Monarquía – 2008

20080102. Sarkozy envidia de España.

                  Yo comprendo muy bien que Sarkozy lamente que Francia no sea España. Aquí somos mucho más comprensivos con los abnegados políticos que se matan trabajando por nosotros. No criticamos que tengan amigos multimillonarios, ni cuando estos acaban en las cárceles; y mientras que en Francia critican hasta que les ofrezcan un viaje en yate, aquí estamos muy contentos de que intereses tabacaleros les regalen, una y otra vez, auténticas fortunas en yates.

20080103. Pesadilla real.

                           En el siglo de las comunicaciones, mi regalo de reyes no fue un móvil, ni un portátil con acceso a Internet, ni una televisión de nueva generación, esos sueños modernos, sino el mucho más modesto y tradicional regalo de los dioses, calificado a veces de “televisión de los pobres”, un nuevo y distinto sueño, una tremenda pesadilla. Porque soñé que se me había comunicado el gran secreto del rey, lo que explicaba su insólita conducta, que dio que hablar en el mundo entero, al abandonar airado una cumbre de presidentes, tras haber mandado a callar a uno de ellos.

                          No fue, como se ha dicho superficialmente, un capricho malhumorado, ni  producto de una mala digestión, o del cansancio de tantas reuniones, del largo viaje, o de la edad. Todo se debió a un puro y antológico gesto de lealtad y fidelidad del rey a sus amigos más íntimos, allí criticados.  Recordemos, en efecto, que tras una poco diplomática intervención de Zapatero, exculpando a los países del Norte de los problemas de Latinoamérica, arreciaron las denuncias contra las multinacionales, como las papeleras, eléctricas, etcétera, en que están metidos tantos amigos del rey, como los Albertos, tras los Conde, de la Rosa, Colón de Carvajal, etcétera; por lo que el rey, tan bueno con los suyos, callada pero ostensiblemente, abandonó la reunión, tras intentar hacer callar a quien  reprochaba que se había montado desde España un golpe contra su país, lo que le recordó también demasiado el armado por sus íntimos:, Armada,  Milán del Bosch, etcétera.   

                            Fue todo ello, sin duda, sólo un mal sueño, una pesadilla, que me produjo un amargo despertar, como el que tuvimos todos cuando descubrimos que realmente no había reyes magos, míticamente buenos, sino sólo unos padres, tan humanos, que no siempre actuaban como habíamos imaginado en nuestros anteriores sueños infantiles, modelados conforme a un bien orquestado adoctrinamiento social.

20080127. Embarazoso embarazo real.

                            Corren rumores, muy alarmantes para los monárquicos, de un nuevo embarazo en la Casa Real. Porque es de temer que, ahora que la sucesión está tan asegurada biológicamente, el aumento de la  familia real pueda suscitar reacciones negativas. En parte, por su coste económico, muy superior a los 2.500 euros prometidos también a los plebeyos por Zapatero. Y más embarazoso aún sería que esto sucediera en la rama heredera, provocando nuevas inquietudes en la ciudadanía ante la puesta en marcha por tercera vez de las bolas del bombo de la lotería de los genes, con el políticamente incorrecto “premio gordo” que sería el nacimiento de un varón, lo que plantearía otra vez el problema de tener que cambiar la Constitución.

20080212. Quemar al rey.

                             Quiero y debo denunciar la aparición en Internet de un fotomontaje que incita al asesinato político, al estilo de las dianas dibujadas por ETA, ahora en forma de hoguera en la que se quema al rey. No creo que a estas alturas quede un solo republicano tan insensato como para que defienda la pena de muerte, y que encima ignore que “a rey muerto, rey puesto”. Más bien parece una provocación de extrema derecha para desacreditar al republicanismo y presentarse como “salvadora” contra esos pretendidos bárbaros.

20080313. La república.

¿Quieren ustedes saber por qué padecemos una monarquía, y seguiremos sufriéndola mucho tiempo? Porque aún hay demasiados que, presentándose engañosamente como republicanos, menosprecian hasta tal punto al pueblo, incluso al que inocentemente les creen republicanos y demócratas de verdad y buscan hospitalidad y apoyo en sus  medios de difusión, que ni siquiera en periodo electoral se molestan en aceptar ninguna de las cartas de sus lectores. Por sus obras los conoceréis.

20080402. Contraproducente bandería republicana.

                           Algunos “ministros” del gobierno república española en el exilio de finales de lo sesenta  todavía creían que a la muerte de Franco ellos mismos dirigirían los ministerios.  En modo parecido, algunos grupitos republicanos dañan con su rigidez la causa que creen defender reclamando dogmáticamente la bandera de la segunda república para una futura tercera, sin admitir que éste, como otros puntos, incluso mucho más importantes, deberán ser sometidos a ese consenso democrático que dicen defender. Se ciegan para ignorar hasta qué punto su exigencia conservadora no sólo no favorece, sino obstaculiza la llegada de esa restauración republicana.

                             Bien lo saben sus adversarios, los monárquicos, que subrayan, siempre que pueden, el uso de la bandera de los años treinta del pasado siglo para resaltar la arcaica fijación en un pasado de esos republicanos. Porque nuestros ciudadanos, en su gran mayoría –y por decisión de sus partidos realmente representativos, incluso de izquierdas, como el PSOE y el PCE- no contemplan como necesario, ni cuando llegara un régimen republicano; y de hecho la bandera de la primera república fue también la actual bicolor.

20080419. Lemas de una manifestación.

        En la manifestación por la república me ha llegado una hoja con lemas vuestros, de los que algunos me han parecido buenos, o muy buenos.

También me gustaría hacer alguna observación sobre otros. El de “La ley de extranjería, para la reina Sofia”, dado que el rey también nació en el extranjero, muchos lo han sustituido por el que engloba a ambos y, lo más importante, la institución: “la ley de extranjería, para la monarquía”.

            El de “Los Borbones, a los tiburones” contradice nuestra lucha por la abolición de la pena de muerte, y con un poco de ecologismo no debemos desearle tanto mal a los tiburones. Ya se emplea el más efectivo: “Los Borbones, a las elecciones”

              En fin, para no cansaros demasiado, desde Larra está claro que en España “mañana” es igual a nunca, por lo que convendría modificar el “España, mañana, será republicana” por otro lema, que podría ser quizá el “España, ya, ya, republicana”.

200805XX. Caída de Su Alteza.

                          En ciertos pueblos polinesios, nadie podía estar más alto que el jefe, por lo que debían acercársele de rodillas; lo mismo ocurría con los reyes y nobles en la vecina Francia, como recuerda la famosa canción de su Revolución: “Los nobles nos parecen tan altos porque estamos de rodillas ¡Levantémonos!”. No habiendo llegado aún ahí el cambio, en ciertas regiones marginales de España, en pleno siglo XX, todavía había quienes se arrodillaban ante los señores de alta cuna. Y cuando ya no fue posible tener al pueblo físicamente de rodillas, los jefes mantuvieron los sitiales y tribunas para resaltar su figura, aun a riesgo de caer eventualmente de tan elevada posición.

20080501. Sobre banderas y banderías.

El hecho, por su visibilidad creciente en distintos actos públicos y manifestaciones, va resquebrajando la conspiración del silencio impuesta por los intereses  de cierta derecha e izquierda radicales. Porque a la derecha extremista le interesa reivindicar en exclusiva la bandera –como el mismo nombre- de España. Y cierta izquierda -anquilosada en la segunda república, sin recordar la primera- le hace el juego mejor que nadie a esa derecha, al exigir como necesario (¡!) que una nueva república tenga que adoptar aquella bandera tricolor.

 Sin embargo, superando esas banderías y recuperando los acuerdos del PSOE y PCE en la transición, el mismo Gobierno actual y un número creciente de ciudadanos están mostrando cada vez más una firme adhesión -mientras no decidamos todos, democráticamente, otra cosa-, al nombre de España y a la bandera bicolor. Así, por ejemplo, estuvo muy presente –ahí están las grabaciones- en la noche de las elecciones de marzo en la calle Ferraz, y aún más en esta manifestación del Primero de Mayo en Madrid. En esta última celebración, junto con las banderas con la reivindicación “España es de todos, no privatizable”, había otras de tamaño también discreto, pero asimismo abundantes, con una bella y esperanzadora paloma de la paz, obvio y muy positivo sustituto del águila imperial.

20080505. Republicanismo anquilosado.

                                   A pesar de que estamos ya en pleno siglo XXI y de que nuestros vecinos europeos son repúblicas, la monarquía sigue siendo en España la institución más apreciada. Claro que esto no se debe sólo a la censura, porque hay que explicar el por qué sigue  siendo tan fuerte, cuando ya es mucho menor incluso respecto a la Iglesia católica. ¿No tendremos parte de responsabilidad los mismos republicanos? Entre otras cosas, y en demasiadas ocasiones ¿no hemos colaborando inconscientemente a hacer creer que la república es algo del pasado, del 14 de abril de 1931; un fenómeno propio, a lo más, para homenajes fúnebres?

                                  La misma exaltación que acaba de hacer Alfonso Guerra de la segunda república como una época óptima e irrepetible ¿no es un regalo envenenado, un llamamiento –como fue su misma actuación cuando fue vicepresidente- a quedarse en meras palabras, dado que no podríamos ni llegar a aquel mítico nivel? La exigencia de que el color político y hasta de la bandera de una tercera república tendría que ser como el de la segunda. ¿Favorece o atrasa aún más la aceptación del sistema republicano por la  aun tan conformista ciudadanía?

20080506. La bandera republicana.

                            Mientras los turcos sitiaban Constantinopla, los teólogos ortodoxos se dividían discutiendo sobre el sexo de los ángeles. Aquí y ahora, mientras los enemigos de la república consiguen ahogar hasta la mención del tema, no pocos republicanos se niegan a reconocer como tales a quienes no acepten la república de un determinado color… incluso en su bandera.

                             Si no fuera por sus consecuencias, resultaría ridículo. Incluso el color morado, que reclaman para representar Castilla parece provenir de un error  histórico, pues el pendón original de Castilla –oscurecido con el paso del tiempo- pudo ser también rojo, como el de Cataluña; como el nombre de ambos territorios –“país de castillos”- es en realidad, para escándalo de tantos nacionalistas de vía estrecha, idéntico. Y, en todo caso, y sobre todo,  porque según esa lógica, la bandera adecuada, justa, federal, de una España republicana no podría limitarse a sólo esas dos partes, sino  incluir casi todo el arco iris, como el verde andaluz. Dejémonos, pues, los republicanos de vanas disputas que sólo sirven para dividirnos, justificar la inacción y favorecer a nuestros verdaderos adversarios políticos: República, ya, “roja”, “verde” o “morá”.

20080516. Cargos y cargas reales.

                            Ser discreto, no poder dar su opinión sobre  puntos importantes es, sin duda, una limitación, una carga de algunos cargos públicos, que está compensada por el carácter voluntario del empleo, y por su remuneración y otras ventajas del cargo, máxime en el caso del rey.  De ahí el conflicto que se ha suscitado, denunciado por distintos estamentos, ante las recientes palabras del monarca alabando al jefe de Gobierno de turno, salto cualitativo en su tendencia creciente a tomar postura de hecho o incluso verbalmente sobre temas conflictivos, políticos o sociales, como el fumar en comidas oficiales o declarar que las sangrientas corridas de toros “deben seguir siendo la fiesta nacional”. Si tanto estima sus opiniones y la libertad de expresarlas, lo lógico y adecuado sería que se presentara a unas elecciones para propugnarlas; tenemos ejemplos, incluso exitosos, de quienes lo han hecho.

20080520. No se puede callar más.


                              Tras muchos meses de conflicto, y un escándalo mundial, que dejó tocada la tan penosamente construida política española respecto a Suramérica, se ha dado por zanjado, al menos nominalmente, el incidente protagonizado por el rey  con brusco “¿Por qué no te callas”? al presidente de Venezuela. Curiosamente, los que antes más le jaleaban en nuestras peores tabernas por su bronca son los mismos que hoy más claman que se calle, por sus recientes alabanzas a la “honestidad” e “integridad” de Zapatero, e incluso, incluso, a su política: “-Sabe muy bien hacia qué dirección va y por qué hace las cosas”.

                             En realidad, incluso quienes no estamos tan alejados de Zapatero, no podemos menos que reconocer que,  ocasiones, máxime en los últimos tiempos, el rey se ha vuelto a pasar varios pueblos de su papel institucional. El bien supremo de España hace que no se pueda callar honestamente más, sino plantear serena y seriamente la necesidad de revisar y actualizar los inevitables cambios que el tiempo requiere en la persona o en las condiciones mismas de la jefatura del Estado.

20080531. El tropezón real.

                           El traspié real ha llenado las cabeceras de los medios; como antes el de Fidel Castro, y otros. La caída de los grandes les pone, por un momento, a nuestro nivel, muestra su humanidad, sus limitaciones, liberándoles y liberándonos del endiosamiento con que los deforman los serviles.

                        Todo lo que sube, baja, aunque sea de un tablado, como en ambos casos. También ambos hechos ponen al desnudo, con la elocuencia de una imagen, la edad de sus protagonistas, y por consiguiente la necesidad de tomar las medidas naturales adecuadas.

                          Lo mismo confirman otras pérdidas de equilibrio, los traspiés lingüísticos y mentales; así, aquí –según ha reconocido el mismo PSOE- el reciente tropezón, la “bajada de guardia” del rey que le hizo proferir elogios inadecuados para su cargo, o sus palabras y gestos demasiado duros, hace pocos meses, para con otros presidentes de Gobierno en Chile, lo que tanto daño ha hecho a nuestra diplomacia, por más que aquí los serviles hayan vuelto a intentar ocultar el cielo con la mano.

20080605. Ejemplar Nepal.

                          Hoy es un gran día. Por fin en un país, que  muchos consideraban folklórico y tradicionalista, se ha instaurado con orden y festejos una república, y explícitamente laica. Me refiero, por supuesto, a Nepal. Todo un ejemplo para algunos.

20080618. Real transgresión.

                            Hace poco hemos asistido en el Parlamento al poco edificante espectáculo de un Gobierno que se escudaba en que treinta años eran pocos para adecuarse a la Constitución para rechazar la propuesta de varios grupos de respetar la aconfesionalidad del Estado en el nombramiento de ministros, diciendo que “era una costumbre” poner símbolos religiosos en ese acto.

                             La realidad es aún mucho peor: no es que la adecuación resulte lenta, sino que existen claros retrocesos, aumentado el número de atentados contra ella. Ahora, por ejemplo, el rey, tras ser Hermano de Honor Mayor de la Cofradía del Silencio de Zamora –lo que podría ser a título personal- ha otorgado a esa cofradía el título de “Real”, es decir, ha ejecutado un acto exclusivo de su cargo oficial.

20080905. Derecha pura, cura y real.

Algunos bien pensantes se han alarmado ante las fuertes denuncias del rey por Jiménez Losantos, que no es precisamente de izquierdas, que son las que suelen criticarle. Tranquilos. La aparente excepción no es tal. Si ese paladín episcopal de la COPE ha acusado de corrupción al rey es porque éste se ha entrevistado con el izquierdista venezolano Chávez. Nada denunció ese parlanchín locutor sobre la “amistad personal” y frecuentes “viajes privados” del rey para ver al “gaseador” Putin, incluido el triste fusilamiento real del oso borracho, lo que provocó la famosa frase: “El oso ruso, por la Tercera República”. Tampoco protestó Losantos por su íntima relación real con el tirano Fahd, que le regaló uno de sus yates “Fortuna”, como hicieron antes y después las Tabacaleras, convirtiendo a Juan Carlos I en el hombre-anuncio de mayor relevancia política, verdadero récord Guinness. Todo está, pues, a derechas a la derecha: pura, cura y real.

20081020. Coronar a tiempo.

                             Según reveló EL JUEVES, parece ser que el príncipe Felipe replicó indignado a su padre, que le negaba su bendición para casarse con una modelo de ropa interior escandinava: “Pero ¿en qué siglo estamos?”; a lo que su padre respondió prudentemente que no siguiera en esa línea, porque peligraba el empleo familiar, según relataba un confidencial de El Jueves. No sé por qué he recordado esto al ver ahora, en titulares, una frase la reina: “Los que critican el matrimonio del príncipe tienen una forma muy antigua de pensar”. ¡Ah, las madres!

20081027. Ruptura de la censura.

                            No se pude tapar el cielo con la mano. Además de agravar exponencialmente el problema, esa acción tonta y cobarde es injusta y antidemocrática cuando se intenta así tapar los ojos de los demás. Durante muchos años se ha intentado tapar el creciente alejamiento de la ciudadanía de las circunstancias que impusieron la reinstauración de la monarquía. Se censuraron brutalmente los hechos problemas que suscitaba, teórica o prácticamente, su desempeño, e incluso se convirtieron en “hombres invisibles” los que tantas veces se han manifestado por millares en las calles de la capital. Pero no ha podido hacerse lo mismo con los crecientes juicios y castigos los disidentes, lo que, paradójicamente, está ayudando a tomar conciencia y poder resolver de verdad el problema.

                                Un hito fundamental al respecto lo constituye el actual caso judicial contra el alcalde Barroso. Porque no se trata ya de unas caricaturas de los príncipes, o de una quema de fotografías del rey, sino de un cuestionamiento a fondo de toda la vida política y social del rey, hecha por una personalidad pública como es el alcalde de Puerto Real, y basándose en dos amplios y difundidos libros escritos por un conocido periodista, Fermín Cacho, y un señalado militar.

                                    Quienes ahora se escandalizan hipócritamente del lenguaje descarnado de este alcalde, que sin duda ha contribuido a llevarlo a los tribunales y romper el muro de silencio, son los mismos antidemócratas que durante mucho tiempo consiguieron ahogar la libertad de expresión de tantos que querían denunciar a tiempo estos hechos y expresar su opinión sobre los miembros de la Casa Real y de la institución monárquica en general. Es su mismo intento de censurar y castigar a los disidentes de su opinión y de su actuación represora la que por fin ha hecho romper ese su antidemocrático muro tapa-vergüenzas, y el gran público ha podido por vez primera ver reflejado en los medios lo que ya se murmuraba boca a boca y reflejaban cada vez más las encuestas: el cuestionamiento  esa “peculiar institución” monárquica, “más propia del pasado”, como ya han afirmado la mayoría de los españoles en alguna de esas encuesta; institución que, de hecho, ha sido descartada ya hace tiempo por todos nuestros vecinos europeos.

20081030. Reina ya una mayor cordura.

                         Poco a poco, va reinando casi por todas partes una mayor cordura, un espíritu más abierto y democrático, excepto para los extremistas, nostálgicos de la censura y de la mano dura. El fiscal de Estado rebajó, de delito a falta, la clasificación de la quema de fotos del rey por unos jóvenes catalanes, lo que llevó a que los absolviera el juez de la Audiencia Nacional.

                            Los mismos imputados, sin dejar de reivindicar con firmeza su derecho a la libertad de expresión, ya más reconocida, mostraron una mayor –y, por eso mismo, más eficaz- expresión de sus legítimas opiniones antimonárquicas, exhibiendo camisetas en las que figuraba quemándose, no ya la pareja real, sino el símbolo de la monarquía, la Corona, que es lo que constituye realmente su objetivo; e incluso esas se las quitaron cuando lo mandó el juez. La misma reina contribuyó a la distensión y paz social, comentando que lo que había quemado eran sólo papeles. Hay que felicitarse, pues, de que en esto vayamos obviamente mejorando.

20081031. Abdicar en favor de la monarquía


                          Todos recordamos el escándalo y las lamentables secuelas que tuvo la publicación de un libro por la esposa del magistrado que presidió el juicio del 11-M, aunque era por un caso plenamente cerrado, y ella no era jueza. Es decir, algo mucho menos grave de lo que ocurre cuando se trata de quien ejerce en activo, en forma compartida, ese puesto, como es el caso de la reina Sofía; por más que anónimos funcionarios reales hayan hecho un débil, parcial y hasta “inexacto” y ridículo desmentido de las mismas, intentando perjudicar gravemente a una solvente periodista, tan afín a la reina.

                           Es tristemente sorprendente, dada la discreción que la caracterizaba, que ahora, de modo tan público, deliberado, y como oficial -¿de qué otro modo puede calificarse una biografía autorizada y revisada?- haga unas amplias y variadas declaraciones en las rechaza de modo absoluto distintos comportamientos aceptados, incluso mayoritariamente, por los ciudadanos, y hasta ya aprobados por leyes, a las que así  se opone, contra el papel de  neutralidad que asigna a los reyes nuestra Constitución. Y eso sobre delicados temas de ideología, religión y moral. También es muy grave políticamente es que, hablando de los homosexuales, afirme que los heterosexuales llenarían más las calles, menospreciando el principio fundamental de la democracia, el respeto a los derechos de las minorías por las mayorías.

                            Es cierto que, como confiesa doña Sofía, resulta difícil mantener un silencio público sobre determinadas cuestiones importantes y discutibles. Pero ella ha aceptado un cargo que está, nunca mejor dicho, regiamente remunerado. No se puede pretender repicar e ir en la procesión. Y siempre le queda abierta la puerta a una digna retirada a tiempo, a la que, a su edad, la ley obliga a otros funcionarios públicos, tanto en beneficio propio como de la comunidad, para renovar y poner al día la administración. Así se evitarían gestos y situaciones que van generando cada vez más protestas que, acaben o no en los tribunales, son cada día más difícil de acallar, contra determinados actos de los reyes, que hasta ahora parecían privativos de su consorte. De ahí que, por más que los aduladores cortesanos insistan en las dificultades generales y específicas de este paso, múltiples signos convergentes urgen el acudir ya a esa acción tan específicamente regia, de abdicar, en favor de la misma monarquía. Por más que en esas sus desdichadas declaraciones ella sostenga también que no habrá abdicación “nunca”, palabra tan inadecuada en política.

20081101. Irrespetar y auto discriminarse.

                                                       Al final de un artículo normalmente sensato y educado, contexto que le hace aún más lamentable, encuentro una frase increíble, que he tenido que releer varias veces para convencerme que de su existencia: “Si en este país supiéramos ver las con tranquilidad y distancia, llegaríamos a la conclusión de que las opiniones de una septuagenaria tampoco importan gran cosa, aunque esa septuagenaria se siente en un trono”.

                                                        Militante republicano activo, me parece absurdo, y más con la que está cayendo, considerar poco importantes las declaraciones de la reina. Pero, lo que considero absolutamente inaceptable es ese descarado machismo, y esa, además de igualmente injusta, autolesiva discriminación por edad, ya que es estadísticamente casi seguro que el señor José María Romera (EL CORREO, 01.11.08) llegará a esa edad, como yo le deseo, sin mala intención, esperando que no encuentre entonces quien desde un medio tan prestigioso como EL CORREO sea capaz de irrespetarle hasta ese punto.

20081101. La cuestión real: la impunidad.

                                   Yo estuve allí, en la Audiencia Nacional, cuando se presentó el alcalde Barroso. Y los medios han reproducido algunos lemas genéricos de quienes lo apoyaban, como “Mandar callar, negocio real” o “Reinan porque amordazan”. Pero, quizá por casualidad, -no hay que ser mal pensado-, no he visto mencionar, ni siquiera fotos, de la mayor pancarta, hecha artesanalmente a mano, la que iba más concretamente al fondo del problema: “Juzgar la corrupción, no al denunciante”.   

                                    Se opondrá quizá que no se puede juzgar al denunciado, al rey. Pero, aparte de que sería una barbaridad más juzgar por eso al denunciante, sin saber si dice verdad o no, esto nos enfrenta a un problema de tal tamaño que estuvo a punto de impedir incluso nuestra entrada en la Unión Europea, que lógicamente no podía admitir la monstruosidad que supone que una persona sea totalmente irresponsable, no imputable por sus actos. España respondió entonces que nuestra Constitución lo decía refiriéndose a los actos de Gobierno, ya que el rey reina, pero no gobierna.

                                    Esa solemne interpretación reconoce, pues, como no podía ser de otra manera, que el rey, como cualquier otra persona dotada de libertad, es responsable de los actos de su cargo, como Jefe de Estado. Ni siquiera los Papas, que se han declarado infalibles, han pretendido jamás ser irresponsables, impecables; nada sería más contrario a la doctrina cristiana, como lo es al sentido común. Si no del Gobierno, el rey debe responder el ejercicio propio de su cargo de Jefe del Estado. Y rendir cuentas de sus cuentas; máxime, como todos sabemos, dado que llegó sin dinero ni para vestirse y hoy es la cuarta fortuna de España, lo que en modo alguno puede explicar su salario; que recibe muchos regalos, como ningún otro funcionario se atreve a hacer; y cuando no pocos de sus amigos en este terreno, desde Colón de Carvajal a Mario Conde o de la Rosa, han acabado en la cárcel. La presunción de inocencia vale para todos. Pero los indicios son muy, muy serios; la credibilidad de nuestras instituciones exige un esclarecimiento real, con luz y taquígrafos.

20081102. Por dignidad ofendida.

                            Todos sabemos de lo que es capaz una mujer humillada, a la que su marido ha sido públicamente infiel durante muchos años. Máxime al llegar a cierta edad, cuando ella tiene ya poco que perder, porque unas “adecuadas” disposiciones legales la privarán incluso de dirigir la empresa familiar si muere su marido.

                             Entonces esa mujer, hasta entonces aparentemente tan pasiva y callada, puede, por reivindicar su dignidad, hasta intentar reducir a cenizas el negocio familiar. Si no con fuego físico, sí con palabras incendiarias que desacrediten la empresa, por más que ésta –que no ella en persona- intente después, con un torpe desmentido, paliar el escándalo.

                            Sólo unos machistas impenitentes, incapaces de concebir siquiera que una mujer pueda ser consciente y reivindicar su propia dignidad, pueden atribuir a su irreflexión esos gestos extremos, que en ocasiones han tenido repercusiones históricas.

20081103. Con rectificación, peor.

                            Las opiniones que la periodista Pilar Urbano atribuye a la reina Sofía son creíbles, lógicas, coherentes y también legítimas en una persona de su edad, educación, amistades, y otras circunstancias. Otro tema, poco comentado, es si conviene a España que una persona con esas características ocupe hoy ese puesto. Donde justamente se ha concentrado la atención pública ha sido en la obvia inconveniencia, más aún, la ilegalidad, -como han reconocido tantos juristas, y el mismo portavoz del PP-, de que una reina exprese tan públicamente su tajante rechazo a una serie de opiniones y comportamientos de gran parte de los ciudadanos, e incluso a leyes aprobadas por el Parlamento.

                            La misma Casa Real ha reconocido esta incompatibilidad, procurando resolverla al afirmar que la reina no ha hecho “exactamente” esas declaraciones; pero en un desmentido tan flojo, vago e “inexacto” que no ha hecho sino empeorar aún más las cosas. Porque es muy difícil creer que una reputada periodista, que ya había escrito un libro sobre la reina hace muchos años, y la ha entrevistado ahora en Palacio docenas de veces para éste, traicione de repente y radicalmente su confianza. Y porque es poco verosímil que un hecho de esa magnitud se haya podido realizar sin que llegara antes a oídos de la monarquía. Y porque si los reyes han tenido tan poco cuidado en vigilar la fiel transmisión de esas opiniones, o han sido vilmente traicionados, lo menos que tendrían que haber hecho es dar la cara personalmente, y no por medio de un edecán anónimo, como señala la perjudicada Pilar Urbano. Y porque el desmentido es una mera nota llena de contradicciones e inexactitudes, siendo la principal no referirse a cuáles y hasta qué punto son realmente tales las presuntas “inexactitudes”, que podrían así ser del todo irrelevantes; cayendo en el ridículo de afirmar que esas declaraciones para un libro “pertenecen en todo caso al ámbito privado”.

                                Otra hipótesis, también lamentable, es que esa nota, que revela –hasta en sus mismas contradicciones- mucha pasión contenida y  mucha soltura y valor para escribirla, provenga directamente del rey, quizás indignado ante unas declaraciones de la reina que, por múltiples razones, no podía ignorar las reacciones que provocaría, pero que “no se había soltado un pelo”, “no es cobarde” –expresiones de la periodista- queriendo producir ese escándalo por distintas y, a estas alturas, no difícilmente explicables razones.

20081104. Es rey, no superhombre.

                          ¿Por qué los españoles no nos acostumbramos a tratar normalmente a la monarquía, con igualdad y justicia? Es un rey, no un superhombre. Países tan democráticos como Suecia o Inglaterra han conseguido encuadrar mucho mejor su monarquía en el espíritu de nuestros tiempos de lo que lo hacemos nosotros. Como lamentable secuela de una desdichada y dañina historia reciente, hemos rodeado la figura del Jefe del Estado de un caricatura de la impunidad de un dictador y la infalibilidad de un papa, contradiciendo muchos artículos de nuestra misma Constitución y de la Declaración Universal de los derechos humanos que defendemos.

                             Hasta para entrar en la Unión Europea hubimos de emplear triquiñuelas pseudo jurídicas para hacer colar ese conjunto contradictorio de leyes y normas, absolutamente innecesarias que, como insisto, vemos en otros países. Y cada dos por tres, estos días, por ejemplo, con el alcalde Barroso, de Puerto Real, vemos ventilarse en los juzgados mil causas que, por esa malformación, enfrentan los derechos constitucionales de los ciudadanos con los desproporcionados privilegios que aún tiene la Corona.

20081106. Intrigas cortesanas.

                            Tras el paréntesis de las elecciones estadounidenses, debemos preocuparnos de nuestros problemas más propios. Y uno de ellos, tan súbito como de largo alcance, el de las repercusiones de las últimas declaraciones de la reina. No pocos, por adhesión inquebrantable al trono, o por antipatía al conservadurismo católico del Opus Dei –tendencias aquí curiosamente unidas – pretenden que la reina fue manipulada por la periodista, lo que no concuerda para nada con la sólida personalidad y profesionalidad de ambas, ni con sus reacciones tras el, tan previsible y, por tanto, obviamente planificado escenario.

                           Sería un insulto a su inteligencia decir que la reina fue víctima o “toleró” ese escándalo. Y ciertamente no lo promovió por motivos ideológicos. Ya había ido expresando sin problemas sus ideas conservadoras otras veces, incluso en el libro anterior que sobre ella publicó la misma periodista. No cabe otra explicación racional que la humana, la familiar.

                           Recurrir para explicar temas de trascendencia política al ámbito doméstico pueda repugnar a algunos por arcaico. Pero es lo que hay, por ser consustancial al sistema monárquico. Cada página de la historia (antigua, en otros países) muestra las repercusiones políticas de los conflictos internos y su manipulación en las familias reales, las clásicas “intrigas cortesanas”. Y el desmentido a esas declaraciones de la reina por parte de la “Casa Real” revelaba los trazos psíquicos de la mano del rey. Y esos días su rostro –ese espejo del alma- mostraba, al contrario que la cara de su esposa, y a cualquiera que no fuera voluntariamente ciego, contra quien se había montado ese escándalo, por tan sabidas como tanto tiempo celosamente tapadas razones familiares.

20081113. Norma Constitucional inhumana.


Un conocido humorista ha dicho que si los reyes se ponen a opinar sobre nuestras conductas, nosotros nos pondremos a opinar sobre ellos. La realidad es mucho más compleja que esa verdad, tan de Perogrullo que parece broma tener que recordar. Porque es evidente que los ciudadanos pueden y deben opinar sobre sus administradores en una democracia auténtica.

Sin embargo, en España, los reyes, meros símbolos, no pueden opinar: son como una bandera, según recordó un portavoz del PP, pronto acallado por decir la verdad. Por supuesto, los reyes no son de tela o palo de bandera, y es absurdo que no puedan opinar, incluso en público. Con todo, tal es el papel que le asigna nuestra Constitución, explicable sólo por el difícil periodo de principios de la transición, para encajar de alguna manera en la democracia al sucesor del Jefe del Estado anterior.

Ya es hora de mejorar las normas constitucionales, para humanizar y hacer funcional y creíble el cargo, tan funcional en otros países, de Jefe del Estado, para que no tenga que salirse nadie de la vigente ley, aunque ese empleo lo haya aceptado libremente y le esté regiamente remunerado.

20081127. Cuentas reales más reales.

                              ¿Hasta dónde podemos llegar en este país?  Medios muy solventes afirman que el rey llamó hasta siete veces a Zapatero, hasta hacerle cambiar de opinión y permitir que Repsol pudiera caer en manos del gobierno y/o la mafia rusa. Por supuesto, hay desmentidos de la Casa Real. Pero se requiere una investigación tan imparcial y profunda como requiere la gravedad del tema de nuestra energía física, y el mantenimiento sin sospechas de nuestra cohesión institucional; análisis que aclarara también el contexto que hace creíble esa información; entre otros, las tan repetidas visitas “privadas” del rey a Rusia, que no han sido nocivas sólo para los osos, su amistad “particular” con Putin, el haberse convertido en la cuarta fortuna (además de tener el enésimo “regalado” yate Fortuna) de España, cuando, al llegar a España, tenían que regalarle los trajes. Una democracia, por muy coronada que esté, exige unas cuentas reales más reales.

20081129. Homenajear al rey.

                             Yo comprendo que esto hiera su probada modestia, que evita explicar sus benéficas actuaciones, pero yo creo que, máxime en estos tiempos de crisis, hay que hacer un homenaje y poner como ejemplo al rey don Juan Carlos I.

                             Empezando de la nada –yo diría incluso que con número rojos, si no se tratara de alguien de sangre azul- ha conseguido reunir en tres decenios, en provecho final, sin duda, de todos los españoles, casi la primera fortuna de España. Con el gran mérito añadido de haberla traído casi todo ese dinero de fuera, gracias a sus íntimas relaciones con reputados personajes.

                             Hoy, por ejemplo, tras haber cazado e importado valiosísimas pieles de oso, está intentando patrióticamente que la petrolera rusa Lukoil deje aquí su dinero, o, al menos, consiguiendo un increíble crédito, su asombroso y misterioso saber hacer, adquiriendo nuestra Repsol. Y ¿quién no recuerda la inteligencia y valor con la que, ya al principio de su reinado, pasó el platillo entre las monarquías para consolidar el trono, consiguiendo, entre otros no menos gratuitos préstamos, tantos millones de una Arabia Saudita, tan interesada en España y en la democracia?

20081204. ¡Y un jamón real!

La noticia, a primera vista intrascendente de que el rey ha aceptado presidir el V Congreso del Jamón plantea, al analizarla, interrogantes sabrosas, aunque no siempre de fácil digestión. ¿Vendrá después el solomillo de ternera real, o los garbanzos reales? ¿El patrocinio unilateral de un producto alimentario es compatible con la función de equilibrio de la Corona? ¿No se sentirán ofendidos aquellos, cada día más numerosos en España, que, judíos o musulmanes, consideran ese un alimento impuro? ¿Es función adecuada para la monarquía tomar oficialmente partido también contra quienes consideran esa alimentación nociva para la salud, como, entre otros, los vegetarianos? ¿Es compatible ese sello real con el libre mercado, o supone –si no, por qué se procura- un privilegio inaceptable? ¿Recibe por esa parcialidad exhibida nuestro primer funcionario algún “regalo” o contrapartida poco edificante, como por lo de “Fortuna” y otros productos comerciales? Libres son los ciudadanos de producir jamones y consumirlos. Pero quienes quieran mantener el papel de árbitro no partidista que nuestra Constitución asigna a la monarquía, harían bien en responder a esas propuestas de distintos intereses para que rompa con su neutralidad con un rotundo ¡y un jamón!

20081204. Rey del petróleo.

                             Como si fuera el piloto Alonso, el humorista de un diario madrileño dibuja al rey dirigiéndose por televisión en su mensaje navideño, con un traje adornado con múltiples distintivos de la petrolera rusa Lukoil, en cuyo favor ha llamado hasta seis veces a Zapatero, hasta hacerle dejar de oponerse a que la rusa se apoderara de nuestro sector energético comprando Repsol.

                       ¿Hasta cuándo soportaremos esto los españoles?  ¿No habrá nueva feroz censura y confiscación de ese, como de otros periódicos? ¿Se juzgará a sus autores como a otros, incluido el alcalde Puerto Real, que vimos salir inculpado de los juzgados, con protestas ciudadanas de apoyo tales como “Mandan porque amordazan” y “Mandar callar, negocio real”? Porque eso hizo tristemente famoso -excepto entre los machistas patrioteros que aún quedan- el gesto de Juan Carlos I, de mandar callar y dar la espalda a jefes de gobierno democráticos que se quejaban de las tropelías de empresas multinacionales españolas, postura tan anti diplomática que tardaremos largos y penosos años en pagar.

                         Peor aún:  ahora el rey defiende, contra la española, a la empresa rusa de su “amigo particular” Putin, al que ha hecho ya siete visitas “privadas”. Como también, y a costa de nuestros intereses, es amigo especial de dictadores ligados al sector energético, y recibe favores y voluminosos y regios regalos de empresarios tan poco dudosos como los tabacaleros, de los que no pocos,-como, entre otros, Colón de Carvajal, de la Rosa y Mario Conde, que llevaba sus cuentas-, han terminado con sus huesos en la cárcel, mientras que el rey va camino de convertir en la mayor fortuna de España, algo muy inexplicable incluso si no gastara nada de su regio sueldo. ¿Cuándo se hará justicia y pedirán las responsabilidades a que haya lugar a quien la Constitución declara irresponsable, sí, pero –como no puede ser de otra manera- sólo en lo específico de su cargo, y mientras se demuestre que no se sale de él y no abusa de su tan, quizá demasiado, privilegiada situación?

20081208. Amigos fatales.

                                 Tardà, Carod, y tantos militantes del ERC jalean a ETA.  Ah, c… aramba. Con esos amigos, los republicanos no necesitamos enemigos.

20081220. Felicitación desequilibradora.

                             Todos los servidores públicos, incluso los que ha sido votados, deben respetar a todos los ciudadanos. Más aún, si cabe, el que tiene como función principal, si no única, representar, unificar y equilibrar en cierto modo su diversidad.

                              De aquí se resulte sorprendente que, en un tema tan sencillo, patente y, al mismo tiempo, significativo, se den este año importantes lagunas en la felicitación que en estos días de fin de año suele enviar el Jefe del Estado. Porque a la habitual felicitación en castellano añade otras dos lenguas, pero no son ninguna de las cooficiales, sino el francés y el inglés. Desliz tanto más lamentable cuanto que el tema lingüístico es especialmente delicado en el reino de España en esta época, y hay precedentes de alguna desafortunada intervención real al respecto.

                                Por otra parte, es no menos novedoso y significativo que el Jefe del Estado haya sustituido en su felicitación oficial la foto de su familia por la de una confesión religiosa particular, precisamente este año en que el tema del respeto a la aconfesionalidad del Estado, para cumplir con las exigencias explicitas de la Constitución y de la democracia, está muy vivo sobre el tapete. No puede menos de situarse esta desequilibrada manifestación en línea con las tan partidistas declaraciones de la reina Sofía, agravando el problema que todo ese repetido desenfoque causa a la monarquía y a la convivencia ciudadana a favor de un grupo muy determinado. Y más todavía cuando, sea aún o ya no –en teoría y en la práctica- el mayoritario, que suscita particulares recelos y reacciones defensivas de los demás grupos, que no hace tanto sufrieron su imposición tras una cruel guerra civil.