Género – 2011

20110107. Igualdad entre los sexos.

Haciendo el inventario noticioso anual, he encontrado la indignada protesta de Carmen Bagaria sobre la consagración papal de la Sagrada Familia. Sólo comulgaré, declara “cuando tengamos Mama en vez de Papa, y las mujeres estén sentadas mientras los curas limpian”.  Ojo a no caer en el mismo error de prepotencia sexista, moralmente tan reprobable como el otro, y dificultar así encima la igualdad: porque si es hoy lógico que los dirigentes puedan ser de ambos sexos, cada cual debe limpiar lo que ensucia.

20110604. Se equivocaron de acampada.

                             Hay mujeres ultraconservadoras, y otras que luchan de verdad por la igualdad entre sexos, razas y clases. En medio, por ignorancia o por pasarse de listas, jugando a dos barajas, algunas autodenominadas feministas, que fueron a la acampada equivocada para ellas, la de la Puerta del Sol. Y ahí han divulgado un ambivalente e irresponsable comunicado, presentándose como víctimas poco menos que de violaciones, cuando han tenido que reconocer después que se trata de meras insinuaciones o roces que no tienen entidad jurídica, pero sí han servido para dar carnaza a la ultraderecha contra del movimiento. Mejor para todos que, como dijeron esas damiselas, incapaces de afrontar y resolver solas ni esos contratiempos menores en la batalla por un mundo más humano, que se vuelvan a sus casitas y dejen de ser, -de hecho, si no deliberadamente-, una quinta columna del sistema al que nos enfrentamos.

20110605. Cuentas, no cuentos machistas.

                         Una señora compró un traje y, cuando pidió que lo envolvieran para un regalo, el empleado lo pasó a una empleada. La compradora, en su carta a un diario barcelonés, deduce de esa anécdota nada menos que “el hombre y la mujer no son ni física ni psicológicamente iguales”. La cruda realidad es que incluso el hombre más machista también sabe envolver una prenda de vestir, pero “cede” esa competencia menor –como la de ordenar y limpiar la tienda- a la mujer, a la que paga menos salario y “tolera” que le ayude sin competir realmente por su aceptar su posición subordinada, y no por una mítica diferencia enriquecedora… sino para el bolsillo empresarial.

                         Como tantas otras, esa señora es, al mismo tiempo, víctima y al mismo tiempo propagadora de ese machismo diferenciador, que la acepta, sí, pero una escala inferior, según confirma, contra la torcida interpretación de esa u otra anécdota, la grane diferencia aún existente entre el salario medio masculino y femenino a escala estatal. Dejémonos de cuentos, y veamos las cuentas.

20111130. Feminismo insultante.

                             Nadie hace más daño a la causa de las mujeres que aquellas que disfrazan de feminismo sus tendencias autoritarias, hasta el fascismo, o sus complejos sexuales contra los varones. Así lo expresa, fuertemente y por duplicado, con  brevedad y múltiples errores de redacción,“Amancia”, defendiendo a una política alemana cuyo egoísmo nacionalista y menosprecio racista  “a los del Sur” nos está haciendo ahora mucho daño: “Si el Mundo lo rigieran sólo mujeres: Sería mucho mejor que nunca ha sido. ¡Tampoco habría que esforzarse mucho!” ¿Cuánto duraría un comentario así en la web de EL PAÍS si fuera de un machista clásico?