Monarquía – 2001

20010205. Rey presidente.

“El rey que quiere ser presidente” titula un diario madrileño el caso de Simeón de Bulgaria. Y ¿por qué no? Otros reyes, en distintos países, han seguido esa misma vía. Sería difícil pensar en una transición más suave ni en un final más digno, democrático, para un modo de gobierno que ya no existe prácticamente sino vaciado de su contenido, descafeinado (¡reinar sin gobernar!) y apelando a precedentes y principios que cada día están más alejados de nuestros tiempos y de los valores sostenidos por la inmensa mayoría de la población. Más inteligente, y hasta más elegante, cortés, es pasar a la historia como quien supo terminar bien una difícil herencia que como quien se aferró desesperadamente a unos privilegios anacrónicos y cada vez más nocivos para su país (estoy hablando de Bulgaria, por supuesto).

20010405. Casar al príncipe.

                Por una parte, nada más natural que el que un heredero real, siempre encorsetado en una rígida etiqueta, acabe rebelándose contra su destino, y busque una mujer buena, atractiva, que no sólo le agrade, sino que le cure y salve de su estado realmente agobiante. ¿Cómo podemos dejar de mirarlo con simpatía?

              Por otra parte, quien ha de ser una reina, hoy más que nunca, debe estar también muy preparada para serlo en su vida ordinaria, en la educación de sus hijos y hasta en la posibilidad de una regencia. Además, ahora que los matrimonios reales no unen ya distintos reinos, ni son imprescindibles para sostener el prestigio o la economía de las monarquías, una extranjera, y tan extranjera como una nórdica, es desaconsejable, y más aún en las circunstancias concretas de la familia real. ¿Cómo no tener en cuenta temas tan importantes para nuestro país?

               Las posibles soluciones a este conflicto son muy diferentes, así como sus resultados, que dependerían en parte del modo de realizarlas. Para bien de todos, conviene no intentar tapar el cielo con la mano. Por ejemplo, negando, con excusa de modernidad, las obligaciones intrínsecas a la monarquía por su propia coherencia interna. Si no se quieren cumplir sus normas fundamentales, lo lógico y adecuado sería agradecer a los restos todavía existentes del antiguo régimen los servicios prestados e instaurar oficialmente, como ya de hecho se da casi del todo en las monarquías europeas todavía sobrevivientes, la república. “Que lo que es de hecho sea de derecho”, conforme a aquella famosa sentencia del Papa, que terminó con aquella antigua dinastía de reyes de Francia, que ya no ejercían las funciones propias del gobierno, dedicados como estaban a sus aficiones deportivas y amatorias.

20010405. República y Pepe Rey.

El que la monarquía se mantenga todavía en pie, responde, sin duda, a muchos intereses creados en torno a ella.  Pero también a la poca convicción, e incluso a las manipulaciones partidistas, de no pocos de quienes se llaman republicanos. Así, el juntar la defensa de la república con la de otros temas, por decir lo menos, polémicos, como José Rey. Hay que estar muy ciego o muy comprometido, en el peor sentido de la palabra, para no verlo, y traicionar así la idea republicana a favor de ese otro “Rey”.

20010410. Realeza chiflada.

A raíz del último escándalo (por ahora) de la familia real inglesa, un miembro del Gobierno de Blair, Kim Howells, ha afirmado que, como sus predecesores en el trono, en esa familia “todos están un poco chiflados”, declaraciones que han provocado un nuevo escándalo, al poner el dedo en la llaga real.

El hecho es que las monarquías basan su legitimidad precisamente en ser sus miembros de sangre “azul”, diferente, lo que les impulsa a casarse entre próximos parientes, es decir, a un cierto incesto, transgrediendo ese gran tabú, forjado durante milenios para evitar precisamente las taras genéticas que, por respetarlo tan poco, se manifiestan con demasiada frecuencia en la realeza. Esa inadaptación biológica, debida a múltiples taras genéticas patentes o latentes, multiplica los problemas debidos a la radical inadaptación social de una estructura de mando pensada para una concepción tan distinta de la democrática.

20010410. República de a poco.

Es absurdo hacer fetiches de las palabras. En los Estados Unidos, los “republicanos” son lo contrario, en muchos aspectos reales, de los “demócratas”. Pero no menos absurdo es negar toda la historia pasada y contemporánea, propia y de los países de nuestro entorno, que confirma la evidencia “matemática” que el poder en manos de uno y en manos de todos conceptos incompatibles, y que la monarquía no ha conseguido sobrevivir aún en algunos países democráticos sino negando cada vez más sus contenidos, haciéndose sólo simbólica.

La utilidad de una monarquía “de museo”, que sirve “para atraer turistas”, como se dice estos días en Inglaterra, es cada vez más cuestionable. Sus principios fundamentales, la desigualdad entre las personas para acceder a un cargo, la transmisión de éste por herencia, la mayor o menor impunidad del monarca, son directa e irremediablemente contrarios a cualquier constitución democrática digna de ese nombre.

“Salir de la dictadura bien vale una monarquía” pensó sin duda la generación política española que hoy se está jubilando, aplicando aquí una frase célebre. Pero, para avanzar en el camino emprendido, sin prisas ni sobresaltos, y como otros países de la Unión Europea, las nuevas generaciones acabaran desmontando un andamio útil e incluso necesario en su momento como progresivamente anacrónico e incongruente con una construcción democrática ya bien consolidada.

20010425. Idioma no impuesto.

               Malos tiempos corren para nuestra convivencia democrática. Por una parte tenemos el provocador, deliberado, enorme embuste histórico del gobierno del PP: ”Nunca fue el castellano lengua de imposición, sino de encuentro”.  Por otra, la aceptación de transmitir y refrendar ese mensaje en un discurso real, amparado en una irresponsabilidad, impunidad legal, cuya plena irracionalidad queda aquí una vez más de manifiesto, para desprestigio de la institución y del conjunto del sistema.

                 Por último, y ante las múltiples protestas de las más directamente víctimas de esa opresión lingüística en ambos lados del Atlántico, la “adhesión inquebrantable” de muchos lacayos tiralevitas, tanto en los medios como incluso entre los grupos opositores al gobierno del PP, lo que revela verdadero talante de no pocos de los que presumen de demócratas, y las escasas perspectivas que tenemos, mientras predominen ellos, de mejorar nuestra convivencia.

20010501. Una solución real.

¡Lo que nos ahorramos los españoles! Baste recordar las actuales tormentas políticas en Francia respecto a la corrupción de su Jefe de Estado. Aquí, gracias a la previsión de nuestros gobernantes, rescatando gloriosas tradiciones, la figura del jefe del Estado sigue siendo intocable, como sagrada. Por supuesto, esa tradición real está muy modernizada, y nadie ha visto a nuestro jefe de Estado con cetro, trono, o corona. Pero los resultados son los mismos, y se deshacen pronto tormentillas como la del yate “Fortuna”, las relaciones con un Conde (banquero) o los tropiezos lingüísticos de un castellano aprendido sin problemas (por otros). Sin duda, los franceses envidiarán en el fondo haber dejado emigrar a esa familia que aquí nos permite evitar así conflictos con los que ellos deben enfrentarse.

20010514. Casar al rey.

                Por una parte, nada más natural que el que un heredero real, siempre encorsetado en una rígida etiqueta, acabe rebelándose contra su destino, y busque una mujer buena, atractiva, que no sólo le agrade, sino que le cure y salve de su estado realmente agobiante. ¿Cómo podemos dejar de mirarlo con simpatía?

              Por otra parte, quien ha de ser una reina, hoy más que nunca, debe estar también muy preparada para serlo en su vida ordinaria, en la educación de sus hijos y hasta en la posibilidad de una regencia. Además, ahora que los matrimonios reales no unen ya distintos reinos, ni son imprescindibles para sostener el prestigio o la economía de las monarquías, una extranjera, y tan extranjera como una nórdica, es desaconsejable, y más aún en las circunstancias concretas de la familia real. ¿Cómo no tener en cuenta temas tan importantes para nuestro país?

               Las posibles soluciones a este conflicto son muy diferentes, así como sus resultados, que dependerían en parte del modo de realizarlas. Para bien de todos, conviene no intentar tapar el cielo con la mano. Por ejemplo, negando, con excusa de modernidad, las obligaciones intrínsecas a la monarquía por su propia coherencia interna. Si no se quieren cumplir sus normas fundamentales, lo lógico y adecuado sería agradecer a los restos todavía existentes del antiguo régimen los servicios prestados e instaurar oficialmente, como ya de hecho se da casi del todo en las monarquías europeas todavía sobrevivientes, la república. “Que lo que es de hecho sea de derecho”, conforme a aquella famosa sentencia del Papa, que terminó con aquella antigua dinastía de reyes de Francia, que ya no ejercían las funciones propias del gobierno, dedicados como estaban a sus aficiones deportivas y amatorias.

20010522. Elegir Jefe de Estado.

Muy distintos hechos acaecidos estos días replantean problemas de fondo referentes al tratamiento al Jefe del Estado, pasado, presente y futuro.

Sobre el pasado, en cierto modo más fácil, tenemos la, digamos, desacralización de la estatua de Franco, pintada de rojo por quienes piden su remoción de un puesto de honor –y casi de gobierno, al presidir el edificio de unos Ministerios- en la capital del Estado. Sin duda, su permanencia ahí es un lamentable y significativo anacronismo, y convendría, como se ha propuesto, retirarla a un museo, no por su valor artístico, sino histórico; y, en ese sentido, sin gastos millonarios en limpiarla, pues esa pintura es también histórica, reflejo de la sangre, represión y división que el dictador empleó, incluso con los mismos españoles que al principio le apoyaron, para mantenerse tantos decenios en el poder.

Dejando el tema, tan debatido estos días, de la responsabilidad del Jefe del Estado actual respecto a sus propios actos, concretamente, sus discursos, no podemos menos de enfrentarnos al problema central dinástico, del matrimonio del Príncipe heredero. Casi todas las opiniones, monárquicas o no, coinciden en la necesidad de buscar una futura Reina más adecuada que la presunta elegida, y lamentan el silencio –quizá ya más tozudo que prudente- del conjunto de la Casa Real. El tema es más grave aún porque, ante una posible falta del Príncipe –voluntaria o no, por éste u otro motivo- no parece que se hayan preparado bien sus inmediatos posibles sucesores, para no hablar de sus consortes. Por lo que la sensación es cada vez mayor que, de persistir estas circunstancias, lo elegante, diplomático y democrático sería –no hay mal que por bien no venga… si se sabe aprovechar- utilizar hábilmente la ocasión para (re)instaurar el modo más normal, en nuestra época y en países de nuestro entorno, de elegir Jefe del Estado.

20010524. Reina sexy.

En épocas más naturales, menos desequilibradas sexualmente, se ensalzaba a la mujer sensual como diosa, según nos recuerda la Venus romana o la Afrodita griega; incluso como la diosa principal y hasta única, la Gran Diosa Madre, reproducida en tantas partes con sus órganos reproductores muy destacados. Hoy apenas empezamos a recobrar, con muchas vacilaciones y defectos, esa valoración del amor, según reflejan, de modo aún tan imperfecto, los concursos de belleza y de modelos. Aún resulta escandaloso que una Reina de belleza pueda serlo del Reino, que una modelo pueda ser modelo, primera dama, para todos.

 Sería hermoso que, esa lucha por reequilibrar nuestro cuerpo, -ese “microcosmos” personal, según se le ha llamado a veces-, nuestra microecología, esa reivindicación en la que parece querer distinguirse el Príncipe Felipe, como ya en defensa de la macroecología, fuera el mejor recuerdo y mensaje que nos dejara, aunque fuera el último, si nuestro puritanismo impidiera todavía aceptar con la suficiente madurez que se realice al máximo nivel social ese reencuentro con la belleza y sensualidad hecha carne.

20010604. Monarquía de Nepal y la de España.

Un país de unos 40 millones de habitantes tiene un régimen monárquico, con una dinastía de unos doscientos años de antigüedad. El príncipe heredero, exquisitamente educado en países anglosajones e incluso con aficiones literarias, está muy bien integrado en el sistema. Con todo, ha pasado los treinta años sin casarse y, cuando por fin parece dispuesto a hacerlo, su elegida acaba de suscitar una fuerte controversia.

Hay ignorar todo de las leyes de probabilidades, o estar ciego por otros intereses, para negar la asombrosa semejanza que en este sentido se ha dado entre el reino de Nepal y el reino de España, diferenciados sólo, ojalá que para siempre, por el trágico desenlace de ese conflicto en el primero.

La única manera de no repetir la historia es comprender sus duras lecciones. Y poca duda cabe que aquí la enseñanza fundamental es que el sistema monárquico tiene problemas cada vez más frecuentes y mayores, no sólo para los llamados “súbditos” –cuyo nombre ya dice mucho, demasiado, al respecto, sino incluso para sus mismas “Majestades”, provocando cada vez más tragedias y escándalos en este mismo punto, “incluso” en Europa, y en fechas muy recientes. Como dice el Evangelio, “No se puede poner vino nuevo en odres viejos”, ni pretender “modernizar” indefinidamente instituciones que responden a mentalidades de otra época.

20010609. Llamar al orden al rey.

No puede haber dos soberanos: si esto es una democracia, el primer, como el último de los funcionarios públicos debe dar cuentas periódicas al pueblo soberano, máxime en lo referente a los puntos más importantes y/o delicados de su gestión.

La respuesta dada ante la tan general como lógica preocupación suscitada en el país por la posibilidad de que el príncipe heredero se case con alguien poco preparado para el cargo de reina de España no puede ser más elocuente: un altivo, “soberano·” silencio; también real y desdeñoso silencio fue el del año pasado ante las no menos masivas ni justificadas críticas al “regalito” de miles de millones que hicieron unos particulares muy particulares al rey en forma de un yate; como no menos realmente despectivas han sido las reacciones reales ante otras muchas críticas: baste recordar la tan reciente sobre la pretendida no imposición del lenguaje castellano.

Por supuesto, múltiples causas confluyen para explicar esa tan poco democrática actitud: la imposición a dedo por el dictador de su sucesor en la jefatura del Estado, los privilegios desorbitados que se le concedieron en la misma Constitución -contra sus mismos principios fundamentales, como la impunidad-, el servilismo tradicional de una parte importante de los políticos y de la misma población, etcétera. Todos aquellos muchos polvos trajeron estos muchos lodos, que ya es hora de poner remedio antes de que enloden aún más nuestra convivencia.

20010615. El problema de la endogamia real.

Una ley biológica elemental es la desaparición de ciertas formas de vida cuando el número de sus individuos es ya tan reducido que la endogamia provoca la degeneración de la especie; el proceso no es menos inexorable cuando se intenta una cierta torpe exogamia con especies “extrañas”, forzosamente inadaptadas a un modo de vida tan complejo y ya tan raro, anacrónico.

Los problemas de muchas, casi todas las monarquías europeas, para no hablar de otras como la del Nepal, no hacen sino confirmar estos datos respecto a una forma de vida tan ligada a un sistema de reproducción biológica como realmente es ésta. Bueno sería escarmentar en cabeza coronada ajena, y tener la sabiduría, la elegancia y hasta la nobleza de reconocer los signos de los tiempos, y preparar una transición sin estridencias a un sistema social más moderno y democrático, como en casi todos los países de nuestro entorno.

20010619. Jefes de Estado en Bulgaria y en España.

         ¡Así se gana!  No fue nombrado a dedo, dejando de lado a nadie, por el régimen dictatorial saliente; ni “legitimado” después introduciéndolo camuflado en un referéndum múltiple, a lo “yo o el caos”, sin una campaña previa en que las demás opciones tuvieran una posibilidad real de hacerse oír; aún así, y tras cincuenta años después de su destronamiento, el rey Simeón de Bulgaria ha conseguido una amplia mayoría la jefatura del Estado. Y jefe como piden las circunstancias actuales; es decir, como Presidente, no como un arcaico rey que tenga que esconder su trono dorado, su corona de piedras preciosas, su cetro de mando o su manto de armiño, toda una significativamente arcaica parafernalia de un sistema caduco, cuyo mayor servicio real parece ser el dignarse a no hacer nada, a no meter demasiado la pata, lo que algunos han asimilado tan bien que ahora parecen incapaces hasta de asegurar debidamente su misma continuidad y descendencia.

20010627. Reincidente veraneo real.

                              En lugar de volver a Castellón, el Jefe del Gobierno, va a veranear este año en Menorca. Como en otros países, y más en éste, que depende tanto del turismo, a mí me parece muy bien que los máximos dirigentes políticos vayan cambiando sus lugares de veraneo, para promocionar distintas zonas de España. Y esto vale, por supuesto, también del Jefe del Estado, por más que unos empresarios hayan pretendido comprar, digo, premiar su fidelidad a un sólo lugar de veraneo botando al agua para ello una auténtica Fortuna, en una lamentable operación de (mala) imagen para todos.

20010627. Reincidente veraneo real.

                              En lugar de volver a Castellón, el Jefe del Gobierno, va a veranear este año en Menorca. Como en otros países, y más en éste, que depende tanto del turismo, a mí me parece muy bien que los máximos dirigentes políticos vayan cambiando sus lugares de veraneo, para promocionar distintas zonas de España. Y esto vale, por supuesto, también del Jefe del Estado, por más que unos empresarios hayan pretendido comprar, digo, premiar su fidelidad a un sólo lugar de veraneo botando al agua para ello una auténtica Fortuna, en una lamentable operación de (mala) imagen para todos.

200107XX. Empleo por casamiento.

A estas alturas, el caso está, por desgracia, demasiado claro. El mismo silencio oficial sobre el tema es demasiado elocuente, sean cuales fueren las razones, ya todas inaceptables, del mismo. Ni tampoco importa ya demasiado la decisión que se tome. Aunque no sea la de proporcionarnos, según la ha denominado el gracejo popular, una Reina “modelo”, casándose con una mujer “buena” don Felipe “el de la Hermosa” o “el de la Imponente”.

Sin embargo, aunque se nos ahorrara in extremis un casorio que ya provoca tan lamentable jolgorio, tanto, tanto tiempo de dudas, y de ese calibre, en cumplir bien con lo que en cierto modo es el deber fundamental de su cargo, deja patente que el sujeto no tiene –por su naturaleza o decisión propia, poco importa en definitiva- la voluntad que el puesto requiere; y siempre quedaría el temor razonable de que nos encontremos después con un “apaño”, una elección “a lo Lady Di”, frágil tapadera de futuros y mayores problemas.

El que se den conflictos parecidos también en otras monarquías europeas –y del resto del mundo- da alguna excusa en el plano personal y humano al pretendiente, pero no hace sino reafirmar la gravedad del problema político, el que nos afecta a todos, así como la urgente necesidad que tenemos de dejar de una vez de mirar al pasado, incluidos ciertos “apaños” más o menos explicables en su día. No hay mal que por bien no venga, si sabemos aprovechar con inteligencia y valor la ocasión de este tropiezo real para afrontar y decidir nosotros bien y pronto el adoptar una adecuada fórmula de sucesión en la Jefatura del Estado en España, para adecuarla mejor al nivel más moderno y democrático al respecto, como el que ya tienen casi todos los países de nuestro entorno.

20010705. Aznar de veraneo.

“Váyase, señor Aznar”… a veranear. Y en buena hora, siempre que no sea Baleares. Al menos por ahora. Y no me refiero, como pudiera parecer, al increíble perjuicio que han causado a nuestra primera industria nacional, el turismo, unos huelguistas realmente salvajes y unas autoridades locales incapaces, sino al hecho de que sigue veraneando allí el Jefe del Estado. Nada más injusto, en efecto, que sea una única región la que, permanentemente, y ahora así por duplicado, siga recibiendo los beneficios que se derivan de que veraneen en ella los más altos cargos del país, pagados por todos. A lo que hay que añadir el peligro de que en Baleares intenten hacer con el jefe del Gobierno lo que ya han conseguido con el jefe del Estado: “premiar” aún más y más abiertamente su “fidelidad” –es decir, parcialidad- en escoger siempre Mallorca como lugar de veraneo con un yate, con el que se hunde algo que todos debiéramos apreciar mucho más que el dinero.

20010712. Nosotros decidimos.

A estas alturas, el caso está, por desgracia, demasiado claro. El mismo silencio oficial sobre el tema es demasiado elocuente, sean cuales fueren las razones, ya todas inaceptables, del mismo. Ni tampoco importa ya demasiado la decisión que se tome. Aunque no sea la de proporcionarnos, según la ha denominado el gracejo popular, una Reina “modelo”, casándose con una mujer “buena” don Felipe “el de la Hermosa” o “el de la Imponente”.

Sin embargo, aunque se nos ahorrara in extremis un casorio que ya provoca tan lamentable jolgorio, tanto, tanto tiempo de dudas, y de ese calibre, en cumplir bien con lo que en cierto modo es el deber fundamental de su cargo, deja patente que el sujeto no tiene –por su naturaleza o decisión propia, poco importa en definitiva- la voluntad que el puesto requiere; y siempre quedaría el temor razonable de que nos encontremos después con un “apaño”, una elección “a lo Lady Di”, frágil tapadera de futuros y mayores problemas.

El que se den conflictos parecidos también en otras monarquías europeas –y del resto del mundo- da alguna excusa en el plano personal y humano al pretendiente, pero no hace sino reafirmar la gravedad del problema político, el que nos afecta a todos, así como la urgente necesidad que tenemos de dejar de una vez de mirar al pasado, incluidos ciertos “apaños” más o menos explicables en su día. No hay mal que por bien no venga, si sabemos aprovechar con inteligencia y valor la ocasión de este tropiezo real para afrontar y decidir nosotros bien y pronto el adoptar una adecuada fórmula de sucesión en la Jefatura del Estado en España, para adecuarla mejor al nivel más moderno y democrático al respecto, como el que ya tienen casi todos los países de nuestro entorno.

20010718. Sexo y reproducción de los reyes.

Tanto mi profesión de sociólogo como mi edad me han convencido de que en todos nuestros actos se encuentran –en mayor o menor grado- los instintos primarios, como los de supervivencia, poder, sexo y, digamos, dinero. Ciertas sociedades reprimen alguno de estos instintos, como el de supervivencia en las civilizaciones guerreras, o el de poder en las culturas menos competitivas;  nuestro sistema, aún puritano, reprime fuertemente el sexo, máxime en el aspecto que lo relaciona con el dinero, equiparándolo a la más (hipócritamente) denostada prostitución.

De ahí que resulte escandaloso e inaceptable el que unas profesiones prestigiosas saquen dinero del sexo, aunque el hecho sea tan evidente, palpable, como en caso del ginecólogo o sexólogo. Aún más inaceptable resulta recordar algo tan real como el que la profesión en cierto modo más prestigiosa, la monarquía, es el sistema caracterizado por la continuidad del poder mediante el ejercicio de la capacidad sexual. De ahí los frecuentes y escandalosos conflictos de tantos príncipes europeos actuales, que pretenden conservar su “honra” puritana casándose con personas muy ajenas a su ambiente cortesano, de modo que no pueda caber sospecha de que se casan movidos por su interés profesional monárquico, procurando evitar cualquier sospecha de vender su sexo en beneficio de su ocupación real.

El conflicto y escándalo llega a su máximo cuando la persona elegida ha ejercido en algún momento una profesión que de alguna manera está ligada en cierto modo –para ciertos sectores minoritarios, pero muy poderosos, y además especialmente ligados a la corona- al erotismo y la sexualidad, adquiriendo por ello para ese sector social dicha persona un estigma muy fuerte y permanente.

Vemos, pues, que, desde el punto de vista antropológico, las “razones” de ese escándalo son bien relativas; y que, desde el punto de vista de los valores cada vez más difundidos, parecerían irrelevantes. Pero también es evidente que, dado el lento evolucionar de esos sectores de nuestra sociedad, y el papel estratégico que ejercen, el conflicto no es sólo explicable, sino grave y capaz de provocar a corto y medio plazo problemas de gran envergadura en nuestra estructura sociopolítica. Tanto más cuanto que ahora no cabe esperar ya el apoyo coyuntural que circunstancias irrepetibles hicieron prestaran en su día las fuerzas modernizantes a una institución que hace aguas por tantas partes.

20010719. Castidad.

Se ha criticado el carácter utópico, y humanamente tan duro, (mucho más aún que las antiguas “huelgas de vientres” propuestas en la Europa decimonónica por algunos grupos izquierdistas) de la demanda del mismísimo del Presidente de Kenia para que todos sus ciudadanos emprendan una “huelga de relaciones sexuales” de al menos dos años, con el fin de evitar la propagación del SIDA.

Aparte de esos aspectos humanos fundamentales, yo quisiera sólo observar, desde mi punto de vista profesional, que la adopción de esa medida sería catastrófica para la economía de un país, al provocar bruscos vacíos de enteras generaciones. Baste recordar lo que ocurriría a los nueve meses en las maternidades y personal sanitario adjunto, así como en los productos comerciales relacionados con los recién nacidos; lo que se repetiría después en las escuelas, etc. Esos “guías ciegos” llevan al abismo a sus pueblos.

20010802. Estatua del rey.

Esperemos que no cunda tan mal ejemplo. Porque todos conocemos demasiado bien, por una reciente y triste experiencia en España y en Europa, lo negativo que es para la democracia la erección de estatuas de políticos en activo, aunque no se trate encima de estatuas de tamaño gigantesco, como ésta. De ahí que nos perjudique a todos los españoles la actual fabricación y exhibición de una escultura de los actuales reyes de España de tres metros de alto (¡aun estando sentados!); estatua pagada con dineros públicos por el Ayuntamiento de Valladolid, con la obvia aprobación de la Casa Real. 

Estos “regalos”, que suponen una verdadera fortuna, acaban costándonos, como el yate “Fortuna”, aún mucho más a todos, tanto en lo económico como en lo político. Malos rumbos son esos, desde luego, para ganar con limpieza la regata de un régimen realmente justo y popular.

20010808. Sucesión real.

 ¿Usted votaría a un político que pretendiera jugar a dos barajas, que llevara tanto tiempo ya intentándolo, a ver “si cuela”? No se puede querer disfrutar de las extraordinarias prebendas de un cargo único, y al mismo tiempo “torear” un deber tan fundamental del mismo como el buscar una consorte que de entrada ofrezca un perfil sensatamente aceptable de futura reina de España. Y si al pretendiente no le parece aceptable ese matrimonio “de conveniencia”, lo coherente y digno es renunciar al puesto, sin “paripés” como los que hemos visto con Lady Di en Gran Bretaña y en otras monarquías, desde Escandinavia hasta el Nepal. “No se puede poner vino nuevo en odres viejos” y, si sus protagonistas muestran tan a las claras no ser capaces de darse cuenta y actuar en consecuencia, nuestro país deberá, con la premura que exigen los acontecimientos, buscar un modo más adecuado para proveer al cargo de la jefatura del Estado.

20010823. El mito de la mujer nórdica  mueve hasta la Corona.

Aunque nos de un poco de vergüenza haber tenido que recurrir a métodos tan extraños y extranjeros, no podemos menos de reconocer que “el mito de la escandinava” nos ayudó hace una generación a acercarnos a Europa y a la modernidad. Así nos fuimos alejando algo de nuestros orgullosos “valores eternos por la atractiva vía de una –relativa, pero real- revolución sexual, que propició una filosofía más hedonista, una cambio en la concepción de la mujer y de la familia y un desprestigio del autoritarismo en las diferentes esferas de la vida social.

Reviviendo curiosamente a nivel personal ese mismo mito una generación después, la obsesión del príncipe Felipe por una escandinava está ayudando en modo hasta hace poco inconcebible a acercarnos a la modernidad… política, al obligar a plantearnos el porvenir de la monarquía. Sin atender a graves y obvias razones, el príncipe continúa durante años con esa relación,  e incluso últimamente la está reforzando, enfrentándose desafiante al masivo rechazo de los más variados sectores de la población; baste recordar que un aplastante 91 por ciento, 76.000 de las nada menos que 83.000 llamadas recibidas en una reciente encuesta televisiva se oponían a que la modelo Sannum pudiera ser la futura Reina de España.

Quizá este “principesco” menosprecio de la opinión pública proviene de ignorar que los reyes ya no son tales por la gracia de Dios, sino del pueblo, y que su patente incapacidad ante su primera decisión importante le ha enajenado, tal vez de forma irreversible, la confianza de los ciudadanos. Así, desde dentro mismo de la monarquía, con la inestimable ayuda del mito de la mujer escandinava, se está gestando al parecer –de modo tan sorprendente como eficaz- su sustitución por un actualizado régimen republicano.

20010827. Tetas reales.

Las nuevas fotos lo descubrían casi todo; casi, casi, como en aquel famoso calendario. En efecto: Eva Sannun asistió a la boda de la otra novia real noruega con un traje muy escotado. Parecía proclamar, como Cisneros al enseñar los cañones a sus críticos: “Estos son mis poderes”. Sigue siendo verdad el castizo “Más tiran dos tetas que dos carretas”; máxime, cuando se trata de tetas reales, no virtuales. Y por si alguien pretendiera recordar al príncipe el también clásico “por un clavo se perdió un reino” (para no remontarnos a la pérdida de su empleo paradisíaco que sufrió Adán por su tentadora compañera), la nueva Eva parecía esforzarse así en demostrar que ella NO es un clavo.

Yo recomendaría al implicado que no se tomara demasiado a pecho asegurar de la manera más relevante posible la continuidad de la monarquía, cayendo en lo que Schopenhauer llamaba “los engaños reproductores de la naturaleza”; es decir, que se tomara el asunto con más filosofía, haciendo funcionar también las meninges, para que después no le traiga demasiados dolores también de cabeza, incluso incompatibles con los que ya proporciona de por si la misma corona.

20010905. Reyes a sueldo.

Los españoles podemos estar realmente orgullosos, y por partida doble. Se ha destapado, en efecto, que una empresa nuestra (excepto en lo económico) sólo ha tenido que pagar 27 milloncejos para conseguir la presencia del príncipe Carlos de Inglaterra en una fiesta de propaganda de esa firma, Porcelanosa.

No menos orgullo debe darnos el que la cotización de nuestra monarquía haya sido mucho más alta, teniendo que abonar otros empresarios un total de más de seis mil millones, una auténtica FORTUNA botada al agua en forma de barco, para asegurar la presencia en Mallorca de nuestro rey (Juan) Carlos, que se piensa así que dará lustre a sus negocios turísticos, inmobiliarios, etc. Si los catalanes “de las piedras sacan panes”, los mallorquines ponen a flote sus negocios realmente bien, usando como nadie la cabeza… coronada.

Por lo demás, sin duda servirá de consuelo a muchos el comprobar que hasta los reyes tienen que hacer horas extraordinarias para llegar a fin de mes, aceptando empleos secundarios, a veces criticados por el pueblo soberano, que les paga soberanamente a tiempo completo y muchas veces piensa que ello implica, en ocupaciones tan delicadas, una dedicación exclusiva.

20010928. Problemas reales.

Es el colmo el que nuestros políticos, en vez de solucionar el incendiario problema vasco, se dediquen a echar más gasolina al fuego, como ya hacen físicamente los terroristas. Porque la raíz del problema es el exacerbado orgullo que les hace sentirse a no pocos nacionalistas vascos superiores e incompatibles con los demás. Pero ahora nos llega la indignante noticia de que, en su primera visita a Vitoria, el príncipe se ha dedicado a destacar “la nobleza de los vascos”, en su sentido más fuerte y literal, recordando con complacencia los grandes privilegios y títulos de nobleza dados a los vascos por sus antecesores, grandes errores de los que hoy padecemos tan dañinas consecuencias. Sin embargo, lejos de rectificar, se reafirma hoy mismo esa pésima política demagógica de exaltación indebida de algunos, con agravio de todos los demás, así discriminados ante ellos, y encima tenidos de hecho por “plebeyos”.

No se puede menos de relacionar esta gravísima falta real de equilibrio político, de sentido de Estado, especialmente necesario y requerido en su cargo, con la lamentable intervención que también, -en dirección aparentemente contraria, pero produciendo el mismo efecto perverso de agravar los conflictos entre los pueblos de España en vez de apaciguarlos-, tuvo hace poco la declaración de su padre, el rey, al declarar que el castellano nunca fue impuesto.

Peor aún, pasando de los dichos a los hechos, es el actual problema, gravísimo y de resultados aún impredecibles, que está creando al país el príncipe al empecinarse en elegir como futura reina a una “plebeya” extranjera de las características de Eva Sannum; y la tempestad que provocó hace un año el pésimo ejemplo de su padre, al embarcarse en aceptar, de particulares muy particulares, no ya un reloj o un bolso, como otros políticos en el caso Gescartera, sino todo un barco de muchos miles de millones, cuyo sólo nombre de “Fortuna” echa un humo que apesta en más de un o dos sentidos.

20011005. Conversación de la princesa.

Se trata de un triste remiendo más que hace aún más impresentable el apaño que vergonzosa, semiclandestinamente, se nos está intentando vender, meter en nuestra casa, al parecer con sello de urgencia, aprovechando el río revuelto de los atentados en los Estados Unidos. Ahora trasluce –con una falta de claridad, repitámoslo, intolerable en una democracia- que la “señorita” Sannun está recibiendo clases de catequesis para convertirse del luteranismo al catolicismo. Se vuelve así -sin escrúpulos y a estas alturas-  a lo de “París bien vale una Misa”, lo que, además de suponer un menosprecio profundo por ambas partes a las dos confesiones religiosas, tiene un renovado y aún mas si cabe insoportable tufo machista –la mujer debe pensar como el marido- así como una burla total a la oficial aconfesionalidad del Estado español.

Los precedentes que se pueden aducir de esas conversiones de conveniencia para asegurar el empleo real no sirven sino para confirmar que, en pleno siglo veintiuno, ese arcaico modo que desempeñar la jefatura del Estado choca cada vez más fuerte y frontalmente contra los valores que todos nominalmente profesamos. ¿Cómo pueden pensar que vamos a aceptar tanto arcaísmo, tanta contradicción, tanta incompetencia?

20011018. La estatua del rey.

Las imágenes que nos dió la televisión eran penosas. Vimos al monarca poniendo su real pie al lado del de la gigantesca estatua suya recién inaugurada, para compararlos. Simbólico en más de un aspecto. Ingenuamente yo pensaba que esas patentes muestras de culto a la personalidad habían quedado atrás con la dictadura a la que lógicamente corresponden, tras la muerte del anterior jefe del Estado.

También quise creer, hasta que el hecho se consumó, que el tan simbólico yate Azor –cuyo uso tanto costó a Felipe González- no iba a reencarnarse en un lujosísima, auténtica “Fortuna”, de coste veinte (20) veces superior –en lo ya oficialmente reconocido-, a los “modestos” 300 millones inicialmente prometidos por unos empresarios mallorquines para mantener al rey más relacionado con Mallorca de lo que lógicamente cabría esperar por sus obligaciones respecto a todos los españoles. Para no hablar de otros hechos aún más recientes y graves, que van distanciando, como no sería deseable –al menos de ese modo tan poco… majestuoso, elegante- a su persona, familia e institución del sentir de los españoles, conforme revelan muy reveladores reacciones y encuestas.

 Se va cumpliendo -con la estatua, el yate, el nuevo palacio de la Moncloa, etcétera- la ley sociológica que indica que las instituciones, en su decadencia, intentan compensar su ineficacia con una ostentación que lógicamente provoca mayor rechazo y acelera su proceso de caducidad.

20011105. Rey pastor.

Cuando una nueva idea se impone hasta el punto de resultar irresistible, los interesados en mantener el pasado hacen el paripé de aceptarla para ahogarla en el ridículo. Así, no pudiendo oponerse ya a la urgente necesidad de tomar en serio el equilibrio ecológico, algunos gobernantes lo “apoyan” con medidas tan trasnochadas y demagógicas que desacreditan y retrasan las soluciones, así como a los dirigentes “ecologistas” -desorientados o vendidos- que se dejan engañar por esa presunta “conversión” de los poderosos.

Pocos ejemplos más clamorosos de esa táctica maquiavélica es la “bestial” reclamación de la primacía de paso de los animales sobre las personas en el centro de nuestra capital que venimos sufriendo los residentes en Madrid. ¿Por qué no reivindicar asimismo las antiguas viviendas ecológicas de los cavernícolas oponiéndolas al Metro?

Esa fantasmal patochada de reivindicar las cañadas reales ha tenido la presencia, no ya sólo del “pintoresco” alcalde Álvarez del Manzano, sino incluso del mismo rey, quizá por añoranza de la época en que los gobernantes se creían pastores, de otra pasta, de sangre azul, de otra raza, como todavía se atreven a decir los obispos de su “rebaño”.

Esta nueva real metedura de pata poniéndose junto a las pezuñas de esas ovejas, como su tan reciente metedura de pie junto a su otro pie colosal… de una estatua suya políticamente tan desproporcionada, como su poner “pie a mar” en una más que dudosa “Fortuna” el año pasado, hace –entre otras cosas- que el ser monárquico esté resultado tan duro como el ser de un Atlético de Madrid de Segunda.

20011111. Respetar al rey.

¿Es que ya no hay nada sagrado, respetable?  En pleno Paseo de la Castellana de Madrid he visto unos carteles que decían: Ni rey con “Fortuna”, ni hijo con una… ¿Qué tiene de malo que unos empresarios agradecidos le regalen al rey un hermoso yate al por su fidelidad en veranear exclusivamente en su región? Sólo si el rey gobernara podría hablarse de intento de corrupción. En todo caso, debemos estarle eternamente agradecidos por no haberse alineado con los golpistas el 23-F. En cuanto al príncipe, si ese “una…” se refiere a que Eva Sannum es extranjera, aunque es verdad que yo la hubiera preferido española, también la reina, y hasta el rey, nacieron fuera de España, y ya nadie les llamaría “extranjeros”; si se refiere a su profesión, poco intelectual, parece que ya se está preparando, e incluso que convertirá al catolicismo, como la actual reina; por lo demás, tampoco el tener “sangre azul” ha sido nunca una garantía.

20011116. Real Madrid.  

Dada la importancia fundamental que hoy ha adquirido el fútbol, por razones, en el fondo, nada sorprendentes, es obvio el interés que tiene lo que podría parecer un detalle, máxime si está relacionado con la política.

El Centenario del Real Madrid, y la recepción que le ha dado el Rey, merece, pues, una reflexión, para ir adecuando a nuestra, con altibajos, creciente realidad democrática aquellas instituciones, costumbres y títulos que se remontan a épocas no sólo muy distintas, sino directamente opuestas.

En efecto, el sistema monárquico tiene como principio básico la desigualdad, que con el monarca van compartiendo los ennoblecidos por él y copartícipes de sus privilegios, disfrutados –por supuesto- a costa de los demás. El mantener y reforzar como se ha hecho ahora esos títulos de nobleza, ya sea del “Real” Madrid, de la “Real” Sociedad de San Sebastián o del “Real” Betis Balompié es, dígase lo que se quiera, un anacronismo y un agravio comparativo a los demás Clubs, tan, o tan poco reales como los mencionados.

Si no fuera por la costumbre recibida acríticamente, no nos parecería hoy menos chocante e irracional el pegarle a un equipo deportivo la etiqueta de ese sistema político que el hablar de un Atlético Rojo (o Soviético), o un C. F. Español Católico. Ni el Madrid ni el Rey necesitan esa relación para mantener dignamente su posición en la sociedad, a cuyos actuales principios ya así contradicen. Y si uno u otro creen lo contrario, malo, malo, malo.

20011120. Liquidar al rey.

No hay más cera que la que arde. El bochornoso espectáculo ha durado ya demasiado tiempo, y eso mismo muestra a las claras lo que realmente hay. Tras haber vivido a costa de todos como un príncipe, tratado a cuerpo de rey, cuando ha llegado el momento de que cumpliera con la norma fundamental que garantiza la continuidad de su cargo –haciendo algo tan sencillo que realiza de modo adecuado cualquier persona normal y equilibrada-, él ha mostrado su incapacidad, empeñándose sólo en hacer su real gana, faltando a las normas de su propio sistema al elegir pareja.

Este mismo hecho muestra hasta qué punto es arcaico un sistema que ya no es respetado ni por sus mismos principales beneficiarios. Queda, pues, patente la urgente necesidad que tenemos de liquidarlo, agradeciéndole los servicios prestados, antes que nos obligue a hacerlo un aún mayor escándalo y ridículo.

20011124. Rey católico.

Queriendo quizá resarcirse de las pérdidas sufridas por su organización con Gescartera, el cardenal Rouco Varela acaba nada menos que recordar al rey el título de los monarcas españoles de “Rey Católico”, pidiéndole que actúe como tal.

Algún bondadoso inconsciente pediría pasar por alto tamaño despropósito, alegando que, poco ducho todavía en lo que es la democracia, ese jerarca eclesiástico aún no se ha enterado que ese título, como el de Defensor de la Fe o Inquisidor Mayor, ha caducado de pleno derecho con nuestra actual Constitución. Pero la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento; y el hecho, tan siniestro como incontrovertible, es que para merecer el título de “Rey Católico” los gobernantes españoles ensangrentaron y empobrecieron durante siglos toda Europa y, cuando ya no fueron capaces de hacerlo, “sólo” multiplicaron las guerras civiles en España, haciendo correr ríos de sangre y sumiéndonos también durante siglos en la miseria y el atraso.

Todavía llevamos algunos de nosotros, en nuestra familia y incluso en nuestra misma carne, las heridas de la última “Cruzada”, apoyada por esa Iglesia católica, que tanto se lucró de tan trágica guerra civil y premió al militar que la emprendió -el inmediatamente precedente jefe del Estado, seleccionador del actual- su máximo apoyo y condecoración. De ahí que haya que denunciar como se merece ante las instancias pertinentes ese nuevo público intento de corrupción en tema tan grave y al más alto nivel.

20011205. Reina y princesa.

Se ha levantado un súbito y fuerte clamor para cambiar la ley, de modo que puedan reinar las mujeres. No se asusten los lectores: nos referimos a un sólo simbólico trono político, y a un país considerado todavía más tradicional que el nuestro: el Japón. Además, porque no hay otra cosa; es decir, porque no hay en aquella Casa Real ningún varón, aunque sea el ultimogénito, como aquí. Y porque acaba de nacer la presunta implicada, y tiene muchos años para prepararse.

Sin embargo, siendo tan inseguros los aviones y otras cosas, la presunta posible reina e incluso regente de aquí (Dios nos libre de esto último, y guarde al príncipe y al rey muchos años como están) recibe en estos momentos en Noruega unos acelerados cursillos de lengua, historia, costumbres y hasta religión españolas, sin duda porque se cree eso bastaría para lo que tendría que hacer… Con todo, en cuanto posible paciente, y seguro y obligado cotizante a esa “Seguridad Social”, creo tener el derecho a preferir que en esa infausta emergencia me atendiera una médica de carrera y experiencia adecuadas antes que una diplomada en cursillo de primeros auxilios de fin de semana, aunque sea de buen ver.

20011215. La fallida boda real.

Contra lo que piensan algunos “pasotas” o “progres”, España ha ganado muchos puntos precisamente porque ha quedado claro que los ha perdido Felipe de Borbón, lo contrario también de lo que pretenden hoy, a la desesperada, algunos monárquicos. En efecto: al renunciar a casarse con Eva Sannum ha quedado aún más patente de nuevo ante el conjunto de la ciudadanía su notable falta de personalidad y además -al revés que en el caso de la ruptura con Sartorius- su tremenda falta de profesionalidad. Lo único positivo ha sido el que, después de sostener durante cuatro años lo que era insostenible desde el primer día, por fin lo ha reconocido, con lo que la crisis ha sido algo menor, más breve y menos violenta, dentro de lo que cabe, dada la magnitud del problema.

A quienes aún pretendan, con total incoherencia, defender la plena libertad de elección de pareja por parte del príncipe, recordémosles que esa la única profesión “de altura” hoy ligada al sexo; y que si eso les repugna, no tienen sino que ayudar a desmantelar los restos que aún quedan de ella; como quienes sentimos repugnancia por ese ya casi simbólico -pero aún tan real- resto del régimen basado esencialmente en la desigualdad y el privilegio propugnamos su abolición en nombre de una plena y real libertad y democracia a todos los niveles  del Estado, incluido, por supuesto, y especialmente, por su carácter simbólico, su nivel supremo.

20011215. Renuncie por amor el príncipe.

¿Es, quizá, sólo una pelea de novios, o un momentáneo desfallecer ante tantas presiones en favor de su ruptura? No se rinda nuestro moderno príncipe valiente, vuelva a enfrentarse a los seculares perjuicios contra su boda por amor; esos prejuicios que ya le han pedido arrebatar la primogenitura a sus mismas hermanas, y personificar de tantas maneras la desigualdad y el privilegio en un régimen democrático, colmando de incoherencias y sinsabores su propia vida y tantos otros.

Luche y venza, rechazando todos esos engañosos privilegios, hoy tan poco defendibles, negándose, como tantos otros miembros de su generación, a continuar la tradicional empresa familiar, apenas una sombra y reliquia de lo que fuera en el pasado, aunque sea económicamente rentable todavía para sus miembros, pero que resulta ya tan incompatible con los valores éticos y políticos hoy efectiva y felizmente reinantes.

20011216. Alarma mental con el príncipe.

Estoy alarmado por la noticia. El problema es aún mucho peor de lo que parecía. Porque un rapto de pasión podría explicar el que el príncipe estuviera dispuesto a lanzar todo por la borda, faltando a su principal deber, el asegurar una debida continuidad de la monarquía, según afirman los expertos. Cabía, con todo, esperar una rectificación suya, aunque fuera por el alivio que el tiempo suele traer a esa fiebre amorosa, a los dos años en promedio, como de hecho ha ocurrido.

Pero mucho más grave aún que eso (siéndolo ya tanto, máxime en quien no es ya un crío de dieciocho años para abandonarse a esas calenturas) es que, según nos enteramos ahora, el príncipe no pensó desde el primer día que ese matrimonio equivalía a echarlo todo por la borda, y no se ha caído del burro sino cuando, varios años después, al disminuir la pasión, se ha puesto a pedir opiniones que justificaran el abandonar a la noruega.

Si lo primero ha mostrado su gran falta de autocontrol, de capacidad de sacrificar algo de la satisfacción de sus apetitos en aras del deber hacia su país, e incluso de su propia estabilidad en el empleo, lo segundo indica una alarmante incapacidad de reflexión. Y si bien esto es menos moralmente censurable, resulta aún más perjudicial, precisamente porque no puede cambiar por una “conversión”, es permanente e irreparable, lo que le descalifica aún más para las singulares responsabilidades inherentes a la jefatura del Estado. Nos toca, pues, a los demás enfrentarnos al problema, y tomar las decisiones oportunas, antes los daños sean aún mayores y de más difícil solución, o incluso imposible, al ser el cargo a vida.

20011217. Boda real deshecha.

Los medios de comunicación nos transmiten el enorme suspiro de alivio de las autoridades cuando por fin parece que el príncipe renuncia a casarse con Eva Sannum. Ahora es de temer que durante otros veinte o más años sus lacayos intenten tapar el asunto, colmándole de falsas alabanzas “por haber sacrificado, por amor a España, su amor a Noruega”, en modo parecido a como durante veinte años han adulado ad nauseam a su padre, por haberse puesto del lado de la legalidad y el sentido común el 23-F 1981. 

En vano procurarán esos serviles tapar el cielo con la mano. Ambos hechos, hablemos claro, constituyen elementales obligaciones de su empleo, bajo pena de perderlo; y su total acatamiento debiera haber sido público de inmediato, sin unas lamentables tardanzas que mil excusas cortesanas no hacen sino resaltar.

Asimismo, sin más vergonzosas demoras, debiera llegar ya el momento en el que la irresponsabilidad legal de que aún disfruta la monarquía, como herencia autoritaria de los reinados absolutistas y dictaduras de los que recién estamos saliendo, sea sustituida por una norma auténticamente democrática, que exija responsabilidades también a esos empleados públicos, y sancione o despida a los que no cumplan con la debida diligencia con sus tan pocas como tan regiamente pagadas obligaciones.

20011216. Alarma mental con el príncipe.

Estoy alarmado por la noticia. El problema es aún mucho peor de lo que parecía. Porque un rapto de pasión podría explicar el que el príncipe estuviera dispuesto a lanzar todo por la borda, faltando a su principal deber, el asegurar una debida continuidad de la monarquía, según afirman los expertos. Cabía, con todo, esperar una rectificación suya, aunque fuera por el alivio que el tiempo suele traer a esa fiebre amorosa, a los dos años en promedio, como de hecho ha ocurrido.

Pero mucho más grave aún que eso (siéndolo ya tanto, máxime en quien no es ya un crío de dieciocho años para abandonarse a esas calenturas) es que, según nos enteramos ahora, el príncipe no pensó desde el primer día que ese matrimonio equivalía a echarlo todo por la borda, y no se ha caído del burro sino cuando, varios años después, al disminuir la pasión, se ha puesto a pedir opiniones que justificaran el abandonar a la noruega.

Si lo primero ha mostrado su gran falta de autocontrol, de capacidad de sacrificar algo de la satisfacción de sus apetitos en aras del deber hacia su país, e incluso de su propia estabilidad en el empleo, lo segundo indica una alarmante incapacidad de reflexión. Y si bien esto es menos moralmente censurable, resulta aún más perjudicial, precisamente porque no puede cambiar por una “conversión”, es permanente e irreparable, lo que le descalifica aún más para las singulares responsabilidades inherentes a la jefatura del Estado. Nos toca, pues, a los demás enfrentarnos al problema, y tomar las decisiones oportunas, antes los daños sean aún mayores y de más difícil solución, o incluso imposible, al ser el cargo a vida.

20011217. Boda real deshecha.

Los medios de comunicación nos transmiten el enorme suspiro de alivio de las autoridades cuando por fin parece que el príncipe renuncia a casarse con Eva Sannum. Ahora es de temer que durante otros veinte o más años sus lacayos intenten tapar el asunto, colmándole de falsas alabanzas “por haber sacrificado, por amor a España, su amor a Noruega”, en modo parecido a como durante veinte años han adulado ad nauseam a su padre, por haberse puesto del lado de la legalidad y el sentido común el 23-F 1981. 

En vano procurarán esos serviles tapar el cielo con la mano. Ambos hechos, hablemos claro, constituyen elementales obligaciones de su empleo, bajo pena de perderlo; y su total acatamiento debiera haber sido público de inmediato, sin unas lamentables tardanzas que mil excusas cortesanas no hacen sino resaltar.

Asimismo, sin más vergonzosas demoras, debiera llegar ya el momento en el que la irresponsabilidad legal de que aún disfruta la monarquía, como herencia autoritaria de los reinados absolutistas y dictaduras de los que recién estamos saliendo, sea sustituida por una norma auténticamente democrática, que exija responsabilidades también a esos empleados públicos, y sancione o despida a los que no cumplan con la debida diligencia con sus tan pocas como tan regiamente pagadas obligaciones.

20011217. Servilismo ante el rey.

No me hace ninguna gracia. Hay que tener mucho “valor” para echar la culpa a los perjudicados y disculpar al de arriba. Eso es lo que hace el “humorista” Máximo cuando se atreve a decir que somos nosotros los que “devaluamos al príncipe cuando no le dejamos escoger su pareja”, cuando es él quien nos devalúa al intentar imponernos “por su bella cara” a una persona tan obviamente inadecuada para el cargo.

Antes, cuando el príncipe no hacía bien sus deberes, considerándoselo intocable, sagrado, el castigo recaía sobre un pobre “niño de azotes”.  Hoy se pretende que seamos nosotros ese chivo expiatorio, en un triste ejemplo de Máximo… servilismo.

20011221. Un príncipe ni valiente ni inteligente.

Como es lógico que pase cuando uno se mete en esos berenjenales, el príncipe ha acabado más sólo que la una, descompuesto y sin novia ni séquito, dejando descontenta hasta a la minoría tradicionalista que le consideraba como el príncipe “valiente”, “romántico”, dispuesto a todo por amor. Ahora, claro está, de eso, nada de nada. E incluso la gran mayoría que se oponía a tal despropósito no sólo se ha reafirmado en su opinión sino también en la más importante conclusión que se deduce con total claridad de la misma y ahora queda ya destacando sola en primer plano: que quien durante tantos años es capaz de tomar y aferrarse a una decisión tan disparatada para el correcto ejercicio de su profesión no ofrece las mínimas garantías exigibles para promoverle a ese supremo puesto, que encima es vitalicio.

20011226. Carta a los Reyes Magos.

En cuanto ciudadano quisiera hacer pública, para que pueda ser mejor atendida, mi carta a los Reyes Magos, expresando lo que deseo para España en 2002. A Melchor, Gaspar y Baltasar les pido con insistencia que nos concedan tres reyes tan buenos como ellos mismos. El primero, que sea un rey igualmente cercano para todos, sin aislar a nadie, ni favorecer unilateralmente con su presencia los negocios de algunos en las islas Baleares, aunque estos le den a cambio una auténtica fortuna, ni siquiera con la excusa de que esa Fortuna le ayuda a salir a flote los fines de semana.

También deseo otra real persona que no ponga en entredicho esa misma institución por saciar otro deseo, aunque este sea aún más humano, carnal, al dejarse cegar por la pasión hasta el punto pretender fichar, durante años, como consorte suya a una persona obviamente inadecuada para el cargo.

Por último, les pido a los Reyes de Oriente que nos den un rey tan realmente amante de España que no sólo alabe, sino que practique de hecho coherentemente la democracia, renunciando a sus privilegios de nacimiento, y aceptando a lo más ser Jefe del Estado sólo si y mientras los ciudadanos le vayan reeligiendo par el cargo; es decir, que se recicle para ser Presidente, como ya han hecho en otros países.

20011228. El rey y la izquierda.

 En algunos de sus jefes –en los que no es posible suponer tan poca capacidad mental- ese apoyo a tan desacertado proyecto sólo puede atribuirse a una táctica maquiavélica, al esperar que con ese enlace que se debilite la monarquía; han aplicado el lamentable -ética y práticamente- procedimiento de la conspiración, que los enemigos de la izquierda le suelen atribuir… y no siempre sin verosimilitud, en éste como en otros casos. Con esos jefes y esos seguidores tan inmaduros, mal le irá a la izquierda y a todo el país.

20011228. Izquierda.

        El desgraciado accidente del esposo de la infanta doña Elena ha puesto de nuevo y cruelmente sobre el tapete el tema de la seguridad, en las actuales circunstancias, del sistema de sucesión en la jefatura del Estado. También ha resaltado al respecto la irresponsable posición que ha tenido una gran parte de la izquierda estos últimos tiempos en relación al proyecto de casamiento del príncipe. Practicando la política de ocultar la cabeza ante el problema del avestruz, muchos de ellos pretendieron, en efecto, que ese era un mero asunto privado, sin importancia; algunos llegaron incluso a aplaudirlo, como si fuera el triunfo de la Cenicienta y “la democratización de la monarquía”, necedad de calibre parecido al de esperar mejorar la cuestión social con loterías.

      En algunos de sus jefes –en los que no es posible suponer tan poca capacidad mental- ese apoyo a tan desacertado proyecto sólo puede atribuirse a una táctica maquiavélica, al esperar que con ese enlace que se debilite la monarquía; han aplicado el lamentable -ética y prácticamente- procedimiento de la conspiración, que los enemigos de la izquierda le suelen atribuir… y no siempre sin verosimilitud, en éste como en otros casos. Con esos jefes y esos seguidores tan inmaduros, mal le irá a la izquierda y a todo el país.