridas sanadoras, que nos permitan sacar el pus que corrompe todavía nuestro organismo colectivo, o ese tan insano y degradante temor nos llevará a dejar crecer de nuevo una dura costra, que retrase de nuevo sin fecha una real curación de nuestro aún tan nocivamente infectado sistema social?

20081114. España, democracia vigilada.

Estos días en torno al 20-N nos recuerdan que España sigue siendo muy diferente, incluso en su democracia. Ya no es oficialmente “orgánica”, pero hemos de recordar que, durante muchos, muchos años, sólo se manifestaban por la muerte del dictador y del fundador del fascismo… sus seguidores; y que los contramanifestantes del 20-N son sólo, incluso hoy, “jóvenes extremistas”, muy vigilados e incluso hostigados por las fuerzas del “orden” aún imperante. Y que, -como el mismo Jefe del Estado, nombrado directamente por el dictador-, el ex ministro predilecto de Franco jamás ha renegado de él, y sigue aún de senador, y presidente de honor del partido que tras su muerte tuvo que fundar para seguir mandando; partido que ha gobernado ya España durante larguísimos años con una adaptada “democracia populista”, ya que no puede ser orgánica; y que su delfín, que todavía habla de la “increíble placidez” que disfrutaba en la dictadura, ya que no ha podido sucederle por sus múltiples fracasos, va a ser propuesto ahora como eurodiputado Mayor.

Por si todo esto fuera poco, ahora, reunidos de urgencia ante la emergencia, los jueces han parado – como exigía el fiscal del Gobierno de turno, del PSOE de la Ley de Memoria Histórica congelada-, la intolerable iniciativa de un juez que pretendía reparar en parte a las víctimas de algunas de las matanzas de la dictadura; y eso tras 70 años, cuando eso se hizo enseguida en Italia, Alemania o Francia, para no hablar de Sudáfrica o Chile.

Lo menos, pues, que tendríamos que decir aquí, para no mentir descaradamente, sería, como en el Chile en el que Pinochet había dejado de ser dictador –por un referéndum, no tras su muerte- pero seguía allí él y sus muchos e influyentes cómplices, que estamos técnicamente todavía en una “democracia vigilada”.