Cartas a la prensa – Manifestaciones – 2004

20040402. Pancarta caída.
                                     Con razón Aznar temía la voz del pueblo, intentando ridiculizar las pancartas en las que se expresaba de modo tan fuerte y aquí novedoso, obligado por el hecho de que el mismo Aznar había conseguido amordazar gran parte de la prensa, radio y televisión. Esas pancartas mantenían en alto las crecientes reivindicaciones crecientes, y más unánimes que nunca, de nuestro pueblo en favor de la paz y de sus derechos y libertades. Estos mismos días Aznar ha vuelto a arremeter contra las pancartas, osando aún, después de todo lo que acaba de pasar, dar lecciones y advertir a Zapatero que ahora debía dejarlas y coger las riendas del Gobierno. 

                                    Mucho valor tiene, cuando ayer mismo, viendo que se le escapaba el poder, Aznar utilizó ese mismo sistema y, abusando de nuestro dolor, nos convocó a todos los españoles, que respondimos como nunca, a la mayor, más triste y más manipulada manifestación de nuestra historia, tras una pancarta que el mismo Aznar no dudó en encabezar, en la que, sabiendo demasiado bien que ya no era ETA, ponía “por la Constitución”. Sí, esa Constitución que tanto denostó Aznar cuando se promulgó, y que ahora, como los cadáveres del atentado terrorista aun insepultos, y como la lucha contra el terrorismo en general, ha violentado una vez más al servicio de sus intereses. En aquella tan oscura y lluviosa noche triste del pueblo español, – más aún triste que la de Hernán Cortés, acosado sólo por enemigos de otra raza-, y ante un pueblo que no merecía esa manipulación, Aznar y los suyos acabaron en desbandada, y la pancarta tirada por los suelos, símbolo elocuente del rechazo y caída que el conjunto del pueblo español haría oficial horas antes de 48 horas en las urnas respecto a unos dirigentes que así se comportaron.

20041119. Pancarteros oportunistas.

                                           “Rectificar es de sabios”. Pero rectificar por pura conveniencia, sin reconocer su error, sin disculparse ante quienes tantas veces se había denunciado porque sostenían la misma postura que ahora se adopta, es de vulgares oportunistas, que quieren medrar a costa de olvidadizos o de gente con parecida falta de escrúpulos morales.

                                          El hecho es que, como antes ya sus parlamentarios, los senadores del PP se han apuntado ahora al sistema de pancartas que antes, dentro o fuera de las Cámaras, calificaban de poco serias y oportunistas, cuando, como es obvio, se trata de un sistema de protesta tan antigua como la democracia… alfabetizada, aunque quizá  por eso mismo  haga fruncir el ceño a quienes tan tarde y mal se han adaptado a esta, aquí, nueva “moda” de gobernar. Recordemos que hace pocos meses, desde su cima de presidente de Gobierno, un Aznar no dudaba en equiparar “pancarteros” y “comunistas”, calificativo este último todavía, para Aznar, francamente parecido al de “diablos”.

                                          Compárese ese comentario de Aznar con el del actual presidente, Zapatero, pancartero víctima tantas veces de sus puyas por ese motivo, que se limitó a saludar sonriente a los senadores “populares” por su incorporación “a la noble tarea de la pancarta”. Pero no olvide tampoco Zapatero que para que podamos seguir sonriendo con él, y que su ironía no encubra una vulgar venganza, es decir, más de lo mismo que un autoritario PP del “cuadrienio azul”, debe ir ampliando y consolidando la “regeneración democrática” que el PP tuvo el valor de ofrecernos en su última campaña. Sólo si la ciudadanía recupera la libertad de expresión, desde TVE hasta los carteles y folletos, dejará de recurrir tanto a las pancartas, que en ese caso serán obviamente pancartas contra el nuevo Gobierno; como ya hacen, tan innecesaria y ridículamente desde su escaño, los representantes del PP.