20060113. Jueces ejemplo de chulería.
Los que en España dañan una convivencia más digna y civilizada son quienes aún emplean un prehistórico lenguaje tabernario para “juzgar” los más delicados problemas de nuestra sociedad y descalificar a los demás. Y, en particular, que lo haga quien una y otra vez se aprovecha de la impunidad que le da el de ocupar uno de los más altos cargos del sector social encargado de lo contrario – de frenar los abusos y reequilibrar la balanza en los conflictos- para cometer con impunidad sus cobardes agresiones a personas o colectivos, sin que sus mismos colegas profesionales tengan el valor de obligarle a rectificar sus vergonzosas chulerías. Tal es el vergonzosamente bajo nivel en que se encuentra nuestra “Justicia” y, por su culpa, nuestra convivencia.
20060119. Jueces impunes.
Todos somos víctimas de ETA y de sus cómplices también por culpa de unos jueces deficientes, incapaces. Dos hechos acaban de ponerlo de nuevo crudamente al desnudo: Otegi ha esquivado una vez más el entrar en la cárcel porque tres (3) de los magistrados que le juzgaron habían hecho antes declaraciones que le prejuzgaban culpable. Y sólo en el último momento, y con evidente propaganda para ese grupo, se ha dictado la prohibición de una convocatoria de Herri Batasuna. ¿Hasta cuándo, y a qué costes, permitirá nuestra sociedad tanta impunidad por parte de unos funcionarios de la Justicia negligentes, que abusan de los privilegios que se les otorga precisamente para que acaben con otras impunidades?
20060313. Juez incompetente y peligroso.
¿Cómo vivir en un país sin ley? O, lo que viene a ser casi lo mismo, ¿cómo vivir en un país sin ley bien aplicada? Vimos hace un mes a un país de desalmados agredir “por reír” a pacíficos e indefensos viandantes para grabar su “hazaña”. Y, lo que es mucho peor, a un juez de Barcelona que, a pesar de la alarma social que despertó tan gratuita y despiadada violencia, condenó el hecho… con cincuenta (50) euros de multa, despertando una alarma social mucho mayor esa injusta sentencia contra todos los ciudadanos, que somos futuras víctimas potenciales de esa violencia así oficialmente casi absuelta.
¿Habría dictado la misma sentencia, de haber sido él o sus familiares las víctimas de las agresiones? Las consecuencias no se han hecho esperar, y la prensa registra hoy múltiples émulos en toda España de esos salvajes. ¿A qué esperan las autoridades para poner coto efectivo a esos desmanes de juez tan incompetente y peligroso, por decir lo menos?
20060628. Un juez estrellado, Marlaska.
Mal, muy mal, hacen los tramposos y estafadores que, para presumir y ganar dinero, no dudan en drogarse en las competiciones deportivas, como acabamos de constatar estos días. Cometen así una falsificación radical de lo que debiera ser un acto de deportividad y una apología de la vida sana, deformando su cuerpo, como ya han deformado su espíritu con su falsía. Pero peor aún actúa el individuo que daña un elemento aún más importante de nuestra vida, como es la justicia, atropellando tiempos, procedimientos y personas, para presumir y salir en la foto.
Así lo acaba de hacer, hasta un extremo antológico de lo que no debe ser un profesional, dando un triste espectáculo, un aspirante a juez estrella que en sus prisas se ha estrellado del modo más vergonzoso y ridículo, un Marlaska que pretende unir a su apellido el ser “Grande”, y lo es por unos abusos tan evidentes que servirán, eso sí, para hacer reaccionar a la sociedad en busca de una Justicia más justa, más respetable, y por ello será más respetada, empezando por los mismos jueces encargados de administrarla como se debe.
20061107. Amordazar la verdad.
La historia se repite, y “allá van leyes, donde quieren reyes”. El presidente Nixon designó a dedo una Comisión de sabios sobre la pornografía, pero cuando ésta concluyó que esas representaciones “sublimaban” el instinto sexual y servían de válvula de escape, no de incitación a cometer crímenes sexuales, Nixon la “ignoró”, para poder así agravar aún más, conforme a su mentalidad puritana, las leyes anti pornográficas. El Papa Paulo VI nombró una Comisión de teólogos sobre la anticoncepción, pero, aunque esta Comisión concluyó que tomar una píldora anticonceptiva no era más antinatural que tomar una aspirina, el Papa no lo tragó, y promulgó una Encíclica prohibicionista que provocó un “cisma del útero” mayor aún que el de Lutero.
Aquí y ahora, a escala más modesta, se acaba de descubrir que el fiscal Fungairiño también encargó una investigación sobre la relación de ETA con el 11-M, pero como el resultado fue negativo para su ideología, la mantuvo en secreto, poniendo así a la Justicia no sólo una venda, sino incluso una mordaza en la boca, según su costumbre en el caso Pinochet y en otros de triste memoria.
20061120. Corrupción y “Justicia”.
La civilización de un país se mide, decía Ortega, por la posibilidad de apelación. Citibank pagó 650.000 euros, y otros premios en forma de viajes y similares, a los sindicatos UGT, CCOO y FITC, por una serie de acuerdos laborales que perjudicaron los salarios y condiciones de trabajo de sus empleados.
Parece imposible llegar a tan masivo y descarado grado de corrupción. Pero peor aún ha sido el que un Tribunal de Justicia archive la causa diciendo que lo ocurrido no está tipificado como delito en el Código Penal. Nada de extraño, pues, que España sea proporcionalmente un país de ínfima tasa de sindicación, de muy bajo nivel de salarios, y de pésima opinión del público respecto a la eficacia de la tan injustamente llamada “Justicia”.
20061216. Víctimas también de los jueces.
“La corrupción de lo mejor es lo mejor”. La civilización se distingue por la posibilidad de apelar a la Justicia, observaba Ortega y Gasset. Pero cuando esa Justicia no existe o, peor aún, absuelve y envalentona al homicida, volvemos a la peor barbarie, a ser víctimas indefensas de otros irresponsables.
Eso es exactamente lo que ocurre cuando el Tribunal Supremo absuelve al conductor con una cantidad de alcohol en la sangre muy superior a la legalmente permita en España y otros países, “porque no se ha probado que en su caso dificulte la conducción”. Quiero expresar, pues, como ciudadano, mi más enérgica protesta contra esa nociva sentencia, como ya se está haciendo en la calle e incluso por la Asociación Estatal de Víctimas de Accidentes.
Desde el momento en que no se admiten unas normas mínimas para todos –aunque después vengan, como es lógico, las circunstancias que agraven o disminuyan la trasgresión- no cabe una convivencia civilizada. Y sentencias como la de esos jueces envalentonan a los más irresponsables a rebasar los límites, y matar cada día a ciudadanos inocentes, víctimas también de esos jueces.
De poco servirá la nueva redacción del Código Penal que castiga con cárcel a los conductores que superen la tasa de alcoholemia si no tenemos jueces que en estos, como en otros casos, no apliquen con competencia, diligencia, seriedad e imparcialidad las leyes, para lo que hay que ser mucho más exigentes en la selección de esos jueces y en su posterior control oficial y social de lo que desgraciadamente vemos que ocurre hoy día.