20010127. Miserable Pinochet.
El fuerte y valiente es magnánimo, generoso; el débil y miedoso es artero y cruel. El mismo dictador que presumía de que en Chile no se movía una hoja sin su permiso, enfrentado hoy por fin a la justicia, intentó cobardemente echar toda la culpa de sus crímenes a sus subordinados. Pero uno de sus generales lo ha dicho bien claro: los torturadores y asesinos, que sacaban los ojos y quebraban las piernas de sus víctimas antes de matarlos, traían órdenes firmadas por Pinochet; quien, al verse descubierto una vez más, de nuevo ha enfermado de miedo, sin dar la cara.
¡Qué razón tenía la sociedad española cuando se volcó en favor de juzgar por sus crímenes a Pinochet! Y ¡qué vergüenza para los pocos, aunque algunos de ellos situados indignamente en altos puestos, que se opusieron a que se hiciera justicia!
20010622. La rica toalla de Fox.
Un diario madrileño titula como “Vicente Fox, el sibarita” una noticia que revela que este nuevo presidente ha arreglado, con dinero público, su “ranchito”, dotándolo, entre otras cosas, de toallas, cada una de las cuales costaría a un peón mejicano más de cuatro meses de trabajo. Está claro que esto, más que sibaritismo, es clara corrupción. Pero también está claro que ese diario tiene grandes intereses en Méjico, y que la corrupción, como vemos, genera más corrupción.
20010623. Telefónica en Argentina y aquí.
Aunque intenten enemistarnos las maniobras de los especuladores, nuestros pueblos fraternizan en lo más profundo. A los argentinos que estos días la televisión nos ha mostrado enfrentándose a la Telefónica española al grito de “¡Fuera gallegos!” hay que decirles que no se dejen engañar, que la gran mayoría de los “gallegos de acá” pensamos al respecto exactamente como ellos.
20010711. Videla y Pinochet.
Gran triunfo de la democracia es el procesamiento del primero de los dictadores suramericanos confabulados para matar a sus adversarios políticos, el argentino Videla, que ya estaba recluido por su no menos infame participación en el secuestro de niños de opositores.
Incluso la noticia casi simultánea del sobreseimiento del juicio contra de su compinche, el dictador golpista Pinochet, reafirma, sin querer, el creciente triunfo real, aunque todavía parcial, de la justicia. Porque, aun después de la brutal presión sobre el gobierno los jueces de un Ejército que se escuda tras un Pinochet -quien tuvo el “valor” de echar la culpa a otros de los crímenes de su dictadura-, todo lo que ha conseguido es que se le considere, no inocente, sino demente, loco. Y eso, por ahora, porque sigue imparable la presión popular para obtener “Paz con justicia”, “Juzgar a todos los milicos locos”, como al “Loco criminal, hoy como ayer, Pinochet”, según decían las pancartas de las manifestaciones contra este nuevo y miserable recurso de los cada vez más arrinconados dictadores y genocidas de antaño.
20010719. Celebran a Castro.
¿Qué están celebrando estos días de julio algunos en España respecto a la “revolución” cubana? ¿El triunfo del “dictador charlatán de las siete horas” que prueba, reloj en mano, que hace más de cuarenta años que nadie puede abrir la boca en Cuba sino Fidel Castro? ¿El aumento, en menos de un diez por ciento, del número de alfabetizados… al precio de que nadie puede leer sino lo poco que le permite el régimen? ¿La abundancia… de colas para adquirir los productos básicos, en el país que era el tercero en ingresos en América Latina? ¿Su “revolucionario” librar a Cuba de ser un burdel de los Estados Unidos… para hacerla otro burdel aún mayor para el mundo entero? ¿El conseguir el régimen convertir a Cuba, aun siendo una isla, y prohibiendo ferozmente la migración, en el país de América de mayor migración política, hasta de las nuevas generaciones?
Con razón Fidel Castro, tras un primer rapto de alegría al enterarse de que su enemigo Pinochet había sido hecho prisionero en Londres, lo lamentó después, como funesto posible precedente de lo que podría pasarle a él mismo. Que ponga sus barbas a remojar, porque los demócratas lucharemos para que también él tenga que comparecer un día ante la justicia; por lo que, por traidor y perjudicarnos especialmente a nosotros, lucharemos con particular empeño los que somos realmente de izquierdas, a diferencia de esos serviles amantes de su dictadura que todavía la excusan y se atreven a apoyarla desde España.
20011224. Orgullo de Argentina.
Los países no son los territorios, son los pueblos. Argentina es un gran país, es rica… como lo es el Congo. Pero el carácter nacional impreso en una gran parte de su pueblo le lleva –como en otros lugares, por supuesto- a repetir una y otra vez, a lo largo del tiempo, los mismos errores, que lo que le impide salir de la perpetua crisis en que se encuentra. No se trata de negar circunstancias externas, como el cambio en la división internacional del trabajo o en el equilibro político, técnico y hasta ecológico; pero incluso esas circunstancias podrían haber sido paliadas por un pueblo con otra mentalidad que el que yo viví durante muchos años.
Estos mismos días, por ejemplo, he visto en dos diarios españoles sendas cartas indignadas de dos inmigrantes argentinos negando, el uno, que existiera hambre en Argentina; el otro, que fuera un pueblo orgulloso. Sin embargo, es ese nacionalismo excesivo, ese orgullo tan grande que impide toda autocrítica y mejora, el que dividió primer la Argentina bonaerense, blanca, de su “interior”, el de los “cabecitas negras”, y después, del resto de su región latinoamericana, como el que les hizo sentir demasiado buenos y “vivos” como para no vivir del trabajo ajeno a demasiados argentinos, moldeados por una mentalidad tanto ética como prácticamente insostenible a largo plazo, mentalidad a la que respetables minorías no han conseguido hasta el presente vencer, como cordialmente les deseamos para bien de todos.