Política – Europa – 1998

19980209. Alemania, en una deriva peligrosa.

Debemos ir tomando conciencia de que los actos de los demás Estados de la Unión Europea nos afectan cada vez más, se convierten en auténtica política interior nuestra; máxime los del mayor país de la Unión, Alemania. Pues bien: en menos de una semana se han dado ahí dos hechos muy alarmantes en el mismo sentido. El primero, tan protestado por su oposición, ha sido un brutal recorte de las libertades, de la inviolabilidad del domicilio, autorizándose las escuchas a casi todos los ciudadanos, incluso sin antecedentes ni motivos aceptados por un juez, con achaque de mayor seguridad contra el crimen. El segundo ha sido el apoyo de Kohl a los Estados Unidos, rompiendo su significativo aislamiento (excepto por Gran Bretaña, su eterno y vergonzoso apéndice) en su pretensión, también respecto a Irak, de ser el «gendarme» internacional, dejando de lado la ONU.

En estas gravísimas circunstancias nos vemos obligados a recordar -aun sin considerar 1870 y otros significativos precedentes- que regímenes autoritarios alemanes han sido los que han provocado las dos guerras mundiales, la tercera de las cuales -advierte Yeltsin- podría estar ligada a este recrudecimiento del conflicto iraquí. Más vale exagerar en prevención, ahora que esas tendencias autoritarias en Alemania son, creemos, todavía modificables. No es esta la Europa que queremos; más aún, y como otros países, si estamos haciendo grandes esfuerzos para unirnos pronto a Alemania es, en gran parte para que ella no sea así. De lo contrario, contra una Alemania en que dominara plenamente de nuevo un régimen autoritario, la Europa democrática se vería obligada a unirse otra vez para defenderse.