El alargamiento de la vida humana, unido a los cambios económicos y sociales, ha llevado a dejar de considerar a la reproducción como el objetivo primario y casi exclusivo de la pareja y el matrimonio, según analizamos en Sexo.  religión y política (1996). Ahora se da como justificación de esa unión el amor romántico. Pero su carácter irreal, ciego, contribuye en gran parte a la insatisfac­ción e inestabilidad de la pareja actual.

Sin pretender dar una panacea o norma universal, que estimamos no existe, creemos que podría aliviar el problema el reconocimiento explícito y aprobación social de un tipo de emparejamiento basado en otro tipo de amor, que analizamos.

El ser humano nace desvalido, y durante los primeros meses y aun años depende vitalmente de la respuesta afectiva de sus padres. Hasta el punto que, aun resuelta su alimentación, vestido, etc., puede llegar a morir por falta de afecto. Apenas es necesario recordar el aspecto sensual y sexual de ese vínculo, desde la lactancia, como estudiamos en El mito de la maternidad (1972). La primera relación personal, el primer amor se ejerce pues en forma «vertical», intergenera­cional. Pero después de haber aprendido esa relación desigual y complementaria, y ejercitarla durante lustros, llegada la pubertad, se nos dice que debemos «olvidarla» y que el «verdadero amor» es una relación horizontal, igualitaria, intrageneracional. Se llega a considerar a ésta como la única unión moral, «democrática», como si la democracia consistiera en una igualdad mecánica, en vez del debido respeto a las diferencias. Dos fenómenos contribuyen a reforzar esa exigencia de un amor igualitario en edad: 1) La lucha contra el patriarcado, que exigía que la mujer fuera menor, para dominarla, según analizamos en El subdesarrollo sexual (1975). 2) La discriminación como supuestamente incapaces de amor y de sexo de los jóvenes y mayores, que estudiamos en El edadismo  contra «jóvenes» y «viejos» (1983).

No es de extrañar que muchos no puedan readaptarse cambiando a un modo tan radicalmente distinto de amor, y conviertan ese ideal de amor igualitario en un medirse constantemente con su pareja, en una frustradora competición.

Proponemos pues que se reconozca la «naturalidad», el derecho individual y la gran conveniencia social del emparejamiento intergeneracional, hoy posible por el alargamiento de la vida.

1. Ventajas para el miembro más joven de la pareja: a) Separación menos traumática de sus padres, al no tener que depender tanto tiempo material ni afectivamente de ellos, al poder escoger libremente otro padre/madre más afín. b) Prolongar su juventud, adquiriendo más fuerza y experiencia apoyado por su pareja mayor en la lucha por la vida. c) Realización, vicaria, pero tangible, sexual, de su primer y gran amor, sin los problemas psíquicos y legales del incesto.
2. Ventajas para el miembro mayor de la Pareja:, a) Obtener voluntariamente un o un nuevo hijo/a, sin el peso económico y social de su crianza. b) Poder conocer de antemano su sexo, complexión y carácter; y poder fijar eventualmente la duración de esa relación. c) Realización vicaria de su complejo edípico (o de Layo) sin los conflictos inherentes al incesto.
3. Ventajas para la sociedad: a) Suavización de los conflictos intergeneracio­nales y afectivos. b) Disminución del desempleo juvenil. c) Baja de la natalidad.

The intergenerational couple

The lengthening of human life, together with economic and social changes, has meant that reproduction is no longer considered to be the primary and almost exclusive object of the couple and marriage, as we analyzed in Sex, religion and  politics (1996). Now romantic love is put forward as the justification for this union. However its unreal, blind character contributes greatly to the dissatisfaction and instability of the present day couple. Without trying to give a panacea or universal norm, which we consider does not exist, we feel that the problem could be alleviated with the explicit acknowledgement and social approval for a way of forming a couple based on another type of love which we have analyzed.

A human being is born, and for the first months and even years of its life vitally depends on the affective response of its parents. Even up to the point where, having been provided with food and clothing etc it can even die from lack of affection. It is hardly necessary to remind you of the sensual and sexual aspect of this link, from breast-feeding, as we have studied in The myth of maternity  (1972). The first personal relationship, the first love is therefore carried out in a «vertical», intergenerational way. However after having learnt this unequal and complementary relationship and practised it for many years, having arrived at puberty we are told we must «forget it» and that «true love» is a horizontal relationship, egalitarian, intragenerational. This is then considered as the only moral, «democratic» union, as if democracy consisted of mechanical equality, instead of the due respect for differences. Two phenomenon contribute towards strengthening this demand for a egalitarian love in age: 1) The fight against patriarchy, which required the women to be younger so as to dominate her as we have analyzed in Sexual under-development (1975). 2) Discrimination against young and elderly people for supposedly being incapable of love and sex which we studied in Ageism against «young people» and «elderly people» (1983).

It is hardly surprising that many people cannot adapt on changing over to such a radically different kind of love. So we are proposing that the «naturalness», the individual right and the social interest of this coupling is acknowledged.

1. Advantages for the younger member of the couple: a) A less traumatic separation from his or her parents, as they will be able to make a free choice of another father/mother with whom they have more in common. b) Extending their youth, acquiring more strength and experience supported by an older partner in the fight of life. c) Sexual fulfilment, vicarious but tangible, of their first and great love without psychological problems or legal problems with incest.
2. Advantages for the older member of the couple: a) Voluntarily gaining a new son or daughter without the economic and social burden of bringing a child up. b) Being able to know his or her sex, complexion and character beforehand: and possibly being able to fix the length of this relationship. c) Vicarious fulfilment of the Oedipus complex without the conflicts inherent in incest.
3. Advantages for society: a) Smoothing intergenerational and affective conflicts. b) Decrease of unemployment among young people. c) Lowering of the birth rate.