20000619. Pocos manifestantes contra Putin.
¿Dónde estaban tantos que se proclaman partidarios de la paz, de los derechos humanos, de la libertad de expresión? La única manifestación de protesta durante la visita de Putin a España por el genocidio en Chechenia y contra el amordazamiento de la oposición en Rusia reunió solo a unas docenas de manifestantes, en su mayoría muy jóvenes, ante el Ministerio de Asuntos Exteriores, con pancartas tales como, con pancartas tales como «Rusia, paz en Chechenia» y «Ruin, con Putin, libertad de expresión: disidentes a prisión»; reclamaciones tan justas que, ante las mucho más generalizadas protestas en otras partes, el presidente ruso tuvo que liberar ya a su disidente; y si tanto militante demócrata que se quedó en su casa hubiera salido a protestar, es probable que la misma guerra en Chechenia estaría más cercana a un final menos opresivo y sangriento.
20000629. Kosovo.
Aunque me costó más de un disgusto, yo estuve activamente a favor de la intervención de la OTAN en Kosovo; y sigo estándolo, a pesar de lo mal que lo hizo, agravando mis dudas al respecto (sólo los necios y los mentirosos no dudan). «Sin embargo», hoy quisiera estar en la cárcel en solidaridad con el concejal de Jaén al que el juez ha condenado por escribir una pintada: «Ni OTAN ni Milosevic: paremos la guerra».
Muchos no entienden esta «contradicción» mía, que no es sino el ABC de la democracia, formulado ya hace siglos: «Disiento de lo que dice, pero defenderé a muerte su derecho a decirlo» (Voltaire). El juez que ha metido en la cárcel al concejal ha condenado así a la democracia, y a todos los demócratas. Al atacar a la verdadera justicia con una caricatura de ella («máxima legalidad, máxima barbaridad»), ha cometido la peor prevaricación posible: ponerse al servicio del poderoso de turno, contra los más elementales derechos humanos, como es la libertad de expresión en temas de vida o muerte, como fue esa guerra, en la que nosotros, hay que recordarlo, participamos. Buen porvenir económico le espera a ese juez en un sistema que compra a buen precio a quienes ayudan al poder a «limpiar» cualquier expresión de disidencia, con la más inmaculada de las excusas: la estética y hasta ecológica, según está haciendo, demasiado bien, con demasiados cómplices, y superando incluso lamentables conductas antidemocráticas anteriores, el actual gobierno.