El informe Hite

Desearía hacer algunos comentarios al artículo «Los des-propósitos de la señora I lite». En realidad, su autor reconoce que no son tantos, que su obra es útil. Los reproches que le dirijo por la variabilidad en las respuestas de los grupos, según sean o no anónimos, y el sesgo en las preguntas, no me parecen fundados, pues su análisis muestra que no son mayores que los propios de la metodología de encuestas. Tampoco parece anticientífico que !lite exponga y analice más algunos tipos de respuesta, puesto que ella misma lo advierte y explica en base al interés que ofrecen ciertas opiniones no tradicionales, y no da además resultados estadísticos globales.

Más grave para nuestro tema es el que el autor crea que Hite ha «descubierto» que el orgasmo más fuerte es el masturbatorio, y se resista a creer-lo, cuando esto se conocía ya clínicamente gracias a Masters y Johnson, como indiqué en la entrevista que se me hizo en ese mismo número de EL SOCIALISTA.

Además, el autor califica de «ridícula» la afirmación de Hi-te de que si los hombres se mueven durante el coito es por su papel agresivo, lo que ratifica que su lectura fue imprecisa y malévola —es decir, poco científica—, ya que Hite critica sólo el uso exclusivo de ciertos movimientos bruscos. Recordemos que también pareció ridícula la crítica a la posición coital «del misionero», que hoy se reconoce ya ser —en cuanto exclusiva de otras—una posición machista, represiva, antisexual.

En esa misma línea de irrespeto anticientífico por los demás, señalemos la patente contradicción que en ese mismo número cornete el autor de «La España pornográfica», quien después de citar a A. Storr sobre lo normal que es el deseo de presenciar la cópula, arremete contra el «descaro» de un diario «que nos obliga a contemplar fotogramas del acto sexual», publicando «porquería de esta calaña», a pesar de que «alardea de luchar por la democracia».

Bien es verdad que este último autor proviene del único país europeo que nos gana en puritanismo, Irlanda. Pero este lenguaje intolerante y represivo apenas si podemos encontrarlo ya en algunas publicaciones de extrema derecha. Si, faltos de confianza en el carácter liberador («incluso» sexual) de nuestra ideología, queremos mostrar que somos socialistas pero más «decentes» (en sentido burgués) que nadie, estas contradicciones nos darán muy malos resultados.