20050319. Estatua.
Con gran profesionalidad -¿no es su negocio?- algunos de ellos hacen gestos de disgusto, para que mantengamos la esperanza de que está habiendo un cambio. Pero el sacar la estatua del viejo Caudillo –caballo incluido- les resulta hoy conveniente, pues ya proliferan las estatuas de sus legítimos sucesores, y se están asegurando las de sus hijos y los hijos de sus hijos. Todo atado y bien atado. Como la estatua, esta maniobra política es de lo más clásico.
20050321. Estatua de Franco.
Todos, aunque esto no guste a los extremistas, tienen parte de razón respecto a lo sucedido con la estatua de Franco. El PSOE, sacándola tras la votación unánime del Parlamento contra los símbolos franquistas, y hasta en su semi clandestina extracción de noche -¡poco más, y habría sido multado por la Policía Municipal, que exigió los papeles a sus empleados!-, con achaque de intentar evitar los problemas “de tráfico”… y otros. El PP tiene también parte de razón al criticar ese disimulo y apuntar que, si ya se puede sacar sin problemas, tampoco era ya problema dejarla, aunque tampoco sean del todo verdad ninguna de las dos cosas. Y tampoco carece de valor el argumento de los críticos de ambos, al señalar las notables diferencias entre el cuándo, el cómo y por quien se ha sacado esa estatua en relación con lo ocurrido con las de otros dictadores, lo que es también muy simbólico del carácter real de nuestra transición, y de donde nos encontramos aún en ese camino.
20050328. Complejos residuales del franquismo.
Hemos de caernos del burro, no del caballo, como (la estatua de) Franco. La crispación ha saltado por el modo vergonzante de liquidar su monumento; y también hubiera sido fuerte de haberlo sacado solemnemente. Porque la crispación la llevamos todos muy dentro, y a flor de piel.
Muchos tienen, en efecto el enorme y muy justificado complejo de no haber puesto a Franco en su sitio en sus cuarenta (40) años de dictadura, toda su vida, y ni siquiera a su estatua hasta treinta (30) años después. Ni, caso inédito en Europa, haber pedido después responsabilidades a sus principales colaboradores, uno de los cuales, ministro suyo, sin renegar nunca de la dictadura, consiguió fundar un partido que ha gobernado hasta ayer con mayoría absoluta y absolutismo –caso Irak, entre otros-, ni renegar de la dictadura hasta después de veintinueve años, y teniendo todavía, a pesar de eso o, en el fondo, en parte quizá por eso mismo en ciertos casos, el respaldo de casi la mitad de la población.
De estos últimos, los votantes del PP, la gran mayoría son ya más o menos demócratas, pero les parece más llevadero pensar que la dictadura franquista no fue apenas tal que tener que reconocer su impotencia o incluso complicidad –o la de su familia, al hacer ya tantos años- con el franquismo. De ahí que Fraga y tantos otros dirigentes de su partido crean todavía que “la calle es suya”, y con ella el monumento a un dictador que se impuso a sangre y fuego, incluso de “moros”, matando masivamente a sus propios conciudadanos, mientras que Hitler y Mussolini –cuyas estatuas sí fueron sacadas de inmediato de sus países- “sólo” hicieron la guerra a los extranjeros.
20050620. Argentina digna.
Felicitaciones a la Argentina de parte de este “gallego”, tantos años acogido allí, porque la derogación de la Ley de Punto Final le ha permitido recobrar el propio respeto y dignidad y juzgar los crímenes de la dictadura. Y una sana envidia por parte de quien ha visto cómo en su propio país no hizo falta ni proclamar una inicua Ley de Punto Final, porque no sólo no se han perseguido los mucho más numerosos y duraderos crímenes de los golpistas de esta dictadura, sino que los torturadores y principales dirigentes de ella, impunes e impenitentes, han seguido recibiendo medallas y presentándose y siendo elegidos para altos cargos del Estado, mientras que aún se considera “peligroso para la democracia” hasta desenterrar los cadáveres de tantos asesinados extrajudicialmente y enterrados aún en las cunetas de las carreteras.
20050628. Fraga descabalgado.
Tan tardío y tan mezquino en sus formas, el descabalgamiento del poder de Fraga, como el de la estatua ecuestre de su Caudillo, muestra hasta qué punto es mezquina todavía nuestra democracia. Las alargadas sombras de las respectivas fundaciones de Franco y de Fraga siguen influyendo en nuestra vida social en un grado impensable en países de nuestro entorno. La libertad es el fruto de una vigilancia y lucha diaria, nunca la herencia de un dictador muerto o un puñado de votos. No pocos “representantes” nuestros, y no sólo los del partido fundado por Fraga, todavía se parecen demasiado a los caciques de antaño, y con sus listas cerradas y otras mil triquiñuelas mantienen secuestradas muchas libertades y derechos de un pueblo todavía poco dispuesto en general a hacerse respetar por ellos.