Política – Cataluña – 2005

20051009. Maragall, incapaz.

                            Yo traduje con placer los versos del otro Maragall, el inspirado, sobre Cataluña; ahora constato con enorme disgusto que cada vez es menos necesario traducir el pensamiento de este Maragall político. De aquel nacionalismo defensivo del primer Maragall, que yo compartía plenamente, por ser entonces sinónimo defensa de nuestra propia identidad y derechos humanos, este Maragall ha pasado, bajo falsa capa de izquierdismo, a un nacionalismo exclusivista, insolidario, racista y xenófobo, mucho más peligroso y dañino aún que el de los actuales nacionalistas a cara descubierta, que nunca hubieran conseguido lo que este caballo de Troya está haciendo para destruir nuestra convivencia.

                            Objetivamente y largo plazo, no importa demasiado si lo hace por pura insensatez e irresponsabilidad o por doblez y maquiavelismo, o, probablemente, por una fuerte dosis de ambas, lo que refuerza su poder destructivo. En favor de la primera hipótesis está la locura de pretender estos días “cambiar de caballos en mitad del río”, reformar su gobierno en plena crisis del Estatuto. O la gravísima acusación de corrupción, del “tres por ciento”, soltada como al pasar contra el anterior Gobierno de Cataluña, en plena discusión en la crisis por el derrumbe del barrio del Carmel, y retirada sin pudor alguno, ante la amenaza de CiU de no colaborar más con él, unos minutos más tarde, lo que por sí sólo dice mucho, demasiado,  de la, al menos, superficialidad e irresponsabilidad del personaje.

                             Pero no menos fuertes son las pruebas a favor de la tesis de su doblez y cinismo, casi sin precedentes, como dos hechos, cuyo significado profundo ha sido poco considerado hasta el presente, por miedo a no ser “políticamente correctos”. El primero, es cómo Maragall tapó la boca a un padre que en el funeral por la muerte de su hijo el 11-M pedía responsabilidades a Aznar; ahí mostró Maragall hasta qué punto, despiadadamente, se identifica y solidariza espontáneamente con los de arriba, incluso del partido contrario, como Aznar, y menosprecia a los de abajo, incluso víctimas tan dignas de compasión como aquel hombre. Otro suceso, más conocido, pero “sólo” en su aspecto de evidente menosprecio a los sentimientos religiosos de la mayoría de los ciudadanos, fue la célebre foto en Jerusalén apoyando a Carod Rovira con corona de espinas. “Dime con quien andas y te diré quién eres”: la gran sintonía, personal y política, de ambos, revela ya meridianamente lo que en realidad es Maragall; pero esa la burla de ambos a su propio papel político específico, el del “victimismo” nacionalista, muestra que no creen, que se ríen de su nacionalismo reivindicativo ante “Madrid”, mera máscara que emplean para conseguir mayor poder personal esos cínicos que, en vacaciones, se despojan burlonamente de su disfraz.

                              Con esa personalidad íntima, y con esas facultades… irresponsables, no es difícil comprender el modo que este Maragall tiene de gobernar, ni el Estatuto que ha preparado para hipotecar y perjudicar gravemente nuestro futuro, que los catalanes realmente amantes de nuestra tierra y no cegados por el miedo o mezquinos intereses –y más, si cabe, los desterrados por ese nacionalismo excluyente, como un día por el de Franco-  tenemos un evidente derecho y deber de denunciar.

20050911. Deportividad y decencia.

                       Los catalanes, dicen, “de las piedras sacamos panes”. Pero a veces se nos cuela también aquí un listillo que pretende, sin trabajar, sacar de un partido de fútbol un partido político, intentando hacer pasar unos votos por otros, abusando dictatorialmente del Barcelona en favor (o en contra, ¿qué importa?) de una determinada opción política estatutaria. Corrompiendo así deporte y política, mostrando hasta qué punto no tiene escrúpulos en manipularlos para su medro personal, no le queda sino coger la puerta, antes que le pongamos en ella, señor Laporta.

20050524. Victimismo desenmascarado.

                        ¿Qué diríamos de aquel burgués clásico que, sorprendiendo en adulterio a su mujer con un magnate, le reclamara a éste ante la Justicia una gran suma “por su honor y amor perdidos”; pero que, al día siguiente de cobrarlo, se fuera a París, desde donde llegaran fotos suyas en las que aparece posando con unos enormes cuernos y riendo a carcajadas?

                          En modo parecido, Carod-Rovira y Maragall aprovecharon el estar en Jerusalén para quitarse por un momento su pesadísima máscara de victimismo, que heredaron de CiU y han hecho aún mayor y más proficua para ellos. Más aún, han ridiculizado al máximo esa su máscara de víctimas, con grave riesgo de que se descubra el invento y se acabe el negocio, al posar Carod-Rovira, parodiando nada menos que a la más venerada víctima del mundo, ante el sepulcro de Jesús y con su corona de espinas, mientras ríe junto con Maragall, que le saca una foto, que les retrata a ambos, con la irrebatible sencillez y rotundidad de los hechos.

                         Por supuesto, esa foto constituye una grave ofensa a todos los que tienen esos sentimientos religiosos cristianos, y también para los laicos que los respetamos. Pero, como no les importa la religión, no les importa pedir tampoco excusas si les conviene por ello. Lo que nunca querrán reconocer como error ni pedir excusas es de la enorme burla que hicieron también de todos les votaron, creyendo en los cuentos de victimismo político de esos irresponsables payasos, como con toda justicia les ha denominado otro catalán, “Mingote”.

                         Los catalanes debemos denunciarles más que nadie, por el daño que nos han hecho hasta ahora con toda su política, ya que su catalanismo, insensatamente extremista y separatista, mucho más dañino –como ya estamos viendo cada día- que el de CiU, nos está perjudicando tanto a nosotros, antes y más que al resto de España. Y, en modo aún más fuerte si cabe, debemos denunciarlos quienes somos de izquierda: cada día que pase sin tomar el bisturí –esperando cobardemente, “a lo avestruz”, un milagro- hará más grave e irreparable el daño que nos están causando. Porque la política que están imprimiendo al ERC y PSUC, rendidos al ídolo del nacionalismo más cerrado, mezquino e insolidario, constituye la mayor amenaza interna que hemos tenido nunca para nuestra ideología, como ese perverso nacionalismo lo es para Cataluña y para toda España.

20050524. Espinoso victimismo al desnudo.

                            El problema también directamente político, si bien es comprensible, dado el objeto y el lugar, que se haya reaccionado de entrada más por el contenido irreligioso de la lamentable bufonada de Carod-Rovira de colocarse una corona de espinas, y de Maragall de reírse y sacarle una foto (lo que retrata a ambos). Como es lógico, esto ha provocado de inmediato las justas iras, no sólo de los católicos, sino “incluso” de los laicos militantes, que vemos en esa provocación, ese extremismo, el más eficaz abono para suscitar un fanatismo de sentido contrario, lo más opuesto al auténtico cristianismo de amor al prójimo, y a la convivencia pacífica y democrática entre todos.

                         Sin embargo, también es evidente que esa lamentable pareja no fue a Jerusalén a hacer una manifestación atea. Y Maragall presenta ahora excusas a los religiosos por ese “malentendido”. El problema de fondo es que se trata de unos políticos que viven de simular hasta lo increíble una farsa que les da dinero y prestigio y que, en tierra extraña –como aquellos respetables burgueses, ejemplares esposos, que iban a París- aprovecharon un momento en que creían poder pasar desapercibidos para quitarse la careta y mostrarse al desnudo, sin frases rimbombantes ni planes faraónicos que apenas entienden algunos especialistas.

                            Imaginemos -aunque sea difícil, tanto han cambiado los tiempos-, un esposo que se entera que su mujer se acuesta con un noble, y le exige a él en reparación, por la Justicia, una serie de compensaciones que mejoran notablemente su hacienda; pero que después sale publicada una foto suya de un viaje emprendido, gracias a esos dineros de víctima, a París, foto en la que aparece con unos enormes cuernos puestos y riéndose hasta desternillarse. ¿No merecería ese sinvergüenza que la Justicia anulara las compensaciones otorgadas, pues que esa foto demuestra que todo fue una pose de un sacadineros? En modo parecido, creyendo estúpidamente poder pasar desapercibidos, Rovira y Maragall aprovecharon estar en tierra extraña para quitarse un momento, ridiculizándola incluso con la corona de espinas, su tan artificial como proficua máscara, su pose de victimismo, que constituye prácticamente todo su caudal político personal, lo que explica que se entiendan tan bien con lo que ha llovido.

                         De ahí que esa foto de ambos constituya la mayor ofensa, no sólo para todos los que tienen sentimientos religiosos cristianos o los respetamos, sino también para todos los que les votaron creyendo sus cuentos de victimismo, y para todos los demócratas y gente decente que repudiamos tan deshonestos, irresponsables payasos, como con toda justicia les ha denominado otro catalán, Mingote. Porque de modo especial debemos denunciarles, por el daño que nos han hecho hasta ahora con toda su política, los catalanes, al que su catalanismo insensatamente extremista y separatista, mucho más dañino –como ya estamos viendo cada día- que el de CiU, nos está perjudicando tanto a nosotros, antes y más que al resto de España. Y, en modo aún más particular, debemos denunciarlos quienes somos de izquierda, y cada día que pase sin tomar el bisturí –esperando cobardemente un “milagro”- hará más costosa aún la cura: porque la política que están imprimiendo al ERC y PSUC, rendidos al ídolo del nacionalismo más cerrado, mezquino e insolidario, constituye la mayor amenaza interna que hemos tenido nunca para nuestra ideología, como ese perverso nacionalismo lo es para Cataluña y para toda España.