20020105. Sucesión real.
Las desgracias nunca vienen solas. Llueve sobre muy mojado. Aunque esta vez la tragedia no provenga de la voluntad humana, como sería si hubiera sucedido por un esfuerzo irresponsable en deportes de riesgo, sino, al parecer, por todo lo contrario: el loable deseo de mantenerse en buena forma física, ejercitándose sin excesos en un gimnasio, como estaba haciendo el esposo de la infanta Elena cuando tuvo el infarto cerebral.
Lo que agiganta y hace especialmente grave para todo el Estado esta desgracia es que esto ocurre en las circunstancias tan delicadas -en más de un sentido- en que se encuentra la línea sucesoria de la Jefatura del mismo Estado. La ciudadanía de un sistema democrático tiene el derecho a esperar que los responsables cumplan con prontitud y seguridad lo que los tratadistas califican de su principal función: garantizar su continuidad. Máxime, insisto, en las delicadas circunstancias que hoy día desempeñan su cargo. Sin embargo, hemos de constatar con consternación que el príncipe heredero, hoy ya de treinta y tres (33) años de edad, ha empleado los últimos cuatro, hasta rendirse finalmente a la evidencia la semana pasada, en fomentar una relación que desde el primer día tanto los expertos como la mayoría de la opinión pública juzgaba muy inadecuada. Más aún, que hace dos años, el mismo rey se enfrentó a los periodistas (y a la opinión pública que ellos representaban, pidiendo aclarar este tema capital) diciendo: “Debo anunciarles… que el príncipe se casará cuando le dé la gana”, desplante que, tanto en el fondo como en la forma está lejos de lo que exige su cargo en un régimen democrático. De aquellos polvos, estos lodos, y lo que desgraciadamente aún puede suceder.
20020116. Reina holgazana.
Muy revelador ha sido el revuelo levantado en Gran Bretaña por el retrato de la reina Isabel II, “retrato extremadamente poco favorecedor, lúgubre y feo”, según editorializaba, entre otros, el londinense “The Telegraph”. Si la cara es el espejo del alma –y más, siendo el pintor el nieto de S. Freud- malos tiempos corren para la monarquía.
Más significativo y peor aún, aunque no lo he visto subrayado en los comentarios, es que para hacer ese cuadrito de 25 por 15 centímetros la reina haya tenido tiempo de posar, en un estudio distinto de su residencia, nada menos que setenta y seis veces (76). Esto pone también crudamente al descubierto cuanto tiempo libre tiene un funcionario tan bien pagado como ella.
Si los antiguos reyes de Francia, conocidos como “reyes holgazanes”, fueron depuestos –incluso tras consulta y bendición del Papa- por esa su misma inutilidad, siendo sustituidos por los verdaderos gobernantes del país, no sería extraño que hasta la tradicional Gran Bretaña acabara imitando el ejemplo republicano de Francia y tantos otros países más modernos, racionales y eficientes, como ha tenido que hacer ya ante el sistema métrico decimal dando su brazo a torcer.
Escritas las líneas precedentes, oigo por la radio que el emperador del Japón ha presentado unos versos propios para celebrar su Año Nuevo, muestra patente, concluye el periodista, de que el cargo le deja mucho tiempo libre. Más de lo mismo, pues, confirmado desde casi las antípodas.
20020123. Reconversión de la monarquía.
Es bien difícil, ante este alud de gravísimos acontecimientos, no perder las perspectivas, descuidar ciertos problemas, que así se enquistarán y reventarán después con pésimas consecuencias. Sin duda vivimos inmersos en una crisis mundial tras el 11 de septiembre, uno de cuyos desencadenantes, el conflicto israelí, amenaza cada día más la paz mundial. También se acumulan los problemas en la Unión Europea. Y en España sufrimos desde la pésima situación de la justicia hasta el problema vasco, agigantado y empeorado aun por la funesta táctica de algunos de emplearlo como “tapadera” para silenciar problemas que afectan a muchas otras regiones o, de modo directo e inmediato, como el ya citado de la Justicia, a todos los españoles.
Sin embargo, entre nuestros problemas, no podemos olvidar (brutalmente puesto de relieve hace un mes por dos hechos tan dispares, pero tan significativamente ligados al tema como la ruptura de un extraño pero real “no-noviazgo” y un trágico accidente familiar de imprevisibles consecuencias) la necesidad de modernizar la estructura y modo de acceso a la Jefatura del Estado. Antes que la inercia y pereza en emprenderla empeore la situación, y sea mucho más costoso y doloroso el hacerla, es momento de ir planteando una “reconversión política”, como la realizada por los países de nuestro entorno, hacia un método más eficaz de gestión del cargo, agradeciendo los servicios prestados al personal, sin exigirle que continúe en una tarea cada vez más difícil de coordinar con los valores y sentimientos de igualdad y democracia que ellos mismos también, sin duda, tienen, y que les impiden creer y ejercer bien el papel de dirigentes de otras épocas, sistemas y pueblos.
20020129. Loca por el príncipe.
No se trata de un intento terrorista, no. Esto es ya cosa de locos. Aunque algunos medios se empeñen aún en hurtar el comentario, y hasta la noticia, a sus lectores, con un insano secretismo, el hecho es que los vigilantes del Palacio Real de Mallorca han descubierto estos días a una mujer que iba buscando por sus dependencias al Príncipe. En sus bolsillos, en lugar del arma terrorista que temían encontrar, estaba todavía el billete de transporte a Mallorca. Venía, declaró, a encontrarse “con su novio”.
Los tan ocultos, repetidos y larguísimos amores del príncipe han pasado, de ser objeto propio del “Boletín Oficial del Estado”, a serlo del “¡Hola!”, y ahora ya incluso de partes psiquiátricos. Las leyendas al respecto rozan hoy demasiado cerca, entre otras cosas aún más graves, el ridículo. Esto es literalmente ya, repitámoslo, cosa de locos; o incluso, más exactamente, según vemos, de locas.
200202XX. El casarse de reyes y clero.
¿Cabe mayor tiranía, mayor esclavitud, que no poder estar, intimar, casarse con quien le pide a uno su mismo cuerpo, su naturaleza, su propio ser? Sin embargo, en pocas semanas, hemos tenido al respecto en España un par de escándalos en dos de nuestras más tradicionales instituciones: la Iglesia, con el sacerdote Mantero; y la Monarquía, con el príncipe Felipe. Muy ciego hay que estar para creer que sólo es un problema de esas personas. Ya lo dijo el Evangelio: “No se puede poner el vino nuevo en odres viejos”; o, dicho sin parábolas, hay real, profunda, institucionalmente que “renovarse o morir”.
20020208. Copa del Rey.
Se quejaba un periodista de un diario capitalino (“casualmente” liquidado poco después) de que se conociera ya el nombre del ganador del último premio Planeta mucho antes de que el jurado terminara sus presuntas deliberaciones, y que encima la presencia del Rey en ese banquete… de influencias avalara en cierto modo el chanchullo.
Más grave aún, por tratarse de un premio mucho más importante y codiciado en circunstancias “culturales” que hoy padecemos, y por ser una injusticia pública y oficial, e incluso llevar este premio directamente el nombre del Rey, son las condiciones que se han dado en otro concurso, “deportivo” (¡!), a partido único, en el que sólo uno de los equipos juega en su propia ciudad, e incluso en su mismo campo.
Hace tiempo que sabemos que algunos hacen del patriotismo su negocio, y lo utilizan como tapadera del cubo de basura. Ya es hora, y los monárquicos deberían ser los más interesados en ello, de que se depuren responsabilidades pasadas y se prevengan en el futuro situaciones tan lamentables.
20020216. Franco parecido del rey con Franco.
Sus beneficiarios pueden estar de enhorabuena. Después de tantos decenios, de las ahora aparentemente más difíciles circunstancias, del cambio de personas y hasta de denominación, el sistema muestra su solidez eficacia. Porque hoy como ayer, se presiona oficialmente desde la Jefatura del Estado a los medios de difusión, como a TV-3, exigiéndole una “contención” por “la diferente carga simbólica” de dicha Jefatura “respecto a los personajes políticos “. Esa misma llamada de atención prueba la franca y real unidad y continuidad del régimen, para orgullo y provecho de sus partidarios.
20020219. Cura y rey casados.
¿Cabe mayor tiranía, mayor esclavitud, que no poder estar, intimar, casarse con quien le pide a uno su mismo cuerpo, su naturaleza, su propio ser? Sin embargo, en pocas semanas, hemos tenido al respecto en España un par de escándalos en dos de nuestras más tradicionales instituciones: la Iglesia, con el sacerdote Mantero; y la Monarquía, con el príncipe Felipe. Muy ciego hay que estar para creer que sólo es un problema de esas personas. Ya lo dijo el Evangelio: “No se puede poner el vino nuevo en odres viejos”; o, dicho sin parábolas, hay real, profunda, institucionalmente que “renovarse o morir”.
20020306. Las consortes reales.
“Dime con quien andas, y te diré quién eres”. Conviene reflexionar sobre ello, cuando hemos visto en Europa a diversos príncipes casarse con mujeres de vida tan poco normal o hasta recomendable desde el punto de vista moral e incluso político, como la hija de un ministro de la siniestra dictadura de Videla.
En España hemos tenido más suerte, puesto que, si una de las infantas se ha casado con un protagonista del mundo del espectáculo, éste, al menos, no era un torero; y la otra escogió a un discreto gerente de finanzas, fue un conde lejano a conocidos escándalos financieros que rondaron la institución. Respecto al príncipe heredero, una mujer se quejaba no hace mucho en la prensa –y no sin cierta razón- de que se le relacionara con “candidatas” que no destacaban por una profesión moderna o por sus obras sociales, sino por ser modelos de ocupaciones hoy consideradas más frívolas o incluso poco recomendables, habiendo tenido que desmentir públicamente estos días su relación con don Felipe nada menos que la hija del difunto dictador suramericano Pérez Jiménez.
“¡Dios salve al rey!”, diríamos con los ingleses, quienes, tan diplomáticos ellos que, aun sosteniendo hoy por hoy la monarquía, como la libra esterlina, en su inmensa mayoría reconocen que ambos sistemas tradicionales tienen los días contados.
20020307. Copa de Fútbol.
Por supuesto que me alegro que haya ganado el más pobre, sin influencias y tan injustamente tratado. Pero este final sorprendente y afortunado es, en el fondo, sólo anecdótico. Lo grave, dada increíble importancia social que ha adquirido el fútbol para tapar otros “espectáculos”, es que de modo tan oficial se haya impuesto la ley del embudo, la más vergonzosa antideportividad, como es planear un concurso con un sólo encuentro en la ciudad y el campo de uno de los contendientes. Y que las “razones” del lobo dadas para justificarlo, como que ese lugar ya estaba designado antes de que fuera finalista el Real Madrid, o que era el año del centenario de ese equipo, hayan sido toleradas por tanta gente. Es el triunfo de la ética de que lo que importa es ganar como sea, por dinero, abusos y triquiñuelas antideportivas, que llegan incluso a considerarse un “mérito” adicional, y cuando, como en este caso, se tiene detrás el poder económico y político, un aún más ignominioso diploma de chulería.
Por si todo esto fuera poco, y dando una nueva y preocupante dimensión a tan monumental chanchullo, nos encontramos con el hecho, ya subrayado por algunos, de que esa Copa lleve el nombre y sea entregada por el Rey, lo que no sirve sin duda al prestigio de la monarquía, ni de la clase política en general. Sólo se salvó la estatua de una diosa antigua, la Cibeles, que al perder el Real Madrid no fue de nuevo ritualmente violada por jugadores y fanáticos, que suelen dar así una prueba “ritual” más de su (in)cultura.
20020322. Dispares matrimonios reales.
El rey de Marruecos acaba de casarse con una ingeniera informática especialista en matemáticas, diplomada con máximas calificaciones y empleada hasta el día de su boda en la principal empresa privada de su país. Por el contrario, en Europa hemos visto a la realeza rodearse y casarse con mujeres de perfil muy distinto a éste o, por mejor decir, incluso opuesto. Un psicoanalista relacionaría hechos aparentemente tan contrarios a una lógica “normal” con la propia seguridad y deseo real de continuidad de la monarquía alauita, por un lado, y por otro con la poca fe en el porvenir de su profesión e inconsciente deseo de suicidio político de las monarquías europeas.
20020325. Rey de Marruecos.
El rey de Marruecos acaba de casarse con una ingeniera informática especialista en matemáticas, diplomada con máximas calificaciones y empleada hasta el día de su boda en la principal empresa privada de su país. Por el contrario, en Europa hemos visto a la realeza rodearse y casarse con mujeres de perfil muy distinto a éste o, por mejor decir, incluso opuesto. Un psicoanalista relacionaría hechos aparentemente tan contrarios a una lógica “normal” con la propia seguridad y deseo real de continuidad de la monarquía alauita por un lado, y por otro con la poca fe en el porvenir de su profesión e inconsciente deseo de suicidio político de las monarquías europeas.
20020401. Reino prestigioso.
Vuelve hoy a la memoria la sabrosa anécdota de aquel piadoso obispo que todos los meses daba una limosna a un gitano, hasta que, un aciago día, un compungido portero le anunció: “-El señor obispo ha pasado a mejor vida”; a lo que el gitano respondió asombrado: “Ozú, ¿también los obispos pasan a mejor vida?”.
Ahora, a su vez, un entristecido portavoz nos ha informado de que la reina madre de Inglaterra “ha finalmente descansado”. Uno se siente tentado a preguntar con asombro si también los reyes deben descansar… o si eso se refiere a la trabajosa familia con la que dicha reina madre ha tenido que bregar. Esto último debió, sin duda, ser muy duro para quien personalmente dio, hay que reconocerlo, reales pruebas de entereza durante la Segunda Guerra Mundial, como tantos otros británicos; comportamiento que contrasta significativamente con la reciente “timorata” posición de Bush el 11-S, y la de tantos estadounidenses en sus guerras, lo que hace mucho menos prestigioso y hasta como respetable, y mucho más basado en la brutal fuerza de las armas, al actual imperialismo inglés… transatlántico.
20020404. El problema del casorio real.
A estas alturas del partido es obvio que hay que encontrar una solución al problema de la sucesión dinástica, dado que, por mala suerte o explicable aversión a una institución tan cuestionada como es hoy el matrimonio, al príncipe, según se ha dicho gráficamente hace tiempo, y por tanto, cada vez es más evidente, “se le está pasando el arroz”.
Lo más normal sería una simple renuncia por parte de don Felipe, como han hecho, por repugnancia –u “objeción de conciencia”- al matrimonio o para poder escoger a quien realmente le diera la gana, algunos herederos de las coronas europeas. Otras alternativas son más complejas, pero no dejan de tener tentadoras ventajas. Por ejemplo, el que una oportuna prueba biológica demostrara concluyentemente que –por supuesto, por un lamentable cambio de criaturas en la visita a un centro médico- el príncipe no forma parte del linaje real, lo que automáticamente obviaría el problema del emparejamiento, dado que sus dos (en ese caso ex) hermanas están ya casadas, y la pesada carga de la corona recaería sobre ellas o –si Dios guarda, como esperamos, muchos años la salud de don Juan Carlos I-, dando otro saltito por encima de ellas como antes de su abuelo don Juan- la corona iría a recaer en los entonces ya buenos mozos de sus hijos.
20020417. Palacio Real.
En el aniversario y en el lugar en que el pueblo proclamó la República, este 14 de abril de 2002 un manifestante enarbolaba una pancarta en la puerta del Sol, con el lema: “No más palacios con nuestro erario”. “No a la impunidad real”.
Los detalles que da estos días la prensa, ante su inminente inauguración, de un nuevo palacio de más de tres mil metros cuadrados, que nos cuesta de entrada más de ochocientos millones de pesetas, no parece ser, en efecto, lo más apropiado en las actuales circunstancias, ni lo que se hubiera hecho si tuviéramos un Jefe del Estado sometido a periódicas elecciones; claro está que tampoco ese Jefe del Estado tendría un Heredero (así, escrito con mayúsculas, como le adula cierta prensa), ni tampoco padeceríamos otros problemas de sucesiones, casamientos, etcétera.
20020420. Toros.
En nombre propio y de la creciente mayoría de españoles contrarios a las corridas de toros, al considerar que ese maltrato al animal y precio puesto a la vida de un hombre es una vergüenza para España y la humanidad, tengo el derecho y el deber de exponer al príncipe Felipe, con respeto pero con firmeza, lo siguiente: El papel de la realeza es representar al conjunto de los españoles, sin tomar partido públicamente por las opciones que los enfrentan; de ahí que la presencia del príncipe en las corridas de toros, como en la de Sevilla el 18 de abril de 2002 – aplaudida por la minoría taurófila como lo que es, un apoyo a su triste y sangriento espectáculo – nos parezca lamentable y muy negativo para nosotros y para la monarquía.
20020425. Yates y palacios reales.
Dice una ley sociológica que cuanta menos razón de ser tiene una institución, más procura rodearse de boato para impresionar a los incautos con su lujosa apariencia. Hemos podido comprobar cómo se cumple con lamentable exactitud esa regla en los cada vez mayores y costosos yates reales; peor aún es la pertinaz, digamos, desenvoltura, con que la que, a pesar del creciente conocimiento de lo dañino de esa droga, se continúa bautizándolo, conforme obliga su principal e interesado donante, con el nombre, trágicamente irónico para sus consumidores, de “Fortuna”, en un directo agravio a los millones de españoles, que, como yo, hemos tenido en nuestra familia víctimas, incluso mortales, de este veneno, lo que hace que ese nombre sea todavía menos diplomático, más directamente provocador aún, que el de otro yate real, “Bribón”.
Por si esto fuera poco, heredando esos malos rumbos, vemos estos días que, mientras las nuevas generaciones de españoles tienen especiales dificultades en emanciparse ante una subida astronómica del precio de las viviendas, se inaugura un nuevo y costoso palacio para el príncipe, palacio aún más inútil y vacío por cuanto ni siquiera se vislumbra, tras repetidos y cada vez más sonoros y lamentables fracasos, que se pudiera excusar ese gasto por la presunta necesidad de albergar aparte una nueva familia con la que asegurar la línea sucesoria, tarea en la que el tan preparado heredero, y a juzgar por sus evidentes resultados, parece poner menos interés o tener menos acierto que la inmensa mayoría de los demás jóvenes.
20020524. Clonar al rey.
El problema es tan grave que incluso el articulista de un diario madrileño se preguntaba estos días, al celebrarse los cuarenta años de la boda de los reyes, si esta no habría sido de Juan Carlos I y Sofía la última boda real. Porque el sistema monárquico se ha propugnado por su sencillez y estabilidad en la continuidad del mando, pero hasta el presente esas ventajas están contrapesadas demasiadas veces por las pasiones prematrimoniales, o la falta de pasión o decisión para escoger cónyuge, o por problemas matrimoniales, como son los hijos quizá no tan legítimos, o bien la preferencia por hijos de uno u otro sexo, o con unas cualidades u otras.
La ciencia moderna permite obviar, digamos, de raíz, todos estos problemas, sustituyendo todos esos primitivos, artesanales y pasionales manejos sexuales o de otro tipo. utilizados hasta ahora por obligación o por devoción, por una modernísima y limpia clonación, que permitirá una sucesión cien por cien tranquila, incluso imperceptible, garantizada sin sobresaltos de ninguna clase. ¡Qué seguridad, que alivio para los pueblos e incluso para los mismos monarcas, a quienes aquel deber corporal reproductivo, tan aleatorio, incluso desagradable en ocasiones, queda así eliminado de un, digamos, plumazo!
El único problemilla, la única decisión, será concretar cual será el rey ejemplar al que clonar como cabeza de una dinastía fiel a sí misma para siempre. E incluso este problema podría solucionarse clonando al ejemplar elegido en tal cantidad que se pudiera sustituir en un momento dado –como el euro a la peseta- a los también variados e inseguros súbditos actuales por otros más confiables, hechos a imagen a semejanza del monarca, con una identidad entre ambos nunca hasta hoy imaginable, lo que aseguraría un mundo feliz huxleyriano en una monarquía de lo más moderna y científica.
20020527. Cásese o renuncie al trono.
Confieso que yo mismo puedo haberme equivocado, pero la hipótesis, con el tiempo va cobrando más y más fuerza. Porque resulta demasiado raro el que, a estas alturas, su Alteza el Príncipe, no haya tomado el estado normal en la gran mayoría de su generación, a pesar de pedírselo, como a nadie, su profesión, y de no faltar en su caso infinidad candidatas muy interesadas, un empleo estable y un alojamiento regio, sino que haya insistido en múltiples “amores imposibles”.
Quizá todo ello no se deba a una falta de voluntad o de reflexión, como muchos pensaban, sino a todo lo contrario. Es decir, a un inteligente plan llevado con férrea voluntad por quien, por motivos ideológicos o biológicos, siente un insalvable rechazo al matrimonio. Motivos, ambos, muy respetables, y que cada día cuentan con mayor comprensión o incluso adhesión en la población española, según prueban datos tan incontrovertibles como el creciente número de solteros.
Sin embargo, también es respetable el pacifismo, pero no lo sería el pacifista que quisiera conservar un puesto muy lucrativo en el Ejército, incluso en época de guerra, sin… mojarse. Hay, pues, que reconocer los hechos, poner las cartas boca arriba, incluida la carta de dimisión por incompatibilidad con un cargo hereditario que requiere ejercer obvias prestaciones biológicas. Para reinar, como “para torear y casarse, hay que arrimarse”. España no se merece estar padeciendo tanto tiempo ya una situación cada vez más ambigua, insegura y hasta ridícula.
20020420. Toros.
En nombre propio y de la creciente mayoría de españoles contrarios a las corridas de toros, al considerar que ese maltrato al animal y precio puesto a la vida de un hombre es una vergüenza para España y la humanidad, tengo el derecho y el deber de exponer al príncipe Felipe, con respeto pero con firmeza, lo siguiente: El papel de la realeza es representar al conjunto de los españoles, sin tomar partido públicamente por las opciones que los enfrentan; de ahí que la presencia del príncipe en las corridas de toros, como en la de Sevilla el 18 de abril de 2002 – aplaudida por la minoría taurófila como lo que es, un apoyo a su triste y sangriento espectáculo – nos parezca lamentable y muy negativo para nosotros y para la monarquía.
20020527. Príncipe adopte.
Confieso que yo mismo puedo haberme equivocado, pero la hipótesis, con el tiempo va cobrando más y más fuerza. Porque resulta demasiado raro el que, a estas alturas, su Alteza el Príncipe, no haya tomado el estado normal en la gran mayoría de su generación, a pesar de pedírselo, como a nadie, su profesión, y de no faltar en su caso infinidad candidatas muy interesadas, un empleo estable y un alojamiento regio, sino que haya insistido en múltiples “amores imposibles”.
Quizá todo ello no se deba a una falta de voluntad o de reflexión, como muchos pensaban, sino a todo lo contrario. Es decir, a un inteligente plan llevado con férrea voluntad por quien, por motivos ideológicos o biológicos, siente un insalvable rechazo al matrimonio. Motivos, ambos, muy respetables, y que cada día cuentan con mayor comprensión o incluso adhesión en la población española, según prueban datos tan incontrovertibles como el creciente número de solteros.
Sin embargo, también es respetable el pacifismo, pero no lo sería el pacifista que quisiera conservar un puesto muy lucrativo en el Ejército, incluso en época de guerra, sin… mojarse. Hay, pues, que reconocer los hechos, poner las cartas boca arriba, incluida la carta de dimisión por incompatibilidad con un cargo hereditario que requiere ejercer obvias prestaciones biológicas. Para reinar, como “para torear y casarse, hay que arrimarse”. España no se merece estar padeciendo tanto tiempo ya una situación cada vez más ambigua, insegura y hasta ridícula.
20020604. El yate real es… del patrimonio.
La carta de don Enrique Tovar abre una gran esperanza a tantos jóvenes lugar donde vivir, puesto que el nuevo palacio, al que él describe como la “discreta casa, si se le compara con muchos chalets” “no es propiedad del Príncipe, ni siquiera en régimen de alquiler” sino del Patrimonio del Estado; siendo así, los jóvenes podrán pedir turno para usarla también ellos; como para darse un paseíto en otro bien del Estado, el yate Fortuna, cuyo nombre, tiene el valor de añadir Tovar, “me parece muy acertado, porque es lo que deseamos todos” ¿También deseamos todo el tabaco “Fortuna” que, como principal marca vendida en España, es la principal causa de las 55.600 muertes anuales que, según el Ministerio, produce ese veneno, y que ha financiado ese como los anteriores yates reales? ¿Sabe ese señor que ese yate no podría ser mostrado, para vergüenza nuestra, en los medios de comunicación de otros países, por la propaganda tan insana, literalmente mortal, que hace de esa letal “Fortuna”? Los torpes intentos, que serían ridículos si no fuera el tema tan grave, del señor Tovar por tapar la denuncia de don Juan Olivares, no hacen sino dejar aún más en evidencia el problema real.
20020604. Yate Patrimonio.
La carta de don Enrique Tovar abre una gran esperanza a tantos jóvenes lugar donde vivir, puesto que el nuevo palacio, al que él describe como la “discreta casa, si se le compara con muchos chalets” “no es propiedad del Príncipe, ni siquiera en régimen de alquiler” sino del Patrimonio del Estado; siendo así, los jóvenes podrán pedir turno para usarla también ellos; como para darse un paseíto en otro bien del Estado, el yate Fortuna, cuyo nombre, tiene el valor de añadir Tovar, “me parece muy acertado, porque es lo que deseamos todos”.
¿También deseamos todo el tabaco “Fortuna” que, como principal marca vendida en España, es la principal causa de las 55.600 muertes anuales que, según el Ministerio, produce ese veneno, y que ha financiado ese como los anteriores yates reales? ¿Sabe ese señor que ese yate no podría ser mostrado, para vergüenza nuestra, en los medios de comunicación de otros países, por la propaganda tan insana, literalmente mortal, que hace de esa letal “Fortuna”? Los torpes intentos, que serían ridículos si no fuera el tema tan grave, del señor Tovar por tapar la denuncia de don Juan Olivares, no hacen sino dejar aún más en evidencia el problema real.
20020612. Príncipe Allen.
Quiero expresar mi malestar por el poco cuidado con que algunos tratan a la Monarquía. “Un Príncipe para Woody Allen” decía el titular de un diario madrileño, y sólo el texto aclaraba después que se trataba de uno de los premios “Príncipe de Asturias”. No digo que se haya redactado el titular con mala intención, pero es una expresión desafortunada, máxime tratándose de un director de cine notorio por sus excesos sexuales; eso sí, conforme a la ley natural, con una mujer.
20020625. Pisito del principito.
En vano los serviles de siempre, ridículamente disfrazados con una piel de demócrata que les va ancha, intentan acallar el clamor popular con silencios o falsos argumentos. Porque tanto en Madrid como en Sevilla y otros lugares, el primero de mayo, la huelga del 20-J y en otras manifestaciones populares, como las relacionadas con la Cumbre Europea, todo el que no ha estado voluntariamente sordo y ciego ha podido constatar las continuas denuncias: unas más irónicas y juveniles, como el grito “-¡Queremos un pisito, como el del principito!”; otras, más formales y generales, como las pancartas: “No más palacios con nuestro erario”, todo ello unido a una proliferación sin precedentes de banderas republicanas.
Sí: ni siquiera el último yate real “Fortuna”, a pesar de su coste muy superior, su destino aún más ocioso, y su propaganda envenenadora de su patrocinador real, la tabacalera, provocó un rechazo tan unánime de la ciudadanía.
Los sociólogos e historiadores lo explicarían recordando que si en otras épocas, en años de hambre, los banquetes reales provocaban revueltas populares, hoy día, en que las nuevas generaciones no pueden tener un adecuado acceso a ese otro elemento de primera necesidad que es la vivienda, resulta especialmente odiosa la ostentación de un nuevo palacio por parte de un príncipe solitario. Una mala política pude llevar a que, en definitiva, se le venga la casa encima incluso a la Casa real.
Así se acallarían también las reacciones surgidas tras el regalo al rey de una auténtica “Fortuna” por parte de los empresarios mallorquines, en respuesta, tuvieron el valor de reconocer, a su “fidelidad” en veranear en sus costas. Es posible que esa variación en sus lugares de veraneo tuviera algunos inconvenientes, e incluso podría llegar un día en que el rey residiera durante ese período en una Autonomía con menos o ninguna costa, pero los cargos tienen sus cargas reales ¿o no?
200207XX. Casarse o dimitir.
En un país en el que prospera tanto la corrupción que se llega hasta perder el juicio más claro, o tener que anularlo ¿es posible que hasta un cargo tan principesco, por no casarse con nadie, sea tenido por tan raro que se vea obligado a retirarse?
20020703. Pancartas gais.
Me parece que se han pasado. Comprendo, aunque no comparta, que los llamados “gais” intenten defender su postura sexual con lemas como “Amarse entre iguales no es tan diferente” y “El amor es ciego; el tuyo, el primero”, según vi en el noticiero televisado de su última gran manifestación en la capital. Pero me parece excesivo que, aunque fuera quizá en broma, llevaran pancartas con el lema: “¡No más discriminación! ¡Reyes… por clonación!” y “Rey que no entiende, es deprimente”.
Me han dicho que eso se debe al malestar que les ha causado cierto comentario ambiguo del rey respecto a ellos en la reciente Feria del Libro. Es cierto que el rey debe representar a todos los españoles, pero hay que tener en cuenta que es muy difícil que una sola persona pueda acertar siempre ante tantos estímulos diferentes, máxime cuando no tiene que responder ante el posterior veredicto de las urnas, que, en el caso de los jefes de estado y gobierno democráticos, ayudan con su claro veredicto cifrado a frenar los desequilibrios en que esos jefes puedan ir cayendo; de manera que, si no rectifican, acaban sustituyéndoles por otros, quizá no mejores en su conjunto, pero que por un tiempo sirven para reequilibrar los aspectos en que los primeros habían fallado más. Y cuando un reinado es largo, no sólo es natural que se acumulen y refuercen negativamente esos naturales desequilibrios, sino que el mismo paso de los años lleva a multiplicarlos por la lógica dificultad de adaptarse a los cambios y sentir de las nuevas generaciones.
En ese sentido, más que emprenderla con la persona que ostenta la jefatura, habría que atribuir el defecto al sistema, y procurar solucionarlo de otro modo, como hacía, con otra intención, una pancarta de la manifestación de la huelga general del 20-J: “Empleo temporal, para la familia real”.
20020725. Rey Santiago.
La consagración de España por Franco al Sagrado Corazón sería, en opinión de casi todos, impensable en nuestros días. Pero no hay ninguna diferencia real entre ese acto y la ofrenda al apóstol Santiago que sigue haciendo cada año su sucesor en la jefatura del Estado, en directa contradicción con nuestra Constitución.
La democracia no es la imposición arrolladora de las mayorías absolutas, sino el respeto absoluto de las minorías. Bastaría que hubiera un español no católico –y somos millones, aun antes de la reciente inmigración, los que tenemos otra concepción religiosa o no estamos de acuerdo con ninguna- para que fuera abusivo que el representante de la nación, en el ejercicio de su cargo, no sólo esté presente (lo que es aceptable, si tan asiste a las demás confesiones), sino protagonice un acto religioso. Y resulta doblemente bochornoso y contradictorio irrespetar así al prójimo en nombre de una religión que dice promover no sólo la justicia, sino la caridad para con todos. Muy mal la representan, pues, quienes impulsan, por el contrario, a atropellarlos “a la mayor gloria de su organización”.
20020725. Casarse o dimitir.
En un país en el que prospera tanto la corrupción que se llega hasta perder el juicio más claro, o tener que anularlo ¿es posible que, hasta un cargo tan principesco, por no casarse con nadie, sea tenido por tan raro que se vea obligado a retirarse?
20020727. Belleza palaciega.
La estética ha tenido repercusiones transcendentales en política. No es necesario hurgar una vez más en las narices de Cleopatra, o en órganos más recónditos de la Pompadour. Baste recordar que ciertos varones hostiles achacaban el triunfo de Suárez -y después de González- a su glamour, trampa de tahúr del Mississipi que, en honor a la verdad, y a pesar de su coqueto bigote, nadie que sepamos ha reprochado a Aznar.
Tampoco vamos a hacer, Dios nos libre, alusiones personales a la familia real. Sólo se trata de la estética del nuevo palacio del Príncipe. Y la verdad es que en una reunión al respecto de especialistas en artes decorativas se ha definido dicho inmueble con distintos apelativos, pero todos sinónimos de «horroroso».
El tema está lejos de ser baladí. Durante su construcción fue visitado por su entonces al parecer segura inquilina, Eva Sannum, y se ha filtrado que su opinión coincidió plenamente con el de estos expertos. Y, si ese juicio negativo no fue el principio de su alejamiento, resulta difícil de creer que ese disgusto sobre tema tan importante, como lo es siempre el del hogar para una pareja, no contribuyó –hasta un punto que nunca nosotros, ni incluso los mismos protagonistas, podremos calibrar bien- a su separación, haciendo, pues, historia esa (anti)estética mole arquitectónica.
Tampoco podremos saber quizá del todo hasta qué punto el mismo juicio de los expertos ha estado influenciado en parte por la cacofonía y desequilibrio ambiental de ese palacio en su entorno social: su obvia duplicidad, su coste impuesto, su truncada función de hogar y su inoportuna inauguración en un momento en que las nuevas generaciones tienen dificultades económicas casi insuperables para encontrar alojamiento, incluso después de necesitarlo realmente, debido a la estrechez de las casas paternas, a su matrimonio e incluso llegada de hijos, a traslados a otros lugares por motivos laborales, etcétera. Todo ello ha provocado ya, por razones éticas antes que estéticas, movimientos populares de rechazo sin parangón con los suscitados por otros actos de la familia real a priori aún mucho más cuestionables, como el yate “Fortuna”. De este modo la estética del palacio, como y ligado en parte a la estética de su ex posible inquilina, pueden repercutir hasta límites insospechados en la historia de la monarquía y, por tanto, de España.
20020730. Rey conde.
Toda persona decente se alegra, y más en estos momentos en que se destapan tantos escándalos financieros fuera y dentro de España, que Mario Conde y de la Rosa hayan recibido, en apelación, unas penas algo más adecuadas a la gravedad de los enormes daños causados por sus rapiñas a tantos españoles. Pero no podemos olvidar a sus hasta ahora impunes cómplices. Ambos no hubieran podido cometer tantos y tan enormes delitos si no se hubieran apoyado en la fuerza que les daba sus múltiples y bien probadas relaciones con los más altos dirigentes del Estado.
Cualquier ciudadano podía ver, por ejemplo, ostensiblemente estacionados a las puertas de una regia mansión cercana a El Pardo, a sus numerosos escoltas privados armados, que aseguraban ellos también a su manera, la impunidad –al menos temporal- de quienes así delinquían.
20020804. Rey felicita.
Al enterarme de las expresiones incluidas en la felicitación de Juan Carlos I al rey de Marruecos me cercioré de la fecha en que estábamos, por si ésta propiciaba una broma de mal gusto; después, se me ocurrió que podría ser un bulo lanzado por un enemigo de la monarquía. Teniendo que rechazar esas hipótesis menos graves, la autenticidad del hecho me ha producido, sorpresa, primero; y después, hablemos claro, un indignado rechazo.
No estamos ya en las épocas en que los reyes fraternizaban por encima de los pueblos. Resulta, pues, del todo punto improcedente el que, en las actuales circunstancias, el rey felicite hasta un tercer aniversario de la llegada al trono de ese monarca, cuando nuestro Gobierno ha vetado, como es lógico, su presencia en un acto de protocolo mucho más importante como es la reciente boda del monarca.
Felicitar de ese modo, por tanto, más que una diplomacia complementaria a la del Gobierno español, parece opuesta. Marruecos no ha podido interpretarla sino como una prueba de debilidad española, ya sea por la división que parece indicar entre sus autoridades, rey y Gobierno, ya por la debilidad que en caso contrario supondría en su Gobierno utilizar al rey para enviar una misiva tan desproporcionalmente obsequiosa en las actuales circunstancias. Y, de hecho, pocas horas después de recibir esa misiva real, el monarca marroquí ha hecho las declaraciones más agresivas contra España que conozcamos.
Es, en todo caso, inadmisible que, contra toda evidencia y delegación, Juan Carlos I envíe sus “más cordiales felicitaciones en este día /…/ junto con el Gobierno y el pueblo español”. ¿Cómo es posible estar tan lejos del sentir popular y arrogarse una representación tan contraria a la realidad? El intentar excusarlo, como ha hecho la Casa Real, argumentando que se trata de meras expresiones diplomáticas es aún peor, porque equivale a confesar que quien la usa no se preocupa de lo que dice, que su mensaje no tiene un valor real. Menos nocivo hubiera sido el que el rey hubiera continuado con su ya tan comentado silencio en la reciente crisis del islote Perejil.
20020804. El rey felicita.
Al enterarme de las expresiones incluidas en la felicitación de Juan Carlos I al rey de Marruecos me cercioré de la fecha en que estábamos, por si ésta propiciaba una broma de mal gusto; después, se me ocurrió que podría ser un bulo lanzado por un enemigo de la monarquía. Teniendo que rechazar esas hipótesis menos graves, la autenticidad del hecho me ha producido, sorpresa, primero; y después, hablemos claro, un indignado rechazo.
No estamos ya en las épocas en que los reyes fraternizaban por encima de los pueblos. Resulta, pues, del todo punto improcedente el que, en las actuales circunstancias, el rey felicite hasta un tercer aniversario de la llegada al trono de ese monarca, cuando nuestro Gobierno ha vetado, como es lógico, su presencia en un acto de protocolo mucho más importante como es la reciente boda del monarca. Felicitar de ese modo, por tanto, más que una diplomacia complementaria a la del Gobierno español, parece opuesta. Marruecos no ha podido interpretarla sino como una prueba de debilidad española, ya sea por la división que parece indicar entre sus autoridades, rey y Gobierno, ya por la debilidad que en caso contrario supondría en su Gobierno utilizar al rey para enviar una misiva tan desproporcionadamente obsequiosa en las actuales circunstancias. Y, de hecho, pocas horas después de recibir esa misiva real, el monarca marroquí ha hecho las declaraciones más agresivas contra España que conozcamos.
Es, en todo caso, inadmisible que, contra toda evidencia y delegación, Juan Carlos I envíe sus “más cordiales felicitaciones en este día /…/ junto con el Gobierno y el pueblo español”. ¿Cómo es posible estar tan lejos del sentir popular y arrogarse una representación tan contraria a la realidad? El intentar excusarlo, como ha hecho la Casa Real, argumentando que se trata de meras expresiones diplomáticas es aún peor, porque equivale a confesar que quien la usa no se preocupa de lo que dice, que su mensaje no tiene un valor real. Menos nocivo hubiera sido el que el rey hubiera continuado con su ya tan comentado silencio en la reciente crisis del islote Perejil.
20020822. Amigos del rey.
Con otros muchos españoles, no puedo menos de observar con inquietud la “visita privada” que “por amistad personal” ha realizado el rey a Putin, ese oscuro personaje surgido de la siniestra KGB, con cuya ayuda ha llegado al poder en Rusia, utilizando, entre otros métodos, una increíblemente manipulada guerra en Chechenia, y que ahora ejerce su presidencia con métodos muy poco democráticos. Y estamos tanto más inquietos precisamente porque cada vez estamos menos sorprendidos, porque llueve sobre muy mojado.
Recordemos otro triste ejemplo, que supera también con mucho las normales relaciones que deben sostenerse oficialmente entre los Estados, el de la “especial sintonía y simpatía” del monarca español con Fidel Castro, que llegó al extremo de intercambiar corbatas, símbolo involuntario del dogal con el que el viejo dictador caribeño aprieta y ahoga a su pueblo. Para no alargar más esta triste relación, baste mencionar las “especiales relaciones personales” del rey con jefes dictatoriales de países árabes, demasiado parecidas a las a las que ya mantuviera su predecesor y mentor en el cargo de Jefe de Estado, el caudillo Franco.
Estas amistades internacionales “particulares” se parecen demasiado a otras amistades dentro de España, que son en cierto modo aún más inquietantes. Para no mencionar las más importantes, las políticas (ideológicas, culturales y similares) que, por eso mismo, están más sujetas a controversia, según las opiniones personales, y procurando seguir ciñéndome a los temas e intereses de Estado, baste recordar, pasadas apenas pocas semanas de las nuevas condenas judiciales contra ciertos financieros, la reflexión que por esas fechas hacía el humorista Máximo en su “Diario real”: “Dado lo que ocurre con mis amigos ricos, tendría quizá que frecuentar más a mis amigos pobres. Pero ¿tengo realmente amigos pobres?”.
20020822. Amigos del rey.
Con otros muchos españoles, no puedo menos de observar con inquietud la “visita privada” que “por amistad personal” ha realizado el rey a Putin, ese oscuro personaje surgido de la siniestra KGB, con cuya ayuda ha llegado al poder en Rusia, utilizando, entre otros métodos, una increíblemente manipulada guerra en Chechenia, y que ahora ejerce su presidencia con métodos muy poco democráticos. Y estamos tanto más inquietos precisamente porque cada vez estamos menos sorprendidos, porque llueve sobre muy mojado. Recordemos otro triste ejemplo, que supera también con mucho las normales relaciones que deben sostenerse oficialmente entre los Estados, el de la “especial sintonía y simpatía” del monarca español con Fidel Castro, que llegó al extremo de intercambiar corbatas, símbolo involuntario del dogal con el que el viejo dictador caribeño aprieta y ahoga a su pueblo. Para no alargar más esta triste relación, baste mencionar las “especiales relaciones personales” del rey con jefes dictatoriales de países árabes, demasiado parecidas a las a las que ya mantuviera su predecesor y mentor en el cargo de Jefe de Estado.
Estas amistades internacionales “particulares” se parecen demasiado a otras amistades dentro de España, que son en cierto modo aún más inquietantes. Para no mencionar las más importantes, las políticas (ideológicas, culturales y similares) que, por eso mismo, están más sujetas a controversia, según las opiniones personales, y procurando seguir ciñéndome a los temas e intereses de Estado, baste recordar, pasadas apenas pocas semanas de las nuevas condenas judiciales contra ciertos financieros, la reflexión que por esas fechas hacía el humorista Máximo en su “Diario real”: “Dado lo que ocurre con mis amigos ricos, tendría quizá que frecuentar más a mis amigos pobres. Pero ¿tengo realmente amigos pobres?”.
20020824. Saudí fuera.
El presidente Aznar repite una y otra vez que la primera prioridad para él es la lucha contra el terrorismo en todos los frentes, adhiriéndose a la política del presidente Bush. Pero cuando llega la hora de la verdad, y desembarca ostentosamente en Marbella el reconocido como principal financiador del terrorismo integrista, el rey Fahd de Arabia Saudí, cuyo pasaporte llevaban 15 de los 19 terroristas del once de septiembre, nuestro gobierno calla como muerto, cosida al parecer su boca por las humillantes propinas de ese integrista, que así ve confirmada –como aquel caudillo bárbaro tras visitar Roma, a cuyos jefes había sob ornado- su opinión de que un podrido Occidente sin alma debe ser conquistado (España, reconquistada) para el Islam.
20020824. Rey vende casa.
Parecían, a primera vista, unos modestos avisos de venta inmobiliaria privada. Pero el contenido de aquellas pequeñas esquelas, que he visto colocadas en distintas partes, era en realidad muy distinto, como puede juzgarse: “VENDO CASA REAL INÚTIL, por boda deshecha, vivir con papá, tanto impuesto y con fianza perdida. Razón: Zarzuela, 2”.
Se trata, pues, en clave humorística, de una más de las numerosas protestas populares, patentes, por ejemplo, en distintas y distantes manifestaciones, contra un dispendio especialmente provocador, más aún que por su importe económico –casi diez veces más costó hace poco el nuevo yate real- por tratarse de un bien de primera necesidad tan dolorosamente inasequible para las nuevas generaciones como está siendo cada día más la vivienda.
20020826. Vacaciones del Rey.
Ahora que, terminándose la temporada, hay que empezar a preparar la siguiente, habría que planificar mejor las vacaciones del Jefe del Estado. Lo justo y debido, en lo político e incluso en lo económico, al ser el turismo la primera industria nacional, es que, como ya hace el Jefe de Gobierno, Aznar, don Juan Carlos fuera residiendo en esa ocasión excepcional, única, en las distintas autonomías, para conocerlas y hacerlas conocer mejor, sin agravios comparativos.
20020831. Marbella servil.
Son traidores a la patria, a todo Occidente y a su religión y cultura tradicional, de la que hipócritamente vociferan ser los principales defensores. Miserables miopes, por unas humillantes propinas lamen las botas de quien abiertamente les desprecia, insulta y pretende esclavizar, pagando a los agentes ideológicos y terroristas criminales que constituyen las avanzadillas de su ejército de fanáticos.
Así son, y así hay que denunciarles, para evitar mayores males, los lacayos que hacen reverencias y se ponen al servicio del jefe de la más peligrosa y exclusiva secta musulmana integrista, el rey saudí Fahd. Y en primera línea, los serviles que han llegado al extremo de querer dedicar precisamente ahora a ese individuo, tan indeseable humana, social y políticamente, una calle de Marbella que, ella sí, mientras no consiga regenerarse y expulsar a esas mafias que la manejan, debería llevar, como justo castigo y advertencia para todos, el nombre infamante de Marbella de Gil y Fahd.
20020902. Marbella.
En España se ha superado el famoso “Nadie puede servir a dos señores” del Evangelio. Por una parte, en Madrid se prepara un homenaje (otro, porque ni se sabe ya los que ya van, incluso en la Semana Santa de Sevilla), como no se hace en ninguna otra parte, a las víctimas del 11 de Septiembre (y no a las muchas más, no menos inocentes, que con esa excusa, han sido ya asesinadas por los, en esa ocasión agredidos).
Al mismo tiempo, en Marbella, se dedica una calle al rey del país cuyo pasaporte llevaban tres cuartas partes de los terroristas del 11-S, dirigidos por un conocido miembro de su familia, y financiador a escala mundial del más xenófobo integrismo que, más aún que el petróleo, ha sido el combustible que alimentó esa salvajada y prepara muchas más; incluso el rey de España, cambiando radicalmente el protocolo, ha recorrido centenares de kilómetros para ir a rendir homenaje al “pobre” rey de Arabia Suadí, sin duda por esa “amistad particular” que le ha llevado también a otras “visitas privadas” y gestos de amistad mucho más allá de lo que le pide (o incluso le recomendaría) su cargo con dictadores y fomentadores de terrorismos de distinto signo.
Mientras, el gobierno repite con todo énfasis y hasta el aburrimiento que combatir el terrorismo constituye, no faltaría más, su primera prioridad. Sabio equilibrio, acentuando ambos extremos, o inmoral maquiavelismo, esos son los hechos, que cada cual adjetivará conforme a su conciencia o falta de ella.
20020905. Rey Culpable.
¿Qué hacer con un político, funcionario estable del Estado, que repetidamente muestra no comprender la historia ni el sentir de los españoles?
Después de lo del islote Perejil, acaba de felicitar, y por duplicado (por su cumpleaños y por el aniversario de su coronación) al rey de Marruecos, dando la sensación de que nuestro gobierno está dividido, o es débil.
Este verano ha hecho dos visitas “privadas” (de negocios privados poco claros, por lo menos la ultima) a personajes como Putin y el rey Fahd, esta última, sobre todo, contra el protocolo y el sentir de nuestro pueblo.
Ha escogido, frecuentado y así prestigiado y ayudado a realizar sus delitos a financieros que ya están en la cárcel, condenados por delitos graves (y que no deberían ser los últimos en sufrir ese just o castigo al daño causado a todos, y a la ruina de miles de ahorradores)
Para pasearse a sus anchas, ha recibido hace poco, y es la tercera vez ya, una auténtica “Fortuna” en forma de otro yate “obsequiado” por sus súbditos, lo que, como otras muchas “dádivas” y “préstamos” en especie y dinero, no puede ser calificados sino como corrupción, cada vez más descarada, aprovechando los privilegios de su cargo.
Ignorando las más elementales obligaciones inherentes al cargo, soltó a los periodistas y a los españoles la “fresca” de que el príncipe heredero “¡Se casará cuando le dé la gana!” , intentado tapar con esa impertinencia la irresponsable actuación, por activa y por pasiva, de su retoño.
En un tristemente célebre discurso reciente, soltó la falsa y provocadora afirmación de que el idioma castellano nunca fue impuesto.
Menospreciando la opinión directamente adversa de la mayoría de los española, que se avergüenza cada vez más de esa barbarie, se empeña, como otros extranjeros “folkloristas”, en que las corridas de toros sigan siendo nuestra “fiesta nacional”.
Lo menos que se puede decir ante estos hechos –como una pancarta, reproducida en la prensa, de la manifestación gay de junio del 2002 en Madrid,-, como tras otro comentario irrespetuoso de ese (mal) representante de todos los españoles, es que “Rey que no entiende, es deprimente” y pedir su jubilación anticipada, procurando poner como Jefe del Estado otro funcionario mejor, bien elegido y de empleo temporal, como han hecho hace tiempo los países de nuestro entorno; no vaya a ser que, por escoger lo más fácil y cercano, un mal remiendo del tan impresentable sistema actual –“lo barato resulta caro”- vayamos encima a caer de la sartén al fuego.
20020906. Rey Corrputo.
La estimación por una fuente como la revista EuroBussiness en 300.000 millones de la fortuna actual del “pobre rey” no refleja sino una de las dimensiones del problema. Otra, también muy grave, es que esa corrupción económica en gran escala empezó ya en el momento del subir al trono, al pedir el rey de España vergonzosos prestamos a países extranjeros, como los 10.000 millones concedidos por Arabia Saudí, que explican demasiado bien que el ahora Juan Carlos I haya volado a Marbella par rendir homenaje al tirano feudal y mentor de terroristas que es el rey Fahd de Arabia Saudí.
Ocultados muchos hechos por una censura y servilismo heredados tan intactos, en lo referente a su cargo, del anterior Jefe del Estado, sólo poco a poco se ha ido conociendo las increíbles frecuentaciones y manejos de la Corona, con financieros y políticos que hoy incluso están ya en la cárcel, y su aceptación de otros no menos corruptores “regalos” en especie, hasta, y por triplicado, el inocultable y descaradamente llamado “Fortuna”, para no hablar del nuevo palacio principesco, que por primera vez a desencadenado múltiples y más que fundadas protestas populares por parte de una juventud que considera una provocación tener que pagar ese dispendio mientras ella no tiene acceso a una vivienda.
La corrupción económica del primer funcionario del Estado fue un “ejemplo” seguido con triste fidelidad y pésimos resultados para nuestra democracia por muchos otros funcionarios y civiles Esa mismo corrupción ayudó a que la Corona tampoco tuviera ninguna autoridad moral para intervenir eficazmente en los asuntos del Estado, convirtiendo cada vez más al monarca en un “rey ocioso” que, en creciente círculo vicioso, se consolaba con nuevas corrupciones de todo tipo, con “visitas privadas” a personajes como Putin etc., mientras que sus “excelentes relaciones” con países árabes no dan en realidad, para España, si no para el bolsillo del monarca, ni para una piedra como la de Perejil. Por otra parte, las andanzas del príncipe heredero sólo pueden ser calificadas, a estas alturas, de bochornosas, poniendo también en entredicho por este capítulo el futuro de la monarquía.
Hora es ya, pues, que la Casa Real rinda cuentas, no sólo económicas, sino también políticas de su actuación. Que funcione realmente la libertad de información y opinión respecto al Jefe del Estado, y que el pueblo español pueda elegir, sin presiones de poderes fácticos bien conocidos, cómo se ha de ejercer, con rectitud, eficacia y controles democráticos, la jefatura del Estado.
20020909. Cuentas del rey.
Se ha criticado la visita privada que el rey de España ha hecho a un personaje que, por muchas razones, es cada vez menos aceptado –incluso por los Estados Unidos- como el rey Fahd de Arabia Saudí. Sin duda, muchos de los que se sorprenden de ese insólito gesto ignoran los diez mil millones de pesetas que Arabia Saudí prestó en su día a nuestro rey. Ahora que la revista EuroBussiness ha estimado en más de 300 mil millones de pesetas la fortuna de la familia real española sería bueno que se pagaran esas deudas y se evitaran otros compromisos que puedan llevar a situaciones tan delicadas.
También sería muy conveniente, como propio de una democracia, que ya Casa Real, que no ha desmentido esas informaciones, explicara el origen de esa gran fortuna en tan pocos lustros, como ya ha pedido públicamente algún partido político y, por el mismo buen nombre de la monarquía, espero que hagan pronto los demás. Conforme a la sabiduría clásica, y más aún si cabe que su mujer, el César no sólo debe ser honesto, sino parecerlo.
20020917. Cuentas del Rey.
Se ha criticado la visita privada que el rey de España ha hecho a un personaje que, por muchas razones, es cada vez menos aceptado –incluso por los Estados Unidos- como el rey Fahd de Arabia Saudí. Sin duda, muchos de los que se sorprenden de ese insólito gesto ignoran los diez mil millones de pesetas que Arabia Saudí prestó en su día a nuestro rey. Ahora que la revista EuroBussiness ha estimado en más de 300 mil millones de pesetas la fortuna de la familia real española sería bueno que se pagaran esas deudas y se evitaran otros compromisos que puedan llevar a situaciones tan delicadas. También sería muy conveniente, como propio de una democracia, que ya Casa Real, que no ha desmentido esas informaciones, explicara el origen de esa gran fortuna en tan pocos lustros, como ya ha pedido públicamente algún partido político y, por el mismo buen nombre de la monarquía, espero que hagan pronto los demás. Conforme a la sabiduría clásica, y más aún si cabe que su mujer, el César no sólo debe ser honesto, sino parecerlo.
20021002. Ni Rey ni micrófono.
El que ni siquiera por alusión tan directa,8 y más si cabe si no está de acuerdo con la propuesta que se le hace9, el rey haya contestado a la propuesta de que intervenga en una pretendida solución al problema vasco, es la mayor confirmación posible de la afirmación de Anasagasti de que su papel se confina “a presidir inauguraciones”.
“Rey ocioso”, como los antiguos monarcas franceses, su papel está reducido, como repetidamente se ha denunciado, a ser el micrófono del gobierno de turno; y micrófono, subrayemos, poco usado, como se vió en la reciente crisis del islote Peregil. Más aún, micrófono arcaico, con cacofónicas y perjudiciales interferencias: no de otro modo se pueden juzgar, entre otros lamentables ejemplos, las dos felicitaciones que, “en nombre del Gobierno y del pueblo español” (¡!), la Casa real ha hecho recientemente -¡en estas circunstancias!- al rey de Marruecos, por su aniversario y el de su elevación al trono, felicitaciones que, según se ha señalado, no pueden ser interpretadas por Marruecos sino como una división de opiniones y debilidad de las autoridades españolas.
Es, pues, urgente, para el buen funcionamiento de nuestra democracia, y para poder enfrentar mejor las más graves cuestiones de política interior y exterior, como las citadas, que tengamos una jefatura del Estado que funcione de verdad. Y esto, a estas alturas, sólo puede basarse en una elección democrática auténtica, es decir, por votación explícita y singular a quien elijamos como Jefe del Estado, elección renovada en períodos razonables de tiempo, a fin de que el así seleccionado ejerza su cargo con eficacia y un prestigio real, incompatible con ciertos enriquecimientos y relaciones “privadas”, a nivel nacional e internacional, con personajes poco recomendables.
20021009. Un Jefe de Estado ocioso.
Cuando constato que ni por alusiones, ante las declaraciones de Anasagasti, representante del PNV en Madrid, pidiendo la intervención de la Corona, dice una sola palabra el Rey, como tampoco dijo ni mú en toda la crisis de Perejil, y en otras muchas crisis de Estado, no puedo menos de preguntarme asombrado cómo podemos permitirnos el lujo de prescindir de una eficiente jefatura del Estado, que en España debería ser más útil aún que en otras partes, por no atrevernos a modernizar, democratizar y legitimar realmente ese cargo.
20021011. Los regalos de Putin.
El nuevo “zar” Putin acaba de darnos un triste espectáculo de soberbia, al no aceptar los regalos de sus ciudadanos con motivo de sus cincuenta años. Aprenda ese orgulloso presidente de lo que sucede en España, donde “del Rey abajo, ninguno”… de los funcionarios deja de recibir con modestia y agradecimiento los regalos, aunque sean una auténtica “Fortuna”, huela excesivamente a tabaco.
No conocemos a ninguna autoridad pública española que haya cometido la maldad de Putin, de obsequiar a un monje ortodoxo un BMW que recibió de regalo; sin duda lo hizo para corromperlo, como aquellas famosas Mercedes, perdón, quiero decir, aquellos famosos Mercedes que Franco regalaba a los obispos para que todo fuera sobre ruedas, y él bajo palio.
20021103. Monarquías discutibles.
Los ingleses han perdido su tradicional flema, y están que trinan. Con toda razón, porque su reina ha permitido que durante veinte meses se enjuiciara a un inocente, y se gastaran millones de euros, antes de que su “graciosa” Majestad se dignara a confesar que el mayordomo de Diana de Gales le dijera a ella que guardaba para preservarlos hasta la mayoría de edad de sus hijos algunos objetos suyos tras su muerte, y que, por lo tanto, no los había robado. Incluso el derechista Daily Mail –un equivalente al ABC aquí- ha declarado que nadie puede estar por encima de la ley; y otros han pedido que se la juzgue por esa evidente obstrucción a la justicia.
Aquí, como es lógico, las cosas son aun peores, no por encima u obstruyendo a la justicia, sino incluso contra ella. No es que la realeza no pague impuestos por su patrimonio, como en Inglaterra, sino que ese patrimonio –que los demás empleados públicos deben declarar periódicamente, como todos los ciudadanos- ha pasado en sus fructíferos 25 años de ejercicio de la casi nada a convertirse en la cuarta fortuna real en Europa, según datos publicados hace poco y nunca desmentidos.
Quizá esto ayude a comprender las curiosas “visitas privadas” del rey a personajes como Putin o el rey Fahd de Arabia Saudí, sus íntimos y prolongados contactos con financieros como Mario Conde o de la Rosa. Entre los frutos inocultables de tantos esfuerzos reales, citemos el “regalo” del yate Fortuna, cuya lista de donantes y sus aportaciones recuerdan las cuentas del Gran Capitán. Y, entre los “extras oficiales”, el nuevo y provocador palacio del Príncipe, que debe pagar con sus impuestos hasta una juventud que no tiene recursos ni para un piso, y que ha recibido con indignación ese dispendio; en un país en que lo que sobran son palacios, cualquiera de ellos pudiera haber servido al príncipe de picadero con mucho menos coste y escándalo, guardando al menos un poco las formas.
20021203. El desastroso papel real ante el Prestige.
Lo menos que podemos hacer ante la catástrofe es hablar claro: después de varios días de marcha, hasta el ejército belga ha llegado a ayudar en las operaciones de limpieza, mientras que los pocos soldados españoles que acudieron unos días, lejos de aumentar su número ante el agravamiento de la situación, se han retirado. Y el rey y Jefe del Ejército, el que ha pedido no hace tanto aumentar sus gastos, en lugar de ir desde el primer día a defender eficazmente las costas del país de tanta y tan culpables manchas, ha tardado semanas en aparecer para decir que (otros) no vayan a hacerse la foto, declaraciones que en el contexto político del momento no pueden ser interpretadas sino como una alusión partidaria contra quienes, por estar en la oposición, difícilmente pueden tener responsabilidad en esa catástrofe, y todo ello en un discurso en el que, para más INRI, apela a la unidad de todas las fuerzas políticas contra ese desastre, que su tan tardía e inoperante actuación personal contribuye a hacer aún más cínica.
Se nos dirá, quizá, que tanto la actuación como las declaraciones del rey están dictadas estrictamente por el gobierno; si es así, la única solución digna sería renunciar o abdicar a favor de quien se comprometiera a ejercer el cargo de Jefe del Estado con un mínimo de contenido propio, que justificara su existencia.
20021204. Modernizar la Jefatura del Estado.
La tardía visita del rey al desastre del Prestige ha sido no sólo vacía e inútil, sino profundamente contraproducente y dañina, sembrando con sus palabras más división mientras solicitaba unidad a los partidos. No importa ya demasiado que lo haya hecho de forma deliberada, o inconscientemente, porque es difícil calibrar lo que resultaría peor a largo plazo. Lo que sin duda es catastrófico para todos los españoles es el estar condenados a tener un Jefe de Estado así de por vida, y encima, hereditario (más aún, con una herencia complicada, por lo que estamos viendo). Ya es hora de modernizar la Jefatura del Estado, como los países de nuestro entorno, por elección directa, por un periodo razonable de tiempo, sin coronas ni otros aditivos folklóricos que revelan su desfase e inutilidad actual, en provecho de los gobiernos de turno, contentos de que su vaciedad les permita actuar a su antojo.