Manifiesto abolicionista contra la ley seca

En estos momentos, las drogas ilegales son consumidas por todo tipo de personas, sin importar su condición social. Sin embargo, la hipocresía social carga a un sector determinado de la población (el más débil) con la responsabilidad que los efectos negativos de la llamada Ley Seca en materia de drogas produce en la sociedad.

Este prohibicionismo es absurdo e ilegal, por no adaptarse a los derechos fundamentales del individuo, como en el caso del aborto, a decidir sobre el propio cuerpo y la propia mente, y a elegir libremente que substancias desea consumir. También está la obligación del Estado de velar para que se cumpla este derecho fundamental de todo individuo. El Estado tiene, asimismo, la obligación de velar para que dichas substancias estén dentro de un mercado libre y en óptimas condiciones de consumo, y que sus precios sean razonables.

El puritanismo social en materia de drogas, y el incumplimiento por parte del Estado de la normativa relacionada con los Derechos Humanos, sólo encubren y potencian el verdadero negocio Que hay detrás de las drogas dentro del mercado negro, amparado por la Ley Seca, cuyos grandes beneficiarios, como todo el mundo sabe, son las mafias multinacionales, que sin tan siquiera tocar la droga, obtienen beneficios millonarios a costa de miles de personas que tienen que consumir estas substancias en condiciones no higiénicas y de una forma ilegal, y como consecuencia gran parte de ellos muere. Cientos de miles de personas, bien para costearse los grandes precios que tienen esas substancias en el mercado negro, o bien por efecto de la interminable crisis económica y su situación de marginalidad, se ven abocadas a comerciar con ellas (trapichear) en la más absoluta indefensión laboral, y expuestos a duras penas por una legislación que castiga el tráfico y consumo de drogas de una manera más severa que el mismo asesinato. Por otra parte, el derecho a una información en este campo exige planteamientos científicos y no pseudo-morales. El derecho a la información sobre substancias que alteran el estado de ánimo, sean legales o ilegales, es imprescindible para llegar a alcanzar un consumo libre y responsable.

No matan las drogas. Matan las circunstancias en que éstas se consumen. Las consecuencias directas de la droga en la Ley Seca son, para el consumidor, los altos precios de dichas substancias, su enorme contaminación (muchas no alcanzan el siete por ciento de pureza, como en el caso de la heroína), mas el riesgo de constante persecución y castigo judicial y social, totalmente desproporcionado ante el supuesto «delito».

En cuanto a los intermediarios en el tráfico de drogas, lo componen sobre todos la gente más afectada por la crisis y algunos consumidores que, por su situación humilde y falta de trabajo, no tienen más salida. Los millonarios beneficios del comercio drogas van a parar, como ya hemos dicho, a personas que ni tan siquiera las tocan, libres de toda sospecha, mientas que el riesgo y la responsabilidad social de los efectos negativos que producen esas substancias en el mercado negro recaen sobre esta gran masa de personas indefensas , que privadas de cualquier derecho y con riesgo de duras condenas carcelarias, se convierten en los chivos expiatorios de la hipocresía social y de su arma legal: la Ley Seca.

Indirectamente, las drogas en la ilegalidad destrozan los barrios más pobres y en general los sectores más desfavorecidos, pues es allí donde, o bien para poder pagar el precio de dichas substancias, o bien para poder llevar algún dinero a casa, se producen mayoritariamente el tráfico ilegal de substancias contaminadas y de todo tipo de atracos que convierten esas zonas en sitios directamente abocados a la violencia y a la autodestrucción, por producir una peligrosidad tanto para el consumidor como para el resto de los individuos del barrio, que sufren así también los efectos de la Ley Seca. Estas zonas dejarían de sufrir una gran parte de la delincuencia que produce el prohibicionismo si éste fuera abolido, y las drogas ilegales pasarían a ser substancias como el alcohol y el tabaco, para cuyo consumo nadie tendría que atracar, traficar o ingerirlas adulteradas y a unos precios abusivos.

Todos estos problemas, junto con culpabilizar a los sectores más desfavorecidos por la larga crisis económica, hacen aparecer en los barrios la intolerancia, el racismo, la xenofobia y la corrupción, exigiendo algunos grupos minoritarios el aumento de medidas policiales, que no solo no solucionan el problemas, como bien se ha demostrado durante tantos años, sino que, por el contrario, lo agravan.

Por todo ello, exigimos que se den urgentemente alternativas sociales, y no policiales, al problema de la droga en los barrios. Hacemos un llamamiento a todos los sectores sociales, ya que a todos ellos les afecta directa o indirectamente (Sindicatos, AA. VV:, Partidos políticos…), para que, entre todos, se dé una alternativa solidaria y que vaya encaminada hacia la racionalización de las drogas, el respeto por los Derechos Humanos, y la convivencia pacífica en los barrios. Es urgente promover un debate social desde un punto de vista científico, que lleve a abolir este absurdo prohibicionismo que es el verdadero responsable de mantener a la sociedad en un estado de perpetua sumisión e ignorancia de sus propios intereses como ciudadanos.


POR LA IGUALDAD DE DERECHOS, CONTRA EL RACISMO, LA
XENOFOBIA Y LA CORRUPCIÓN, ABAJO LA LEY SECA. INSUMISIÓN.