La virgen de los dolores

Siete puñales hundidos

En tu Corazón amante;

Por tu rostro dolorido

Siete lágrimas se caen.

Se nublan al verlas mis ojos,

Mi corazón se contrae:

¡Que yo fui el hijo loco

Que atentó contra su Madre!

Siete dagas te clavé

-una por cada pecado-

Y si ocho llega a haber

¡ocho te hubiera clavado!

¡Maldito sea lo que pudo

Hacerme tal vil, oh Madre;

Mas desde hoy, yo te juro

Que para siempre he de odiarle!

Madre de los ojos claros

Y del Corazón amante:

Perdona a este malvado

Que te clavó esos puñales.

Siete líquidos luceros

tintinean en tu cara.

Siete perdones siento

Que me otorga tu mirada.