20031107. Vascos y catalanes.
Es evidente, como comentó Arenas, que “ni a efectos de café” se puede comparar la situación política en Cataluña con la del País Vasco, como acababa de hacer Mayor Oreja, a quien Piqué también, en una denuncia pública tan fuerte e insólita como justificada, ha acusado de arruinar con esa afirmación la campaña electoral del PP en Cataluña. Pero lo peor ha venido después, con la explícita aprobación que ha dado, a Mayor Oreja, nada menos que Rajoy.
Muchos teníamos la esperanza que la política crispada y separadora de Aznar, que tan gravísimos resultados de enfrentamiento está teniendo para la convivencia y la misma unidad de España –de la que tan ciega y orgullosamente afirma ser el único campeón- se debía en gran parte a su carácter personal y a haber sido víctima en sus carnes de un atentado de ETA. Pero si Rajoy, si el PP continúa en esa línea, como esta explícita aprobación demuestra a las claras, Dios nos ampare, máxime si no sabemos salvarnos nosotros mismos en las ya cercanas elecciones generales.
2003101018. Más elije Andorra.
La propuesta de Artur Mas de que los deportistas catalanes se “independicen” del resto de España desfilando bajo la bandera andorrana, es un tan triste como revelador ejemplo de la cerrazón hasta el ridículo y la necedad a la que lleva la ideología exclusivista, racista, auto castradora, de esos nacionalistas de vía estrecha.
No hay que despachar ese gesto menospreciándolo o calificándolo irónicamente como “broma”, con el diputado socialista Jordi Pedret; conviene ponderar el hecho y no olvidarlo, porque pone al desnudo hasta donde llega ese extremismo nacionalista. Su necedad política puede ser “sólo” relativa, según la ideología de quien la juzgue: pero lo que es indiscutible en todo punto es la necedad objetiva concomitante a la propuesta, aquí evidente por partida doble. Primero, por hacer una propuesta de ese calibre, y por parte de quien ostenta un cargo como el suyo, sin molestarse siquiera en consultarla con Andorra, que se ha apresurado a rechazarla, con el consiguiente descrédito que alcanza mucho más allá de su irresponsable autor. Segundo: porque la propuesta, basada, según Mas, en que los deportistas adquirieran doble nacionalidad con Andorra, es objetivamente imposible, puesto que Andorra exige la previa renuncia a la nacionalidad de origen (además de impedir el competir después durante tres años).
Quizá “gestos” como ese ayuden a comprender a algunos por qué tantos catalanes realmente tales, fieles al más elemental “seny”, estamos marginados en nuestra propia tierra, o incluso en la diáspora.
20031012. Pujol, antidemócrata.
Como a muchos –yo mismo- a Pujol no le gusta la COPE. Pero en lugar de oponerle su verdad y, en casos extremos, llevarla a los tribunales, cierra esa radio desde el poder. Una vez más, queda claro que no hay “nacionalismo de rostro humano”, realmente distinto del de ETA…o del de Franco, totalitarismo al que Pujol combatió… para poder imponer el suyo, no por ser “demócrata”, como presumía cuando era más débil.
Lo ha revelado ahora expresamente, sin querer, cuando, en vez de arrepentirse de su gesto totalitario, ha lamentado el haber dado la razón real (para él) por la que cerraba la COPE: por “decir mentiras”. Sería cómico si no fuera un tema de tanta transcendencia para todos: Pujol se arrepiente de haber dicho la verdad en el mismo momento en que está castigando a otros por mentir.
20030508. Cataluña, libre.
Catalán, y licenciado en Filosofía en la Universidad de Barcelona, quiero expresar mi mayor rechazo a la actitud de su actual Rector, al impedir que pudiera hablar en la Universidad la profesora vasca a la que un “colega” cercano a los terroristas de ETA arrebató con coacciones su puesto. Es el mismo Rector “magnífico” que propició ahí conferencias de personajes tan antidemocráticos como Otegui. Queda clara la falta de libertad de expresión, de cultura, en el sentido más elemental de la palabra, en la que está sumiendo a Cataluña un nacionalismo cerrado, cada vez más excluyente, que no necesita el tiro en la nuca para ahogar a los disidentes, y condenarnos a muchos al exilio, sin que todavía contemos con ningún grupo con el valor cívico suficiente para salir a la calle reclamando libertad.