Montero, la desmontadora de Podemos.
Sánchez, por error o por cortesía masculina, al afirmar que no podría dormir tranquilo gobernando con Podemos, citó a Iglesias, pero no a Montero. Pero ella ya se había apoderado de su pareja y secuestrado a más de 50 kms. de sus partidarios, encerrándolo en un chalecito pequeño burgués. Allí le llenó de hijos incluso físicamente prematuros y le indujo a dejar largos meses su puesto para cuidarlos. Iglesias estaba ya tan alienado que llegó a afirmar que cambiando pañales se aprende a gobernar el Estado. Así le salió todo después.
Ya antes Montero le llevó también al escándalo de hacerla ministra; después le impulsó a renunciar a la vicepresidencia y presentarse por Madrid, con otro parecido desastre. Exprimido hasta ese punto, lo dejó como un pañuelo sucio, tan desprestigiado. Porque también durante ese periodo de convivencia, Montero, después de haber conseguido la increíble insensatez de cambiar “Podemos”, nombre general, de todos, por el de Unidas Podemos, manipuló a las feministas más desequilibradas para crear una corriente que las enfrentó, no sólo a los hombres, sino a todas las demás mujeres, lo que estamos padeciendo, incluyendo el actual escándalo de su impresentable pero aprobada ley sobre que sólo el sí es sí. Cualquier grupo o partido que admita a esa nueva Dalila estará, merecidamente, condenado al más rotundo fracaso.