Monarquía – 2005

20050214. Políticos unidos.

Es difícil leer y entender a fondo los centenares de páginas, colmadas de fórmulas jurídicas diseñadas cuidadosamente a favor de quienes las formularon, del Tratado de Constitución europea y sus múltiples anexos. Sin embargo, es muy fácil es comprender el “talante” de quienes se empeñan en que lo firmemos deprisa, deprisa, sin leer: se trata de la, de nuevo reunida como por arte de magia y casi al completo, tradicional clase política, que con su franco estilo arrogante vuelve a descalificar a los que se oponen a su propuesta de ser la anti España, ahora la anti Europa.  

Menospreciando a unos adversarios, a los que han ninguneado hasta hacer casi imposible su acceso a los medios de comunicación, esos políticos reunidos pretenden temer sólo la abstención que, en realidad, buscan con esos métodos tan… evidentes, para que les dejemos a ellos, los profesionales, decidir todo lo importante.  Como antes Gundinsalvo, vienen a decirnos: “Vote que sí; total, a usted ¿qué le importa?”. Volvemos, si alguna vez nos habíamos empezado a alejar de verdad, a la España organizada.

20050216. El rey, amarillento.

                              No es que Su Majestad padezca ictericia. Menos aún el que el Rey se haya puesto amarillo al conocer el atentado que le tenía preparado ETA durante sus vacaciones en Mallorca (lo que sí debería hacerle pensar, tanto por seguridad como por justicia distributiva, en variar más sus lugares de descanso). Tampoco es razonable pensar que un republicano haya conseguido llegar tan alto en la Administración como para poder dar un color tan enfermizo a los nuevos sellos de Correos de 28 céntimos. Habrá, pues, que atribuir ese fenómeno a la mala calidad de los colores, como pésima es también este año la contextura del papel en que están impresos dichos carísimos sellos. En todo caso, y aunque sea en menor escala que en las hipótesis anteriores, esto constituye un cierto revés estético y económico para el sistema, si no ya directamente en el plano político.

20050225. Reina que ni pintada.

        Los republicanos están pensando dar un premio a la reina de Inglaterra. La que no encuentra tiempo para asistir a la próxima boda de su hijo, e (im)probable heredero de la Corona. Sí, es la misma que tuvo tiempo para posar setenta y dos (72) veces ante un pequeño cuadro que le pintó el nieto de Freud, dibujándola un rictus tan horrible que le hubiera valido al menos la cárcel o incluso perder la cabeza en épocas más boyantes para la monarquía. Como dijo un conocido autor, los pueblos se desprenden de sus antiguas instituciones primero con sangrientas luchas y tragedias, y después con payasadas y carcajadas.

20050302. La intimidad del rey

                             Hay que estar a las duras y a las maduras. El príncipe Carlos de Inglaterra se queja de que la gente se mete en su vida privada, en su próxima boda. ¿Ignora que la “vida privada” de la familia real es la base de la monarquía, de su profesión, y que por tanto tiene que ser público en su caso lo que en otros es privado? Si no está de acuerdo, que renuncie. Y quienes piensan que no es razonable ese sistema de transmisión sexual del poder, sean también coherentes y renuncien a su vez al principio monárquico.

                             Las evidentes exageraciones inquisitoriales, allí y en otras partes, sobre las relaciones sexuales reales no son, aunque lo ignoren muchos de esos críticos “cotillas”, sino una protesta inconsciente contra un sistema tan diferente y hasta opuesto a los criterios que hoy consideramos adecuados para ocupar un puesto como el de Jefe de Estado.

20050304. Princesa anoréxica.

                            ¿Quién ha dicho que a nadie interesaba ya la monarquía, e incluso que “caiga gorda”? Aunque no falten malintencionados que quieran reducirlo a una pelea entre periodistas, la verdad es que se ha considerado como una noticia importante, de peso, el desmentido de la Casa Real a las insinuaciones de que Letizia estuviera anoréxica. Hay que hilar muy fino, y la innegable creciente delgadez de la Princesa quizá se deba al peso y tensión del cargo –acabamos de presenciar la rabieta del príncipe de Inglaterra por sentir invadida su intimidad, por lo que ya dimitió del cargo uno de sus parientes- y por otra parte, la exageración ante esa visible disminución física –aunque no llegue a ser patológica- a una crítica subconsciente a un cargo cada vez con más costes y menos responsabilidades reales.

20050331. Los respetos del rey

                             Veo en la prensa una gran foto del rey inclinándose profundamente, hasta casi partirse el espinazo, para besar la mano, curiosamente mantenida en posición muy baja, del obispo Blazquez.

                           Por supuesto, como ciudadano Juan Carlos de Borbón, puede incluso ponerse de rodillas, y besarle el pie, como se hacía antes, a quien le cante, clérigo cristiano, judío, islámico o budista. Pero como Jefe del Estado español en un acto oficial yo quisiera que en su vida pública mostrara también una actitud respetuosa y acorde con la representación que ostenta de todos los ciudadanos y de nuestra vigente Constitución.

20050313. Inclinación demasiado real ante el obispo.
                                           De una exquisita cortesía, los japoneses tienen regulado el grado de inclinación de la espalda en función de la reverencia que merece el homenajeado. En otras épocas, en las Cortes europeas la etiqueta llevaba a extremos tan complicados que impedían actuar normalmente a los monarcas, ocupados en detalles nimios, por lo que –dicen los sociólogos- estos ritos llegaron a propiciar cambios de personajes o incluso de sistemas de gobiernos. Dado que las imágenes de la gran inclinación del presidente del Estado ante el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, debida en parte al hecho –sin duda casual, debido a su bisoñez en el cargo- de que el nuevo presidente de los obispos mantuvo en ese momento la mano muy baja, ha suscitado alguna controversia, me gustaría saber si todavía sigue vigente alguna norma en el actual protocolo de la Casa Real, y si eventualmente se prevén modificaciones al respecto.

20050405. Carlos, “el embobado”.

                                  ”El amor es ciego” podría ser su real divisa. El príncipe de Inglaterra, más que aquel otro rey Carlos nuestro, parece realmente “hechizado”, embrujado por una mujer. Si un rey derrotado pronunció aquél célebre “Mi reino por un caballo”, relativamente explicable, para huir de un reino ya perdido, Carlos parece decidido a renunciar a su reino por una casada, como hace un siglo su antecesor por una divorciada. Ya se sabe: “Más tiran dos tetas que dos carretas”. Y no faltan incluso feministas que sienten simpatía por un tal partido, por un príncipe azul (no los hay ya rojos) que es capaz de sentirse tan embobado y esclavizado por su nada débil sexo.

                                    Un cínico diría que el hombre se casa siempre a ciegas, que “el matrimonio es como el demonio”. Pero, diablos, pero resulta difícil encontrar una serie más variada e importante de ómenes, (ojo, no  digo hímenes, aunque haya tantos y tan bien dispuestos), es  decir, de augurios contra ese casorio en el que se empecina Carlos,  obcecado en hacer su real gana, aunque haya que posponer  el casorio lo una vez más, por  la muerte  del Jefe de la Iglesia de Roma, quien, como el Cid Campeador, parece haber ganado después de morir esta batalla mediática al heredero de la jefatura de la Iglesia de Inglaterra de modo poco ecumenista, pero la guerra es la guerra.

                                   Llueve, recordémoslo, sobre muy mojado. La reina madre se ha negado hasta a asistir a la boda. Se ha discutido la misma conveniencia del lugar de su celebración, y hasta la legalidad de fondo de tal unión, que se ha pactado con cláusulas tan retorcidas y hasta torticeras. También el implicado ha pasado peligrosamente por encima del problema de tener en su contra tanto tiempo tan mayoritaria parte de la opinión pública, y los problemas ligados a su posición con la Iglesia anglicana.

                                     Por todo ello, como él mismo dijo en unas conversaciones íntimas que después han salido, nunca mejor dicho, a la luz, y que demuestran la grandeza de la pasión de quien siendo príncipe ama pasar tales estrecheces, declarando a Camila que quisiera ser su tampax vaginal, este personaje merecería pasar a la historia como Carlos “el embobado” o, más exactamente, “el encoñado”.

20050509. La historia se repite realmente.

Son justamente célebres las brillantes discusiones, que apasionaban a la corte de Constantinopla, relativas al sexo de los ángeles. Todo ello, mientras su capital estaba asediada por sus enemigos, que acabarían finalmente con su régimen. En España también tenemos brillantísimas discusiones cortesanas sobre el sexo del heredero(a) del heredero de la corona, tras muchos años de discusión previa sobre, si no el sexo, sí el adecuado físico, profesión, nacionalidad, etcétera de la encargada de continuar esa reproducción sexual del sistema monárquico. Todo ello, mientras hemos tenido una guerra internacional y hay graves problemas de cohesión interna, y siendo el rey el jefe de los ejércitos y el garante de la unión, temas en los que reina en la corte un silencio, en más de un sentido, sepulcral. ¿Será verdad que lo único que se aprende de la historia es que no se aprende nada de la historia?

20050512. Los problemas de la sucesión real.

¡Qué situación tan embarazosa! ¿Niño o niña? ¿O no será que todo el sistema de elección de nuestra suprema magistratura política, -según acabamos de verlo en el terreno religioso en el Vaticano- necesita una revisión a fondo, una puesta al día con el resto de nuestras instituciones?

20050513. La firma del rey.

                           ¡Qué anécdota, qué duda más reveladora la planteada a don Juan Carlos! Algunos, fuera o incluso dentro de nuestro país, todavía no se han enterado que en España el “soberano” de verdad es ahora el pueblo y sus representantes legítimos en el Parlamento y Gobierno.  Sin duda el rey cumplirá con su papel, se pondrá firme y firmará, como los demás, el decreto sobre el matrimonio de los homosexuales, ya que su firma que es un mero requisito, y él no tiene el poder legítimo para hacer lo contrario.

                             Los equívocos provienen, en parte, de la peculiar complejidad de este momento de la evolución, en nuestro país como en otros, entre un régimen monárquico anterior y un régimen totalmente democrático, en el fondo y en la forma, lo que engendra a veces formas híbridas que se pueden prestar a confusiones. Y a ello contribuyen, lo que es tan humano como disfuncional, las presiones de los partidarios del antiguo régimen para mantener ciertas apariencias de poder. Así todavía hay un escaso control del soberano real, el Parlamento, sobre las cuentas y regalos de la Casa real, o se dan aún ciertos actos y declaraciones del monarca que parecen tomar partido, más allá de su papel institucional, en favor de aumentar los gastos militares, la influencia de una determinada tendencia y organización religiosa y los beneficios de ciertas instituciones económicas, etcétera.

20050513. La firma del rey.

                           ¡Qué anécdota, qué duda más reveladora la planteada a don Juan Carlos! Algunos, fuera o incluso dentro de nuestro país, todavía no se han enterado que en España el “soberano” de verdad es ahora el pueblo y sus representantes legítimos en el Parlamento y Gobierno.  Sin duda el rey cumplirá con su papel, se pondrá firme y firmará, como los demás, el decreto sobre el matrimonio de los homosexuales, ya que su firma que es un mero requisito, y él no tiene el poder legítimo para hacer lo contrario.

                             Los equívocos provienen, en parte, de la peculiar complejidad de este momento de la evolución, en nuestro país como en otros, entre un régimen monárquico anterior y un régimen totalmente democrático, en el fondo y en la forma, lo que engendra a veces formas híbridas que se pueden prestar a confusiones. Y a ello contribuyen, lo que es tan humano como disfuncional, las presiones de los partidarios del antiguo régimen para mantener ciertas apariencias de poder. Así todavía hay un escaso control del soberano real, el Parlamento, sobre las cuentas y regalos de la Casa real, o se dan aún ciertos actos y declaraciones del monarca que parecen tomar partido, más allá de su papel institucional, en favor de aumentar los gastos militares, la influencia de una determinada tendencia y organización religiosa y los beneficios de ciertas instituciones económicas, etcétera.

20050525. El rey, por el Guatánamo animal.

Una mayoría real, comprobada por las encuestas, y cada día mayor y más enérgicamente, nos oponemos esa institución arcaica y sangrienta que tortura y mata a inocentes animales por sádico placer, “por amor al arte”, un permanente y bárbaro “Guantánamo animal”.

De ahí que los republicanos estén encantados de la tenacidad, digna de mejor causa, con la que algunos miembros de la Casa real siguen patrocinando, incluso con su presencia, tan bochornoso espectáculo. Porque en su esfuerzo por modernizar al España, así van consiguiendo mejor el “dos por el precio de uno”, como comprueban también las encuestas, en las que una mayoría de españoles afirman ya que la monarquía es una institución propia del pasado, opinión que, en una democracia, es lógico que se concrete de forma legal en un plazo razonable.

20050629. Otra derrota de Trafalgar.

                                 Sería de desear el que todos hubiéramos comprendido por fin que nadie gana una guerra, sino que todos las perdemos todos, y que por tanto nunca hay que “celebrar”, si no es con vergüenza y contrición, el aniversario de ninguna batalla. Pero mientras llegamos a ese grado de elemental sensatez, no se sabe qué admirar más: si la destreza inglesa en hacer que los vencidos participen en la celebración de los doscientos años de su victoria en Trafalgar, o la torpeza de éstos en rendirse de nuevo con esa nueva celebración; máxime si se trata de España, cuyo imperio fue el que cedió ahí el paso al inglés.

                                Por si esto fuera poco, y en lógica consecuencia con esa inconsecuencia y derrotismo patológico, resulta que no sólo participa en esa celebración de nuestra derrota (¡!) nuestro Jefe del Estado en persona, sino que ni siquiera lo hace en los barcos oficiales de nuestro ejército que fueron a ese acto, sino en el yate personal que le regaló La Caixa que emplea a su hija. Y aunque no lamentáramos, como un conocido periodista,  la publicidad que eso supone para “la estrella financiera del tripartido soberanista catalán”, ni estemos totalmente de acuerdo en que con ese menosprecio de nuestra Armada “vamos listos y camino de un nuevo Trafalgar”, no cabe duda que el mismo nombre de ese yate de regalo, completamente inadecuado a la seriedad que impone el cargo de Jefe de Estado, “Bribón” es en cierto modo aún menos aún menos afortunado que el de la otra nave de regalo con la que el rey hace también propaganda de empresas privadas, y en este caso nada menos que de la que comercializa la droga que mata a sus súbditos españoles más que ningún otro producto comercial, la (pésima) “Fortuna”. En suma, con múltiples vergonzosos fallos, otra derrota real de Trafalgar.

20050714. Cuéntenos sus cuentas el rey.

                            Explicable por las circunstancias en que se redactó nuestra Constitución de 1978, ésta, manteniendo la figura del rey, le privó prácticamente de casi toda función. Le dijo, como el liberalismo a aquel rey que quería hacer bien las cosas, que lo mejor que podía hacer era no hacer nada. Lo convirtió, de hecho, para recordar otra hecha histórica, en un “rey holgazán”. Y eso es lo que le reprochan, no sin cierta injusticia, algunos ciudadanos: “El rey no da golpe”.

                             No es, pues, de extrañar, que aburrido, de ese destierro o interdicto político, el rey haya canalizado sus energías en el campo económico, con un éxito sorprendente. Así, de tener que depender para la compra de su mismo vestuario de la devoción del marqués de Mondéjar, don Juan Carlos ha pasado hoy a ser, según publicaciones económicas internacional, la cuarta fortuna entre las monarquías europeas. Para evitar malentendidos, sería, pues, muy conveniente que se hicieran públicas sus cuentas, con lo que rendiría un enorme servicio a sus súbditos, que podríamos aprender de él a aumentar proporcionalmente así nuestro patrimonio.

20050908. Beso anticonstitucional.

                         Es obvio, y así lo manifiestan con elocuencia muchos lectores en la edición digital de un diario capitalino: aunque como persona privada, lejos de reuniones oficiales y de cámaras de televisión, pueda hacer lo que desee, como le garantiza nuestra Constitución, esa misma Constitución pide que nuestro Jefe del Estado se relacione de igual a igual con otro Jefe del Estado, cuando éste actúa también representando a ese Estado.

                        Por eso resulta anticonstitucional, chocante para todos, -incluidos los católicos que están por la justicia antes que por su propio interés politiquero, anticristiano-, el que nuestro Jefe de Estado, según acabamos de ver en los medios, se incline entero, para besar solemnemente la mano, ante Jefe del Estado Vaticano, inequívoca y tremenda señal de sumisión, tan servil que ya ha sido desterrada incluso para los de rango más inferior en Occidente.  Cada uno debe cumplir con el papel que ha jurado respetar. 

20050924. Cuentas turbias del rey.

                      La riquísima reina de Inglaterra tiene repetidos problemas con el fisco, y sus enormes privilegios chocan con el creciente sentir de los ciudadanos y las normas de la Unión Europea. Y en Suecia la Oficina Nacional de Control de Gastos Públicos ha advertido al rey Carlos Gustavo porque éste no ha rendido cuentas adecuadas de los dineros gastados el año pasado. Reseñando el caso sueco, añadía “aquí, en España, esto no parece importar demasiado”, un conocido analista de la Casa Real; comentario poco afortunado, porque poco después una encuesta a “Tiempo” ha demostrado que más del setenta (70) por ciento de los españoles considera que no están claras las cuentas de los gastos de la Corona. Para no hablar de los regalos que recibe. Ni de los amigos financieros que tiene, algunos de los cuales están ya a la sombra, aunque otros, por su poder político, como Putin o el recién fallecido rey Fahd, hayan escapado impunes.

20051009. El veraneo real.

                           El turismo sigue siendo nuestra principal fuente de ingresos, por lo que todas las autoridades tienen la grave obligación de fomentarlo con todas sus fuerzas, aunque pueda suponerles algún inconveniente: está en su salario. Y deben hacerlo procurando mejorar la equidad entre las distintas Autonomías.

                             De ahí que me parezca que debe replantearse y reformar en el futuro el que la primera autoridad, propagandística y turísticamente la más simbólica y llamativa, incluso por sus formas arcaicas de presentación, la del Jefe del Estado, vaya a veranear todos los años y casi todo el tiempo precisamente a la autonomía que menos lo necesita, al ser la más saturada por el turismo, y de las más ricas: Baleares. La justicia distributiva pide que haya aquí también un reparto más equitativo. Y resulta especialmente nocivo, y un obvio agravio añadido a las otras dieciséis Autonomías, que los de Baleares hagan al rey regalos tan regios, una verdadera Fortuna en forma de yate, precisamente para premiar esa “fidelidad”, que el Jefe del Estado debe al conjunto de los españoles, de los que, vía presupuestos del Estado, tendría que recibir aquellos elementos que realmente necesite para llevar con dignidad y equidad su cargo.

20051017. Necesaria actualización.

                             A pesar del desmentido categórico del Gobierno, queda el interrogante de si éste presionó al Rey para que interviniera ante el rey de Marruecos en la crisis de los inmigrantes, mediación embarazosamente revelada por el mismo Marruecos. Peor aún, visto lo ocurrido, cabe la duda razonable de si esa intervención, hecha con la mejor intención por don Juan Carlos, pero, por su misma naturaleza, extraoficial, oscura y rápida, no propició involuntariamente la “solución” marroquí, tan contraproducente, no sólo para los derechos humanos de miles de inmigrantes, sino para el prestigio de nuestro país, que le entregó parte de ellos.

                                La raíz de todo ese problema añadido, como ha ocurrido ya en otras crisis y puede ser aún peor en el futuro, es la incoherente posición que nuestro actual ordenamiento jurídico da a la figura del Jefe del Estado. Esto se explica, por supuesto, como un apaño en los dificilísimos momentos de la transición, conservando un sucesor designado por el dictador y con un sistema monárquico que la mayoría de los españoles lógicamente, y como revelan las encuestas, consideran propio del pasado, pero “compensando” esas concesiones con un vaciamiento prácticamente total de sus funciones, que ahora pesa cada vez más sobre el normal funcionamiento de nuestras instituciones. Ya es hora, pues, tras treinta años, de que se realice aquí también el cambio y la modernización y, como los países de nuestro entorno, adoptemos una jefatura del Estado más concorde y funcional respecto a nuestro sistema político.

20051030. Rey caro.
                            ”Así se las ponían a Fernando VII” dice el adagio popular, refiriéndose a las bolas de billar que manos cortesanas manipulaban para que el monarca pudiera hacer más carambolas y ganar el juego; corrupción bastante barata, salvo que se cruzaran apuestas.

                             Al anterior Jefe del Estado era vox populi que los buzos de la Armada le ponían grandes peces en el anzuelo, lo que, dado los precios que entonces tenía el pescado, no nos resultaba demasiado gravoso.

                             Al actual Jefe del Estado le regalan, entre otras muchas cosas, numerosos y sucesivos barcos, con los que puede ganar las regatas, subiendo ya el coste de esos barcos a miles de millones, aunque “sólo” se trate de pesetas, y aunque “sólo” se trate de “regalos”. Eso –ya todos somos mayorcitos y no creemos en los Reyes Magos- viene a costarnos en definitiva a todos, en los posteriores e inevitables regios favores en reciprocidad, muchísimo más caro.

                          Se cumple así la ley sociológica que afirma que cuantas menos funciones tiene, menos útil y más decadente es una institución, más boato y lujo reclama para enmascarar su pérdida de poder y de prestigio, y más cara resulta al conjunto de la sociedad. Con razón, pues, se ha propuesto por uno de los grupos parlamentarios, en el actual trámite de los presupuestos del Estado, que el sueldo del Rey no sea, como hoy, superior al del jefe de gobierno, y que, como todos, deba declarar y registrar sus actividades económicas y bienes, dando un ejemplo de transparencia tan necesario como hoy inexistente.

20051101. Empleo justo real.

A mí me parece conmovedor el interés que muestran muchos en promover la igualdad de oportunidades, sin distinción de sexos, dentro de la familia real. Por eso les invito a que amplíen su concepto de equidad y promuevan la igualdad entre todos los españoles, de modo que puedan acceder sin discriminación a todos los puestos de trabajo, incluidos, por supuesto, los más elevados y realmente representativos, con lo que sería innecesario emplear tanto celo en mejorar las condiciones de un solo empleo.

20051102. Leonoristas.

                       No nos importa el sexo, los órganos físicos, sino los políticos. “Democracia con reyes, Porsche con bueyes”. Tras el catastrófico accidente de la última Guerra Civil y la última Dictadura, pudieron ser necesarios unos bueyes para sacarnos del lodazal en que nos habíamos sumergido. Pero tres décadas después no sólo encabezan aún el Porsche los mismos bueyes, sino que estos días miran con alegría y esperanza el nacimiento de su tercera generación biológica nuestros dirigentes políticos “juancarlistas”, dispuestos a ser dentro de cincuenta años “leonoristas”. No cabe prueba más evidente de que en la práctica y hasta en la teoría, nuestra democracia, como otras instituciones del Estado, es un cachondeo, en manos de incapaces e interesados, que nos predican que debemos cargar en agradecimiento en tierra firme la balsa que nos sirvió para pasar una corriente crecida, contra lo que nos advirtiera ya Buda hace más de dos milenios.

20051102. El sexo real.

                     “Lo que más tememos –confesaban los antiguos galos a Julio César- es que el cielo se nos caiga encima”. Sonreímos ante tanta ingenuidad, sin pensar que nosotros hemos caído literalmente aún más bajo, y durante muchos, muchos siglos hemos temido –hasta perder el sueño, y los mejores y más sanos y naturales placeres de la vida- caer en los abismos de eterna perdición, en las partes inferiores, en unos infiernos en cuya mera existencia ya no cree ni el mismo clero.

                      Otro “enorme” problema, que ha creado entre los españoles una gran polémica –hasta el punto de discutir muy en serio si hay que modificar por ello por vez primera nuestra Constitución-, disputa que hay riesgo que vuelva, con motivos biológicos, a repetirse en breve, es la del debido estatuto… del sexo real de la monarquía reinante. Ya el Príncipe, principal implicado en el asunto en más de un aspecto, ha intentado con poco éxito quitarle hierro al tema, recordando que no es un problema tan urgente ni, por tanto, embarazo, como el actual embarazo de su cónyuge, puesto que el(la) futuro(a) vástago mal podrá suceder a quien todavía no es rey, y que en todo caso habrá primero que proclamarlo un lejano día de modo oficial sucesor y heredero. Y si tenemos  en cuenta que en las encuestas más recientes ya hay una mayoría de españoles que considera que la monarquía” es un asunto del pasado”, resulta evidente que dentro de veinte, treinta o cuarenta años, como mínimo, cuando se pudiera plantear el tema del sexo de un hipotético tercer rey “democrático”, es muy posible y probable que, aunque subsistiera aún esa institución, tuviéramos entonces, nacional y(o) internacionalmente, una Constitución muy distinta de la que ahora tanto nos preocupa al respecto.

20051114. Soberanos y soberanos.

                           Parece oportuno recordar las diferencias reales existentes entre nuestro régimen político y el de Marruecos.  Diferencias mayúsculas, bajo aparentes similitudes onomásticas, que propician una cierta confusión, aumentada estos días por la prensa rosa, teledirigida por intereses ultraconservadores, que intentan sacar tajada del nacimiento de la primera hija del hijo menor, pero heredero legal, del rey de España.                          

             Es verdad que al venir al mundo la mayoría de los actuales españoles la semejanza del régimen político de España con el de Marruecos era, incluso en ciertos detalles, impresionante. Porque si el rey de Marruecos era un soberano absoluto por la voluntad de Alá, nuestro jefe de Estado lo era también, como debíamos reconocerlo cada vez que utilizábamos sus monedas, “por la gracia de Dios”; y, para sentirse soberano, el pueblo español no tenía otra que ingerir una droga legal de la marca de ese nombre que le hiciera olvidar la realidad. Más aún, nuestro jefe de Estado absoluto lo era con la feroz intervención de un ejército de marroquíes, que él conservó muchos años –agradecido a ellos y desconfiando de los nativos- como su guardia personal.                              

             Sin embargo, las cosas han ido paulatinamente cambiando. Porque, aunque todavía, como en Marruecos, nuestro actual jefe del Estado fue designado a dedo por el anterior, tras su muerte, recobramos ya francamente nuestra soberanía al votar una Constitución que redujo los poderes oficiales del rey, transmitiendo la soberanía al pueblo. Incluso las últimas encuestas oficiales reflejan, algo impensable en Marruecos, y hasta en España no hace tantos años, que una mayoría de los españoles opina ya que la monarquía es una institución “propia del pasado”.

               Esto hace pensar que es muy probable que los cambios legislativos que tanto preocupan algunos para intentar adecuar esa añeja institución, ante la eventualidad de que dentro de cuarenta o cincuenta años pueda asumir el cargo la ahora recién nacida, serán ya entonces, por la mayor modernización y europeización, plenamente superfluos. Porque hay que esperar que para entonces se haya consumado, real y simbólicamente, nuestra transición, y nuestra neta diferencia con el régimen político del Marruecos actual, siendo nuestro pueblo ya plenamente soberano, no “súbdito” de ningún rey o reina.

20051122. Derecho a un empleo de reina.

                        El día de los derechos de todas las mujeres sería interesante que pusieran algún interés en defenderlos tantos que se han destacado en defender el derecho de una mujer que acaba de nacer para ejercer un puesto dentro de cincuenta años, si entonces tiene salud, lo quiere y si una de tantas reconversiones no se ha llevado también ese empleo.

20051130. Un punto clave.

                        ”¡Si serán fuertes mis creencias republicanas –me decía con seriedad casi religiosa un amigo catalán- que ni siquiera los del ERC han conseguido quitármelas!”. Lo he recordado estos días cuando, en otra aparente paradoja, reconocida por ellos mismos, el ERC ha apelado al rey como garante, según la Constitución, de la unidad de la patria.

                          Las paradojas ponen al desnudo -excepto para los voluntariamente ciegos por intereses o cobardía- las contradicciones de un sistema. En vano apelaremos el auxilio real cuando realmente, en esa misma Constitución, le hemos quitado todo poder eficaz para realizar esa tarea. Si el rey se ha dedicado tanto al deporte, a los negocios, a las relaciones humanas, no ha sido por mero capricho, sino porque el actual marco político constitucional –como ya el franquismo durante su juventud- no le deja ninguna responsabilidad política efectiva.

                           Si de verdad queremos un jefe de Estado que fomente la unidad de los españoles –y buena y urgente falta nos hace, como vemos estos días- debemos tener el valor de modernizar esa institución, colocarla a la altura de los países de nuestro inmediato entorno europeo, dejarnos ya de “poner vino nuevo en pellejos viejos”, medida explicable en aquellos momentos críticos tras la muerte del dictador. No se puede tapar el cielo, ni las encuestas de opinión, con la mano, y pensar en arreglar este tema con el ya ridículo parche de mejorar… el orden sexual sucesorio, dentro de cincuenta años. Es la casa de todos, y con urgencia, la que necesita en ese punto clave una reforma y modernización para mantener de modo adecuado la estabilidad del conjunto de nuestro entramado social.

20051210. Insultos Peñafiel.

           La libertad de expresión nos sirve para conocer mejor las personas y las cosas; de modo muy claro cuando, a falta de argumentos razonables y convincentes argumentos, se sustituyen por variados y repetidos insultos, e incluso maldiciones (¡!) que, en clara proyección freudiana, demuestran “la mala baba que destila” y la “mala educación” (dos veces repetido) de quien se la atribuye a otro.

            Así es la lamentable carta del señor Jorge González al señor Peñafiel. Y todo porque de forma “sibilina” Peñafiel compara la esposa del príncipe heredero de Gran Bretaña con la del príncipe heredero español, a la señora Camila con la señora Leticia, perdón, Letizia.

          Yo comprendo que a un machista de antología como este señor Jorge González, que no duda en provocar, como a duelo, a Peñafiel, diciendo que “tiene de hombre lo que un mosquito” le pueda parecer inaguantable recordar lo que es una verdad como un templo, que ambas señoras son divorciadas (lo de adúlteras, aparte de ser menos visible, ha sido despenalizado hace tiempo, y sólo los machistas pueden considerarlo algo grave… y sólo en el caso de las mujeres). Ni conozco ni frecuento los ambientes del señor Peñafiel; pero agradezco a quien conoce y habla con alguna claridad –en cuanto se le permite- de temas relacionados con los personajes de la Casa Real, que, a pesar de estar nominalmente a nuestro servicio, los ciudadanos tan poco y tan sesgadamente conocemos por culpa de los “súbditos” serviles de siempre, como este señor Jorge González.

20051226. Monarquía interminable.

                       No nos importa el sexo, los órganos físicos, sino los políticos. “Democracia con reyes, Porsche con bueyes”. Tras el catastrófico accidente de la última Guerra Civil y la última Dictadura, pudieron ser necesarios unos bueyes para sacarnos del lodazal en que nos habíamos sumergido. Pero tres décadas después no sólo encabezan aún el Porsche los mismos bueyes, sino que estos días miran con alegría y esperanza el nacimiento de su tercera generación biológica nuestros dirigentes políticos “juancarlistas”, dispuestos a ser dentro de cincuenta años “leonoristas”. No cabe prueba más evidente de que en la práctica y hasta en la teoría, nuestra democracia, como otras instituciones del Estado, es un cachondeo, en manos de incapaces e interesados, que nos predican que debemos cargar en agradecimiento en tierra firme la balsa que nos sirvió para pasar una corriente crecida, contra lo que nos advirtiera ya Buda hace más de dos milenios.

                     “Lo que más tememos –confesaban los antiguos galos a Julio César- es que el cielo se nos caiga encima”. Sonreímos ante tanta ingenuidad, sin pensar que nosotros hemos caído literalmente aún más bajo, y durante muchos, muchos siglos hemos temido –hasta perder el sueño, y los mejores y más sanos y naturales placeres de la vida- caer en los abismos de eterna perdición, en las partes inferiores, en unos infiernos en cuya mera existencia ya no cree ni el mismo clero.

                      Otro “enorme” problema, que ha creado entre los españoles una gran polémica –hasta el punto de discutir muy en serio si hay que modificar por ello por vez primera nuestra Constitución-, disputa que hay riesgo que vuelva, con motivos biológicos, a repetirse en breve, es la del debido estatuto… del sexo real de la monarquía reinante.

                           Ya el Príncipe, principal implicado en el asunto en más de un aspecto, ha intentado con poco éxito quitarle hierro al tema, recordando que no es un problema tan urgente, ni, por tanto, embarazo, como el actual embarazo de su cónyuge, puesto que el(la) futuro(a) vástago mal podrá suceder a quien todavía no es rey, y que en todo caso habrá primero que proclamarlo un lejano día de modo oficial sucesor y heredero. Y si tenemos  en cuenta que en las encuestas más recientes ya hay una mayoría de españoles que considera que la monarquía”es un asunto del pasado”, resulta evidente que dentro de veinte, treinta o cuarenta años, como mínimo, cuando se pudiera plantear el tema del sexo de un hipotético tercer rey “democrático”, es muy posible y probable que, aunque subsistiera aún esa institución, tuviéramos entonces, nacional y(o) internacionalmente, una Constitución muy distinta de la que ahora tanto nos preocupa al respecto.