Mostrando una vez, como cuando el franquismo, que no creen en la ideología que dicen defender, los obispos de Tarragona, Vic y Solsona se arriman de nuevo al sol que más calienta y afirman que «La lengua es la patria».
Por supuesto, la patria es mucho, muchísimo más que eso. Lo es todo: desde la geografía hasta la comunidad humana existente en el territorio, con sus nexos globales con el pasado. La lengua es pues sólo un factor más, que ni siquiera es imprescindible como la tierra. La historia muestra, con la contundencia irrebatible de los hechos, muchas patrias que han existido durante siglos sin una lengua común. (¿Y quienes sabemos también castellano y otras lenguas, tendremos otras tantas patrias, o seremos apátridas?)
El identificar como ellos patria con lengua no es con todo un mero error. Esa falsa bandera, ese mito, está siendo conscientemente empleado con éxito desde hace milenios para explotar, aplastar y exterminar a minorías o mayorías; es el arma asesina empleada con entusiasmo por mezquinos explotadores que no tienen más cualidades para medrar que el abuso y la violencia contra quienes no son exactamente como ellos, aunque les diferencie sólo la lengua o acento.
El afirmar pues que «la lengua es la patria» es poner las bases eficaces de un nacionalismo racista y (física o «sólo» socialmente) exterminador. Sangrienta ironía es añadir hipócritamente después que ese mito «no debe atentar contra la convivencia». Me recuerda el «matar sin odio» que recomendaban algunos de ellos no hace tanto tiempo. Ya nos advirtió el mismo Jesús contra los lobos vestidos de piel de cordero. Esos obispos tienen muchos ejemplos en la Biblia de exterminación de pueblos que no sabían pronunciar bien la palabra «sibboleth». Y conocen de sobra que el mensaje evangélico primitivo fue todo lo contrario, el no declarar impuro a ningún hombre, fue el anunciar la buena nueva de caridad, la fraternidad universal, la catolicidad.
Sepa el resto de los españoles y el mundo que, a pesar de la violencia cultural y institucional que hoy nos oprime, no faltan catalanes que luchamos, como antes lo hicimos contra el fascismo de signo contrario durante el franquismo, por la libertad y los plenos derechos humanos de todos, empezando por quienes viven en nuestro país.