Política – Cataluña – 2001

20010706. Catalanes endogámicos.

La actual política de fichajes confirma el enorme “seny” de los catalanes, mostrando hasta qué punto predomina sobre los dogmatismos el sentido común cuando se trata de algo realmente importante, de la “pela”, como es el fútbol. Se pagan por los jugadores foráneos, aunque ni siquiera hablen catalán, cien veces más que por los nativos. Todo lo contrario de la estricta política endogámica, hasta el incesto y la degeneración, que practica su nacionalismo excluyente en áreas poco importantes, como la universitaria, de donde, pues, cada vez más sale sólo –eso sí, muy “propia” y característica- una mezquina “cultureta” y unos miopes políticos que, en creciente círculo vicioso, encierran a su pueblo en la más estéril y aburrida autosatisfacción.

20010308. Cataluña sobre todo.

“Por la boca muere el pez”. Cuando más intenta rectificar, más confirma la mujer de Pujol su xenofobia que, como tantos otros racistas, niega tener, e incluso se atreve a identificar, precisamente por ser tan racista, con el “sentido común” de defender lo legítimamente suyo.  También, como todos los racistas, muestra su obsesivo temor a perder la “pureza” de su legado cultural, que cree superior a los demás (si no ¿a qué tanto miedo a perderlo?); pureza que afortunadamente nunca, propiciada por nuestra geografía y confirmada por nuestra historia, tuvimos los catalanes, y que cada día tendremos menos en un mundo ya tan interfecundado, mal que pese a esos esterilizantes fundamentalistas.

 ¿A qué seguir?  Baste recordar la insistencia de Marta Ferrusola, -esa nieta de inmigrantes, con el típico celo acomplejado de los convertidos- en que “la única vía” aceptable para los inmigrantes es la más completa integración, lo que me recuerda la “generosa oferta” que durante el franquismo hizo, en un famoso libro, el opusdeísta Calvo Serer: aceptar a todos… los que se sometieran a imitar en todo al grupo dominante.

En vano intentará su marido detener el escándalo, hacer declaraciones más “políticas”, para que su más íntima colaboradora no le deje con el culo al aire, revelando sus vergüenzas ultranacionalistas en un momento inadecuado para sus intereses.  Justo ahora, y con los mismos hipócritas aspavientos, proclamando “buscar el bien de los inmigrantes”, todos, repito, todos los miembros de su partido en el Parlamento catalán –al revés de lo que han hecho, por ejemplo, los del PNV en el País Vasco- acaban de votar  -y en votación secreta- el no recurrir  contra una ley tan explícita y descaradamente xenófoba y racista en algunos de sus apartados como la actual Ley de Extranjería. ¡Qué derechos humanos, ni que gaitas! Catalunya “sobre todo, sobre todo” Enel peor sentido racista del nazismo.

20010305. El Catalanismo racista.

En primera plana de los periódicos, la foto de Heribert Barrera increpado por racista por los inmigrantes pone al desnudo la gravedad de los hechos, así como también por las significativas ausencias, “políticamente” silenciadas en los comentarios. Porque ¿dónde estaban los catalanes antirracistas?

  Aparte de tan respetables como relativamente escasas excepciones allí, he de denunciar que una parte de ellos estamos -y precisamente por negarnos a ser cómplices del nacionalismo xenófobo- exiliados hace ya más o menos años fuera de Cataluña. Sólo en el ocaso de su nociva tarea de nacionalista excluyente, “cerrando la cerca cuando ya se ha escapado el ganado”, y ante la reacción incluso internacional al escándalo, Esquerra Republicana ha desautorizado a Barrera y el mismo Pujol se ha caído o tirado del burro en el último segundo, desmarcándose de sus declaraciones racistas, y divorciándose algo de la xenofobia de su propia mujer.

Ojalá hechos significativos abran por fin los ojos a tantos de mis paisanos catalanes, y reaccionen masiva y eficazmente contra las enormes desgracias que la ley del péndulo nos está causando por el otro extremo ya a nosotros mismos, más aún que a los foráneos, encerrándonos en el más empobrecedor autismo. Porque tan justo fue defender lo más exclusivo de nuestro bagaje cultural contra la opresión del franquismo, como dañino el reclamarlo hasta esos extremos en un sistema democrático, pasando de un nacionalismo defensivo a otro muy distinto ofensivo, opresor, respecto a los grupos ahora más débiles, y esterilizándonos en un mundo cada día más plural y mestizo. Hace falta tener muchos intereses egoístas, muy poco seny o mucha cobardía para no comprender la diferencia radical que supone el declararse prioritariamente nacionalista en una o en otra situación.

20010222. Pujolismo familiar, al desnudo.

“Dos que duermen en el mismo colchón, acaban teniendo la misma opinión”. Los exabruptos racistas de la mujer de Jordi Pujol no son, sino expresadas más familiarmente, con el descaro que permite tantos años de poder prácticamente absoluto, sino las ideas centrales de la política su nacionalismo catalán actual y del de mañana, como confirma la adhesión de Mas y el que ese delfín advierta que –gracias en parte a su política exclusivista- esa sexofobia la padecen ya miles de personas en Cataluña.

El mensaje no puede ser más claro en su menosprecio a los pobres que vienen de fuera (nada dice de los turistas), ni en su exigencia de integración total –que esos nacionalistas repudian en los catalanes que viven fuera a sus regiones de destino-, ni del descarado paternalismo quien “está cansado de dar” a los inmigrantes –como si todo fuera de Pujol, y ellos no hubieran construido, hoy como ayer, gran parte de la riqueza de Cataluña.

  Por último, no falta la repetida invocación religiosa para justificar el racismo, llamando a una nueva cruzada o reconquista de las iglesias contra las mezquitas, de la religión autóctona contra la religión y moral foráneas, en un nuevo y hoy especialmente vergonzoso: “¡Virgen de Montserrat, cierra Cataluña!”. Esa privilegiada, especialmente legítima portavoz del pujolismo explica demasiadas cosas, incluida la diáspora de los catalanes que no comulgamos con esa nueva democracia “organizada”, ya que, como decía el mismo Pujol al negar la licencia a radios de la Cope, “el error no tiene derechos”.