El divorcio de los obispos y el golpe

LOS NUEVOS CONDICIONAMIENTOS Y LA UNIVERSALIDAD DEL DIVORCIO

Con el alargamiento de la vida, la unión matrimonial dura ya 45, no 15 años: tres veces más; y el número de hijos por pareja ha bajado de 5 a 2; es decir, de tener casi siempre uno en ges­tación o menor de dos años, a tenerlo casi sólo durante una décima parte del matrimonio. Tam­bién resulta ya moralmente insoportable, junto con la servidumbre económica (esclavitud) y la doméstica (patriarcado), el mutuo encadenamiento a vida de los esposos. Por eso se ha hecho inconcebible una democracia sin legalización del divorcio, (re)instaurado ya para el 97% de la huma­nidad, en más del 90% de los países. En España lo aprueba hasta el 90% de la población.

LOS OBISPOS NO HAN «OPINADO», SINO AGREDIDO NUESTRO DERECHO A OPINAR Y ACTUAR

En esta coyuntura, los obispos han expresado su parecer, pero no en forma democrática, como , algo opinable, sino como algo absoluto, condenando totalmente las demás opiniones. En efecto, y éste es el punto clave: al condenar el divorcio como «intrínsecamente perverso» (‘), contrario a la «ley natural», los obispos declaran intolerable el respeto a la opinión y práctica de quienes admitan al menos su legalización. Démonos todos cuenta de lo que eso significa.

LA AGRESION A LA RELIGION Y A LA MORAL

El declarar al divorcio «intrínsecamente perverso» es condenar, en primer lugar, a la misma Biblia, que lo aceptó, incluso en el Evangelio (por adulterio) y en el resto del Nuevo Testamento (privilegio paulino). Es condenar a todas las demás religiones y a las Iglesias cristianas  que lo aceptan, e incluso a la Iglesia católica, que lo aceptó en repetidas ocasiones. Por lo demás, es enmendar la plana a Dios, que hizo al hombre libre, con posibilidades de «pecar».

Desde el punto de vista ético, esa condena absoluta del divorcio va contra los pobres, porque los ricos siempre encuentran un «arreglo»; contra las mujeres, que son las que más recurren al divorcio para defenderse; contra el matrimonio, degradando todos a una mutua esclavitud sin sa­lida; contra los niños, las principales víctimas de los matrimonios donde ha muerto el amor. Es una carga inhumana que los obispos, célibes, ponen, como los fariseos, a los demás. Condena hi­pócrita, niega como «divorcio» lo que da muy caro como «nulidad» matrimonial. Demagógica, dice que se puede prometer «amor eterno» (¡cómo «salud eterna»!), «confundiendo» lo involuntario y efímero de los sentimientos con una irresponsabilidad ante los hijos, etc. Irracional, habla de «formas inadmisibles» «por mutuo consentimiento» de lo que condena total y absolutamente.

Pero ¿qué importa la lógica? Son las razones del lobo contra el pueblo. Veamos, en efecto:

LA AGRESION A LA DEMOCRACIA Y A LA PATRIA

Los obispos no claman para defender su derecho a no divorciarse (!); nadie obligará a divor­ciarse a quien no quiera. Lo que desean no es expresarse con libertad, sino negar la posibili­dad de expresión y de actuación a los demás, recurriendo de nuevo al brazo secular del Estado, recreando la Inquisición (siempre, claro está, para «salvar la familia», «España» etc.). Esto, literalmente es un terrorismo teológico, un ataque frontal a la democracia. No cabe democracia sin derecho al divorcio. Si no se nos respeta un derecho tan reconocido como éste ¿cuál lo será?

«Europa encontró la paz -se dijo hace dos siglos- cuando los Estados dejaron de hacer teolo­gía. Hoy los obispos enarbolan de nuevo esas banderías pseudoreligiosas que absolutizan nues­tras naturales divergencias. Con ese orgullo fanático de juzgar e imponer «lo único verdadero y  moral», resucitando con mayor anacronismo y perjuicio que nunca el nacionalcatolicismo, los obispos amenazan una vez más nuestra convivencia. Al oponerse a la legalización de un divorcio responsable, los obispos se hacen culpables de un divorcio irresponsable de la religión, de la mo­ral, de la democracia y de sus conciudadanos; pero, como muestra la historia, no somos su mero  «rebaño», y no nos dejaremos arrebatar sin dura lucha nuestros derechos y libertades.

P.D. 24 FEB 1981. EL GOLPE DIVORCISTA. COMO YA LA CRISIS DE U.C.D., EL GOLPE DEL 23 SURGE ARROPADO POR EL LLAMAMIENTO A LA INTOLERANCIA DE LA JERARQUIA CATOLICA, QUE UNA VEZ MAS GOLPEA Y SE DIVORCIA DEL PUEBLO: ESTANDO CASUALMENTE YA REUNIDOS, LOS OBISPOS NO SE MANIFIESTAN POR LA LIBERTAD Y LA DEMOCRACIA SINO MUCHO DESPUES QUE LOS DISPERSOS Y DESCABEZADOS SINDICATOS Y PARTIDOS. ES DECIR: SE DEFINEN CUANDO YA NO HABIA «ESPERANZA» QUE TRIUNFARA LA INSURRECCION. ¿ACASO NO BENDIJERON LA ANTERIOR INSURRECCION CONTRA UN GOBIERNO LEGAL, EN 1936? ¿QUIEN FOMENTA EL AN­TICLERICALISMO? ¿QUIEN MANIPULA LA RELIGION CONTRA LA LIBERTAD? TODO SILENCIO NUESTRO ES AHORA  TAMBIEN COMPLICE. EL QUE, «PRUDENTE», QUIERE OLVIDAR LA HISTORIA, SE CONDENA A REPETIRLA. NO PUEDE HABER CAMBIO SIN CAMBIAR LAS ESTRUCTURAS DE PODER DE LOS DIRIGENTES POLITICOS Y «MORALES» DE LA DICTADURA.